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Buena condición espiritual y física

Nuestro autor para esta semana resumió brillantemente una de las verdades fundamentales de nuestra vida personal-universos: estamos maravillosamente hechos por un Creador sabio, de tal forma que existe una profunda, casi misteriosa, relación entre nuestras mentes y nuestros cuerpos. Una sabia mujer dijo: “No puede ser para la gloria de Dios que sus hijos tengan cuerpos enfermizos o mentes empequeñecidas” (Testimonios 3:486, en inglés).

Se habla muchos en estos días sobre los beneficios de una dieta balanceada, del ejercicio regular, de beber abundante agua, de los beneficios del sol, el autocontrol, el aire fresco, el descanso abundante, y la confianza en Dios (NEWSTART ™). No hace falta ser un genio para entender todo esto. ¡Casi todas las revistas y hasta los programas de noticias nos gritan estos principios básicos!

Lo que falta, sin embargo, es el poder de la motivación. Son muy pocos los que no conocen los fundamentos de la aptitud física, e incluso de la aptitud mental. Basta con echar un vistazo a cualquier reunión –lo que se ve no es la falta de información acerca de cómo cuidar el cuerpo.

Pero el propósito de mantenerse en “buena forma”, mental y físicamente, parece estar encerrado en un silencio atronador: “Todo lo que disminuye la fuerza física, debilita la mente y nos hace menos capaces de discriminar entre lo correcto y lo incorrecto. Nos volvemos menos capaces de elegir el bien, y tenemos menos fuerza de voluntad para hacer lo que sabemos que es correcto” (Lecciones prácticas del gran Maestro, 346, en inglés).

Ahora, algunos podrían decir que tales palabras fueron escritas por una mujer del siglo diecinueve que necesita actualizarse con los conocimientos y prácticas de la medicina moderna, ¡pero ningún escritor en el siglo XIX ha sido más validado por la medicina moderna! Nada menos que una autoridad como el doctor John H. Kellogg escribió, en 1890, que en los veinticinco años transcurridos desde que los principios de salud fueron introducidos por Elena de White:

“nadie, en ninguna parte, presentó un cuerpo sistemático y armónico de verdades sobre higiene, tan libre de errores patentes. . . . Muchos de los principios enseñados por ella han llegado a ser tan generalmente adoptados y practicados, que ya no son considerados como meras reformas, sino que pueden ser reconocidos como costumbres prevalentes entre las clases más inteligentes. Los principios que un cuarto de siglo atrás eran totalmente ignorados, o bien hechos objeto de burlas, han ganado silenciosamente su lugar en la confianza y estima del público, hasta que el mundo ha olvidado por completo que no habían sido siempre aceptados así” (Temperancia cristiana e higiene bíblica, Introducción, 1890. Véase H. E. Douglass, Mensajera del Señor: el ministerio profético de Elena G. White [Nampa, Idaho: Pacific Press Pub. Association, 1998], 291.)

Así que, ¿cuál es el asunto de fondo?: que el mensaje de salud adventista está vinculado a la misión teológica adventista tan estrechamente como la “mano se relaciona con el cuerpo”. Es decir, el énfasis en la salud está orgánicamente unido a los mensajes de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12). ¡Esta es una información notable!

Me parece que este vínculo fundamental se basa en tres principios:

1. El principio humanitario: En muchos sentidos, a través de los años, los adventistas han hecho mucho más que lo esperado en la disminución del sufrimiento en el mundo. ¡En todas partes! Piense en lo que una vez se llamó la “Sociedad de Beneficencia Dorcas”, ahora transformada en “Centros Comunitarios de Servicio”. ¡Piense en la labor mundial de ADRA!

2. El principio evangelístico: La reforma pro salud sería el puente por el cual el evangelio se encontrará con la gente donde está, una “gran cuña para entrar. . . la puerta por donde la verdad para este tiempo encontrará la entrada a muchos hogares. . . . Contribuirá en gran medida a la eliminación de los prejuicios contra nuestra obra evangélica”.

Piense en los pastores y evangelistas sabios que han uncido su carro con los médicos, enfermeras y otros trabajadores de salud capacitados, ya que abren verdades oportunas en sus presentaciones públicas. ¡Piense en el éxito notable del “Plan de cinco días para dejar de fumar”! Piense en el asombroso impacto que nuestros hospitales, clínicas y sanatorios han hecho sobre millones de personas en todo el mundo, las que han encontrado los principios de salud —y luego encontraron su camino sumándose a la cadena adventista para difundir la verdad bíblica.

3. El principio soteriológico: El propósito de la filosofía adventista de la salud es “alistar a un pueblo para la venida del Señor”, preparándolo para vivir para siempre (Testimonios, 3:161). Cualquier cosa menos que esto, fallaría en explicar por qué tanta energía humana y financiera se dedica a los intereses adventistas en la salud.

Esta vinculación de tres aspectos no siempre se ha entendido. Algunos hicieron del mensaje de salud un fin en sí mismo mediante el desarrollo de una red mundial de hospitales y clínicas, y otros convirtieron al mensaje de la salud en una estratagema de relaciones públicas por medio de la cual los no-adventistas se interesaran lo suficiente como para sentarse a escuchar un sermón evangelizador. Ambos eran dignos usos de los principios adventistas de salud —pero por debajo del objetivo principal que ha hecho que el énfasis adventista en la salud sea distintivo.

Su objetivo principal es unir lo espiritual con lo físico en la práctica cotidiana de la persona promedio. Los elementos esenciales en este objetivo común incluyen los siguientes principios:

1. El auto-desarrollo es nuestro primer deber hacia Dios y el hombre.

2. Preservar la salud física / mental es ante todo un desafío espiritual.

3. Un cuerpo enfermo y / o un intelecto desordenado hace que la santificación sea poco menos que imposible.

4. Todo lo que disminuye la salud física y mental afecta directamente a nuestra capacidad de distinguir entre el bien y el mal.

5. El cuidado de la propia salud revela la profundidad de nuestra preocupación por los demás. ¿Cómo podemos ayudar a otros cuando nosotros mismos estamos debilitados?

6. El compromiso con la salud de la mente y el cuerpo se relaciona directamente con la preparación de un pueblo que pueda encargarse de las responsabilidades divinas de los últimos días, y luego recibir la vida eterna.

Con todo, los principios del sano vivir no son un asunto de opinión personal o una cuestión filosófica. Cuando los evidentes problemas comprendidos en el tema del gran conflicto sean vistos en toda su belleza, y con sentido común, entonces veremos en nuestras propias vidas el gran beneficio que tenemos como pueblo bendito, no sólo para ser beneficiado personalmente, sino para tener un cúmulo de buenas noticias para los que nos rodean.

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