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“¿Son héroes o no? (Personajes secundarios en el Antiguo Testamento)

“Personajes secundarios”: Seamos honestos, ¿no se descorazonó Ud., ni siquiera un poquito, al abrir la Guía de Estudio de la Biblia del cuarto trimestre de 2010, versión para adultos? Bueno, tengo una buena noticia para usted si es que no ha ido más allá de la página de título, porque los autores, Gerald y Chantal Klingbeil, son realmente dignos de elogio por este concepto que tiene un enorme potencial de arrojar luz sobre la Palabra de Dios y sobre la manera en que el Señor trabaja en las vidas humanas.

Tengo que decirlo francamente, no estoy de acuerdo con su elección de “actores secundarios”. Me imagino que si le pidieras a un centenar de lectores que nombren trece personajes interesantes que están “en el segundo plano” del Antiguo Testamento, ninguna de las cien personas mencionarían exactamente los mismos trece nombres. En la Biblia hebrea hay tantos personajes secundarios que de repente son empujados al centro de atención –que pasan al frente y al centro del escenario aunque sólo sea por sus quince segundos de fama (ó 15 versículos)— que, en realidad, la decisión de cuáles 13 deberían ser estudiados en este trimestre va a ser muy subjetiva. Cualquier opción está destinada a ser ecléctica, al menos en cierta medida.

Personajes secundarios

Creo sin embargo que, curiosamente, los autores son inconsistentes, aunque tal vez esa es su intención. Rispa, en cierto sentido, nunca está en el primer plano; incluso cuando se la menciona brevemente en las Escrituras (2 Sam. 21:10-11) ella todavía permanece en el segundo plano. Abigail, Urías, Giezi, y la viuda de Sarepta aparecen en el primer plano: el centro de atención se detiene en ellos, pero sólo brevemente, antes de pasar a otros personajes. Ana es el centro de atención, pero sólo de pasada, para sentar las bases para la aparición de su hijo, Samuel. El anónimo “hombre de Dios” de 1 de Reyes 13, tiene el foco puesto en él durante un período prolongado, todo un capítulo, pero luego desaparece (¡literalmente en la tumba!), y ni siquiera se sabe su nombre.

Abiatar y Baruc son personajes interesantes, que aparecen y desaparecen, por decirlo así: están por un tiempo prolongado en el segundo plano, o entre un grupo de personajes secundarios. De vez en cuando dan un paso al frente para desarrollar una línea fundamental, pero siempre para preparar los momentos dramáticos para las “estrellas” de la historia, David y Jeremías. Entonces, Abiatar y Baruc, también, pueden ser considerados personajes secundarios.

Lo mismo es cierto incluso con respecto a Caleb. Muchos lectores reconocerán su nombre en relación con la historia de los espías en Canaán, que vieron hombres gigantes y que trajeron las uvas gigantes, y el terror no menos gigantesco que diez de los informes de los espías generaron en los corazones de los israelitas. Sin embargo, la verdad es que Caleb no tiene más que un par de momentos en el foco de atención: una vez, cuando estaba en su primacía física, y otra vez cuando era viejo, pero todavía fuerte en la fe y en espíritu. La mayoría de las veces, sin embargo, vuelve a las sombras del relato del Antiguo Testamento. La historia se centra en él sólo brevemente, y en general es un personaje secundario.

Pero ¿qué pasa con Jonatán y Joab? Quizás sea porque he sido soldado y visité las áreas en las que vivieron y lucharon, y me he llegado a identificar con ellos un poco demasiado, sin embargo estoy bastante seguro de que no son “personajes secundarios en el Antiguo Testamento”. De hecho, están muy lejos de eso.

Jonatán

La historia de Saúl es convincente, pero habrá que esperar otro trimestre y un tema diferente (quizás “Anti-héroes del Antiguo Testamento”). Al principio él es un héroe, pero muy rápidamente, a medida que la historia se desarrolla, ¡es Jonatán el verdadero héroe! El que vence a los filisteos actuando con fe es Jonatán, quien, en el proceso, expone los primeros defectos de carácter de su padre, dando indicios de la oscura tragedia que está por desarrollarse, y el que desafía la conducta imprudente de su padre en la batalla, estableciendo un modelo de cómo podría ser la monarquía israelita.

Tanto política como espiritualmente Jonatán es importante, porque es el heredero al trono.

Se convierte en amigo de David —y más que eso, dada la tensión entre David y sus hermanos (cf. 1 Sam. 17) se convierte en un hermano sustituto, así como Saúl, que, en la historia, surge como padre sustituto de David. Jonatán salva la vida de David, no una vez sino dos o más veces, y, sorprendentemente, se somete con gracia a la voluntad de Dios y renuncia a su derecho en favor de su joven amigo / hermano. Por lo tanto Jonatán corrige las deficiencias de Esaú, que no pudo renunciar a su derecho de nacimiento a favor de su hermano menor, sobre quien yacía la bendición de Dios, así como Saúl es un nuevo Isaac, porque en su “ceguera”, inducida por la depresión, no puede ver las verdaderas cualidades de David. En su debido momento, David será el fundador de un reino de Israel, al igual que Jacob-Israel, dio origen al pueblo israelita. Pero recordemos que Jonatán primero salvó a su hermano de sangre e, inspirado por el Espíritu de Dios, predijo su futuro.

Jonatán es también el sujeto de uno de los más conmovedores lamentos de la literatura universal, un candidato para el mayor salmo de David (aunque no está en los Salmos), una extraordinaria meditación –ya que su autor es uno de los grandes guerreros de la historia— sobre la inutilidad de tanta guerra:

¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus lugares altos!

¡Cómo han caído los valientes!

No lo anunciéis en Gat, no lo publiquéis en las calles de Ascalón,

para que no se alegren los filisteos,

para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos ….

El arco de Jonatán nunca volvió, y la espada de Saúl se tornó vacía.

Saúl y Jonatán, amados y queridos, inseparables en su vida, inseparados en su muerte.

Ellos fueron más veloces que águilas. Más fuertes que leones. …

¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!

¡Jonatán, asesinado en tus alturas!

Angustia tengo por ti, mi hermano Jonatán.

Fuiste muy agradable para mí.

Tu amor para mí fue maravilloso, más que el amor de las mujeres.

¡Cómo han caído los valientes, y perecieron las armas de guerra!” [1]

¡Este no es un personaje secundario! Este es un héroe de primera clase. Y haríamos bien en recordar que Jonatán tiene una historia y una personalidad interesante, clara, convincente, mucho antes de que David aparezca en escena. Abner, primo de Saúl y comandante en jefe, es un personaje secundario, Saúl y Jonatán no lo son.

Sin embargo, Jonatán también es interesante porque parte de la historia de David (y parte de lo que hace, creo, que sea una tragedia, como la leyenda del Rey Arturo es una tragedia, a pesar de que Arturo, como David, es un conquistador y rey imperial durante una gran parte de su vida), es que el David de Belén y la cueva de Adulam sólo puede convertirse en el rey David por la muerte del hombre al que ama más que a cualquier otro ser humano. (Por cierto, sólo una sociedad totalmente sexualizada podría suponer que algo homoerótico ocurre aquí). Ahora, el papel de Jonatán no es sólo el de facilitar el desarrollo de David, como sucede, por ejemplo, con Ana frente a Samuel; tampoco es sólo para dar al héroe la oportunidad de ofrecer lecciones de moral, como el papel de Giezi frente a Eliseo. El rol de Jonatán es más complejo. Él es parte integrante, de hecho esencial, de una tragedia.

Sí, David finalmente pierde a sus hijos por su propio amor demasiado grande, demasiado indulgente para con ellos. Sin embargo, ese no es el final de la tragedia de David. Para reflexionar: su amor no puede salvar a su mejor amigo. Por el contrario: no debe hacerlo si David ha de cumplir con su destino. Es traicionado por Saúl, su padre sustituto, a quien David no va a traicionar –hasta el mismo final, cuando David acepta el mandato de Aquis de ir a casa a Siclag, pero no lucha por Israel en Gilboa, lo que sin duda podría haber hecho. La elección de David condena tanto el rey / padre, a quien le debe su ascenso a la fama y fortuna, como al amigo / hermano, que había traicionado a su propio padre verdadero por amor a su amigo. ¿No es esta una historia extraordinariamente rica, llena de color, matiz y profundidad psicológica?

Es narrada con marcada grandeza por los escritores inspirados de la Biblia hebrea, y es tanto más convincente porque es verdadera. ¡Pero qué habrían hecho Esquilo, Eurípides y Sófocles, por no citar a Shakespeare, con la historia de David! Ciertos exegetas adventistas recientes, como Alden Thompson, sostienen que 1 y 2 Samuel son, básicamente, una crítica a la monarquía.[2] Esto simplemente no hace justicia a la rica complejidad psicológica de David y su amor, o a las relaciones de amor y odio con tantas personas cercanas a él. Sospecho que debería ser un estudioso de la literatura, si no un poeta o dramaturgo, el que finalmente haga justicia a la historia de David. Por ahora, podemos reconocer que Jonatán es una figura heroica, trágica en su propio derecho, así como en su relación con David.

Joab

Entre los que tuvieron relaciones complejas, sombrías, ambiguas con David, está Joab –y los autores de la Guía de Estudio de la Biblia para este trimestre nos quieren hacer creer que Joab es también un personaje secundario. Si Joab sólo apareciera en la Biblia hebrea cuando, por ejemplo, jugó un papel clave en la captura de la ciudad de los jebuseos, dando a David su capital, y cuando sitió y capturó la ciudad de Rabá, capital de los amonitas —entonces sí, podríamos aceptar su “rol secundario”. Pero hay mucho más en la historia de Joab.

Él derrota a Abner, asegurando que el hijo sobreviviente de Saúl, Is-boset, no pueda derrotar a David. Pero luego, después de que Abner se ha reconciliado con David –lo que permitió a David ser rey de todo Israel y no sólo Judá— Abner es asesinado por Joab porque aquél había dado muerte al hermano de Joab. David repudia el asesinato perpetrado por Joab, pero claramente no a Joab, que en su relación con David va a cumplir el papel que Abner había desarrollado en relación con Saúl, sólo que de manera más eficaz y espectacular. Joab ayuda a David a derrotar a los filisteos; luego él, personalmente, derrota a los amonitas, tras lo cual se hace cómplice de las órdenes de David en el asesinato de Urías (aunque él no trata de desviar la voluntad asesina de David) y, a continuación, ayuda a David a tomar Rabá. Más tarde, Joab reconcilia a Abalón con David, a través de un mujer-sabia, antes de ir a salvar a David de Absalón y, a continuación, de sus propios instintos (¿auto-indulgentes?), habiendo asesinado a Absalón en el camino. Joab asesina a otro comandante del ejército rival, Amasa, y sofoca la rebelión de Seba, teniendo una conversación con otra mujer-sabia a lo largo del camino. Entonces, curiosamente, trata de detener a David para que no cometa el pecado del censo, mostrándose fiel (¡si bien violento!) seguidor de YHWH. Al final, él apuesta al caballo equivocado al elegir a Adonías como sucesor de David, y después es asesinado por orden de Salomón, incluso mientras se aferraba a los “cuernos del altar” (2 Sam. 2:28, 34).

Joab no es ni el héroe ni la “estrella” de la historia de David, pero él podría ser el anti-héroe. Él es mucho más que un personaje secundario. Abisai, el otro hermano de Joab y co-jefe del ejército, que se menciona a menudo junto con Joab, pero cuyo carácter no es nunca aclarado y que siempre está simplemente ahí “con Joab” más que como una figura autónoma, él sí es un personaje secundario. Joab aparece con demasiada frecuencia, y es demasiado importante, influyente, y también interesante para eso. ¡Si la vida de David fuera una película, el actor que interpreta a Joab sería nominado para un Oscar por “Mejor Actor de Reparto”!

Lo que es particularmente interesante es que David en su lecho de muerte se vuelve contra su viejo amigo, instando a Salomón a que dé muerte a Joab, por los asesinatos de Joab (¿y por haber avergonzado David?). Sin embargo, los hechos de Joab fueron cruciales para el reinado de David y el mantenimiento de la autoridad. Hay tantas cosas interesantes que pasan aquí: en los planos psicológico, político, teológico, y espiritual. La historia de Joab no es tan problemática como algunos exegetas escépticos argumentan. Hay sin duda diversas formas de entender lo que los narradores bíblicos en 1 y 2 Samuel y 1 Crónicas nos relatan. Pero la comprensión de la vida de David, el ambivalente papel jugado por Joab en ella, o la relación ambivalente de Joab con el pastorcillo convertido en rey: éstas no son cosas sencillas.

Reflexiones

Tal vez me he robado el trueno de los que escriben a finales de este trimestre sobre Jonatán y Joab. Si es así, ¡mis más sinceras disculpas! Tal vez tenemos aquí un tema para un futuro trimestre de estudio de la Biblia: ¡”Personajes de segunda fila en el Antiguo Testamento”! Sin embargo, la posibilidad de tener esta discusión muestra que Clifford Goldstein, editor de las Guías de Estudio Bíblico, y Gerald y Chantal Klingbeil nos han hecho todo un favor en la elección del tema.

Me gustaría sugerir también que el enfoque en los relatos y la biografía es muy valioso, ya que en nuestras discusiones y debates acerca de las doctrinas, a veces perdemos de vista que gran parte de las Escrituras es relato -las reconocibles narrativas humanas de hombres y mujeres, cuyas interacciones entre sí y con YHWH Sabaoth, el impresionante Señor Dios Todopoderoso, nos dan mucho que reflexionar y aprender. También, es la profundidad de estas personas y la complejidad de sus relaciones, lo que nos da la visión real de nuestras propias vidas y de cómo nos relacionamos con nuestro Creador y Salvador.

Así, dos pulgares para arriba a la Guía de Estudio de la Biblia, versión para adultos, por hacernos volver de nuevo a la gente y sus historias. No importa si son personajes secundarios o del primer plano, si son héroes o villanos, esto es lo real de la historia de la redención.

NOTAS:

[1] 2 Sam. 1: 19-27.

[2] Alden Thompson, Samuel: Del peligro del caos al peligro del poder, serie de comentarios del Amplificador de la Biblia de la Vida Abundante (Nampa, Idaho: Pacific Press, 1995).

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