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Dejando lo mejor para el final

El título de la lección de esta semana es terriblemente engañoso. Decir, “todo el resto es comentario” implica que ya hemos terminado las partes importantes de Romanos y que lo que queda es de importancia secundaria, en el mejor caso. Eso sería como decir: “Hemos terminado los cuatro tiempos del Super Bowl [la final del campeonato de fútbol americano], el marcador está empatado, y el resto no significa mucho; es sólo el tiempo extra de muerte súbita. No es gran cosa”.

El hecho de que, con trece semanas para analizar los dieciséis capítulos de Romanos, nuestro folleto trimestral amontona tres capítulos en esta última lección, también sugiere que aquí no estamos tratando con cosas muy importantes. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Esta es la conclusión de Romanos. Esta es la meta donde Pablo se ha dirigido a lo largo del libro. Hasta este punto, ha sido el comentario. Ahora hemos llegado a la gran culminación.

Romanos 15 nos muestra que Pablo tenía planes de ir a España. Quería que Roma fuese la base de operaciones de esta misión audaz, y sabía que la iglesia debía estar unida para ser una buena base de apoyo para la misión. Su pasión por una iglesia unida le llevó a ir a Jerusalén a recibir la recaudación de fondos que él había solicitado a los gentiles para los judíos, para simbolizar la unidad entre judíos y gentiles en la iglesia cristiana. Pablo también sabía que había divisiones en Roma que necesitaban ser sanadas.

Los creyentes romanos disputaban acerca de los alimentos y ciertos días (probablemente días de ayuno, así que la disputa era sobre qué comer y cuándo comer). Pablo reconocía que los creyentes estaban divididos, pero no trataba de abanderarlos en un solo campo. Él dice: “Que todos estén plenamente convencidos en su propia mente”. Estoy seguro de que había gente que se quejó: “Ese es el problema ahora. Todo el mundo tiene su propia opinión. Necesitamos que Pablo que nos diga cuál es la respuesta correcta”.

Sin embargo, Pablo no hace eso. En lugar de ello, habla de cómo los cristianos deben llevarse bien unos con otros cuando no están de acuerdo. Los más estrictos (a quienes Pablo llama “débiles”) no deben señalar con el dedo sentenciando a los menos estrictos. Y los menos estrictos no deben mirar con desprecio a los pobres estrictos que están equivocados porque no fueron iluminados como ellos. De hecho, el “fuerte” debe estar dispuesto a renunciar a sus derechos legítimos en lugar de dañar al “débil”, porque está mal hacer daño a otra persona por lo que uno hace. Y los débiles deberían aferrarse a sus convicciones. Pero todos deberían dar la bienvenida a los demás, de la misma manera que Cristo los acogió a todos ellos.

Pablo ha estado moviéndose hacia esta gran culminación a lo largo de toda la carta. Desde el capítulo dos empezó a mostrar los peligros de juzgar a los demás. En el capítulo cuatro hizo hincapié en que Abraham no era “débil”. Todo el énfasis en la salvación por la gracia de Dios y no por las obras humanas, sirvió para poner a todos los cristianos en el mismo barco, dependiendo sólo de Dios, sin nada de qué gloriarse. Con Cristo como Salvador de todos (Pablo destaca en todo el libro cómo todos son salvos de la misma forma), nadie tiene un derecho especial con respecto a la gracia de Dios, y todos podemos ser hermanos y hermanas en Cristo. La salvación por gracia mediante la fe no es una cuestión teórica para Pablo, es la base de la unidad en Cristo, y es el fundamento de una comunidad donde todos los creyentes se dan la bienvenida unos a otros, aún cuando no estén de acuerdo en algunos temas. La discusión acerca de vivir juntos en unidad, no es un mero comentario; es el clímax de la epístola.

Pero aún en el caso que podamos ver la importancia crucial de los capítulos 14 y 15, parece difícil encontrar el mismo valor redentor en el capítulo 16. ¡Es sólo una lista de nombres, después de todo! Sin embargo “sólo una lista de nombres” es, en muchos sentidos, un insulto para este capítulo vital. Usted ve, el objetivo del mensaje de Pablo en Romanos es la unidad de los creyentes en Cristo. Pablo es un pastor apasionado, no un teólogo abstracto. Su meta es ver una comunidad de creyentes que se edifican mutuamente y crecen en Cristo, dando testimonio sobre la gracia y la fidelidad de Dios al mundo que los circunda.

De eso, exactamente, se trata el capítulo 16. Por supuesto, ya que Pablo nunca había estado en Roma, y quería que la iglesia de la capital del Imperio se convirtiera en la base de apoyo para su misión a España, le era conveniente sacar provecho de todos los contactos personales que tenía en Roma, y dado que realmente todos los caminos conducían a Roma en el siglo primero, él había conocido a muchas personas en otros lugares que ahora estaban en Roma. Pero esta lista de nombres tiene mucha más importancia que eso. Aquí tenemos una revisión de la realidad sobre lo que la unidad en Cristo significa en realidad.

Esta lista incluye nombres judíos, romanos y griegos. Incluye a gente de todas las clases, tanto esclavos como amos. Este era el caso tanto en la iglesia de Roma, a la que Pablo escribe, como en la iglesia del área de Corinto, en Grecia, desde el cual escribe. La yuxtaposición de dos nombres en sus saludos desde la iglesia en donde se encuentra, lo dice todo. En Romanos 16:23 Pablo dice: “Erasto, quien es director de obras públicas de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto, os envían sus saludos” (NVI). Erasto era obviamente una persona importante. Una inscripción encontrada en Corinto lo menciona, y dice que él ganó su posición mediante la construcción de una calle a su costa. Era una persona de recursos. Por otra parte, Cuarto era inevitablemente el nombre de un esclavo. Simplemente significa literalmente “el cuarto”, y los esclavos eran los nombrados con números. Sin embargo, ambos nombres están lado a lado en la misma frase.

Así que no digamos que ésta es sólo una lista de nombres, así como el directorio de los miembros de nuestra congregación no es sólo una lista de nombres. Cada nombre representa a una persona, salvada por la gracia de Dios. Cada uno tiene una historia. Cada uno es un hijo de Dios. Ese es el mensaje de Romanos. Los primeros capítulos son comentarios para sentar las bases. Los últimos capítulos muestran la preocupación real de Pablo, que las personas vivan unidas en Jesucristo.

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