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Otro fósil atemporal

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Hay fósiles para los que no pasan los años, aunque se afirme que tienen millones de ellos. Así sucede con Fuxianhuia protensa, una especie de artrópodo encontrado entre los estratos más profundos que conservan vida compleja.

Milagrosamente, a pesar de los 520 millones de años que le atribuye el evolucionismo, se ha conservado con las marcas dejadas por su cerebro. Esas marcas muestran detalles de su estructura, además de la mera forma. Esto es lo que acaba de publicar un equipo de científicos en la revista Nature.1

Pero, si sorprendente es que se hayan conservado las huellas de un material biológico tan frágil, no lo es menos lo que parecen revelar. Los investigadores no han ocultado su extrañeza al reconocer la más que posible modernidad de las estructura cerebral.

Al comparar este prehistórico cerebro con el de un cangrejo actual se pone de manifiesto que no ha evolucionado o ha variado mínimamente. Entre los artrópodos, solo los branquiópodos poseen un cerebro más simple, pero el de Fuxianhuia no pertenece a este tipo sino al más complejo del resto de artrópodos, que poseen un cerebro diferenciado en tres regiones.

Este fósil de la llamada “Explosión Cámbrica” no hace sino profundizar en lo que es una evidencia general de lo que sucedía con aquella primera fauna destacada, aparecida repentinamente (de ahí lo de explosión) con todo su esplendor en los estratos cámbricos. De la nada, sin antecesores aparentes, surge esa compleja fauna, mostrando seres pertenecientes a más de veinte de los casi cuarenta filos o tipos reconocidos de animales.

Los tipos o filos son las diferentes formas o patrones de construcción de un ser vivo. En la misma fauna tipo Burgess, a la que pertenece Fuxianhuia, se encuentran fósiles con características tan modernas como Anomalocaris y sus ojos compuestos de extraordinaria modernidad; o Myllokunmingia, un pez perteneciente por tanto al filo más complejo de cuantos se conocen, los vertebrados…, en él podemos vernos nosotros clasificados.

Ante hallazgos tan sorprendentes y significativos como estos, cabe preguntarse si realmente es posible que esos fósiles tengan la edad que se les atribuye y cuál es el alcance real de la evolución tal y como habitualmente se entiende.

1.Ma, X. y otros. 2012. Complex brain and optic lobes in an early Cambrian arthropod. Nature 490: 258-262.

Foto de: Xiaoya Ma

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