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Expiación en la cruz

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

La lección 10 de la Guía de Estudio de la Biblia, “Expiación en la Cruz,” está muy bien hecha. Confieso que tal vez con demasiada frecuencia he visto la Guía de Estudio de la Biblia como algo lamentable, pero en esta ocasión la valorizo con gratitud.

La mayoría de los lectores de todo el mundo no se dará cuenta de que lo que esta lección enseña es bastante contrario a lo que se ha enseñado por generaciones en uno de nuestros centros educativos. Cientos, quizás miles de nuestros médicos, han recibido “otro evangelio, [aunque] no es que haya otro” (Gálatas 1:6–9).

No espero ver en el reino de Dios a los líderes de la iglesia que han sido responsables de esta calamitosa desviación. Ellos estarán demasiado cerca del trono. El error teológico no nos aleja del corazón de Dios, de lo contrario ninguno de nosotros podría ser el destinatario del amor divino. Lo que Dios busca es que lo amemos a él y a nuestros prójimos con un amor sincero, y sé que los profesores a los que me refiero siempre manifestaron este amor.

Esta lección enseña claramente que la muerte de Cristo fue un sacrificio expiatorio, y que sufrió a partir de la imposición de la ira de Dios contra el pecado. Eso es lo que dice Efesios 5:2, además de 2 Corintios 5:21 y Gálatas 3:13, y muchos versículos en Hebreos capítulos nueve y diez. La lección, felizmente, no comete el error común de separar al Padre del Hijo, sino que en repetidas ocasiones, acertadamente, presenta al Padre participando también de la agonía del Calvario.

Tampoco la lección cae en el error común de los representantes de la teoría de la expiación conocida como de la Influencia Moral, que presenta a la Ley como una entidad separada de Dios. Qué importante es comprender que la Ley, que es el amor codificado, no es una criatura de Dios sino la naturaleza de Dios.

Una razón fundamental para reconocer con gozo la exactitud teológica de esta lección, es que el reconocimiento de la muerte de Cristo como sacrificio expiatorio apoya el punto de vista de la Reforma Protestante de que la justificación es de naturaleza forense o legal. Cito la lección:

El plan de salvación, mantenido en secreto durante años, ahora se puso plenamente de manifiesto al universo en la muerte obediente del Hijo de Dios en la cruz. Dios había previsto el sacrificio, y ahora su poder expiatorio estaba a disposición de todos los seres humanos que miraran a la Cruz como el único camino de salvación (85).

Esta declaración se basa en las líneas más importantes jamás escritas: Romanos 3:21–26. Allí se describe y explica la expiación como parte de la aclaración que hace Pablo sobre la naturaleza forense de la justificación.

No hace mucho, prediqué en la Iglesia de Campus Hill, en Loma Linda, California. Como orador contemporáneo de Richard Hammill, para las Conferencias en su Memoria, me fue asignado el tema “La Teoría Forense de la Justificación”. Sin duda, este título se fijó a causa de su carácter controvertido en ese marco geográfico. Después de mi charla, me tocó interactuar con teólogos y otras personas sobre las cuestiones que son objeto de debate. Todo esto está disponible ahora en DVD a través de Adventist Today.

Apropiadamente, el escritor de esta lección en la Guía de Estudio de la Biblia se ha centrado en lo que sucedió en Getsemaní. Cualquiera que lea lo que él ha escrito tendrá la esencia de la enseñanza bíblica sobre la expiación. El Calvario, separado del Getsemaní es incomprensible. El peso del pecado del mundo comenzó en el Huerto de los Olivos para privar a nuestro Señor de la vida. Por lo tanto, es imposible creer que el Getsemaní y el Calvario fueron meros gestos del amor de Dios por los pecadores. Ellos fueron eso, pero también significaron incalculablemente mucho más, y el escritor de esta lección lo ha hecho muy claro y por eso merece todos los elogios. Él ha invocado correctamente a “la segunda muerte” como la penalidad por el pecado, y Cristo ha experimentado esa pena. La cruz magnificó la Ley y satisfizo la justicia, así como también proporcionó la reconciliación y la expiación.

En la página 84, se plantea el problema de la conexión entre la muerte expiatoria de Cristo y la inmortalidad natural de la Divinidad. Una vez más, nuestro escritor enuncia la cuestión de manera apropiada. La Deidad no puede hundirse y morir. Dios el Hijo pudo morir a causa de su naturaleza humana. Él es una sola persona con dos naturalezas, y cualquier cosa que sea hecha en una de sus naturalezas, tiene el valor de haber sido hecho por la persona misma. Al igual que en el útero, la Deidad estuvo inactiva en la tumba, pero no murió.

Con alegría y agradecimiento, felicito al escritor de esta Guía de Estudio de la Biblia, y elevo mi oración para que cada lector pueda obtener toda la riqueza contenida en esta lección.

Desmond Ford es el fundador de Good News Unlimited [Buenas Nuevas Sin Límites], y escribe desde Australia.

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