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Sauna Espiritual (11): Carta a Teófilo, “El Sombrío”

Estimado Teófilo:

 

Anhelo, desde lo más profundo de mi corazón, que te encuentres con bien al recibo de esta carta. Hace tiempo que te llevo en mis pensamientos y, por fin, he podido hacerme un hueco para mandarte estas líneas. Hemos compartido tanto que no quisiera desaprovechar la confianza que nos une y, si es de tu agrado, expresarme con sinceridad sobre algunos detalles de tu forma de ser.

[Lea este artículo en formato PDF.]

Teo, hace tiempo que no veo brillo en tu mirar, tu sonrisa es escueta y tienes el aspecto de una persona triste. Sé lo mucho que has pasado. Todo mi ser se encogió con los ataques de Decio, con el sincretismo que te circundaba en el siglo IV, con las diatribas con pneumatómacos y arrianos, con el abandono del cristianismo y el auge de una cristiandad pomposa y política, con el caos y agresividad de la Edad Media, con el “orden” y agresividad de la Ilustración, con los desprecios de los llamados tolerantes (modernos y posmodernos) y los desaciertos de los fundamentalistas (conservadores y liberales), con un conflicto que dura siglos y que cada vez se intensifica más. Sé lo mucho que has padecido y que padeces pero, no es excusa para que lleves tanto tiempo con esa cara.

A veces pienso que no has comprendido bien las cosas, que el dolor de lo cercano ciega tu visión del horizonte. Sigo, sin embargo, insistiendo en que mires hacia arriba y, al menos desde tu imaginación, desde arriba. Tienes que tomarte las cosas de otra manera. Al fin y al cabo, la responsabilidad de la Redención no es tu asunto. Tú pones todo tu corazón en ello y con eso ya basta para que el Señor te contemple y se sienta satisfecho.

Sé que eres un amante de la Palabra, que te acercas a ella con el anhelo de percibir lo que a Dios le gusta y que anhelas que, día a día, modifique tu vida. Es por ello que deseo regalarte un concepto que deriva de su interior, que pondrá reposo en tu corazón y otra mirada en tus ojos.

Muchos leen el libro de Qohélet a partir del aparente pesimismo de sus textos, se embargan de contradicciones porque siguen pensando desde una plataforma religiosa negativa donde la culpa y la penitencia reinan por doquier. Se acercan al material sin ver el panorama completo. Qohélet plantea siete de los grandes problemas de la naturaleza humana pero no se queda ahí y propone soluciones.

En primer lugar clarifica que tanto el trabajo como el esfuerzo del ser humano no conducen a nada (1,12-2,22). Pareciera que toda actividad del hombre es desestimada si la sección no concluyera con tres versículos que abren nuestras mentes:

Nada hay para la persona

mejor que comer o beber,

que vea lo bueno de su trabajo.

Me he dado cuenta

que esto viene de parte de Dios

porque, ¿quién comerá,

quién se emocionará

fuera de uno mismo?

Pues, a la persona que,

ante El, es buena,

da sabiduría, entendimiento y alegría.

Al pecador, sin embargo,

le da la faena de acumular y amontonar

para dárselo

al que es bueno ante Dios.

Esto, nuevamente, es fugaz,

perseguir el viento.

(Qoh 2, 24-26)

 

El texto nos oferta la vida. No existe nada mejor en este mundo que anhelar la vitalidad. Comer y beber forma parte de la sustentabilidad del ser humano, del ser que tiene la pretensión de seguir viviendo. Nos recuerda que es esencial aprender a ver lo positivo de lo que se hace, aunque no sea tan relevante lo realizado como el deseo de seguir aportando. Esa actitud de vitalidad, como indica el texto, sólo tiene un origen: Dios. La relación con lo transcendente aportará, a aquella persona que busca el bien, sabiduría y entendimiento (la vitalidad del hombre interior en paralelismo con la vitalidad del hombre físico que se mencionaba con el comer y beber) y potenciará la actitud positiva convirtiéndola en una experiencia interna (gozo) y externa (alegría).

Al final, Dios pone las cosas en su sitio cuando las personas se sitúan en el lugar adecuado: delante de Yhwh.

Teo, si estás ante Dios y disfrutas de la vida que ha puesto en tu corazón, serás una persona alegre. Mira más allá de los obstáculos para realizar la misión, disfruta de la misión.

Segundo, nos propone que asumamos que no conocemos las intenciones de Dios y las razones por las que permite que todavía dure la maldad en el mundo (3,1-15). Cada cosa tiene su momento y, al disfrutar dicho instante, percibimos la grandeza que lo enmarca. Como afirma Qohélet:

Todo lo hizo bello en su momento

y a sus corazones, además,

les regaló la eternidad,

aunque el hombre no llegue a averiguar

lo que ha hecho Dios

desde el principio hasta el fin.

(Qoh 3,11)

 

Aprende a reconocer las oportunidades que te brinda la vida. Algunas de ellas serán claramente positivas, encáralas positivamente; otras tendrán la apariencia de negatividad, encáralas positivamente. Esa actitud es algo divino:

He comprendido que, para ellos,

no hay nada mejor que alegrarse

y hacer el bien en sus vidas,

que también es un regalo de Dios

que la persona coma y beba,

que vea lo bueno de su trabajo.

(Qoh 3, 12-13)

 

Nosotros, y esa es la realidad, no podemos cambiar los designios divinos. Es más, si los conociéramos con todo detalle, los aprobaríamos porque son la mejor solución. No sabemos lo que Dios está preparándonos pero le conocemos. Sabemos, gracias a Jesús, que es un Dios de bondad infinita y que nos reserva lo mejor que podamos imaginar. Hemos de aceptar que esta vida es corta y que la muerte es inevitable. Y, Teo, no nos preocupa porque la promesa de vida va más allá, hacia la eternidad. Mira con el horizonte adecuado y tendrás paz en tu interior. Estoy seguro que tal sentimiento te provocará más de una sonrisa.

 Tercero, nos sitúa frente a las injusticias de esta tierra (3,16-22). Qohélet reconoce que vivimos en un mundo trastocado:

He observado, bajo el sol, algo más:

allí el delito ocupa el lugar del derecho

y la injusticia el lugar de la justicia.

Y me dije a mí mismo:

“Dios juzgará al justo y al injusto,

porque hay un momento

para cada deseo y obra de allí”.

(Qoh 3, 16-17)

 

Es interesante que Salomón se distancia de esa situación con un “allí”, no se identifica con la propuesta social que le circunda. Confía, sin embargo, en un momento de vindicación en el que Yhwh pondrá las cosas en su sitio, un tiempo en que “estar bajo el sol” podrá significar “aquí”. Nuestra responsabilidad social es “ahora” no “luego” aunque nos sintamos incómodos con los “allí” del momento en que vivimos. Por eso concluye la sección con un consejo sumamente práctico y claro:

He visto que no hay nada mejor

para la persona

que alegrarse de su trabajo

porque eso es lo que toca,

porque, ¿quién la hará ver

lo que sucederá tras de sí?

(Qoh 3,22)

 

Vive con alegría ya que esa es nuestra suerte y, ¡menuda suerte! Puedes enfrentar el “ahora” porque tienes un “luego” en el que se hará justicia para siempre.

Cuarto, sostiene que el amor a la riqueza no es provechoso (5, 9-19). Las cosas no sonríen, son cosas. El amor por lo inerte no puede generar otra cosa que inmovilidad, vacuidad. Las personas sí sonríen, son personas. El amor por lo activo genera movimiento, plenitud. Qohélet defiende que sea lo que sea que tengamos hemos de poner nuestro corazón en Dios que es quien nos lo ha proporcionado:

Mira por donde lo bueno que he visto:

Es hermoso comer y beber,

ver lo bueno del trabajo

en el que, bajo el sol, se trabajan

los días contados

que Dios ha regalado

porque eso es lo que toca.

Y si Dios concede a cualquiera

bienes y riquezas;

y le permite comer de ellas,

llevar lo que le toca

y alegrarse de su trabajo,

esto es un regalo de Dios.

No se preocupará del cada día

pues Dios da respuesta

a su corazón con alegría.

(Qoh 5, 17-19)

 

Teo, no te preocupes por las cosas porque jamás te llenarán y no encontrarás más que desasosiego. Ocúpate de las personas. Primero de Dios y, después, del resto del mundo. Cuando te dirijas hacia lo correcto tendrás un corazón pletórico de respuestas, respuestas de vitalidad y alegría.

Quinto, se reconoce mal a las personas (8,10-15). Parece que los pecadores son el modelo a seguir frente a los justos que se les califica de pacatos, radicales o exagerados. A los corruptos les va bien mientras que la buena gente lo pasa mal. Y eso disgusta y nos hace vivir amargadamente. Pues, esa reacción, que es completamente normal, debe superarse con una dosis de fiesta porque alabando al Dios del gozo proponemos otros modelos.   En palabras de Qohélet:

Celebro, por tanto, la alegría

porque no hay, bajo el sol,

nada mejor para la persona

que comer, beber y alegrarse,

le acompañará, cada día de su vida,

en el trabajo que, bajo el sol,

Dios le ha concedido.

(Qoh 8,15)

 

Teo, somos cristianos y no reaccionamos por lo que nos hacen sino por principios. Damos amor porque vivimos en el Amor, bondad porque practicamos la Bondad, alegría porque creemos en la Alegría. No somos el resultado de una amalgama de compuestos químicos sino de una relación con Dios. Enfrentamos, por tanto, los “modelos” al Modelo y lo hacemos con gozo.

Sexto, estamos abocados, desde nuestra perspectiva, a un destino final (9,1-10). Se sea creyente o no, el primer límite de la existencia es la muerte. Vivir con ese hecho es vivir en la realidad, compartir la realidad y saber enfrentarla. ¿Cómo? Con una actitud de eternidad. La verdadera confianza en Dios, y se ha dicho muchas veces, supera la muerte pero, y eso no se comenta tanto, dicha confianza debe poner ya la eternidad en nuestros corazones porque el Reino de los Cielos ha llegado ya. Esa es la razón por la que Salomón nos invita a disfrutar de lo venidero desde hoy mismo:

Ve, come tu pan con alegría,

bebe tu vino con buen corazón,

porque Dios, desde ya,

ha encontrado placer

en tus obras.

Lleva siempre vestidos blancos,

y que el perfume no falte

en tu cabeza.

Contempla la vida

con la mujer que amas

cada día de tu vida fugaz

que te ha dado, bajo el sol,

todos los días de tu fugacidad,

porque esto es lo que te toca en la vida

y en el trabajo en el que trabajas,

bajo el sol.

Todo lo que te venga a la mano,

hazlo intensamente

porque en el sepulcro,

a donde vas encaminado,

no hay trabajo, ni proyectos,

ni conocimiento, ni sabiduría.

(Qoh 9, 7-10)

 

Séptimo, nos alienta a practicar la alegría porque la vida del ser humano es breve (11,7-12,7). La disposición positiva, según Salomón, debe comenzar “antes de que”.  Antes de que llegue la vejez, de que la enfermedad nos aflija, de que sientas debilidad, de que enmudezcan las canciones, antes de que el polvo vuelva a la tierra. Una alegría en los cauces del equilibrio moral, de la juventud física y actitudinal.

Alégrate, chaval, en tu adolescencia

y ten buen corazón

en los días de tu juventud,

ve por los caminos de tu corazón

y el mirar de tus ojos.

Eso sí, has de saber

que de todo esto vendrá,

de parte de Dios,

tu juicio.

Echa la rabia de tu corazón a un lado,

aleja lo malo de tu cuerpo

porque fugaz es la adolescencia,

 la mocedad.

Recuerda a tu Creador

mientras eres joven,

antes de que lleguen los días adversos,

los años en que digas:

“No les encuentro placer”.

(Qoh 11,9-12,1)

 

Teo, la amargura no refleja el carácter de Cristo. Es cierto que padeció una pasión como ningún mortal pero había aprendido, día a día, a gozarse en su Padre, a sonreír cada instante porque sabía en Quien creía. No te pido que seas minimalista sino que aprendas a vivir en esperanza “antes de que” lleguen los días de gran dolor y oscuridad.

Vivimos tiempos difíciles y se precisan cristianos que muestren la grandeza de Dios, que hayan experimentado la satisfacción del verdadero carácter de Cristo. Cristianos que reflejen en sus rostros una alegría de tal calibre que los demás anhelen imitarles. ¡Ya está bien de rostros sombríos! ¡Basta de imágenes mohínas o lánguidas! Disfrutemos de la existencia de Dios en nosotros (entusiasmo), de tener a Cristo en nuestros corazones (gozo), de que el Espíritu nos habite (ánimo), de que apreciemos cada momento (deleite), de que celebremos a nuestros amigos (algarabía), de que ofertemos soluciones (alivio) y de que todos se enteren (alegría).

Teo, ¿cómo quieres que te lo diga?, deja de mirarte a ti mismo y míralo a El. ¿No te apetece imitarlo?

Te he comentado todo esto porque te aprecio y deseo que madures en Cristo.

Un fuerte abrazo. 🙂

 

 

 

Libertador S. Martín, un día de esfuerzo positivo a pesar de los pesares de Japón y los idus de marzo sobre Libia del 2011.

[Imagen de mrflip Los derechos se pueden consultar aquí:http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/deed.en]

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