La justificación y la Ley
Lo que sigue es un material bastante pesado (¡después de todo, Pablo lo es!), por lo que ofrezco algunas recomendaciones antes de comenzar: (1) Lea Romanos 2:1- 4:25 primero, de una sola vez; este comentario tendrá más sentido si lo hace. (2) Mantenga la Biblia a mano para consultas. (3) Tome descansos si es necesario. (4) Tome dos aspirinas (¡recomendación de mi mujer después de la edición!). Dejando el humor de lado, espero que este cometario enriquezca su estudio de la lección de esta semana.
Para facilitar la lucha, aquí está la versión con viñetas:
• Pablo está hablando acerca de la ley por lo menos en dos “versiones”.
• Pablo no descarta la ley, sino que la usa para una crítica étnica, a fin de demostrar la relación rota de la humanidad con Dios.
• La crítica étnica, mediante el uso de “la ley” en Romanos 1- 4, se convierte en un medio por el cual “el pueblo de Dios” cambia su posición: de ser un grupo étnico exclusivo pasa a estar incluido en toda la humanidad.
• La justificación, o la justicia [rectitud], tiene que ver con el restablecimiento de una relación “correcta” entre Dios y la humanidad a través de Jesucristo, la encarnación de las promesas y acciones del Padre para la restauración de la relación.
• Abraham es el ejemplo ideal de Pablo para ilustrar cómo funciona todo esto.
• La audiencia inicial de Pablo en Roma “lo entendió”.
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Las cuestiones de la “ley” y la “justificación” en Romanos se entrelazan con los asuntos de la identidad étnica, la crítica y la forma de negociación en Roma en el primer siglo [1]. Pablo utiliza las convenciones del debate étnico contemporáneo para formular su argumento en lo que se refiere a la salvación para todos los pueblos. En Rom. 2:9-10, el público lector se entera de que los que hacen el mal, sufrirán tribulación –“el judeo primeramente y también el griego”, y “los que hacen lo bueno” recibirán la gloria, el honor y la paz –“el judeo primeramente y también el griego” [2].
Romanos 2:11-16 comienza una argumentación detallada: Tanto los judíos, que viven bajo la Ley del pacto, como los griegos, cuya conducta se juzga por el “derecho natural”, deben “hacer” lo que demanda la ley para estar en buena relación con Dios. El entendimiento público del derecho natural, en 2:14-15, se fundaba en la filosofía y la ética estoica romana, tal como la articulan Cicerón y otros filósofos romanos contemporáneos [3].
Para Cicerón, la ley natural se originaba en Dios, estaba fundada en la recta razón y era absoluta, eterna, inmutable, una base para el juicio y el castigo divinos, de los cuales la Justicia, o relación correcta, era parte integrante [4]. La filosofía de Cicerón, en cuanto a que el derecho natural era la base de la Justicia, fue elaborada a partir de fuentes griegas más antiguas [5]. Varrón, contemporáneo de Cicerón, fue incluso más allá al identificar la fuente del derecho natural como el propio dios Júpiter, a quien también vinculaba con el Dios de Judea [6]. Pablo dice que ley natural es la base para el juicio divino de los no judíos, y que la Ley mosaica es la base para el juicio divino sobre Judea, y que ambas leyes se originan en el Padre.
La crítica de Pablo (2:17-29) inicialmente señala el fracaso de los judíos en practicar la ley de la alianza, incluyendo un sarcástico juego de palabras en griego, relativo al robo del templo en Judea y Jerusalén -común en fuentes egipcias [7]. El caso es que los habitantes de Judea, que tenían una auto-percepción de superioridad étnica y religiosa al afirmar su adhesión a la Ley y al pacto de Judea, estaban, en realidad, deshonrando a Dios por su relación rota con él.
Pablo, luego, se enfoca en la circuncisión como señal étnica de la relación de pacto de los judíos con Dios. Se sabe que algunos no-judíos de Roma habían asimilado, o tenían en cuenta, muchas características religiosas de Judea, entre ellas la observancia del sábado. Sin embargo, la circuncisión de los no-judíos era un argumento clave, no sólo para la conversión religiosa, sino también del cambio étnico [8]. Para los no-judíos, por su parte, era una clave de identificación étnica utilizada en la crítica de los habitantes de Judea, (los circuncisos) [9].
Para los judíos, la circuncisión era el acto esencial para que un varón no-judío se convirtiera en miembro del pueblo del pacto de Dios. Sin embargo, Pablo hábilmente reorienta la circuncisión, cambiándola de ser meramente un símbolo étnico físico a un estado del corazón en la relación con Dios, por alusión a Jeremías 4:4 y 9:25. Este cambio establece la base para la discusión posterior, de una relación de supra-étnica con Dios en Romanos 4, en la que la fe se convierte en el medio de la justicia (buena relación) con Dios, la cual precedió y ahora trasciende a la circuncisión.
Romanos 3:1-20 centra la actual diatriba paulina con respecto a la injusticia [falta de rectitud] de ambos, judíos y no-judíos, en relación con la Ley mosaica o la ley natural divina, tal como se plantea en Romanos 2. La retórica culmina la crítica de la humanidad en lo que respecta a la Ley, al hacer que todos guarden silencio (3:19-20), incapaces de renovar o defender la fe jurada. Ser forzado a guardar silencio en el debate romano sobre la fidelidad, la justicia o las relaciones, implicaba culpa y reflejaba la incapacidad para seguir discutiendo. Era el epítome de la infidelidad, digna de la ira, a menos que se concediera misericordia [10].
Las acciones fieles de Dios Padre para reconciliar a la injusta humanidad consigo mismo, son el motivo central en Rom. 3:21-31. La Ley manifestó la fragilidad y la infidelidad de la humanidad. Sin embargo, ahora, “aparte de la ley”, la constante correcta relación (la justicia) del Padre ha sido divulgada a través de la fidelidad de Jesús. Su fidelidad se manifiesta en su relación correcta con el Padre, en lo que respecta a Moisés y a la ley natural, y como ejemplo vivo (así como en su muerte) de la fidelidad del Padre.
Mientras que generalmente se enfatiza la percepción de Jesús como propiciatorio (hilasterion) que resuelve el pecado de la humanidad, la imagen de la “exposición pública” de Jesús va a la esencia de la comprensión romana convencional de la fidelidad. Lo que se juró en la fe, a menudo se demostraba públicamente como la fidelidad cumplida –fidelidad a las promesas vividas como una relación correcta [11]. Pablo llega a la conclusión de que la fidelidad de Dios se expresó públicamente a través de Jesús y, por lo tanto, es aceptada como la redención a través de la expresión de la fe en Dios, jurada tanto por judíos como por no judíos, y que la circuncisión ya no es la marca definitiva del pacto de relación correcta con Dios (Rom. 3:28-30), sino la fe jurada y vivida de los que tienen a Jesús como Señor y lo aceptan como Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos [12].
Si bien la declaración de Romanos 3:31 acerca de la fe que confirma a la Ley es a menudo “leída hacia atrás”, considerando los versículos 3:21-30, es también un marco para entender el uso que hace Pablo de la figura de Abraham como ejemplo de la interactiva relación de fidelidad divina y humana en Romanos 4. A través de la experiencia de Abraham con Dios, Pablo demuestra cómo la fe no anula la Ley de Judea, sino que es la base para establecer al pueblo de Dios -que vivió una fe similar a la de Abraham en buena relación con el Padre- por medio de la promesa y la acción de Dios.
En Rom. 4:3, Pablo basa su premisa en Génesis 15:6, en lo que respecta a la fe de Abraham: “Y Abraham tuvo fe con Dios, y le fue contado por justicia”. Él aclara su énfasis en 4:5, que el hace la fe con Dios es el que tiene su fe acreditada como relación correcta con el Padre. Dios declara que el “impío” está en relación correcta con Él, en vista de la fe en las promesas del Padre cumplidas en Jesús.
Lo que es importante para Pablo y su público lector es que la fe de Abraham con Dios le fue acreditada antes de que fuera circuncidado. En 4:11, Pablo redefine el significado de la circuncisión, de una señal de la alianza y de la exclusividad étnica a un sello para los judíos de la relación adecuada con Dios. Pablo concluye que Abraham fue el antepasado de todos los humanos, no sólo de los judíos , sino también de los no-judíos que habían entrado en un pacto basado en la fe con Dios, pacto que también dio lugar a la justicia, es decir, a la relación correcta (4:9-13).
Que esta conceptualización de Pablo con respecto a la fe está incrustada en la cultura romana, se puede comprobar por el uso de la fe jurada por medio de promesas [13]. Romanos 4:13 representa a Dios como el que hizo promesas a Abraham, así que Dios es el primero que expresa la fe y la justicia [rectitud] -relación correcta con Abraham por medio de las promesas que hacen la fe (Génesis 15:1-17).
Este tema fue entendido por el Judaísmo inmerso en la cultura greco-romana, como se muestra en la discusión de Filón en su Interpretación alegórica [14]. Filón, (un judío contemporáneo de Pablo) afirmó que “Dios es el único ser fiel (pistos)” en lo que se refiere a los juramentos, señalando que sólo Dios es, en última instancia, capaz de fidelidad en honor a lo que ha jurado, porque sólo Dios es verdaderamente honorable, ya que sus promesas se cumplen por sus acciones [15]. Filón sostiene, además, que Dios honró la fe de Abraham, y que (Dios) le dio la “fe” a cambio, es decir, “una confirmación, por un juramento, de los dones que él (Dios) le había prometido (a Abraham)” [16].
Pablo presenta de manera similar a Abraham en 4:20-22, como alguien que tiene la certeza de que Dios hará lo que prometió. En el argumento de Pablo, la fe de Abraham fue confirmada por el cumplimiento de Dios de sus promesas, ya que Abraham fue “padre de muchas naciones” -los que entran en una relación de fe con Dios reclamando a Jesús como Señor, a quien el Padre resucitó de entre los muertos, y cuya fidelidad hasta la muerte ha devuelto a todos los seres humanos la relación correcta con el Padre, sin importar su origen étnico.
La retórica de Pablo resulta en la afirmación de la Ley judía, sin embargo cambia el significado de la circuncisión, que debe ser entendida como una señal ritualmente requerida a los judíos solamente de su relación de alianza con Dios basada en la etnia. El Padre se reafirma como el que hizo realidad la promesa de la salvación a través de la vida fiel y de la muerte de Jesús, y que quiere que todos entren en una relación de fe con él. La fidelidad de Jesús resuelve la relación rota de la humanidad en lo que se refiere a la Ley divina, y restaura a todos los seres humanos que mantienen la fe con Él, para que tengan una “relación íntima recta” (la justicia) con el Padre, la que se traduce en la vida eterna.
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NOTAS:
[1] Esta presentación utiliza el concepto de “relación recta” para expresar el significado de la justificación como equivalentes a rectitud.
[2] El término étnico “judeo” se utiliza aquí en lugar de Judíos. Ver Philip F. Esler, Conflictos e identidades de los romanos: El entorno social de la carta de Pablo (Minneapolis, MN: Fortress, 2003), 43-44.
[3] “La ley verdadera es la recta razón en acuerdo con la naturaleza; es de aplicación universal, inmutable y eterna; convoca al deber por sus mandamientos, y evita el mal por sus prohibiciones. Y no pone sus órdenes o prohibiciones sobre los hombres buenos en vano, aunque no tiene ningún efecto sobre los malvados. Es un pecado tratar de [sic] modificar esta ley, y tampoco es permisible tratar de derogar una parte de la misma, y es imposible eliminarla por completo. No podemos ser liberados de sus obligaciones por el Senado o la gente, y no tenemos que mirar fuera de nosotros mismos en busca de un expositor o intérprete de ella. Y no habrá leyes diferentes en Roma y en Atenas, o diferentes leyes ahora y en el futuro, sino una ley eterna e inmutable será válida para todas las naciones y en todos los tiempos, y habrá un maestro y gobernante, es decir, Dios, sobre todos nosotros, porque él es el autor de esta ley, su promulgador y su juez de ejecución. Quien es desobediente está huyendo de sí mismo y niega su naturaleza humana, y en razón de este hecho va a sufrir las peores penas, aun cuando se escape lo que comúnmente se considera un castigo”. Marco Tulio Cicerón, De Re Publica, 3,22, en De Re Publica, De Legibus, trad. Clinton W. Keyes, Biblioteca Clásica Loeb, (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1928), 211.
[4] Neal Wood, El pensamiento social y político de Cicerón (Berkeley: University of California Press, 1988), 70-78.
[5] Robert T. Radford, Cicerón: un estudio sobre los orígenes de la filosofía republicana (Nueva York: Rodopi, 2002), 43-46.
[6] Véase W. Ward Fowler, La vida social en Roma en la época de Cicerón (Whitefish, MT: Kessinger, 2004), 162-164.
[7] Romanos 2:23; “…. Y luego entraron en aquella tierra que se llama Judea, y allí construyeron una ciudad, y habitaron en ella, y su ciudad fue nombrada Hierosyla, debido a su robo de los templos; pero después, en el éxito que tuvieron, con el tiempo cambiaron su denominación, que no podía ser un reproche para ellos, y llamaron a la ciudad Hierosolyma y hierosolymites a sí mismos”. Flavio Josefo, Contra Apión, en Contra Apionem, trad. William Whiston, 1,34.
[8] Louis H. Feldman, Judíos y Gentiles en el mundo antiguo: Actitudes e interacciones desde Alejandro hasta Justiniano (Princeton: Princeton University Press, 1996), 154-58.
[9] Feldman, 156.
[10] Para un tratamiento más completo, ver los capítulos sobre la vergüenza y la confesión, en: Carlin A. Barton, Honor Romano: el fuego en los huesos (Berkeley: University of California Press, 2001).
[11] Para un tratamiento más completo de la exposición pública de documentos, acuerdos y tratados de la fe cumplida, véase Elizabeth A. Meyer, Legitimidad y Derecho en el mundo romano: Tabulae en las convicciones y las prácticas romanas (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), 91-125.
[12] Los elementos de la construcción de la fe para la salvación se detallan en Rom. 1:1-4; 4:23-25 y 10:5-13.
[13] El uso de la promesa y la dádiva en el hacer de la fe, es más patente en la estipulación o en los contratos verbales de obligación – véase Meyer, 115-18, 125, 154-63.
[14] Filón de Alejandría, Las obras de Filón: Completas y sin abreviar, trad. Charles Duke Yonge, (Peabody, MA: Hendrickson, 1996, 1993); Interpretación Alegórica, 3.203-204.
[15] Ed. cit., 3.204-205.
[16] Filón, en Yonge (trad.), Abraham, 273; para una exploración más completa véase Benjamin E. Holdsworth, La lectura de Romanos en Roma: La recepción de Romanos en el contexto romano de la etnicidad y la fe (tesis doctoral, Universidad de Durham, 2009), 203-7.