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“Oh, a la gracia, qué grandes deudores somos”

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

 

 

Ven Tú, Fuente de toda bendición,
sintoniza mi corazón para cantar tu alabanza.
Incesantes corrientes de misericordia
convocan cantos de la alabanza más fuerte.

Oh, a la gracia, qué grandes deudores
todos los días estamos obligados a ser.
Que tu misericordia, como una traba,
me enlace más cerca de ti, Señor.
 
Propenso a vagar, Señor, yo me siento,
propenso a dejar al Dios que amo.
Aquí está mi corazón, oh, tómalo y séllalo,
séllalo para tus atrios celestiales.
 
“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó? Ante vuestros propios ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado. Megustaría saber sólo una cosa de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por haber oído con fe? ¿Soistan necios?  ¿Después de comenzar por medio del Espíritu, ahora vais a acabar por medio de la carne?  ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.  Así, vuelvo a preguntar: Dios, que os da su Espíritu y obra milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por la fe con que habéis oído? Así también Abraham, ‘creyó a Dios, y le fue contado por justicia’.”Gálatas 3:1-4.
 
Cuando era pequeña, recuerdo estar de pie, de la mano con mi tío Otis, entre las bancas de la Iglesia de Dios en el servicio dominical.  Me acuerdo que cantábamos “Roca eterna, hendida para mí”, y luego, recuerdo haber escuchado el sermón del pastor sobre lo agradecido que estaba de que adoremos al amoroso Jesús del Nuevo Testamento, y no al Señor Dios Todopoderoso que tronaba en el Antiguo Testamento.  Ala edad de ocho años, yo estaba confundida.  Si Jesús era la Roca Eterna, ¿no estaba también en el Antiguo Testamento?  ¿A quién estaba adorando Abraham?  ¿Cómo habría reaccionado ante Jesús?
 
Hasta que me pidieron que escribiera este comentario, nunca se me ocurrió que Saulo de Tarso tenía el mismo punto de vista del pastor de la Iglesia de Dios.  Ese fariseo, judío leal, no podía igualar al Adonai de AEC (Antes de la Era Cristiana) con las historias que había oído hablar de Jesús.  Su Dios ofrecía la salvación a través de ceremonias y rituales dados solamente a los judíos.  Jesús demostraba el poder salvador de una relación basada en el amor a todos los que creyeran en él.
 
El fariseo Saulo seguía escrupulosamente las leyes ceremoniales.  Era celoso cumplidor de las tradiciones que definían al Judaísmo y las defendía ferozmente.  A pesar de que estas ceremonias eran lecciones objetivas que describían la vida y la salvación ofrecida por el Mesías esperado, Saulo no podía ver que las profecías se cumplían en Jesús.  Informes del poder y la libertad relacionados con los seguidores del Camino despertaron su ira.  La Ley era mucho más importante que una relación con el Creador de esa Ley.  Su deseo de proteger las lecciones objetivas diseñadas para enseñar el amor de Dios, lo llevó a convertirse en un enfurecido asesino en masa de los que seguían a Dios, lleno de justicia propia.
 
Transformado de Saulo, el fariseo, en Pablo el predicador de Cristo, se convirtió en un ejemplo por excelencia del poder de una relación de gracia con Jesús para cambiar las vidas, el carácter y la misión.  Cuán desesperadamente este apóstol, que fue el último en ser  llamado, debe haber querido proteger a judíos y gentiles de que alguna vez pudieran repetir la primera parte de su vida.  Amaba a las almas y trabajaba para traer al conocimiento del amor que salva a todos aquellos con quienes entraba en contacto.
 
Ahora, dolorosamente consciente de que las ceremonias diseñadas para representar a la obra de Dios llena de gracia no son más importantes que una relación con nuestro Dios, Pablo enseñaba que el Jesús que él amaba y servía era Emmanuel, el Dios eterno con nosotros.  Proclamaba la oferta gratuita de una relación con El.  El DiosAdonai, Elohim y El-Shaddai que los niños judíos conocían mediante las historias escuchadas en las rodillas de sus padres, era nuestro Salvador.  La fe en Su amor, y la relación con él, era lo que nos permitía pasar de la muerte a la vida.
 
En Gálatas 3:1, la preocupación y el pánico de Pablo son casi tangibles.  Se trata de un padre que se entera de que su hijo ha pasado por encima de la valla de seguridad y ahora está acampando en medio de una carretera principal.  Pablono tiene tiempo para cortejar o mimar.  Tiene que conseguir que el niño querido salga de la carretera. “Vuelve a la seguridad de la valla”.  “¿Quién os fascinó?, ¿quién os está conduciendo a la muerte?”
 
Rápidamente señala los beneficios de un lugar seguro  “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por creer en lo que han oído?”  Teniendo en cuenta estas frases de Pablo, es seguro que los Gálatas habían conocido previamente los dones del Espíritu en su vida personal y comunitaria.  Deben haber sabido lo que era tener amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio (y milagros) en medio de ellos.  ¿Qué persona en su sano juicio no querría esas cualidades en su vida?
 
Pablo les recuerda lo que sucede cuando salimos fuera de la valla de seguridad.  Quiere protegerlos del odio, las discordias, los celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,  impureza, y de los desafíos de la inmoralidad sexual.  Estos males son signos de un alma moribunda y de una comunidad amenazada.
 
Entonces, sabiendo que los gálatas están enfocados en el tiempo anterior a Jesucristo, Pablo apunta a alguien de ese tiempo que pueda ayudarles a entender la justificación que se obtiene por una relación llena de fe.  “Consideren el caso de Abraham, él creyó a Dios y le fue contado por justicia”.  Creer, en este contexto, no está describiendo un proceso meramente conceptual.  Aquí, creer es un verbo de acción.  Los zelotes admiraban profundamente al notable fundador de su fe.  ¿Quién puede discutir con el que salió de Ur para ir a una tierra prometida desconocida para él?  Aquí hay un ejemplo estelar de la religión del Antiguo Testamento.  Gálatas, zelotes y el pastor de la iglesia del tío Otis: ¡ténganlo en cuenta!
 
Al igual que los gálatas, Abraham vivió en una tierra rodeada de los que no creen en el Señor.  A diferencia de ellos, en Ur de los caldeos o en cualquier otro lugar por el que viajó, Abraham no se caracterizaba por practicar muchas ceremonias para mantener su pureza.  Al entrar en la historia sagrada, en Génesis 12, vemos que la relación de Abraham con Yahvé era tan cercana que podía reconocer la voz de Dios.  “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.  Haré de ti una nación grande y te bendeciré.  Haré famoso tu nombre y serás una bendición.  Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a cualquiera que te maldiga.  Todos los pueblos de la tierra serán benditos a través de ti”.
 
La relación llena de gracia Abraham tenía con Dios se desarrollaba, era transformadora y redentora.  Su historia describe cómo Dios trabaja con seres imperfectos que anhelan una relación con Él y se aferran a ella.
 
Este patriarca es uno de los fundadores de la fe, pero no porque él siguió la ley de Dios por su propio esfuerzo.  La ley de Dios señalaba sus errores: con el faraón, con Abimelec, y con Agar.  Abraham mintió.  Indujoa su esposa a cometer adulterio en dos ocasiones.  No pusoadecuadamente su fe en la habilidad de Dios para darle milagrosamente un heredero.
 
Hay tres cosas que son importantes para los gálatas con respecto al ejemplo de Abraham.  El patriarca aprende que sus propios esfuerzos van a crear daño (en el caso de Ismael, el daño parece haber durado miles de años).  Aprendeque lo que mantendrá al él y su familia –y su caja fuerte— seguros, es únicamente la conexión activa con Dios, la fe en el poder redentor de Dios, y la voluntad de seguir donde Dios lo lleve.  Su ardiente deseo de tener una relación con Jehová Dios incluye la aceptación de las correcciones.
 
Varios incidentes demuestran el poderoso efecto de una relación llena de gracia en la vida de Abraham.  La paz, la paciencia y la amabilidad con la que se dirige a Lot son indicadores de la presencia del Espíritu Santo.  Una abnegación plena del Espíritu, además de valentía, llevaron a Abraham a rescatar a Lot y a los reyes de Sodoma de la mano de Quedorlaomer.   Una humildad llena del Espíritu permitió a Abraham reconocer la grandeza sacerdotal de Melquisedec, y llevarle sacrificios y ofrendas.  Fuesu relación con Abraham lo que detuvo al Ser Celestial en el encinar de Mamre en su camino a Sodoma.  Debido a esa relación, Abraham reconoció su voz tan bien que se dio cuenta de que el Eterno estaba bajo la apariencia de un viajero empolvado.  Dios confió en Abraham para convertirlo en una lección práctica mediadora para que intercediera por Sodoma.  Es Abraham quien, años más tarde, todavía conocía la voz de su Dios de tal manera, que lo reconoció en el mandato de ir al monte Moria.  Y también fue Abraham el bendecido con la confianza desgarradora y la lección objetiva de que Dios daría a su único Hijo para salvar a Abraham –y a nuestro pequeño planeta.
 
 A los gálatas, y a nosotros, Pablo ofrece esta imagen de la religión del Antiguo Testamento.  En colores vivos, Pablo ilustra la verdad Abrahámica de que, desde el Edén, Dios nos ha salvado y transformado sólo mediante su amor y por medio de nuestra relación con él.  En Abraham que todos podemos ver el poder de esa transformación.  El sacrificio que Abraham honró por la fe, tenemos que aceptarlo por esa misma fe.
 
Al igual que los gálatas, si alguna vez comenzáramos a creer que somos salvados y transformados por una lista de logros de Excel, habríamos sido “fascinados”.  El pecado en el Edén nos maldijo, y también maldijo a nuestro planeta.  Nuestra propia naturaleza ha cambiado.  Nuestra naturaleza egoísta no puede seguir una ley de amor.  Somos salvados por nuestro Mesías y nuestra relación activa con él.
 
Es su sangre expiatoria.
Es su amor.
Es Emmanuel, Dios con nosotros, Dios viviendo en nosotros, el milagro del Espíritu Santo.
 
Esta es la religión del Antiguo Testamento.
Esta es la religión del Nuevo Testamento.
Esta es la religión de la Eternidad.

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