Voces por la transparencia en la iglesia
En mi artículo “Es necesaria una mayor transparencia en la administración de la iglesia” recogí declaraciones de los máximos dirigentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en las que se realizaba una autocrítica hacia algunos de los vicios administrativos de nuestra iglesiay se instaba a fomentar la transparencia en nuestra estructura institucional. Desde entonces nuevas voces se han unido a esta exigencia.
Algunos dirigentes no se limitan a predicarlo, sino que están dando ejemplo. En enero de 2012 Adventist News Network (ANN) publicaba un resumen del presupuesto mundial de la Asociación General para 2012, al final del cual se lanzaba esta invitación: «Para ver una copia completa del presupuesto mundial de la Asociación General para 2012, favor solicitarla al editor de ANN en adventistnews@gc.adventist.org». Me consta que hubo quien lo solicitó y que inmediatamente recibió esa copia. Quizá es algo común en Estados Unidos o en otros países, pero cualquiera que haya servido en consejos de cualquier nivel en la Unión Adventista Española constatará que aquí esa práctica sería, de momento, inconcebible. Aduciendo que “puede caer en malas manos”, se evita proporcionar a los consejeros documentos que necesitan para los análisis y reflexiones que su cargo exige. Mi impresión es que a veces se utiliza como excusa el miedo a supuestos ataques por parte de enemigos de la iglesia para ocultar informaciones que los miembros necesitan conocer; cuando lo cierto es que en cuestiones de este tipo (presupuestos, proyectos…) la iglesia no debería tener nada que ocultar, y es precisamente la falta de transparencia la que despierta la sospecha de que algo no se está haciendo bien.
No hace mucho un hermano me comentaba que acudió a una iglesia católica para acompañar a una joven amiga en el día de su confirmación, y todos los asistentes, miembros de esa iglesia o no, recibieron en mano una hoja con un resumen del presupuesto de la diócesis. El hermano me mostraba el impreso con sorpresa, comparando esa circunstancia con ciertos debates que recientemente habían tenido lugar en su iglesia adventista sobre la conveniencia o no de publicar algo tan digno de ser conocido como los estatutos que rigen a nuestra Unión. ¿Seremos los últimos en entender que la confianza se obtiene informando abiertamente?
Es grato saber que nuestra iglesia ha publicado un libro, titulado Transparencia y rendición de cuentas: Un compromiso mundial de los líderes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que promueve la integridad corporativa entre los líderes con el objetivo de transformar la cultura institucional de la iglesia y de inspirar mayor confianza entre los feligreses. Según ANN, «los principales líderes de las diversas regiones de la iglesia mundial ya se han comprometido a abrazar en sus territorios los principios y el modelo que propone el libro. Este compromiso marca un avance hacia una transparencia mayor».
Paul Douglas, director de Servicios de Auditoría de la Asociación General (GCAS) y editor del volumen, afirma que «los principios y las mejores prácticas que presenta el libro conforman la base para que los líderes estén a la altura de las expectativas».
La obra parece prometedora: «Incluye un “código de conducta” para líderes adventistas que está basado en la humildad, la integridad, la confianza, el respeto, la rendición de cuentas, la colaboración y la excelencia; un trabajo de reflexión sobre la transparencia dentro del liderazgo; y las mejores prácticas del gobierno de las organizaciones, liderazgo de las iglesias locales y administración financiera. Contiene asimismo respuestas de los líderes de la iglesia sobre cómo “promover, ejemplificar y apoyar” principios fundamentales de integridad». Este libro debería traducirse al español (segunda lengua entre los adventistas a escala mundial) y distribuirse masivamente.
Al igual que en las declaraciones recogidas en mi anterior artículo, hay palabras que dichas por un miembro “de a pie” serían tachadas prácticamente de subversivas, al menos en España. Lo bueno es que las dicen altos dirigentes de la iglesia: «Los líderes tienen que marcar la pauta. Tienen que garantizar la apertura, y disminuir el riesgo de que la gente tenga temor de hablar debido a la estructura de la organización o a la falta de canales de comunicación». ¿Temor de hablar? Sí, tengo constancia personal de no pocos casos de tal temor en nuestras instituciones.
«Como organización cristiana, existe una expectativa más grande de que cada individuo, pero en particular de que cada uno de los líderes, otorguen garantías de que las conductas estén de acuerdo con los principios bíblicos, parámetros legales estándares profesionales y reglamentos de la denominación», dijo Douglas. Efectivamente: ninguna institución debería ser más garantista que nuestra iglesia.
«Otra recomendación insta a los líderes para que “revisen los reglamentos de manera que incorporen las mejores prácticas relacionadas con la recepción, respuesta y resolución de cuestiones que se especifican en los informes de auditoría”. Las recomendaciones se produjeron luego de que ciertos hallazgos frecuentes y a menudo sin resolver durante los procesos de auditoría motivaran la preocupación entre los auditores de la iglesia», recoge ANN. Es alentador ver cómo se reconoce abiertamente que en nuestra iglesia-institución hay prácticas que provocan preocupación. Es el primer paso (e imprescindible) para empezar a corregir el rumbo. Los cristianos no podemos conformarnos con alegar que cierta práctica siempre ha sido común en nuestra iglesia, o que nuestras normas y reglamentos no exigen más que lo que hacemos. Como dice la noticia, debemos buscar siempre las mejores prácticas. Apliquemos a nuestra administración las palabras de Jesús: «Si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 5: 20).
El libro pretende motivar a los líderes a «crear una cultura corporativa en la que la apertura sea valorada y recompensada»; no temida ni castigada, añado. Según G. T. Ng, secretario de la Iglesia Adventista mundial, «la transparencia estimula la credibilidad del líder. La mayor credibilidad engendra lealtad, compromiso y un desempeño óptimo. Las organizaciones se benefician de un proceso más eficiente de toma de decisiones, porque sus seguidores están mejor informados y, de esta manera, los problemas pueden ser identificados con mayor rapidez a medida que aparecen».
Como bien razona Ignacio Simal, el Nuevo Testamento nos ofrece un modelo sorprendente de transparencia, que contrasta con la opacidad con que muchas iglesias son gestionadas. Aunque la información oficial sobre la última asamblea de la Unión Adventista Española ha sido muy escasa hasta el momento (otro signo de la falta de transparencia), sabemos que en ella se trató ampliamente este asunto (véase Después de la XIX Asamblea de la Unión Adventista Española); incluso hay quienes interpretan que existe en nuestra Unión un clamor por la transparencia. Hay algunos signos positivos, como el que se vuelva a publicar los acuerdos del Consejo de la Unión en la Revista Adventista. Pero, tristemente, algunas actuaciones recientes nos obligan a no ser demasiado optimistas respecto a que en la iglesia española se esté tomando nota de las directrices que los líderes mundiales están marcando; por ejemplo, el despido improcedente de un empleado de la editorial Safeliz (cuatro años después de varios despidos en bloque, también improcedentes, en la misma institución) quien, por mucho que ha rogado que se le explicaran las razones del mismo, sólo ha recibido silencio de todas las instancias implicadas. Es una práctica demasiado frecuente entre nosotros.
Otra noticia de ANN: En Conferencia de Pastores de Europa, se llama a participar del ministerio comunitario. En este encuentro sobre la evangelización y la obra comunitaria algunos pastores comparten reflexiones que podrían indicar que algo empieza a moverse en la buena dirección. Dennis Meier, pastor de Hamburgo (Alemania), se refirió en su presentación a imágenes que usa Jesús en Mateo 5: «Como adventistas, solemos sentirnos más cómodos con la metáfora de la luz sobre una colina que con la sal de la tierra. Nuestros edificios bien establecidos y nuestros momentos estructurados de adoración pueden hacer que corramos el peligro de llegar a quedar aislados».
Me gusta esta idea de Lowell Cooper, vicepresidente de la Iglesia Adventista mundial: «Cuando los pastores cumplen un ministerio fuera de sus templos, necesitan ser conscientes de que es probable que sus esfuerzos y motivaciones enfrenten el escrutinio de otros». Ahora apliquémoslas al interior de nuestros “templos”: ¿Están los pastores preparados para dar la bienvenida al escrutinio de sus acciones por parte de los hermanos, o seguiremos atribuyendo a ese espíritu crítico intenciones malsanas y destructivas? ¿Queremos ser transparentes hacia fuera y opacos hacia dentro? «Es imposible dar a conocer un Dios digno de confianza a personas que no pueden confiar», añade Cooper. Y no olvidemos que un líder se gana la confianza no rogándosela a los fieles en sus predicaciones, sino cuando expone su gestión al control y supervisión de los miembros (véase Entre vosotros no será así).
Es muy interesante leer también que en ese encuentro altos responsables de la iglesia expusieron ideas como que «la salud, el descanso sabático y cuestiones de justicia social tales como el tráfico humano y la violencia doméstica pueden ser maneras efectivas de conectarse con la audiencia secular», o que «Pablo nos dejó una herencia teológica que hemos perdido de vista: revelar a Cristo al mundo que nos rodea, en nosotros, es el verdadero propósito de la iglesia».
Dios nos guíe a tan elevados objetivos.
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Foto: El subtesorero de la Iglesia Adventista Juan R. Prestol habló con ANN sobre el presupuesto mundial 2012 de la Asociación General. Por tercer año consecutivo, los lectores de ANN pueden analizar todo el presupuesto. [fotografía de archivo de ANN]
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