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“Imagen invertida”

 

(Traducido por Carlos enrique Espinosa)

El rey de Tiro de Ezequiel 27 y 28 ha sido objeto de debate entre los expertos, incluyendo a eruditos adventistas.  El debate se ha centrado específicamente en Ezequiel 28:12-19, una lamentación sobre el rey.  ¿Este lamento se refiere al rey literal de Tiro, a Adán como figura (y, por tanto, posiblemente, a toda la humanidad), a un príncipe rebelde, o a un ser celestial que cayó del cielo?  Los adventistas del Séptimo Día históricamente han favorecido esta última interpretación, considerando que tanto este lamento como el escarnio de Isaías 14 (especialmente vv. 12-20) representan la caída de Lucifer.  Esta posición se basa no sólo en las interpretaciones tradicionales pertenecientes al siglo 19, sino también en la metodología de estudio de la Biblia recomendada por Elena G. de White de “comparar las Escrituras con las Escrituras” (LHU 114, CS 320).

Ilana Goldberg ha señalado que esta lamentación está estructurada en forma de paralelismo, una característica sorprendente, ya que gran parte de la poesía hebrea se organiza en una estructura de quiasmo o de sobre. Los vv. 12a-13 (A1) están en paralelo con los vv. 14-15 (A2), mientras que los vv. 16-17 (B1) están en paralelo con el v. 18 (B2), con el cierre del v. 19 al final.  En A1, el ser es una figura de Adán o de un personaje terrenal del Jardín del Edén que usa piedras preciosas, pero en A2 es un querubín en el monte de Dios que camina en medio de piedras de fuego.  Este paralelismo entre el cielo y la tierra continúa a través de B1 y B2 (citado en Greenberg, 587-588).

H.R.Page ha estudiado historias paralelas en el antiguo Cercano Oriente, que describen una rebelión cósmica por parte de un ser divino o celestial.  Sobre la base de una serie de predecesores académicos, Page concluye que antiguamente existía una arcaica historia de la rebelión en el Cielo (204).  Por lo tanto, Isaías 14 y Ezequiel 28 podrían ser interpretados como historias de rebelión cósmica.

Mirando el texto en sí mismo uno puede ver fácilmente ciertas imágenes celestiales, tales como “querubín”, “santo monte de Dios”, y “piedras de fuego.”  Sin embargo, con el fin de interpretar el significado del lamento, no podemos renunciar por completo a la imagen del rey de la región de Tiro.  El capítulo 28 de Ezequiel parece basarse en la percepción, que ahora se entiende era bastante generalizada en el antiguo Cercano Oriente, de que los reyes habían obtenido la divinidad de los dioses (Wyatt, 41-74).  Esto se expresa en Ezequiel 28:1: “Porque tu corazón es orgulloso y has dicho: ‘Yo soy un dios, me siento en el trono de los dioses, en el corazón de los mares’, sin embargo no eres más que un mortal y no undios, aunque comparas tu mente con la mente de un dios”.

La relación con la divinidad que el rey de Tiro percibe, era una imagen que reflejaba al dios Baal de Tiro (Melqart).  En lugar de ser un nombre, la palabra Baal es un título que significa “señor”, “dueño o titular” o, en el lenguaje hebreo legal, “marido” (ver Éxodo 21:22-25).  Las historias de Baal reflejadas en los mitos representan un dios que deseaba ser supremo y tuvo que trabajar con diligencia para obtener su realeza.  Este deseo de poder real –incluso de divinidad— se encuentra detrás de la lamentación sobre el rey de Tiro.

La trayectoria del rey de Tiro se mueve de la perfección sin mancha a un estado de pecado que culminó en la violencia y, por último, en su completa destrucción y aniquilación.  De ser “el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura”, el rey desciende a través del orgullo, la corrupción de la sabiduría, y la violencia, al rechazo, siendo arrojado por el suelo, sufriendo exposición y auto-destrucción por el fuego que mana desde su interior.  Este rey, entonces, sirve como un prototipo del origen del pecado y de su destrucción final.  Es, por tanto, una imagen apropiada para el autor del mal.

Inicialmente, la rebelión del rey de Tiro es una especie de sorpresa: “Se halló en ti iniquidad”.  Los primeros indicios de la iniquidad, desde el punto de vista de la lógica, parecen estar relacionados con el orgullo.  Estar orgullosos de nuestra belleza es un cambio de foco de la búsqueda interna de la sabiduría a algo externo, y dejar que esa imagen externa nos controle.  Este enfoque externo nos lleva a una dependencia de las circunstancias que están fuera de nosotros para determinar lo que pensamos y hacemos, y por lo tanto nos conduce a una pérdida del autocontrol.  Como resultado, el rey corrompió su sabiduría a causa de su esplendor.  Según el v. 16, el rey participaba significativamente en transacciones económicas, lo que históricamente ha sido el origen del externalismo social, en el que la acumulación de riqueza condujo a su vez a la guerra, la esclavitud y la objetivación de los seres humanos, disminuyendo su valor como personas.  Inevitablemente, este proceso condujo a la violencia, que es la etapa final en la trayectoria del pecado.

Como resultado directo de su poder económico, el rey profanó sus “recintos sagrados”, es decir, el santo monte de Dios (Greenberg, 586).  Profanar lo sagrado, en la Biblia hebrea, es dejar lo que es sagrado para el uso común.  En términos de Tiro, esto sugeriría hacer que los templos de la ciudad se transformen  en centros de comercio en vez de lugares de culto, pero a un nivel cósmico, significaría tomar el “sello de la perfección” y profanarlo.  El griego de la LXX [Septuaginta] sugiere una lectura diferente  a la del TM [texto masorético]: “sello de la semejanza”, que puede implicar la imagen de Dios (cf. Bunta, 228-229).  En términos prácticos, el rey cósmico tomó la imagen de Dios y la profanó, corrompiéndola por su participación en la trayectoria del pecado que se muestra en los párrafos anteriores.  Esta destrucción de la santidad divina daría lugar a los abusos contra los demás que culminaron en la violencia pura y simple.*

El descenso terrible de la soberbia a la violencia es sólo comparable con el descenso del rey de su elevada posición a la destrucción.  En primer lugar, la iniquidad es “hallada” en él, luego Dios lo arroja de su santo monte, como un objeto profanado (paralelo a la profanación de sus lugares santos) y es expulsado de entre las piedras de fuego.  Dios entonces lo arroja por el suelo (la inversión de su orgullo) y lo expone ante otros reyes.  Por último, Dios trae fuego de en medio del rey (Eze. 28:18, la inversión de caminar sobre las piedras de fuego), el cual lo consume y lo convierte en cenizas.  Al igual que la iniquidad que se encontró dentro de él, Dios saca fuego del interior del rey, como si la propia maldad fuera la responsable. Así, este rey orgulloso es completamente despojado de todo lo que una vez gloriosamente representaba.

La inversión de la imagen del rey de la perfección al pecado, y de la belleza a las cenizas, tiene su paralelo en otro tiempo y lugar, más distantes, en la inversión [cambio por lo opuesto o contrario] hecha por Jesús.  Tal vez detrás del poema de Filipenses 2 hay un contraste consciente con las trayectorias de los reyes de Tiro y Babilonia.  Jesús es la perfecta “imagen de Dios”, pero aún así no buscó la igualdad con Dios, sino que se despojó a sí mismo –primero al nacer como ser humano, luego al tomar la forma de siervo, y luego al humillarse a sí mismo hasta la muerte, pero no sólo por morir sino por sufrir  la muerte más vil, como si hubiera sido un criminal.  Debido a eso, Dios lo exaltó y todo el mundo en el universo reconoce que él es el Señor.

A la sombra de la cruz, con la trayectoria del rey cósmico en mente, nos enteramos de que la base del gobierno de Dios no es el orgullo sino la humildad, no la profanación de la santidad de Dios y de nuestra personalidad sino el amor, no la violencia sino el servicio a los demás.  Y así, una vez más, somos llevados al punto en que debemos elegir qué camino vamos a seguir.

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* Reconozco que Greenberg está probablemente correcto al traducir la palabra “violencia” como “ganancia ilegal” (579), ya que el contexto se refiere a los intercambios económicos.  Sin embargo, la palabra hebrea del original significa más ampliamente “violencia”, y creo que este matiz se aplica aquí.  Fue a través de las transacciones comerciales que el rey recurrió a la violencia, un escenario común en el antiguo Cercano Oriente.

OBRAS CITADAS:
Todos los textos de la Biblia se toman de la Nueva Versión Revisada Standard.

Bunta, Silviu N. “La estatua cultual de YHWH después de 597/586 a. C.: Una reinterpretación teológica y lingüística de Ezequiel 28:12”, en The Catholic Biblical Quarterly,69 (2007): 222-238.

Greenberg, Moshe. Ezequiel 21-37: Una Nueva Traducción con Introducción y
Comentario.  The Anchor Bible 22 A.  (Nueva York, N.Y.: Doubleday, 1997).

Page, Jr., Hugh Rowland. El mito de la rebelión cósmica: un estudio de sus reflejos en
la literatura ugarítica y bíblica. (Leiden: E. J. Brill, 1996).

Wyatt, Nicolás. “El papel religioso del rey de Ugarit”.  Páginas 41-74 en Ugarit en
Setenta y cinco. [Ugarit at Seventy-Five].  Editado por K. Lawson Younger, Jr.; (Winona Lake, Ind.: Eisenbrauns, 2007).

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