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El reposo sabático

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

¿Es el snorquel—o nadar observando el fondo marino—una actividad adecuada para el sábado? ¿Hay algo de malo en jugar al fútbol el día sábado? ¿Se debería comprar y pagar la comida en el día de reposo? Estas y otras cuestiones han sido los principales temas de debate en algunos círculos adventistas.

En respuesta a los debates sobre el comportamiento adecuado en el día de reposo, algunos han empezado a hacer hincapié en la experiencia del sábado. A las personas muy ocupadas se las alienta a tener una experiencia de descanso en el sábado. Se les promete la posibilidad de recargar sus baterías y la reorientación de las prioridades reales de la vida. Se les ofrece hallar el “sentido” en el sábado. Un ejemplo de este énfasis es el título de la lección del martes: “Experimentar la alegría del sábado”. El sábado es una “conmemoración” de la libertad de todo tipo de esclavitud.

Junto con este cambio en el énfasis de la conducta a la experiencia, ha llegado el correspondiente cambio en la práctica real de reposo sabático. En el pasado, parece que lo único que uno podía hacer sin peligro de violar el sábado era tomar una siesta. Ahora, cuando el énfasis está en la experiencia, parece que casi todo vale en la medida en que aumente la “experiencia de reposo”.

La lección del miércoles contrasta los frustrantes sábados de las normas y reglamentos con la experiencia de disfrutar verdaderamente del sábado de Dios. No hay nada malo en experimentar la paz, la alegría, y el descanso en el sábado. Pero la Biblia no se centra en la experiencia del sábado sino en la calidad de las actividades del sábado. Por ejemplo, cuando se le pregunta sobre la legalidad de la cosecha de grano en el día de reposo, Jesús se volvió a sus interlocutores y comenzó hablando de la prioridad de las actividades más misericordiosas por sobre la actividad ritual (Mateo 12:6,7). Cuando se le preguntó si era lícito sanar en el día de reposo, Jesús respondió con una declaración en la que destacó la manera en que era lícito hacer el bien en el día de reposo (Mateo 12:10–12).

Un enfoque sobre la legalidad de la actividad en el día de reposo dará lugar a un conjunto de directrices y normas que permitirán a una persona juzgar su comportamiento y el de otros. Esto sería cierto si la cuestión viene de un deseo de orden jurídico para evitar violar el día de reposo, o de un enfoque orientado a mejorar la experiencia de descanso, paz, o alegría.

Si, en cambio, la atención se centra en la calidadde la actividad, la cuestión pasa a ser “¿cómo puedo vivir el reposo, liberación y sanación que he encontrado en el evangelio en este día?” En lugar de una lista de lo que debo y no debo hacer, el resultado sería una puerta abierta a cualquier actividad que transmite la gracia, la misericordia y la paz a otro ser humano.

Vale la pena investigar el ejemplo de Jesús. Casi todas las menciones de las actividades de Jesús en sábado incluyen una curación. Ninguna de las curaciones fueron emergencias. Un hombre tenía una mano tullida (Mateo 12:9–14; Marcos 3:1–6; Lucas 6:6–11). Otro tenía edema (Lucas 14:1–6). Una mujer sufría dieciocho años de una grave condición de la columna vertebral (Lucas 13:10–17). Otras situaciones que no eran de emergencia incluyen a un hombre que había estado paralizado por treinta y ocho años (Juan 5:1–8) y a otro hombre que había sido ciego desde su nacimiento (Juan 9). Todos estaban sufriendo de enfermedades crónicas que Jesús podría haber sanado en cualquier otro día.

En cada caso, Jesús tomó la iniciativa para la curación de la persona. Pidió a cada uno que viniera a él, y a veces salió de su camino para encontrarlos. Lo hizo muy deliberada y públicamente. No le dijo a la gente curada que lo mantuviera en secreto. ¿Por qué querría Jesús sanar a ciertas personas que tenían enfermedades crónicas en el día de reposo? ¿Por qué tomó la iniciativa en hacerlo?, y ¿por qué lo hizo todo en público?

La respuesta se encuentra en el deseo de Jesús de santificar el sábado. “Santo” significa que algo es separado y distinto, principalmente porque se relaciona con Dios. La persona que guarda el día de reposo se mueve desde el ámbito común al campo sagrado. Entra en lo que el autor judío Abraham Joshua Heschel ha descrito como una “catedral en el tiempo”. Las actividades del guardador del sábado, por lo tanto, se caracterizan por la santidad. Así pues, la cuestión ahora es, “¿Qué es una actividad sagrada?”

¿Es ser espectador desde las bancas de la iglesia una actividad santa? ¿Lo es estar durmiendo? ¿Son santas la observación de aves u otras “actividades recreativas”? No. Se trata de rituales, de pasiva inactividad, y de la interacción con objetos inanimados. En general, estas actividades no están motivados por Dios. En algunos casos, no están siquiera asociadas con Dios de manera significativa. No es que son malas, o inadecuadas, o equivocadas. Pero si queremos seguir el ejemplo de Jesús en la realización de actividades santas en el día de reposo, haremos lo que él hizo: obras de misericordia, de justicia, de curación y de testificación.

Estas actividades son relacionales, en vez de rituales; son prácticas, eficaces y productivas, en vez de pasivas e inactivas; y se trata de interacciones personales en lugar de una participación impersonal con objetos inanimados. Así como Jesús tomó la iniciativa de hacer este tipo de actividades enfrentando una dura oposición, así lo haremos nosotros.

En el contexto de sus obras de reposo, Jesús dijo que sólo hizo lo que vio hacer a su Padre (Juan 5:19). Lo que hizo su Padre fue siempre santo, por lo que los actos de Jesús en el sábado también fueron actos de santa misericordia. En el día de reposo, Jesús realizó actos concretos de amor, y si vamos a seguir su ejemplo, nosotros también deberíamos hacerlos. No es suficiente tener sólo una experiencia de gozo, de paz, o de descanso. Eso es demasiado pasivo. En Deuteronomio 5, las razones para guardar el sábado son los actos del Dios de Israel para sacarlo de la esclavitud de Egipto. El sábado puede convertirse en un día en que nosotros, también, podemos sacar a otros hombres y mujeres de la esclavitud, a través de nuestros actos de misericordia, justicia, curación y testificación.

Edward Allen es un profesor de religión en el Union College , de Lincoln, Nebraska.

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