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Vagando en el desierto

El verdadero quid de la lección de esta semana es que el hecho de que Dios está tratando de cambiar una cultura. Empecemos por ver las cosas desde diferentes perspectivas. Desde la perspectiva de los hijos de Israel, Dios parece brutal y airado. Pero desde la perspectiva de Dios, Él sólo quiere mostrar a sus seguidores que el factor que más contribuye a la vida de una persona es la manera en que le mostramos amor. Esto se hace más claro si retrocedemos de Números al Monte Sinaí, donde Dios y Moisés están teniendo una conversación, y entonces notamos cómo ve el pueblo esa interacción.

Y el Señor dijo,

Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro (el anuncio de Dios utiliza aquí la palabra bondad, no la ira y el odio), y proclamaré mi nombre, el Señor, en tu presencia. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión. Pero dijo más: No podrás ver mi cara, porque nadie puede verme y vivir. Entonces Jehová dijo: Hay un lugar cerca de mí, donde tú estarás sobre la roca. Al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura en la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Entonces apartaré mi mano y verás mi espalda; pero mi rostro no debe ser visto. (Éxodo 33:19-23)

Ahora aquí está la reacción a la manifestación de Dios a través de Moisés en Éxodo 34:30: “Cuando Aarón y todos los israelitas miraron a Moisés, su rostro era resplandeciente, y tuvieron miedo de acercarse a él”.

¿Se dieron cuenta? Miedo. ¿Miedo de qué? La parte más difícil del ser humano es lo que se ha formado en nuestros genes, y Tiger Woods es el ejemplo perfecto de ello: Dinero, sexo y poder. En la Tierra, toda la humanidad está detrás de una de esas tres cosas. Sin embargo, Dios está tratando de cambiar una cultura de egoísmo terrenal (centrada en el dinero, sexo y poder) para que se transforme según la cualidad de la generosidad divina: amor –un amor que es grande y abarca todo.

De esto los israelitas se dieron cuenta sólo gradualmente. Es esta perspectiva de la segunda generación la que encontramos en la lección de esta semana sobre Números y Romanos. La lección empieza por señalar que tenemos que planificar el camino de nuestro futuro y considerar cómo nuestras acciones afectarán la vida de nuestros hijos. ¿Será que la próxima generación cambiará en cuanto que a entenderán a Dios desde su propia perspectiva? La lección concluye con el tema de cómo Dios cambia a una cultura.

En Números 32:10, el Señor está enojado con Israel, y se nos dice que juró este juramento:

Porque no me han seguido de todo corazón, no verán los varones que subieron de Egipto, de veinte años arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob; excepto Caleb, hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun, que siguieron al Señor de todo corazón. Y la ira del Señor se encendió contra Israel y los hizo vagar por el desierto cuarenta años, hasta que la generación de los que habían hecho mal a su vista se había ido (Números 32:11-13).

¿Por qué los que tenían 20 años o más, y que habían salido de Egipto? Piensa de nuevo en tu infancia; ¿te has cansado de la manera en que piensas ahora, a diferencia de cómo pensabas entonces? Cuando yo era niño, realmente no me importaba el dinero, el sexo o el poder. Si usted me hubiera dado a elegir entre un dólar de plata y 100 dólares de papel, como niño de 3 años de edad, habría tomado la moneda porque es redonda y brillante –sobre todo si hubiera recibido un fuerte abrazo junto con ella. Es parte de tener 3 años, que nos gusten los abrazos más que las cosas, y más las cosas brillantes que las tentaciones de la madurez. Como dice Pablo (1 Cor. 13) las actitudes y las actividades de la infancia, en última instancia, tienen que ser dejadas atrás; pero a menudo las cosas con que las reemplazamos son malos intercambios.

Los israelitas mayores de 20 años de edad estaban cansados y tenían una historia del pasado que habría corrompido a la próxima generación si hubieran cruzado el río Jordán. Lo que podría haber sucedido es demostrado por la historia de “Rubén y Gad, que tenían mucho ganado y rebaños muy grandes, y vieron que las tierras de Jazer y Gilead eran adecuadas para el ganado”. Por lo tanto, fueron a Moisés y le señalaron que “las tierras del Señor [ha] dado al pueblo de Israel son aptas para el ganado, y tus siervos tienen ganado”. Y así, le dijeron: “Si hemos hallado gracia en tus ojos, que esta tierra sea para tus siervos como nuestra posesión. No nos hagas cruzar el río Jordán” (Números 32: 1, 4, 5).

Ved la codicia, el deseo de dinero. Su perspectiva es sobre el egoísmo y la codicia, y no sobre mostrar a otros el amor de Dios. Esta es la razón por la que los hijos de Israel vagaron por el desierto durante 40 años. A veces, cuando vemos a Dios obrando en las Escrituras, castigando a su pueblo, o a aquellos a su alrededor, sólo vemos las consecuencias negativas; pero si lo vemos desde otra mirada, vemos que a veces Dios, de hecho, está haciendo algo positivo. Visto desde esta perspectiva, Dios no se estaba vengando de la primera generación de israelitas, dejándolos como nómadas –en lugar de eso, quería redimir a la próxima generación, guiándolos hacia un Amor más grande, y alejándolos del egoísmo.

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