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La valentía de ser pacificadores: Declaración de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Alemania

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Cien años después del final de la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Alemania ha adoptado en diciembre de 2017 la siguiente declaración. Según el Servicio de Prensa Adventista de Suiza, cincuenta de los cincuenta y un miembros del consejo votaron a favor de la misma. El texto en alemán puede leerse aquí, y en inglés (del cual ofrecemos la traducción) aquí.

La valentía de ser pacificadores

Declaración de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Alemania con motivo del fin de la Primera Guerra Mundial en 1918

El fin de una guerra no significa que la paz haya comenzado. Esta es una de las lecciones de la Primera Guerra Mundial. Así como es cierto que esta guerra demostró un grado de crueldad y deshumanización que horroriza hasta hoy, aun así fue nada más que el comienzo de un tipo de guerra moderna que marcaría una senda de violencia desbocada a lo largo de todo el siglo XX.

En nuestros días, la forma en que se hace la guerra ha cambiado drásticamente una vez más. Ahora hablamos de ciberguerra, ataques con drones, sistemas de armas letales autónomas (LAWS, en sus siglas inglesas), amenazas de armas atómicas/biológicas/químicas y terrorismo global. Las líneas de conflicto y los bandos implicados a menudo ya no son fáciles de identificar.

En conmemoración del final de la Primera Guerra Mundial el 11 de noviembre de 1918, y reconociendo las nuevas amenazas y peligros, nos sentimos obligados a hacer un llamado recordando nuestra posición cristiana adventista, al igual que hicimos en nuestra declaración “Culpa y fracaso” en 2014.

1. La guerra no es justa

Tras todo conflicto militar hay intereses abiertos y ocultos que no están guiados solo por la búsqueda de la justicia, sino también por los recursos, los negocios, la influencia, la dependencia y el poder. El destino de la población en zonas de conflicto a menudo es de interés secundario. Se asume que habrá daños colaterales como consecuencia de ataques equivocados contra los soldados propios o la población civil. Por tanto, en una fecha tan temprana como 1983, ante la existencia de armas de destrucción masiva, el consejo ejecutivo de la Unión de Alemania Occidental y del Sur de nuestra iglesia declaró: “Hoy rechazamos la guerra en todas sus formas”.

2. La guerra y las amenazas alimentan el miedo

El miedo es alimentado por las amenazas actuales y por la guerra moderna, acompañados de una nueva carrera armamentística, de desfiles ostentando poderío militar y de ataques detructivos limitados mediante bombas y misiles. El miedo es el instrumento de guerra más eficaz y una constante amenaza a la libertad. Es más, un nacionalismo exagerado, unido al aislamiento agresivo de otras naciones, también alimenta el miedo y amenaza a la paz.

3. La guerra como factor económico

La producción industrial de armas de guerra es un factor económico tremendo en todo el mundo y entre las naciones. La producción y la distribución a menudo tienen lugar con la excusa de la seguridad y la defensa. Esto, sin embargo, de ningún modo cambia el hecho de que el objetivo es poner en peligro o eliminar vida humanas.

Jesucristo ha llamado a sus seguidores a ser pacificadores. Allí donde las personas viven en paz con Dios también buscan la paz con otras personas; porque la paz es indivisible e impregna todas las áreas de la vida. Por tanto, en nuestra declaración de 2014 con motivo del inicio de la Primera Guerra Mundial cien años antes declarábamos: “Creemos que los discípulos de Jesús son más fieles a las afirmaciones de la Sagrada Escritura cuando actúan como embajadores en favor de la paz y la reconciliación.”

Por tanto recomendamos que los adventistas y los jóvenes adventistas no participen en la guerra mediante el servicio voluntario en el ejército, ni indirectamente en los preparativos colaborando en la producción de armas, suministros o tecnologías de la información. Desde la suspensión del servicio militar obligatorio en Alemania en 2011 el ejército ofrece incentivos (como formación vocacional o programas de grado) a aquellos que se alistan voluntariamente. Sin embargo, “la iglesia, por razones que incluyen la idea bíblica de ser no combatientes, no aconseja a las personas unirse al ejército”, escribe Ted Wilson (Adventist World, agosto de 2014, p. 9). Enfatiza que “los adventistas del séptimo día han mantenido su testimonio histórico en favor de la paz y la condición de no combatientes a lo largo de los 151 años de existencia de la iglesia”.

La labor del pacificador comienza en las relaciones humanas del entorno personal, y desde ahí se extiende hasta la asunción de responsabilidades sociopolíticas. Así, pueden contribuir a la paz la promoción de la libertad religiosa, la lucha contra la pobreza mediante la educación, la preservación de la salud por medio de hospitales y de la educación sanitaria, y la promoción de una vida de calidad a través de la obra de la Agencia Adventista para el Desarrollo y los Recursos Asistenciales (ADRA) y los Servicios Comunitarios Adventistas (Advent-Wohlfahrtswerk – AWW).

Estamos convencidos de que la reconciliacion, el perdón, la paz y la justicia solo pueden desarrollarse sobre el fundamento de un estilo de vida libre de violencia, tal y como nuestro Señor y Maestro, Jesucristo, ejemplificó a través de su vida y su muerte. Del mismo modo, deseamos ejercer sin violencia nuestra responsabilidad en este mundo. Como adventistas, creemos que el Reino de Paz de Dios llegará a nosotros con el regreso de Jesús. Dirijámonos hoy hacia él mediante nuestra conducta.

En nombre de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Alemania

Werner Dullinger, presidente
Johannes Naether, presidente segundo

Esta declaración fue aceptada por el consejo ejecutivo de la Iglesia Adventista de Alemania el 4 de diciembre de 2017.

 

Esta traducción fue proporcionada por Jonás Berea y fue publicada originalmente en su blog. Se reimprime aquí con autorización.

[Imagen: WikimediaCommons / Carl Fredrik Reuterswärd, ‘No violencia’ (1985).]

 

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