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La necesidad de dormir, el anhelo de descansar

La lección para la semana del 8 al 14 de mayo, “Reposo y Restauración”, se apoya en los textos del Génesis sobre la responsabilidad del hombre para cuidar el Jardín; del Éxodo en relación con el mandamiento del sábado; de Marcos en relación con el mandato de Jesús de “descansar un poco”, y sobre todo de la famosa invitación de Cristo en Mateo 11:28-30, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Me referiré brevemente a los descubrimientos modernos sobre la fisiología y la química del sueño, para luego volvernos a la importancia de la gran invitación de nuestro Señor y su significado, antes de sugerir que permitamos que C. S. Lewis nos ayude en la búsqueda de un significado más profundo de la promesa divina de reposo. En el camino, le sugiero que visitemos Hebreos 4 en busca del sentido perdido del descanso sabático.

Hace sólo cien años se sabía poco sobre la fisiología y la química del sueño. En 1924 el neurólogo alemán Hans Berger demostró que los potenciales eléctricos de la superficie del cuero cabelludo se podían registrar en papel cuadriculado, y así nació el electroencefalograma (EEG). Aserinsky y Kleitman (1952) encontraron que los movimientos rápidos de los ojos, o REM, se pueden observar durante el sueño y, además, que los potenciales eléctricos generados por estos movimientos podían ser amplificados y grabados en lo que se conoce como oscilógrafo de tinta. Cuando ciertos sujetos que se sometieron a estudio fueron despertados durante el REM, generalmente reportaron sueños intensos, mientras que los despertados en otras ocasiones rara vez se acordaban de lo soñado. Así se supo que los REM ocurren durante el sueño, y son necesarios para la producción de un sueño de descanso reparador. Es interesante que durante estos períodos se produzcan pequeños movimientos del cuerpo, casi como si éste estuviera paralizado mientras el cerebro está muy activo.

Los estudios sobre el sueño y los trastornos del sueño fueron iniciados por el Dr. William Dement, de Stanford, que desarrolló el moderno laboratorio del sueño, y fue responsable en gran medida del desarrollo del campo de investigación del sueño. La arquitectura del sueño se ha hecho conocida, y los trastornos del sueño –como la narcolepsia y la apnea del sueño— se comprenden mejor y han recibido un tratamiento más eficaz.

Más recientemente se ha estudiado la química del sueño. Ahora se sabe que la melatonina, una sustancia química secretada por la glándula pineal, es producida por el cerebro durante la noche. Es suprimida por la luz brillante de la mañana, ajustando por lo tanto el reloj del cuerpo para el ciclo de 24 horas. La melatonina desempeña un papel importante en el trastorno afectivo estacional (SAD), o depresión de invierno. Tiene que ver con la alteración del sueño asociada con el jet lag [cuando se viaja muchas horas en avión a otro continente] y la secreción de melatonina también incide en los problemas del sueño de los trabajadores por turnos.

Necesitamos este tipo de información porque cada vez somos más los que estamos privados de sueño y descanso. En los últimos cien años la cantidad de horas de sueño de los estadounidenses ha disminuido en un veinte por ciento. En promedio, los estadounidenses sólo tienen alrededor de siete horas de sueño por noche. Entre otras cosas, la falta de sueño provoca una menor productividad, deteriora el pensamiento, y fomenta los accidentes automovilísticos. Según la Fundación Nacional del Sueño, treinta y siete por ciento de los conductores se han dormido mientras conducen. Se sabe que los conductores de camiones tienen especiales dificultades con el sueño; muchos de ellos sufren de AOS –la apnea obstructiva del sueño. Estar privados de sueño durante veinticuatro horas es equivalente a estar intoxicado con alcohol.

“La higiene del sueño” es un término usado para describir las buenas condiciones para el sueño. El término incluye lo que se necesita para dormir mejor, como la regularidad en los tiempos de sueño y el ejercicio. También incluye la alternancia de exposición a la luz y a la oscuridad, y la evitación de sustancias y situaciones que interfieren con el sueño. Tener un lugar tranquilo y oscuro para dormir es un factor simple, pero importante para promover el sueño reparador.

Teniendo en cuenta toda esta información, sabemos más que nunca sobre la importancia de revitalizar el sueño. El cuarto mandamiento nos manda a participar tanto en el trabajo como en el descanso. Descansar en el día de reposo indica respeto por el Creador, así como la comprensión de nuestros orígenes. Para los adventistas este mandamiento tiene un significado especial, y marca una diferencia entre nosotros y una cultura en la que no hay tiempos ni lugares sagrados. Hace falta creatividad, especialmente para que los padres enseñen a sus hijos a disfrutar del sábado como el tesoro que fue destinado a ser.

Tengo recuerdos vívidos de lo especial que era este día para los niños que vivíamos en la calle Griswold, en Worthington, Ohio, donde crecí. Los potlucks de sábados de primavera en las colinas de Hocking, del sur de Ohio, con amigos de la iglesia y sus familias son un recuerdo imborrable. El sabor dulce del maíz fresco de Ohio en el paladar aún persiste después de sesenta años. Por desgracia, también recuerdo que esperaba con impaciencia la puesta del sol para poder andar en bicicleta de paseo, una actividad que no estaba permitida en sábado.

Sin embargo los recuerdos acerca de este día son, en su mayoría, positivos, incluido el día de preparación, que hacía de la llegada del sábado –en la noche del viernes— un importante acontecimiento. Ahora parece pintoresco, pero cosas como lustrar los zapatos, el baño y la preparación de alimentos, debían hacerse antes de la puesta del sol, lo que sumaba a la sensación de expectativa. Los usos y costumbres han cambiado, pero hoy considero al sábado como un regalo refrescante, tanto más cuanto que me recuerdan los muchos sábados que necesariamente he pasado trabajando en hospitales.

Hoy en día pocos de nosotros necesitamos descansar de un trabajo físico agotador, que era la norma cuando el Señor nos sugirió que viniéramos a él y aceptemos la ligereza de su yugo, todo los que estuviéramos “trabajados y cargados”. Hoy estamos cargados de cargas físicas diferentes, pero el reposo no es menos necesario. Las cargas mentales y de oficina, o las cargas administrativas y otras responsabilidades, son tan exigentes como el trabajo físico. De hecho, lo que muchos de nosotros necesitamos es más actividad física reparadora, sobre todo aquellos de nosotros que pasamos nuestros días en las oficinas frente a la pantalla del ordenador.

Todo en nuestra cultura hace que sea fácil evitar el movimiento, incluso el movimiento más simple y necesario como el caminar. Es fácil olvidar que, como seres humanos, también somos animales y fuimos diseñados por Dios para movernos. Nos sentimos orgullosos de nuestros hijos y nietos cuando dan sus primeros pasos, porque este es el comienzo de la vida como seres de movimiento propio y auto-motivación que somos. Cuando los niños aprenden a caminar, correr, andar en bicicleta, ¡que alegría! A algunos adultos se nos olvida que el movimiento regular es una necesidad de toda la vida para mantener la salud.

Volvamos al reposo que Cristo ofrece, la carga de “fácil” que eludió Israel, pero que todavía está disponible para nosotros. Hebreos 4:1 nos recomienda: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado”. Este reposo parece incluir no sólo el descanso físico, sino también aquél que es una consecuencia de la fe en Jesús. A continuación, en el versículo 2, Pablo señala: “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”.

En el resto de Hebreos 4, Pablo incluye el día sábado en el reposo que Cristo ofrece. Se trata de descansar de nuestras obras, así como de trabajar. El ejemplo es el reposo de Dios de un trabajo creativo en el sábado edénico. Aunque el reposo divino no puede ser alcanzado por nuestras propias obras, paradójicamente, se necesita esfuerzo para entrar en Su reposo. “Esforcémonos, pues, para entrar en su reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (v. 11). Por último, Pablo nos invita a contemplar el ejemplo de Cristo, quien invitó a acercarnos al trono de la gracia cuando nos haga falta ayuda “en tiempos de necesidad” (v. 16).

¿Qué tiene que ver este concepto ampliado del descanso sabático con C. S. Lewis? Este autor escribió con elocuencia sobre el deseo humano de lo trascendente. En su libro Sorprendidos por la alegría, recuerda que la tapa de una lata de galletas que le dio su hermano mayor, Warren, era el escenario de un jardín imaginario hecho de musgo, ramas y flores. Este jardín de fantasía infantil fue el primer indicio de su deseo de un “algo más”, lo que llevó a Lewis al teísmo y, en última instancia, a la persona de Jesús como Señor y Salvador.

Recordándolo años más tarde, Lewis recobró un deseo intenso e instantáneo basado en la memoria del jardín de la tapa de galletas creado por su hermano. Lewis señala que, “en cierto sentido, todo lo demás que me había ocurrido era insignificante en comparación”. Describe la emoción como “la de un deseo insatisfecho, que a su vez es más deseable que cualquier otra satisfacción”. En ese tiempo Lewis sufrió la pérdida de su querida madre, a causa de un cáncer, a pesar de sus oraciones de niño confiado.

Más tarde, tras su conversión, Lewis dijo que la Alegría, “la vieja arma blanca, el antiguo sabor agridulce”, aunque aún lo experimentaba, había perdido interés para él. Creía que había funcionado como una guía o señal que lo llevó a Dios, y en última instancia a la persona de Jesucristo. La palabra Gozo, para nuestros propósitos, puede denominarse en forma más precisa “nostalgia” o “añoranza melancólica”.

Este “Argumento por el deseo” se expresa elocuentemente en el sermón de Lewis pronunciado en Oxford en 1941, “El peso de la gloria.” En este famoso sermón Lewis señaló que el anhelo de trascendencia, de algo que está más allá, es de alguna manera una melodía conocida pero nunca escuchada; son las cosas que representan un hambre de lo Divino, que nos ha sido dada por Dios mismo. Así como la sed indica que somos criaturas que necesitamos agua para sobrevivir, nuestra hambre de lo eterno indica que fuimos hechos para algo más.

El hecho de que nosotros, los mortales, creamos que debe haber algo más, sugiere que estamos hechos para un país mejor que nunca hemos visto pero que nos llama. Esto implica que más allá de nuestra existencia actual está la esperanza y la gloria de ser la alegría de la creatividad de Dios. Nosotros, los cristianos, sabemos que hay un lugar donde seremos recibidos con el saludo: “Bien hecho, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Tales emociones, esa esperanza y nostalgia, y el anhelo de reposo trascendente, sugieren que los mortales realmente fuimos creados para el Cielo y para el reposo divino que Jesús quiere darnos.

Cuando nos sentimos oprimidos por el trabajo, la preocupación y la responsabilidad, podemos expresar la oración “Dame un poco de descanso”. El reposo necesario puede incluir un sueño reparador y tranquilo. También puede incluir el alivio del extenuante trabajo físico, pero es igual de probable que se trate de un reposo de la inactividad, en la forma de ejercicio físico. Una especie más profunda del reposo proviene de Cristo, como consecuencia de aceptar la invitación: “Venid a mí”. El sábado es un anticipo semanal del eterno descanso que Él nos ofrece. Debe incluir el descanso de las preocupaciones cotidianas, de “la rutina” del trabajo normal, y también debe darnos la oportunidad de contemplar nuestro verdadero hogar, ese anhelado “algo más” que sabemos que es nuestro destino.

San Agustín de Hipona tenía esto en mente cuando escribió: “Tú nos has formado para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

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