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¡Abba!

Abba, papá, papito, grito de pertenencia, según culturas enseñadas; liberación del amor expresado en un vocablo; expresión de la ternura en las cuerdas vocales del niño o la niña hacia su progenitor masculino. Su pareja, su homólogo, Imma, mamá, mamita. Más íntimo, menos expuesto, más carencia pública al no ser escrito por los apóstoles en los evangelios, al ser enunciado en la presencia del hogar.
Abba, en boca de Jesús, anuncio provocador de que Yahvé, Elohim, el Señor, se ha acercado a nosotros. Anuncio de sus intenciones de ser reconocido siempre como Hijo de Dios, pese a que le vaya en ello, su sudor, sus lágrimas, su prestigio social y su líquido rojizo, símbolo de la vida, llamado sangre.
Abba, slogan irreverente que movió al escándalo a las jerarquías sacerdotales, esclavizadas en formas litúrgicas más distantes, y reconocidas. Ruptura con las formas muertas de las relaciones monótonas, y repetitivas.
Abba, vínculo directo, espontáneo, familiar, cercano, mediante el que construir nuestras emociones confiadas a la intimidad del Padre. Expresividad de mutuo reconocimiento, y compromiso con el Otro. La impronta del Otro, del progenitor, en uno mismo.
Abba, no es presunción del orgullo humano sino relación en disposición de escucha. Abre las compuertas comunicativas de nuestro cerebro ante el decir del que nos guía, y nos enseña desde su autoridad moral, legal, y social. Se instala, dicha palabra, en nuestras inquietudes obsesivas para calmarlas en la quietud de las tranquilas aguas, y demás fluidos corpóreos de nuestro organismo químico.
Abba, un espacio de relación privada hecha sonido, y eco público, ante los ojos de los que ocupan junto a nosotros el ágora, el espacio de afirmaciones y discusiones verdaderas, preñadas de teodiceas.
Abba, destino compartido, referencia compasiva, oportuna oportunidad. Énfasis en la necesidad mayúscula de seguridad para náufragos humanos en los terribles océanos del llanto y en las desérticas tierras de infelicidad.
Abba, el último grito, testimonio de que nuestro desgarro interno tiene un testigo. Sufrimiento compartido. Dios Padre, comprometido en la cotidiana existencia. Solidaridad silenciosa con su Hijo, desgarrado en la cruz. Amarga respetuosidad del dolor unísono. Evocación, hecha denuncia, de la injusticia disfrazada, causada para disfrute del Sádico Antiguo y torturador de los mártires, hermanos. Esteban y Pablo. Enemigo vencido de Dios, en apocalípticos pasajes de resucitada esperanza.
Abba, conmoción conmovida, declaración de vida imprescindible a nuestro favor. Sentido eterno de nuestro efímero vivir.
Abba, espero de ti lo imposible para mí aquí. Pese a toda circunstancia contingente, ancla mi llamado, en tu corazón trascendente. Elevo la voz de mi mente al optimismo de tu bondad empática ante lo tétrico; de tu belleza creadora ante lo lúgubre; y de lo justo ante lo corrupto y funesto.
Abba, mi debilidad corporal apela a tu fuerza imperecedera. Polvo y cenizas, transformado a su debido tiempo en luz incorruptible, en corporeidad inmortalizada, sin fecha de caducidad. Siempre llevada a la velocidad de la existencia, hecha presencia y presente permanente.
Abba, clamor utópico e idílico del marginado en el madero. Lucha titánica contra el menosprecio verbalizado en despectivos insultos. Perdón resignado, renuncia a la tentación de ser Dios y no Hijo del Hombre, ante el umbral del valle de tinieblas mortales (salmo 23), propiedad de su enemigo. Hipoteca a liquidar a favor nuestro.
Abba, visión de la Santa Cena, del festín de felicidad en el Nuevo Pacto. Vuelta al hogar del desheredado.
Abba, compendio de gratitud, respeto y cariño, sean cuales sean los avatares intrínsecos a nuestro devenir cristiano. Apelación lógica a la sabiduría escatológica, triunfantemente realizada en las primicias maravillosas del Rey de Gloria (salmo 24).
Abba, corrección divina al infinito deseo protagórico, prometéico, narcisista, y autocomplaciente de ser dioses frágiles en sí mismos.
Abba nos instala en un brazo de la palanca como una carga, o resistencia, elevada fácilmente por el brazo motor de Dios Padre. Y es el punto de apoyo que hace levitar nuestra vida de carga, o las cargas de nuestra vida, soportando todo sin rupturas ni dobleces.
Abba nos aporta la capacidad de Dios para manejar nuestras crisis de fe, causas de grandiosos hundimientos en los banquetes de la culpabilidad, causa de renuncias a paraísos prometidos.
Abba es escuchar con nuestros oídos a nuestros labios suspirar por ver a su Hijo regresar en su triunfante día, en el alba de la dichosa esperanza. Ser eternos okupas en la casa del Padre. Sin frustración para nuestra autoestima.
Abba, los latidos de tu corazón son música y ritmo, danza alegre, que te atraen hacia nosotros, tus redimidos. Gozaremos de libertad universal sin virus pandémicos ni murallas violentas de intolerancia. Lugar donde la ingratitud no volverá a hacer su guarida nunca, jamás.
Abba, estructura fraternal, expresión dialógica, palabra comedida que limpia nuestra mente de pensamientos abstractos, superfluos y vacuos respecto de los intentos de teorizar sobre Dios.
Abba, habla que tu hijo, e hija, escuchan limitada, imperfecta, pero decididamente enamorados de tu fantástico existir.
Abba rompe los límites del silencioso espacio etéreo, llamado aire o cielo, para expandir cual radio sus ondas moduladas de frecuencia amorosa invencible. Reclama suplir la carencia, que confina la vida a una alienación desinteresada por lo básico, amar en el rostro del otro, los rasgos infinitos del Creador.
Abba, símbolo semiótico rico en semántica privilegiada, que me hermana con lazos de amistad espiritual con mi semejante desemejado. Igualdad conceptual ante los que sienten con cara y ojos, melenudos o calvos, pescadores o mecánicos, oficinistas o empresarios, amas de casa o samaritanas, junto al pozo de Jacob, ricos banqueros o pensionistas del desempleo.
Abba, sentimientos para todos, aspiraciones y expectativas, sueños por cumplir, pesadillas desterradas, para los que se instalan en el futuro ideal de las bienaventuranzas. Verdaderas promesas de ilusiones acariciadas en el nuevo amanecer de la Jerusalén esperada.
Abba, Jesús de Nazaret, hermanado con esta caída humanidad, maestro de eternidad, artista de la moral, aprendiz en la carrera de sobreponerse a los conflictos, mediador en las disputas irracionales del fanatismo extremo, sabio batallador para iluminar la huída del reino de Hades, tránsfuga de las sombras terrenales a las corrientes estelares de auroras celestiales.
Abba, metáfora de asociaciones y correspondencias sabidas:
· Como la tinta al papel le hace ser útil, como la hoja es transportada al azar por el huracán hecho viento, como el poeta escribe un verso imaginado, así necesito tu llamado.
· Como el bebé se adormece saciado en el pecho, como el futbolista es motivado por su afición, como el delantero necesita el gol, así necesito de tu fuerza y valor.
· Como el banquero necesita los bonos, las acciones, y los intereses crediticios, así necesito inspiración en los lirios del campo y en las aves salvajes para ser humilde ante tu providencia.
· Como el cántico de Moisés y el Cordero, como el silbido matutino de los pájaros en la arboleda, como pez en el Mediterráneo que escapa de las redes tiránicas, así necesito asumir tu cantar, símbolo de alegría y paz.
· Como Barcelona presume de su Sagrada Familia, como Londres de su Big Ben, como París de su Torre Eiffel, como Atenas de su Acrópolis, como Roma de su Coliseo, así necesito ser tu obra de arte, esculpiendo, Tú, en mi personalidad tu infinita bondad.
· Como el bombero necesita escapar de las llamas del incendio tras su manguera, como el accidentado necesita oír el sonido de la ambulancia abrirse espacio entre el fluir del tránsito, como el infartado necesita de su corazón en el quirófano, así necesito, Padre celestial, de la presencia de tu Espíritu Santo.
Abba, en boca de Jesús en la cruz, proyecto comprometido, verbo hecho acción, texto amoroso, predicación confiada, compañía esperada, (salmo 22), salvación realizada y ejecutada.
Abba, necesidad solucionada, soledad acompañada, locura creíble, Buena Nueva anunciada, resurrección afirmada.

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