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“La adoración y la música”

 

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

Es una verdad innegable que los músicos se cuentan entre las personas más influyentes en la sociedad occidental.  Los jóvenes, y a veces los no tan jóvenes, a menudo se visten, hablan y actúan de forma similar a sus músicos favoritos.  Los conciertos del fallecido Michael Jackson y los de Elvis Presley fueron un espectáculo de falsa adoración, con multitudes frenéticas, gritando y llorando, y moviendo las manos delante de sus dioses.  Lo mismo puede decirse de músicos modernos como Beyonce y Lady Gaga: el poder de la música se extiende por generaciones.  John Lennon, de los Beatles, una vez dijo que su banda era “más popular que Jesucristo”.  Sin embargo, con toda la ligereza que puede haber significado esto, sus sentimientos pegaron en un punto sensible para los cristianos.  La música tiene una propensión inherente a conmover a la gente, un poder que puede rivalizar con la verdadera religión.  Como la lección de esta semana se centra en “la adoración y la música”, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el papel de la música en la adoración?

David es el personaje bíblico que se asocia con la música, más que cualquier otro.  Él era un músico hábil, cantante y compositor.  Después de ser ungido rey, el Espíritu del Señor estaba con él de una manera significativa (1 Sam. 16:13).  La música de David era una manifestación del Espíritu de Dios, y los que le rodeaban eran conscientes de ello.  De hecho, la primera vez que David entró en el palacio real no fue como rey sino como un músico de renombre.  La música de David era un alivio para el rey Saúl, curando de manera temporal la depresión y la ansiedad causadas por el mal espíritu que lo atormentaba.  Un comentario bíblico dice acerca de la música: “Especialmente en medio de los problemas y la agitación, [la música] calma y anima.  Aporta un tono proveniente de los mundos superiores al espíritu del oyente” (The Pulpit Preacher[El Predicador del púlpito], vol. IV, p.311).  En otras palabras, la música es un agente de conexión entre el cielo y la tierra.  En uno de sus Salmos, David también propone esta idea diciendo que Dios “habita entre las alabanzas de Israel” (Salmos 22:3).  La música es un medio por el cual el Espíritu Santo se mueve en el corazón de los hombres y, como tal, es una fuerza espiritual en la adoración.

David escribió muchas canciones de alabanza, arrepentimiento, agradecimiento y dedicación al Señor.  Él animó a sus oyentes a “cantar un cántico nuevo” al Señor.  Creía que hay que alabar y dar gracias a Dios por experiencia propia y no simplemente cantar a Dios como herencia de nuestros antepasados.  La música de David conmovió a una nación, y mientras guiaba a su pueblo en el culto, David también ayudó a evitar la idolatría.

Aunque no era compositor musical, Pablo, por su parte, escribió a las iglesias de Colosas y Éfeso sobre el uso de la música.  A los Efesios les dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”.  La adoración a Dios a través del canto está destinada a ayudarnos a mantener nuestra atención en Dios, a animarnos unos a otros y a fortalecernos para soportar las pruebas.  En 1 Corintios 3:17 y Efe.5:19, Pablo establece, una vez más, una relación entre el Espíritu de Dios y la música.  Para el cristiano, cantar salmos e himnos es lo mismo que orar, porque toda comunicación con Dios es una oración.  Cuando como cristianos cantamos himnos, si no nos comunicamos con Dios, lo hacemos en vano; pero cuando Dios escucha el himno que sale de un corazón lleno de sentimiento, entonces sí estamos adorando.

No sólo los cristianos usamos la música como una forma de comunicación con la deidad.  Toda religión tiene su música.  Usted sólo tiene que mirar en YouTube para encontrar que incluso las pandillas locales tienen canciones que sus miembros han compuesto, y que contienen la esencia de sus filosofías.  Si bien podrían no ser religiones organizadas, creo que la letra y la música de esas canciones contienen la esencia de lo que ellos adoran, y muestran dónde están sus lealtades.  Los tres jóvenes hebreos en Babilonia fueron obligados a inclinarse cuando la música sonara –la música era una señal para la adoración.  Cuando se negaron a hacerlo, el rey no se limitó a exigir que se inclinaran, más bien, le pidió a la banda que tocara de nuevo para que los jóvenes se inclinaran en adoración (Daniel 3:5).  La música era parte integral del acto de obediencia.

Como niña exploradora, me enseñaron a “mantener una canción en mi corazón e ir adelante por los caminos de Dios”.  Hay un poder sobrenatural en la música que nos hace seguir adelante.  Los esclavos africanos en Estados Unidos cantaban en los campos, en medio de las atrocidades que tenían que soportar.  Pablo y Silas cantaron en la cárcel y las puertas se abrieron.  Los coros han sido puestos en el frente de batalla y así se han ganado guerras.  La música es una forma de arte divino que Dios dio al hombre para que lo glorifiquemos, es un medio que nos ayuda a mantenernos conectados con Dios.  No es por casualidad que la música puede conmover el corazón como ninguna otra cosa.  El filósofo ateo Friedrich Wilhelm Nietzsche dijo que “sin música la vida sería un error”.  Aunque, como ocurre con gran parte de las cosas que Dios ha creado con un determinado propósito, el de la música puede haber sido cambiado, sin embargo, la capacidad espiritual de la música para conmover profundamente el corazón de los hombres se ha mantenido igual.

El comentarista bíblico Albert Barnes, observó:

“Así como la música constituía una parte tan importante de la adoración del templo, es evidente que los primeros cristianos de ninguna manera fueron indiferentes a la naturaleza de la música que usaban en sus iglesias.  Y debido a que la música ha sido una parte importante en la adoración de los dioses paganos, y ha contribuido mucho a mantener la influencia del paganismo, no es improbable que los primeros cristianos hayan visto la importancia de que su música fuera atractiva, y que la usaran como un medio de apoyo de la religión”. (http://bible.cc/ephesians/5-19.htm).

La música es un tema controvertido en la Iglesia de hoy, y muchos están dispuestos a asegurarse de que la música de nuestros servicios de adoración sea “un medio de apoyo de la religión”.

Si desea iniciar una pelea en los pasillos de la iglesia, todo lo que necesita hacer es iniciar un debate sobre la música.  La música divide a las iglesias a través de líneas culturales, generacionales, y de conservadores y liberales.  Las preferencias musicales se toman tan personalmente como si se castigara a un miembro de la familia y tuviéramos que defenderlo ferozmente.  No quiero entrar en ese debate.  Sin embargo, en lugar de considerar que la música tiene un papel en la adoración, creo que el propósito de la música es la adoración.  Así, la música o bien nos lleva a la verdadera adoración a Dios, o bien nos conduce a la adoración falsa.  Muchos de nuestros músicos seculares modernos son los sumos sacerdotes que conducen a las masas inconscientes a la adoración falsa.  Esforcémonos, en nuestras elecciones personales de música y en nuestra adoración corporativa, para asegurarnos de mostrar siempre nuestra fidelidad al Dios único y verdadero.

Cuando en nuestra música Dios es glorificado,
y la adoración no deja lugar para el orgullo,
es como si toda la creación cantara
¡Aleluya!

¡Con cuánta frecuencia, al hacer música, hemos encontrado
una nueva dimensión en el mundo del sonido,
mientras el culto nos impulsaba al más profundo
Aleluya!

Así, la Iglesia ha dado testimonio de la verdad

en la liturgia y el canto,
en la fe y el amor, a través de siglos de pecado,
en todas las lenguas,
¡Aleluya!

Fred Pratt Green

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Anthea Davis, graduada de Newbold College, es una maestra que vive en Londres.

 

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