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Explorando el pecado de Moisés y Aarón

Los lectores de todas las tendencias han encontrado que el castigo del pecado de Moisés y Aarón es un paso permanente y desconcertante (Números 20:12). Si bien golpear la roca dos veces fue evidentemente una transgresión (20:8) del mandamiento de hablar con Dios, ¿Cómo podemos entender la muerte de Moisés y de Aarón? Lo que sigue va en contra de las maneras comunes que los lectores usan para interpretar el libro de Números. Daré dos ejemplos.
En primer lugar, los que toman la supervivencia de los israelitas en el desierto como el tema central de Números, tienden a ver la descalificación de Moisés como arbitraria y ajena al milagro que preservó las vidas de humanos y animales. Toman las acciones de Moisés (ya sea hablar a la roca o golpearla) como secundarias frente al enorme problema de la sed. Esta manera de ver implica que, independientemente de lo que Moisés haya hecho, “el fin justifica los medios”.
En segundo lugar, el castigo divino es más problemático para los que ven el liderazgo y mediación de Moisés y Aarón como el tema central de Números. Para ellos, la pena socava la autoridad de Moisés y Aarón, después de que el pueblo fue salvado de perecer. El castigo fue desproporcionado en relación con una infracción más bien pequeña, en comparación con las décadas de servicio fiel a Dios. Esta manera de ver implica la justificación por las obras.
Desde luego, cualquier interpretación horizontal acerca de Moisés / Aarón o el pueblo de Dios parece demasiado estrecha para dar cuenta de la grave condena dada. En contraste, el texto da como razón para el castigo una orden totalmente diferente, vertical: “porque no creísteis en mí, para santificarme a los ojos de los israelitas” (Números 20:12). No importa qué tan ajeno sea a nuestra naturaleza humana, y en los tiempos en que vivimos, la santidad de Dios es la puerta bíblica que ofrece la mejor manera de explorar el castigo de Moisés y Aarón. Mi comentario es una invitación para que nos movamos en esta dirección. Así que la pregunta es: ¿hasta qué punto podemos determinar la gravedad de su pecado contra la santidad de Dios?
1. La duración de su pecado: Un proceso
Desde el principio, podemos decir que el doble golpe a la roca no pudo haber sido la única razón de su castigo, porque los dos hombres fueron castigados por una acción que Aarón, personalmente, no realizó. Números 20:12 implica a ambos con un pronombre plural (en hebreo). El texto apunta a un estado de ánimo (“Por cuanto no creísteis [plural] en mí”) que dificultó un curso de acción subsiguiente que hubiera puesto de manifiesto la santidad de Dios ante el pueblo (“para santificarme ante los ojos de los israelitas”). No hay ni una sola acción que provocara castigo de Dios en el versículo 20, lo que ayuda a explicar por qué los estudiosos no han llegado a ningún consenso sobre esta cuestión. La explicación divina para el juicio sobre los dos líderes apunta a un proceso mental de incredulidad que determinó todas sus acciones en las aguas de la rencilla, en lugar de juzgarlos por una sola acción.
Este proceso es señalado en el texto como un contraste entre el mandato divino de hacer el milagro, y la forma en que Moisés y Aarón procedieron (Núm. 20:7-13). Excepto por la declaración de aprobación de Núm. 20:9, el mandamiento de Dios es saboteado en cada punto por Moisés y Aarón.

El mandato divino

“Toma la vara”
1. “Reúne a la congregación, tú y Aarón”,
2. A. “Hablad a la Roca”
B. “a la vista de ellos”
C. “y ella dará agua”
La respuesta de Moisés y Aarón
“Moisés tomó la vara, como el Señor le mandó” (v. 9).
1. “Moisés y Aarón reunieron a la congregación” (v. 10).
2. B1. “ante la Roca” (v. 10).
A1. “y les dijo: “¡Oíd rebeldes!” . . .
C1. “¿Os haremos brotar agua de esta Roca?”
D. “Moisés levantó su mano y golpeó la Roca dos veces, y fluyó mucha agua” (v. 11)
En primer lugar, tenían que reunir a la congregación como testigos (B) del milagro, pero en lugar de ello colocaron la Roza como testimonio (B1) de lo que iba a suceder.
En segundo lugar, Moisés debía hablar a la Roca (A), pero termina hablando en contra de la gente (A1).
En tercer lugar, Dios había dicho que la Roca daría sus aguas (C), pero Moisés dijo / les preguntó si ellos serían capaces de sacar agua.
En cuarto lugar, Moisés levanta la mano y golpea la Roca dos veces.
El propósito de Dios en este episodio era poner de relieve ante los israelitas la providencia y la paciencia de Dios en contraste con la rebelión del pueblo, y su provisión de aguas refrescantes en contraste con el árido desierto caliente. Sin embargo, lo que realmente se destacó fue la ira de Moisés y Aarón contra el pueblo. En lugar de ensalzar a un Dios santo, se dejaron arrastrar hasta el nivel de las disputas interpersonales. ¡Hablar de la deconstrucción de una misión divina!
Contrariamente a la idea de que su pecado consistió en una sola acción, es irónico ver que la única cosa que Moisés hizo bien fue tomar la vara (Números 20:9). El texto proporciona evidencia de una determinada secuencia de acciones libres que alteran la empresa divina en su conjunto. En este sentido, los golpes sobre la Roca no son la fuente de pecado, sino que son la consumación final de una secuencia de transgresiones.
2. El grado de su pecado: Rebelión
Un elemento particular de la historia hace que la transgresión de Moisés y Aarón sea bastante grave. Esta misión es la única en la que Dios había ordenado a Moisés que hable (a la Roca), como requisito para la intervención divina. Pero Moisés volvió el medio elegido contra el pueblo y comenzó con: “¡Oíd rebeldes!”. Cuando Dios explica el castigo por segunda vez (Números 27:14), revela que Moisés y Aarón fueron “rebeldes” a la palabra divina. Al hablar por sí mismos y no a Dios, Moisés y Aarón trajeron sobre sí mismos la condenación que habían lanzado contra el pueblo.
En mi opinión, la rebelión de Moisés y Aarón consistió en lanzar su ira contra el pueblo, mientras afirmaban que una manifestación de la gloria de Dios indicaría la aprobación divina a las palabras de ellos. Para un Dios santo, una manipulación tal es inaceptable. (No debemos suponer, sin embargo, que perdieron la vida eterna como resultado. Cf. Judas 9 –el pecado tiene consecuencias en esta vida, pero Dios todavía redime eternamente a aquellos que se arrepienten.)
¿Cómo fue que Moisés y Aarón sucumbieron a la provocación del pueblo? Cuando Coré y un gran número de disidentes se juntaron contra Moisés y Aarón (Núm. 16:3), como en el episodio descrito aquí (Números 20:2), Moisés se mostró decidido a discutir con ellos, presionando sus argumentos con cada grupo para que se arrepintiesen, y convocando a todos ellos a una cumbre donde Dios mismo tendría la última palabra. Pero en Números 20:2-5 vemos una letanía de acusaciones, y ni una sola palabra de Moisés y Aarón. Habían dejado de ministrar.
El texto sugiere que el asalto verbal, finalmente, paralizó a los líderes. Con la opinión pública tomando la delantera, los dirigentes “creyeron” las acusaciones, se llenaron de rencor, y se enfrascaron en una disputa pecaminosa que los cegó a la verdad que muy bien conocían: la santidad de Dios y el pecado no pueden coexistir (Mateo 6:24a, Lucas 16:13a). Este comentario es sólo una fracción de lo que podría decir sobre nuestro tema, pero cierro con un texto para reflexionar:
“El que es enseñado en la Palabra debería compartir sus bienes con el que enseña.
No se dejen engañar: Dios no puede ser burlado, porque lo que uno siembre, eso también va a cosechar.
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Y no se cansen de hacer el bien, en su debido tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos.
Así pues, mientras tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a aquellos que son de la familia de la fe.”
(Gálatas 6:6-10)

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