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Breves apuntes históricos sobre el reciente giro fundamentalista de la Iglesia Adventista

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La ordenación de las mujeres y la interpretación de la Biblia fueron los principales temas de la 34ª Conferencia G. Arthur Keough, organizada por el Departamento de Religión de la Universidad Adventista de Washington (WAU) y que tuvo lugar los pasados 28 y 29 de marzo.

Los oradores principales, los doctores Olive Hemmings (Universidad Adventista de Washington) y Richard Rice (Universidad de Loma Linda), discutieron la ordenación de las mujeres, la hermenéutica bíblica adventista, y la políticas que influyen en las interpretaciones de la Biblia, con un grupo muy comprometido de estudiantes de la WAU, profesores del campus, miembros de la comunidad y funcionarios de la iglesia mundial. Las presentaciones de Hemmings y Rice fueron respondidas por el Dr. Rice, el pastor Mitchell Tyner (retirado), el organizador de la serie, el Dr. Zdravko “Zack” Plantak (Universidad Adventista de Washington), y el público.

Las presentaciones que dio Hemmings el viernes por la noche y el sábado por la mañana describieron la ordenación de la mujer como “un daño colateral” del giro de la denominación adventista hacia el fundamentalismo y su distanciamiento del liberalismo, del feminismo y de la alta crítica. En su charla “Alta Crítica y la Resistencia a la Ordenación de las Mujeres: desenmascarando el tema”, Hemmings explicó que la idea de ordenar a la mujer fue presentada en la iglesia adventista ya en 1881 y no hay ninguna oposición a ella registrada hasta 100 años después.

Así, el Consejo de 1971 sobre el Papel de la Mujer en la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Camp Mohaven, Ohio) incluyó trabajos a favor de la ordenación de las mujeres suscritos por el Instituto de Investigaciones Bíblicas (BRI en inglés) de la Asociación General (AG). Estos documentos pro-ordenación utilizaron el método “aprobado” histórico-gramatical de la interpretación de las Escrituras, al igual que la investigación del Dr. Desmond Ford sobre la doctrina del santuario había hecho. Sin embargo, a finales de la década de 1980, los mismos autores del BRI publicaron trabajos contra la ordenación de mujeres, alegando que la denominación se enfrentaba a la “amenaza” de los movimientos nacientes norteamericanos por la igualdad a la del uso de métodos de interpretación bíblica por parte de grupos externos. La AG siguió a las iglesias fundamentalistas en el rechazo de la iniciativa de la ordenación de las mujeres impulsada por una parte amplia de la iglesia, y la ordenación de mujeres se convirtió en un “símbolo” de la fidelidad del adventismo al fundamentalismo y de resistencia a la modernidad.

Hemmings, que ha publicado su argumento en el libro Textos sagrados y los conflictos sociales: la Biblia y el debate sobre la ordenación de las mujeres en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, sugirió que el giro repentino de la denominación contra la ordenación de mujeres refleja su repentino rechazo de la interpretación histórico-crítica [alta crítica].

Por ejemplo, Rice señaló más tarde que el Comentario Bíblico Adventista ya discutió la interpretación histórico-crítica [alta crítica] en 1956; el expresidente de la AG Neal Wilson utilizó el método histórico-crítico de la crítica de fuentes para describir los orígenes de los evangelios sinópticos en la década de 1980; y el White Estate utilizó el estudio crítico de la redacción para demostrar que tanto los escritores de los evangelios como Elena de White tenían el mismo método de composición, con un propósito en mente [es decir, que escribieron para presentar un argumento, una verdad, no con la intención de simplemente narrar unos hechos]. Pero en el Congreso de la Asociación General de 2010, según explicó Hemmings, el presidente de la AG, Ted N.C. Wilson describió la metodología histórico-crítica como “uno de los ataques más siniestros contra la Biblia”, “no bíblica”, y el “enemigo mortal de nuestra teología y misión.”

Las herramientas de interpretación necesarias para apoyar la ordenación de las mujeres no habían cambiado en 30 años. Pero el apoyo de la Iglesia Adventista a la ideología fundamentalista cambió en ese tiempo. Hemmings argumentó que el adventismo ha alineado sus instituciones con los fundamentalistas de Estados Unidos, con la política social de los mismos, y con sus decisiones de política de iglesia; Tyner revisó las tendencias históricas y jurídico-sociales detrás de esta alineación. Hoy, la Revista Adventista a menudo reimprime las columnas de actualidad de Albert Mohler, de los Bautistas del Sur, y ninguna línea [de pensamiento teológico] principal o moderada no adventista tiene recurrente visibilidad en nuestra revista oficial de la iglesia.

Hemmings dijo que la Biblia se ha convertido en “un accesorio más” para las guerras ideológicas y culturales y está dejando de ser una “guía para la iglesia”: el compromiso previo de los administradores de la AC con la supremacía masculina y el cristianismo fundamentalista ha determinado la posición de nuestra denominación en la ordenación. Además, la premisa de “jefatura” que no fue cuestionada en la sesión de Utrecht, aún no ha sido juzgada por la visión de una vida-más-allá-de-la-cultura-patriarcal que Pablo presentó en sus epístolas a la iglesia primitiva. Este fallo, indicó Hemmings, ha obstaculizado la conversación denominacional. “El resto del mundo [adventista] se ha unido a la refriega,” dijo ella, “sin saber en qué consiste esta guerra norteamericana realmente. . . [y] esta guerra cultural no puede ganarse en el continente americano”. Cerró con la esperanza de que la iglesia no desperdicie su capacidad de enseñar la mutualidad con la que la Biblia llama a los creyentes a vivir.

La presentación del Dr. Richard Rice se tituló “Infalibilidad, adventismo y unidad de la iglesia”. […]

Al igual que Hemmings, Rice sitúa el adventismo entre las denominaciones que consideran la Biblia una autoridad permanente y la fuente de la verdad [infalibilidad bíblica]. Los evangélicos conservadores se alinearon con la Declaración de Chicago sobre la Infalibilidad Bíblica y la Sociedad Teológica Evangélica promueve una forma más restrictiva de esta creencia: “autoridad divina infalible” en el texto bíblico, [uso] del método histórico-gramatical de interpretación, y la oposición a la crítica de fuentes.

Rice destacó la prohibición de la alta crítica que surgió en el adventismo después de las reuniones sobre interpretación bíblica celebradas en 1974 y 1986. Aunque la Declaración de Río de la iglesia mundial afirma que la alta crítica “quita énfasis a los elementos divinos de la Biblia,” el BRI utilizó sus métodos para tranquilizar a los lectores de la Revista Adventista (Adventist Review) afirmando que la referencia de un salmo al sol no debe ser interpretado como un hecho científico.

Rice destacó que tanto la infalibilidad [bíblica] y el materialismo científico se basan en el racionalismo de la Ilustración de la época: ambos comparten una idea sobre “precisión” que no es propia de la Biblia o de sus culturas. Esto que los creyentes se vean presionados a hacer apología del texto en lugar de buscar la conexión con el Dios que el texto describe. Rice sugirió que las diferencias de interpretación se vuelven significativas sólo cuando se utilizan para fragmentar la comunidad de la fe. Podemos y debemos, pues, hablar con humildad al manejar el “libro que nos debería unir.”

Las preguntas del público después de cada sesión vinieron de estudiantes, profesores de la WAU, de “juventud desilusionada [Adventista]” (así se identificaron ellos mismos) y miembros de la comunidad. Cada pregunta inspiró una discusión vigorosa acerca de cómo los adventistas deben manipular nuestros debates sobre la política de la iglesia, las bases bíblicas para la equidad de género, los vínculos entre la “lectura plana” y el apoyo a la esclavitud en EE.UU., lo que la denominación ha perdido al no reconocer a tres generaciones de mujeres llamadas [al ministerio], por qué los adventistas se han “aliado con los fundamentalistas” y si es correcto buscar una explicación a la falta de consenso entre adventistas sobre la ordenación de las mujeres [simplemente] en las “diferencias culturales” (tanto para los presentadores como para los que respondieron a dichas presentaciones, está claro que no lo es).

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