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En el valle de la desesperación

manoscielo

Hace el tiempo de un embarazo aproximadamente, que dejé de escribir artículos para esta página tan querida. No tenía tiempo para sufrir y pensar con claridad. A veces la vida nos golpea con situaciones de enfermedad en nuestro entorno que nos exigen dedicación plena. Después es como si un desierto de arena nos llenase por dentro y ahogase nuestro corazón. Entonces necesitamos reconstruirnos de dentro hacia fuera en intimidad con nuestro Dios y estrechar lazos con nuestros familiares. El verano anunció la tragedia que el invierno enterró. Ninguna pérdida inesperada es fácil de asumir. Gracias a la acción de Cristo en nuestro favor las lágrimas no son estériles ni definitivas. Nublan la visión pero no la esperanza. Ver a una hija de Dios morir en paz, y expresando perdón por sus errores, y perdonando los ajenos, enternece los sentimientos propios de gratitud que nos quedan pese a todo. Gracias al cielo por su amor para con la raza mortal.

Al mismo tiempo que nuestra hecatombe personal, y familiar, ha hecho estragos, padezco como anestesiado por la incapacidad de sufrir más, bajo los efectos devastadores de una crisis socioeconómica como nunca antes en mis cuarenta y cuatro años he visto. Soy europeo, español de nacimiento, y catalán de adopción, ya que llevo veinte años en esta tierra junto al Mediterráneo, disfrutando de su gente, de su sol y de su fútbol. Mi vocación es tomarme la vida con filosofía cristiana, y en la medida de lo posible vivir en paz con las personas de toda índole.

Mi deuda es de amor ya que para mí el vivir es Cristo, pero no puedo callar ante el dolor y la injusticia de los poderosos de esta sociedad postmoderna. Se crean víctimas, se tiranizan las naciones, se desmantelan los Derechos Humanos, y tan solo queda el dinero como ídolo sacrosanto ante el que sacrificar al ser humano sufriente.

Es terrible en el sistema de salud público catalán padecer los recortes económicos. El primer día de tratamiento no tenían goteros para comenzar a combatir el cáncer, nuestro cáncer. Tuvieron que solicitarlos a un hospital del distrito. Mi familiar sufría la espera con estoicismo resignado ante la desesperación indignada de su hermana, y la estupefacción incrédula de los familiares acompañantes, profanos en la materia como un servidor. Tras unas cuantas horas después, y varios pensamientos surgidos en el vacío de la desesperación, recibía su medicina, carísima.

Lo mejor de esa situación, sin duda, los equipos humanos de la sanidad pública. Trabajan más que nunca sacrificándose en su amor al paciente sin obtener beneficios económicos como antes, y con menos derechos laborales, y más miedos ante la incertidumbre de los balances económicos. Más burocracia, más cargas, menos reconocimiento social. Los han devaluado como si de enfermos contagiosos se tratase. Los medios de comunicación hacen bien su labor de adiestrar las conciencias en la sumisión al poder.

Tras el duelo, ahora vuelvo a florecer en mi interior. Vuelvo a tener ganas de gritar que hay una vida mejor junto a Aquel que nos ha acompañado siempre en cualquier terrible circunstancia de nuestra efímera existencia. Él es el Buen Pastor. Nuestro Señor. Nuestro hermano y amigo. Alfa y Omega. Resurrección y Vida. El que ha de venir a rescatarnos de los rescates insufribles. Nuestro Juez. Defensor de los oprimidos. Mi esperanza compartida ante la soledad del valle de la desesperación. Hemos podido ver su amor en el pastor de nuestra iglesia local. Hemos visto como la palabra de Dios en su boca transformaba el miedo a la muerte en seguridad en la Nueva Tierra junto al Señor. Hemos sentido el cariño compasivo de la familia. Tanto de la fe como de sangre. Desde aquí mi gratitud a la iglesia de Badalona, y a los amigos, amigas, compañeros, compañeras de nuestros respectivos ámbitos laborales. Para mí el Col·legi Urgell con sus alumnos adolescentes, y equipo humano, ha sido y sigue siendo, mi bálsamo en las heridas cicatrizadas de mi apesadumbrado corazón.

Debido a todo este malestar, sin ser poeta ni nada parecido, siguiendo una costumbre de la cultura catalana, cada mes de abril hay un día célebre dedicado a la pareja. Se regala una rosa a la mujer como símbolo de amor comprometido, y ella regala un libro como símbolo del valor de la educación en el varón. Amor y educación es lo que Dios a través de los salmos me ha trasmitido, e inspirándome en ellos, quiero compartir con todo aquel que se identifique con este mensaje. No deja de ser una queja social y personal. También un grito desgarrado de esperanza. Se la expreso a mi Padre celestial por sostenerme y asistirnos con su presencia en el nombre de su Hijo, ministrándonos el Santo Espíritu.

ORACIÓN DESESPERADA

Como piscina sin agua

Como océano sin barcos

Como agua desaguada

Como cocodrilo sin charcos

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como dromedario sin jorobas

Como jorobado globalizado

Como juez sin ley ni toga

Como derecho deslegitimado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como creyente sin doctrina

Como dogma adoctrinado

Como persona que trina

Como cristiano desenfocado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como humorista sin chistes

Como humano malhumorado

Como recluso y funcionaria tristes

Como indignado silenciado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como niño sin pelota

Como pelota apelotonada

Como pelotón chipriota

Como banca desalmada

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como monje sin hábito

Como hábito deshabitado

Como político inhabilitado

Como desahuciado cabreado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como coche sin dirección

Como motor sin presión

Como caballo veloz caído

Como vegetal frugal raído

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como estómago desmayado

Como guiso desaguisado

Como venas desangradas

Como sangre orchatada

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como teólogo silenciado

Como intelectual parado

Como hijo desheredado

Como padre agraviado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como cerebro anestesiado

Como descerebrado alocado

Como pulmón ahogado

Como huracán desairado

Así desespero yo, mi Dios, sin ti.

 

Como tumbas sin lápidas

Como mortales lapidados

Como epitafio menospreciado

Como profesor ignorado

Esta es mi oración hoy, mi Dios a ti.

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Foto de Ninamarja

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