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Diario de un médico adventista español en Haití – 5 y 6 + fotos

9.6.10

Bueno, ya han pasado doce días desde que llegamos a Haití y nuestro trabajo aquí ya está encarrilado. Como os conté anteriormente somos los sanitarios encargados de atender al campo de refugiados que tras el “evenemant” tal como dicen ellos, se refugió en el campus de la Universidad Adventista en Carrefour, muy cerca de la capital, y con un censo de 2400 familias y unas 13.000 personas, y quiero confesaros, que aunque me sabe un poco mal, poco a poco me voy “costumbrando” a este caos de país y a los sufrimientos de sus gentes, que han empeorado dramáticamente desde aquel triste 12 de enero.

Nuestro trabajo comienza a las 8:00 de la mañana y dura hasta pasadas las 4:00, con un descanso al medio día para reponer fuerzas y descansar un poco. Tenemos habilitada una vivienda para dos consultas pediátricas, para la farmacia, para una sala de curas y también como sala de estar y comedor. Junto a ella hay un árbol frondoso bajo el cual se pasa la consulta de los adultos. Junto a este árbol hay una tienda de camping para las exploraciones ginecológicas y otras exploraciones que no se pueden hacer delante de todos los pacientes.

Mientras pasamos consulta y casi a diario ocurren cosas curiosas, a veces una cabra aparece en sala de espera, o un pajarito hace…. desde las ramas sobre la consulta, o como ayer, una cerdita con sus crías apareció por allí.

Las caras de muchos de los pacientes relatan su tristeza contenida tras haber perdido a los suyos y sus pocas pertenencias que tenían, pero la situación es tan complicada para la mayoría de ellos que no pueden darse el lujo de deprimirse, como solemos hacer nosotros. Al contrario, sacando fuerzas de donde no tienen y yo creo, gracias a su fuerza espiritual, aún nos despiertan sobre las madrugadas y antes de acostarse con cantos de agradecimiento a Dios por haber conservado su vida.

Esta me recuerda un libro que leí hace un tiempo que se titulaba la pobreza de los ricos, que tenemos muchas cosas pero los falta muchas veces las cosas importantes, mientras que ellos no tienen nada , pero su espiritualidad les hace fuertes y hasta felices.

Supongo que con nuestro granito de arena, aportaremos algo a algunas de estas personas, y bueno, seguramente evitaremos que algunos de ellos sufran las consecuencias más graves de la pobreza y la enfermedad, pero lo que si es claro, es que cada uno de nosotros volveremos a nuestro país, contentos y agradecidos por lo afortunados que somos, detener salud, hospitales, familia, agua para tomar una ducha, seguridad social, alimentos, una cama, un grifo por el que sale agua limpia, etc. Cosas que damos por sentado que son normales para todos los seres humanos, olvidando la realidad del 80% de los seres humanos de este mundo que viven en condiciones muy distintas de las nuestras, y nosotros…. solo nos fijamos en la pelusilla de nuestro ombligo, que solemos pensar que es lo único importante en este mundo.

Las patologías más graves las remitimos al Hospital Adventista de Carrefour, que está a escasos metros de donde estamos nosotros, pero está tan saturado que ayer mandé a una paciente diabética con 500 mg de glucosa en sangre, que por cierto vino y se marchó andando como si nada, y al cabo de unas horas volvió a decirme que no la habían ingresado porque no había insulina en el hospital.

La población va mejorando poco a poco de estado general a medida que van recibiendo alimentos, agua potable y atención médica, aunque todos los del campo de refugiados duermen al suelo, bajo lonas o plásticos y comen lo que se les reparte de cuando en cuando.

No es preciso estar entre ellos para saber cuando se va a repartir comida pues el murmullo y el nerviosismo de ellos aumenta grandemente cuando esto va a ocurrir. Los camiones llevan con ellos guardas de seguridad armados que a veces hacen un disparo al aire. Para nosotros es muy difícil comprender esta situación, pero realmente es un drama verlos pelearse para coger unas botellas de agua mineral, ….y nosotros nos quejamos de crisis!!

En nuestra primera evaluación hemos evidenciado que las enfermedades más prevalentes entre los niños son aproximadamente : Gastroenteritis agudas 25%, infecciones respiratorias altas 12%, bronquitis 9%, parásitos intestinales8%, sarna 7%, Infecciones cutáneas 6%, anemias graves 5%, tiña 4%, deshidratación 3.5%, etc.

Entre los adultos apreciamos que la patología traumatológica y osteoarticular , las enfermedades infecciosas, problemas ginecológicos, trastornos gástricos y cefaleas son las patologías más prevalentes.

Quiero terminar el diario de hoy expresando la idea de que no pensemos que esto ya está casi resuelto, aunque los medios de comunicación ya no hablen de Haití. Os escribo, porque soy testigo de primera mano de las tremendas necesidades de estas gentes. No podemos ni debemos olvidarnos de ellos, y tenemos que seguir “haciendo ruido” por ellos y para que el mundo no se olvide de ellos.

La comunidad Europea, Naciones Unidas, UNICEF, FAO y cada uno de nosotros debemos seguir haciendo lo que podamos por estos hermanos de Haití que en 15 segundos, les cambió su vida, el presente y el futuro.

Si tenéis algún contacto en el mundo periodístico, o medios de comunicación, y pensáis que merece la pena, por favor hacedles llegar nuestro diario para que sigan hablando de la solidaridad con Haití.

13.2.10

Es sábado, son las 5:30, estoy despierto ya hace mucho rato. Ayer me dijeron que en España está nevando y hace frío. Es difícil de creer estando aquí!!!. Calor y mucha, mucha humedad, casi como en mi tierra en agosto. Así que aprovecharé para compartir algunas cosas de ayer que me impresionaron.

Ayer a las cinco de la tarde hizo un mes del fatídico momento, como dicen ellos del “evenement”. Le tienen tanto miedo que no se atreven a llamarle terremoto. Solo duró unos 15 seg. Pero fue tan intenso que hay zonas de Puerto Príncipe en las que solo una de cada cinco casas se mantiene más o menos en pie. Un periódico extranjero supone una destrucción equivalente a 50 bombas atómicas. No sabemos datos ciertos, pero quizás más de 100.000 muertos, quizás 50% de casas destruidas en centro de ciudad, quizás 500.000 desplazados, quizás……

Solo el 20% de haitianos tenían casa en propiedad, así que los que tenían casas alquiladas, la mayoría, se quedaron sin casa y sin incentivo y la mayoría, sin posibilidad de reparar las que no eran suyas. Tienen tal terror al “evenenment” que la mayoría duerme bajo el cielo raso por miedo a ponerse bajo un techo y que se repita.

En la consulta, a veces nos abren su corazón, y nos cuentan sus historias, algunas de las cuales las comparto con vosotros, mis amigos, pero hay otras…. No.

Una paciente, de las que os mandé una foto de su cara ayer, con una gran cicatriz en su cara, estudiaba en una escuela de mucho prestigio, de unas siete plantas, que se colapsaron cuando la tierra rugió. Ella me contó que estaba en la planta tercera. De golpe se sintió bajo escombros mientras oía a sus compañeros de clase gemir desesperados. Al parecer después de unas horas, una linterna iluminó su cara y alguien le dijo, ven, sal rápido. Mientras lo hacía aún recuerda algunas amigas atrapadas entre escombros que le pedían ayuda y que las sacase de allí. No sabemos con seguridad cuantos murieron. Alguien dijo que la escuela tenía unos 4000 estudiantes. ¿Cuántos estaban en clase?

Como decía, ayer fue día de luto nacional. Nos avisaron que quizás no vendrían a la consulta. ¡Vinieron muy pocos! Pero cerca de la consulta, que está en medio del campo de refugiados de la Universidad Adventista de Dikini en Carrefour, al igual que en la mayoría de los campos de refugiados y de otros centros de acogida del país se improvisaron actos religiosos en memoria de los fallecidos y los heridos.

Fuimos algún rato con ellos, pero decidimos que era bueno atender a los que aún viven. Mientras pasaba consulta les escuchábamos como cantaban alabanzas al Dios que les salvó la vida “merçi Segneur…….merçi Segneur…..”. También les oí rezar diciendo ”Señor, nuestros ojos están secos de llorar a nuestros muertos…, Señor, nuestras sábanas están empapadas de nuestras lágrimas que derramamos por las noches…, pero Señor te damos gracias porque Tú nos amas y nos has guardado la vida…”

Hoy sábado hemos querido ir a varios de los actos celebrados en estos días de luto nacional, en varios lugares de la capital, y a todos nos ha impresionado la actitud y la espiritualidad de los haitianos.

Nosotros, los occidentales tenemos una actitud muy distinta. Pensamos que para ser feliz necesitamos tener muchas cosas (cosaicismo), cuando en realidad lo importante es compartir lo que tenemos con las personas que amamos. Muchos creyentes se preguntan porque Dios “permite” estos sucesos. Incluso los ateos y agnósticos explican la no existencia de Dios por la presencia de estos acontecimientos… Mientras que aquí, agradecen a Dios por su amor al haberles conservado la vida y darles una nueva oportunidad en la vida para hacer las cosas mejor… ¡Que curioso!

Como escribía el otro día, estoy seguro de que Dios está en cada mano que acaricia, en cada mano que da, en cada mano que reza o que hace algo para aliviar estos sufrimientos. Nos sentimos privilegiados de formar parte de una cadena solidaria, en la que estamos todos implicados. Una cadena tiene muchos eslabones y todos son importantes. Ninguno es más importante que el otro. Si se rompe un eslabón ya no hay cadena.

Tan importante es la Consellería de Sanitat de la Generalitat Valenciana que nos paga mientras estamos aquí, como los directivos del Hospital de Sagunto, que me han autorizado a venir aquí, como los compañeros de hospital que hacen nuestro trabajo, como los que nos dieron aquel donativo con esfuerzo, aún estando en desempleo o siendo pensionistas, como ADRA España que nos ha apoyado económicamente para venir aquí, como los que rezáis por Haití y por los cooperantes, como nuestras añoradas familias que tanto soporte nos han dado. En todos estos eslabones de la cadena solidaria está un poco de amor de Dios, y nosotros tenemos el privilegio de estar aquí y representarlo y también a cada uno de vosotros.

Como dice un amigo mío, y yo comparto totalmente, Dios lloraba el día del terremoto de Haití y sigue llorando cada día, de ver tanto sufrimiento, en Haití y en el resto del mundo y llora igual que lo hizo el día que murió su hijo Jesús por cada uno de nosotros, para que nuestras vidas tuviesen un poco más de sentido.

Bueno, ya seguimos otro rato, y reitero que yo soy el único responsable de este diario, y que las ideas reflejadas en el mismo solo reflejan mis opiniones íntimas…, porque no quiero olvidar lo que he vivido y he visto y deseo compartirlo con vosotros, con mis íntimos.

Dr. Pere LLorca i Contel

drllorca@hotmail.com

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