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“Un nuevo paradigma para la comprensión Gálatas” (Gál. 3:19-25)

 

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

Kim Papaioannou, PhD, enseña Nuevo Testamento y dirige el programa de doctorado en el Seminario Teológico Adventista de Asia (www.aiias.edu), en Silang, Filipinas.
“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de este hombre se os anuncia el perdón de los pecados, y por él todo el que cree es justificado de todo, de todo aquello que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés”(Hechos 13: 38-39, ESV).

Enfoques problemáticos

Muchos comentaristas, incluyendo adventistas, creen que el problema que Pablo aborda en Gálatas es el legalismo, el de  los creyentes que pensaban que podían ganar su salvación por la obediencia estricta, un modelo de la salvación “Jesús +”, como dicen algunos.  Este paradigma es muy problemático.  En primer lugar, el legalismo tiene menos que ver con los preceptos legales que con una actitud mental.  Lo que quiero decir es que no depende de cuántas leyes se siguen, o qué tan estrictamente, sino más bien de una actitud de autosuficiencia.

En segundo lugar, una simple comparación con la forma en que Jesús se relacionaba con los fariseos, los máximos legalistas, resulta reveladora.  Les llamó “hipócritas” (Mat. 23:13) porque  enseñaban una cosa y hacían otra, los acusó de poner “cargas pesadas” (Mat. 23:4) sobre las personas por medio de sus tradiciones, señaló que a través de éstas anulaban la ley de Dios ( Mar. 7:9), e incluso afirmó que tenían una visión errónea de la ley de Dios al poner más énfasis en los aspectos de menor importancia y menos en los más importantes, cuando debían guardar ambos pero en la perspectiva correcta (Mat. 23:23), ¡sin embargo nunca los  acusó de cumplir la ley con demasiado celo!

En tercer lugar, el propio Pablo guardaba fielmente la ley.  Se refiere en repetidas ocasiones a los 10 Mandamientos (Rom. 7:8-13; 13:9; 1 Cor. 7:19; Efe. 6:2), e incluso al Libro de la Ley como una guía normativa para el comportamiento (por ejemplo, Rom. 1:27; 7:2; 1 Cor. 5:1; 2 Cor. 6:14; 2 Cor. 13:1).

Por último, ¡nunca le diríamos a un guardador de la Ley excesivamente celoso: “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gal 3:12)!  Aquellos que consideran que el legalismo es el problema de Galacia, obtendrán una imagen sesgada de la epístola.

Un paradigma alternativo

Un nuevo paradigma para comprender mejor Gálatas tiene sus raíces en la teología adventista, pero de alguna manera parece que se perdió de vista.

El mayor peligro teológico que enfrentaron los cristianos de origen judío, fue a caer de nuevo en el sistema de sacrificios y de culto del templo.  Este es el tema principal que aborda Hebreos.  En vista de que esa epístola no está dirigida a una congregación específica, sino a los hebreos en general, parece que el problema era generalizado.  La relación de los creyentes con el templo puede ser el telón de fondo de pasajes bien conocidos, como el del incidente del impuesto del templo (Mat. 17:24-27), la rasgadura del velo del templo en la crucifixión (Mat. 27:51), el difícil pasaje de Col. 2:16-17 (ver mi estudio de este texto por separado), y muchos más.

Las regulaciones sobre el santuario y el sistema de sacrificios fueron escritos en el Pentateuco, la Torá o Ley.  Es importante tener en cuenta que cuando Pablo se refiere a la Ley, se refiere al Pentateuco como un cuerpo completo que contenía preceptos morales y también el sistema de sacrificios.  De vez en cuando enfatiza uno u otro aspecto, entonces el contexto es el que determina de qué aspecto se trata, pero en general la Ley es todo el paquete.

La Ley tenía un problema.  Los mandatos morales declaraban culpables de pecado a los seres humanos, pero el sistema de sacrificios, puesto en marcha para hacer frente al problema del pecado, no podía limpiar el pecado.  Era incapaz de cumplir con la tarea para la cual fue establecido.  Hebreos por lo tanto, declara: “Es imposible que la sangre de los toros y machos cabríos pueda quitar los pecados” (Hebreos 10:4).  Y, “Por lo tanto, Cristo es mediador de un nuevo pacto, . . .  interviniendo muerte para la remisión de los pecados cometidos bajo el primer pacto” (Hebreos 9:15).  Por lo tanto, los sacrificios del Antiguo Testamento sólo funcionaban como una sombra que apuntaba hacia adelante, a Jesús, el verdadero sacrificio por el pecado.

Pablo era plenamente consciente de esta realidad y declaró: “Sabed esto, por lo tanto, hermanos: que por medio de este hombre [Jesús] se os anuncia el perdón de los pecados, y por él todo aquel que cree es liberado de todo aquello que no pudisteis ser liberados por la ley de Moisés” (Hechos 13:38-9).  Por lo tanto el problema del sistema del Pentateuco, el problema de la “Ley”, es que declaraba que alguien era pecador pero no ofrecía ninguna solución real al problema del pecado.

Este es precisamente el punto que Pablo aborda en Gálatas.  Tomemos por ejemplo la parábola de la mujer esclava (Agar) y la mujer libre (Sara), que representan, respectivamente, el pacto del Sinaí y el Nuevo Pacto, tema que se discute en Gálatas 4:20-31.  La primera conduce a la esclavitud, la última a la libertad.  ¿Por qué el pacto del Sinaí conduce a la esclavitud?  Porque declara que una persona es un pecador, pero no puede ofrecer ninguna solución real.  ¿Por qué el Nuevo Testamento lleva a la libertad?  ¡Porque la sangre de Cristo limpia el pecado!  ¡Aleluya!

La Ley de Gálatas 3:19-25
Con estos pensamientos en mente, miremos el pasaje de esta semana, Gál. 3:19-25.  Voy a argumentar que mientras que Pablo habla en general de la insuficiencia de la Ley (Pentateuco) para salvar, ya que no limpia el pecado, aquí se vuelve más específico y se enfoca en la ley de sacrificios.  Para demostrar esto, vamos a ver algunos de los elementos del lenguaje que utiliza.

La ley fue añadida.  En Gálatas 3:19 Pablo dice que la ley fue añadida “a causa de las transgresiones”, y esto, además, ocurrió 430 años después de Abraham (3:17), es decir, en el Sinaí.  ¿Por qué dice que fu “añadida”?  Vale la pena señalar que cuando Dios hizo la alianza en el Sinaí (Ex 19:1-24:18) no dio inicialmente los reglamentos sobre los sacrificios por el pecado.  Eso no quiere decir que esas normas no se conocían antes.  Todos los patriarcas ofrecían sacrificios desde el principio.  Pero a medida que Israel estaba haciendo un nuevo comienzo, como nación, después de siglos de esclavitud en Egipto, Dios les dio al principio sólo los requisitos legales, los 10 Mandamientos  y el Libro de la Ley.  Tres veces Israel respondió: “Todo lo que el Señor ha hablado, lo haremos” (Éxodo 19:08; 24:3,7).  Al parecer, el pueblo de Israel estaba seguro de que podrían vivir una vida de obediencia completa, por lo que Dios permitió que lo intentaran.  ¿El resultado?  A los 40 días ocurrió el incidente del becerro de oro, y el pacto estaba roto.  Israel merecía morir (Ex 32:10, 27, 33, 34-35; 33:5), pero Dios en su gracia les entregó el sistema de sacrificios como una forma de lidiar con el problema de la maldad humana.  Por lo tanto, en ese sentido, la ley de sacrificios fue “añadida” a causa de las transgresiones.

A causa de.  En Gálatas 3:19, la palabra griega que se traduce “a causa de” en la frase, “la ley fue añadida a causa de las transgresiones” es jarin.  Viene del sustantivo jaris, “gracia”.  La misma palabra en algún momento funciona como el acusativo de jaris, o como una preposición, “a causa de”.  En este último caso, sin embargo, casi siempre tiene el sentido de ventaja (por ejemplo, Luc. 7:47; Efe. 3:1,14; Tit. 1:5,11), y como tal es mejor traducida “por el bien de”.  ¿Fue añadida alguna ley “por el bien de” las transgresiones?  El texto podría ser mejor traducido así: “la ley fue añadida como gracia por las transgresiones”, en cuyo caso los sacrificios están a la vista, así como su función.

¿Por qué entonces la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones. El texto original no tenía signos de puntuación.  Más tarde, los manuscritos constantemente ponen el signo de interrogación después de la palabra “ley”.  En este caso, la pregunta que Pablo hace es, “¿Por qué entonces la ley?”

Por el contrario, el signo de interrogación podría ser colocado después de “transgresiones”, en cuyo caso se traduciría 3:19 de esta manera: “¿Por qué entonces la ley que refiere a las transgresiones?  Fue añadida por /como gracia”.

La palabra jarin y las diferentes posibilidades de puntuación en Gál. 3:19, todo sugiere que la ley específica que Pablo tiene en mente aquí es la ley de sacrificios.

El guardian / ayo.  Pablo luego procede a describir esta ley específica como paidagogos, “un tutor”, “maestro” o “ayo”.  La palabra paidagogos es suave.  Describe a una persona que se ocupaba de los niños, enseñándoles las realidades de la vida.  Su tarea principal era educar.  El ejemplo más famoso de un paidagogos era el filósofo Aristóteles, tutor de Alejandro Magno.  Alejandro dijo más tarde que le debía la vida biológica (zein) a su padre, pero la calidad y los aspectos morales de su vida (euzein) a su tutor.  Los romanos ricos gastaban grandes cantidades de dinero para comprar / contratar a los mejores maestros griegos para dar a sus hijos la formación más completa posible.

Esto es precisamente lo que la ley de los sacrificios hizo.  El pecador podía encontrar algo de consuelo en los sacrificios, y aunque no perdonaban el pecado, apuntaban hacia Aquel que sí lo haría.

Síntesis
El paradigma que indicaría que Pablo está luchando contra el legalismo entre los Gálatas es más aparente que real.  Más bien, el problema que Pablo enfrentaba era el de ciertos judíos que estaban volviendo al estilo de vida que habían tenido, centrado en el templo de Jerusalén y su sistema de sacrificios, sobre la base de que éste estaba arraigado en la Ley, es decir, en el Pentateuco.  Pablo declara que este procedimiento no los salvará, porque la Ley no tiene un mecanismo adecuado para el problema del pecado, y los que quieren ser salvados a través de la Ley sólo podrían lograrlo si su obediencia fuera perfecta (algo que ningún humano ha logrado, exceptuando a Jesús).  En Gálatas 3:18-25 pone su atención en un aspecto específico del Pentateuco, los sacrificios, indicando que fueron añadidos para hacer frente al problema del pecado de manera temporal, hasta que Jesús viniera, trayendo la verdadera respuesta al problema del pecado.

 

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