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“Hagan como yo”

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El verano después de que me gradué de la universidad (ahora hace más de 35 años), me ofrecí como voluntario en un Hospital Adventista para trabajar de capellán, mientras que asistía al curso de entrenamiento en capellanía.  Me hice muy amigo de dos jóvenes católicos que se preparaban para el sacerdocio y que también estaban en el curso.  Fue mi primera oportunidad de discutir temas teológicos con uno de “ellos”, y lo disfruté mucho. Rápidamente tomó el papel de protector, suponiendo que se enfrentarían a un entorno adventista hostil.

Muy pronto pareció que mis temores se habían validado porque el facilitador del grupo parecía estar constantemente molestándolos.  A menudo salí en su defensa, hasta que el líder explicó que estaba tratando de sacarlos de su zona de confort y hacer que se enojen, “porque sólo entonces podremos ver a la persona real”.  Cuando usted está bajo ataque, explicó, se hace más evidente quién es usted y de qué está hecho.

Hay momentos en nuestras vidas cuando todos nos enojamos, y es difícil pensar que en esos momentos nuestros sentimientos y comportamientos son realmente indicativos de lo que somos.  Sin embargo, es posible interpretar 1 Tesalonicenses 2:1-2 de esa manera.  ¿No es lo que sugiere Pablo, que la manera cómo reaccionó en circunstancias difíciles era un buen indicador de algo más que un buen carácter?

“1. Sabéis, hermanos y hermanas, que nuestra visita a vosotros no fue sin resultados.   2. Habíamos sufrido y sido tratados escandalosamente en Filipos, como sabéis, pero con la ayuda de nuestro Dios nos atrevimos a comunicaros el evangelio frente a una fuerte oposición”. (NVI).

El carácter cuenta

Sabéis.   Se esperaba que los lectores dieran testimonio de la buena conducta que Pablo demostró, a pesar de la “fuerte oposición”.  Pablo les animó a vivir como él vivió, porque sus acciones, en medio de esas circunstancias, demostraban la influencia del poder de Dios.  Si él se hubiera limitado a hacer lo correcto por la razón equivocada, y si su mensaje no hubiera sido cierto, nadie se habría beneficiado.

A pesar de las dificultades experimentadas en Filipos –dificultades escandalosas que hubieran hecho que otros renunciaran— los misioneros llegaron a Tesalónica, y fueron fieles en entregar el mensaje que Dios les había dado.  Lo hicieron mientras se enfrentaban a un rival no identificado y a una fuerte oposición.  Sin duda, los creyentes eran muy conscientes de las dificultades iniciales que enfrentó el establecimiento de la obra allí.

Así, se ha establecido el principio, como D. Miguel Martín afirma en su comentario a los Tesalonicenses: “La fidelidad en condiciones adversas es una prueba de motivos puros.”  Usted realmente tiene que creer en su mensaje, para ser maltratado y aún así anunciarlo con claridad.

Cuando estoy en el área de Los Ángeles, me gusta escuchar los espacios de radio de Michael Josephson, llamados “El carácter cuenta”.  Muchas veces me han inspirado sus historias de personas que hicieron una elección moralmente correcta, cuando hacer el mal hubiera sido mucho más fácil.  Lo que haces en circunstancias difíciles indica realmente algo más que quién eres.  Indica Quién está guiando tu vida.

Hace varios años me pidieron que llevara a alguien al metro de Washington desde las oficinas de la Asociación General.  Lo hice de buen grado, y recuerdo que me sorprendí al descubrir que el hombre era Robert Folkenberg, un ex presidente mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo día.

Me emocionaba ante la perspectiva de tener unos minutos para estar a solas con alguien con quien había querido hablar desde hacía una década o más.  Para aquellos que no lo saben, Folkenberg había dimitido de su cargo en circunstancias difíciles.  Yo no conocía detalles sobre lo que pasó, o por qué sucedió, pero he vivido lo suficiente para saber que siempre hay por lo menos dos lados en cada historia, especialmente cuando eres una figura central.  También sé que no faltan quienes tal vez deseen utilizarte para propósitos nefastos.

Aunque yo no tenía derecho, sabía que tenía que decirle algo a este hombre, algo de corazón.  “Pastor Folkenberg”, comencé, después de unas pocas palabras previas para conocernos, “quiero que sepa lo mucho que su ejemplo significa para mí.  Una tendencia natural podría ser la de luchar haciéndole daño a la Iglesia en el proceso, pero Ud. nunca bajó la bandera.  Le doy las gracias por eso y lo admiro”.  Puede suceder que todos enfrentemos adversidades cuando trabajamos en el ministerio, pero sentí que él había dado un ejemplo de paz.

Su respuesta honesta me sobresaltó.  Se volvió hacia mí y me dijo algo que recordaré por mucho tiempo: “Cada vez que fui tentado –empezó a decir—  me dije a mí mismo: Bob, esto no es lo que eres”.  En ese momento llegamos a la sección de despedidas de la estación Greenbelt del metro.  Después de agradecerme por el viaje, abrió la puerta y se marchó, y me quedé pensando en la verdadera estatura del hombre que había estado en mi coche.

Lo que Folkenberg ha logrado desde su “incidente” es inspirador.  Aunque muchos podrían haberse resentido con amargura, él fundó lo que es, sin duda, uno de los esfuerzos de evangelización de mayor éxito en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo día: “Comparte al Señor

Pablo y Santiago

Durante muchos años en mi ministerio, el apóstol Pablo y su Epístola a los Romanos ha guiado mi perspectiva teológica.  Me he preguntado a menudo (sobre todo en voz baja) cómo los libros de Santiago y Romanos podían coexistir pacíficamente en el mismo Nuevo Testamento.

Las cartas a los Tesalonicenses fueron escritas en la primera parte de  la carrera de Pablo, por lo que se podría argumentar que su fundamento teológico aún no estaba completamente formado.  Sin embargo, lo que tenemos en los dos primeros capítulos de este libro es una clara indicación de que no es fácil soslayar el modo en que una persona responde a la morada del Espíritu de Dios y su consecuente comportamiento con los demás en una discusión sobre soteriología.

En cualquier momento en nuestras vidas, pero sobre todo en los momentos difíciles o de prueba, debemos hacernos esta pregunta penetrante: “¿Hay suficientes pruebas para que me identifiquen como alguien que camina con Jesús?”

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

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