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“Revisando las antiguas prendas sacerdotales de la gracia”

 

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)   

Los cristianos son rápidos para urdir interpretaciones sobre las prendas sacerdotales descritas, en su mayor parte, en el Antiguo Testamento.  Es una tradición antigua que se entreteje con la ayuda de las imágenes sacerdotales del Nuevo Testamento, especialmente las del libro de Hebreos.  Pero el Nuevo Testamento tiene poco interés en las vestimentas que usa el  nuevo sumo sacerdote (Jesús); el Antiguo Testamento se preocupa mucho de las vestimentas sacerdotales y de los detalles que las rodean. 

¿Qué pasaría si tuviéramos que empezar donde las vestiduras sacerdotales comenzaron?  Quiero decir, preguntar cómo se entendían originalmente las vestiduras sacerdotales en lo que se conoce como la Biblia hebrea.  Con esto me refiero a seguir los hilos de la práctica exegética básica, y hacer las tres grandes preguntas que muchos hacen a los diversos pasajes bíblicos: (1) ¿Qué SIGNIFICABAN estas palabras para el pueblo que primero las escuchó?  (2) ¿Qué SIGNIFICAN, entonces, estas palabras para nosotros hoy?  (3) (la cuestión más devocional) ¿Cómo nos AFECTAN estas palabras, o qué cambio producen en nosotros? 

Este proceso nos puede llevar a algunas preguntas sorprendentes. . . . e incluso a descubrimientos más sorprendentes aún.  En el espíritu de la empresa exegética, ¿dónde nos llevan preguntas como éstas?:

• ¿Hay algo en las culturas pre-cristianas, que podría darnos ideas sobre la importancia de las vestiduras sacerdotales? 
• ¿Puede la información de los primeros Israelitas, o de cualquier otra cultura de esos tiempos, ayudarnos a entender lo que estas prendas deben haber significado para los primeros que las conocieron? 
• ¿Cómo pueden la arqueología y la antropología ayudarnos aquí? 
• ¿Qué es lo que hace que las vestiduras sagradas, o sacerdotales, sean importantes?  ¿Es que son especiales?  ¿Santas?  ¿Qué es la “santidad”? 
• ¿Por qué hay tantos detalles en las descripciones de las vestimentas sacerdotales? 
• ¿Qué dimensiones de la gracia son evidentes a través del entendimiento del contexto original, es decir, mucho antes del cristianismo? 
• ¿Qué dimensiones adicionales de la gracia son evidentes a través de una comprensión cristiana? 

En los que sigue, no es mi intención responder a todas estas preguntas interesantes, más bien espero retrotraer nuestras concepciones de las vestimentas sacerdotales al mundo del antiguo Israel en su contexto, y ver qué podemos aprender en el proceso. 

Entrar en el mundo del antiguo Israel y sus vecinos, es como hacer un viaje a un país extranjero, como señala Jon Dybdahl en un capítulo sobre el contexto cultural del Antiguo Testamento.[i]  Se trataba de una cultura oriental, con una atención mucho más seria a los rituales que en Occidente, lleno de temores supersticiosos y ansiedad.  Esa era una cultura muy antigua, anterior a nuestra comprensión moderna de cómo funciona la naturaleza.  Aquélera un mundo de Dios, o de los dioses. 

Rudolf Otto en su libro seminal, La idea de lo santo,[ii]sostiene que las sociedades antiguas se caracterizaron por un sentido de mysterium tremendum, las fuerzas misteriosas que rodeaban la vida de los pueblos en la Antigüedad.  Los poderes sobrenaturales acechaban detrás de todo, desde las enfermedades a los patrones climáticos, desde las plagas a las incursiones militares.  Dios, o los dioses, obraba/obraban detrás de la escena, la Divinidad eraresponsable de los días buenos y de los malos, de las cosechas abundantes así como del tizón y el moho.  Todo ocurría debido a las fuerzas divinas. 

Si bien los antiguos israelitas podían amar, confiar y creer en Dios, debían tener cuidado.  Cuando Dios aparecía, como es típico en toda la Biblia, el pueblo daba un paso atrás, inseguro, temeroso, preocupado de que incluso podía morir. 

Para hacer frente a estos temores, Dios decidió encontrar a su pueblo donde estaba (ordena construir un santuario para “plantar su tienda” entre ellos), para garantizar la seguridad y la estructura en lugar del caos.  Para poner orden en sus vidas, Dios dio a Israel la antigua Torá.  Celebrada en la Biblia hebrea, la Torá –o la Ley— era vista como un generoso regalo, como gracia divina, una bendición destinada a tener bienestar en un mundo de incertidumbre.  Y, por razones que los modernos no podemos entender o apreciar, mientras más leyes, mejor (Salmo 19: 7-10, “¡deseable más que el oro fino!”).  Y cuanto mayor sea el detalle, mejor.  De esta manera, no había duda de lo que la gente tenía que hacer, no hay margen para el error en el seguimiento de los rituales de salvación.  Esto no es parte de nuestro mundo, pero era fundamental en el de ellos.  Para ellos, el ritual era redentor, porque a través de las ceremonias y ritos, los antiguos llegaban a la presencia de Dios, y podían saber lo que Dios esperaba de ellos. 

En ese mundo antiguo, en ese contexto extranjero, las estipulaciones precisas sobre la forma de adoración eran cuestión de vida o muerte.  La santidad, o la separación, eran importantes.  Había que tener cuidado.  La santidad era potente, cuasi material, contagiosa.  Según Ezequiel, los sacerdotes tenían que sacarse sus vestiduras sagradas antes de abandonar el templo, “para no transmitir la santidad a la gente con sus prendas de vestir” (44:25; 42:14).  Tenían que usar ropa interior de lino para evitar la sudoración que, como todas las emisiones corporales, era una fuente de impureza (Ezequiel 44:18), una fuente de peligro.  Aunque extraño para nosotros en el mundo moderno, esto era parte integrante de las culturas antiguas, en las que los sacerdotes eran llamados a dar certeza y seguridad, a fin de calmar los temores de los antiguos adoradores. 

Si esta reconstrucción de la antigua cultura israelita es precisa en algún grado, ¿cómo podemos entender las vestimentas sacerdotales santas que se describen más completamente en Éxodo 28 y 39?  ¿Qué significado tiene la vestimenta del sacerdote, y sobre todo la del sumo sacerdote?  Teniendo en cuenta las detalladas descripciones, deberíamos percibir la importancia, prestar atención.  Éstos son los elementos principales de la vestimenta sacerdotal: 

• La ropa interior de lino – para los sacerdotes y el sumo sacerdote.  Estas prendas eran de lino fino, frescas, con el fin de evitar la sudoración, una emisión corporal que contaminaría ritualmente al sacerdote,  y por lo tanto lo haría no apto para llevar a cabo las ceremonias de perdón y gracia. 

• Túnicas – éstas eran hechas también de lino fino, sencillo pero elegante. 

• Efod (para el sumo sacerdote) – una prenda de lana y lino (es interesante que esta combinación era prohibida para los demás, en Levítico 19:19 y Deuteronomio 22:11) y de muchos colores, entrelazados con hilos de oro.  El efod era una prenda exterior para el sumo sacerdote, simbolizaba la presencia de Dios y ayudaba a asegurarla, a semejanza de prendas de vestir similares utilizadas en Mesopotamia y Egipto, en especial las fuertemente impregnadas de un tono dorado.  En un mundo de intranquilidad, ningún lugar era mejor que estar cerca de Dios. 

• Pectoral – otra prenda de tela de colores brillantes, de lana y lino, como el efod, con doce piedras incrustadas en él, en representación de las doce tribus de Israel.  Estos nombres eran usados sobre el corazón del sumo sacerdote y, acompañados por las campanas del efod, se presentaban ante Dios para que él los recordara favorablemente. 

• Urim y Tumim – piedras para consultar a Dios.  Misteriosas en su origen y en cuanto a su función exacta, Urim y Tumim aparecen en la Biblia mayormente sólo hasta la época del rey David.  Al igual que el echar suertes, el uso del Urim y Tumim para encontrar la culpabilidad o inocencia, y para consultar a Dios, parecía bastante natural aunque no muy frecuente.  En cualquier caso, eran un medio para acceder a Dios bajo circunstancias apremiantes. 

• El turbante y la placa de oro – atuendo para la cabeza que llevaba la leyenda “Santo al Señor”.  Sin embargo esto debe ser entendido, la placa y el turbante significaban aceptación ante Dios. 

Así, en un contexto muy alejado de la mayoría de nosotros, Dios escogió encontrarse con el antiguo Israel donde se hallaba, entrar en su mundo, erigir la tienda de Dios donde la gente plantaba la suya, para señalar la presencia divina, para comunicarse redentoramente con los temerosos seres humanos a través de un sistema diseñado para proporcionar seguridad y bienestar, la sanidad y la salvación.  No podemos entender todo esto completamente, pero entonces es posible que ellos tampoco hubieran entendido algunos de los énfasis que hoy le damos.  Lo importante es esto: Dios se encuentra con lagente donde está, a fin de exhibir su gracia y generosidad. 



[i] Jon Dybdahl. Cultural Background and World View of the Old Testament. Introducing the Bible, Volume 1: The Old Testament and Intertestamental Literature, eds. Douglas R. Clark and John C. Brunt (Lanham: University Press of America, 1997), pp. 63-70.

 

[ii]Rudolf Otto. The Idea of the Holy. (London: Oxford, 1923).

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