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Metáforas de la Salvación

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

La cuestión más elemental que plantea el cristianismo es: “¿Por qué Jesús tuvo que morir?” No quiero decir que la simplicidad del evangelio hay que convertirla en excesivamente compleja, sino ¿cómo puede la vida y la muerte de una persona—no importa cuán perfecta sea—ser acreditada a la cuenta de otra persona? Después de todo, las normas básicas de justicia y juego limpio demandan que un delincuente pague por sus propios actos. Si la muerte de Cristo ha de ser vista como un pago por el pecado humano, la pregunta es: ¿A quién se hace el pago? ¿Es Dios el Padre el que exige el pago? ¿O el pago se hace a Satanás? ¿Qué clase de Dios exige un sacrificio de sangre cuando parece que la concesión del perdón es todo lo que hace falta?

¿Es sólo una cuestión de la cultura?

Las formas en que los cristianos han entendido el significado de la muerte de Jesucristo han cambiado a través de los siglos. Algunos de los principales padres de la iglesia (como Ireneo y Orígenes) veían la muerte de Jesús como un rescate. Cuando uno considera el gran número de esclavos que había en el Imperio Romano, no es extraño que esto fuera visto como una manera particular de entender la razón por la cual Jesús tenía que morir. Además, Jesús mismo había dicho que vino a “dar su vida como rescate por muchos” (Mateo 20:28).

En la época de Anselmo, Arzobispo de Canterbury en el siglo XI, las condiciones sociales habían cambiado hasta el punto que la idea del rescate fue descartada, en gran medida en favor de lo que llegó a ser conocido como la teoría expiatoria de la satisfacción. Para Anselmo, el sistema feudal arrojaba luz sobre la razón por la que Jesús tuvo que morir. Él consideraba a Dios como un señor feudal, y el pecado como una ofensa que había deshonrado a la divina majestad. Los pecados no pueden ser perdonados simplemente, sino que tenían que ser compensados o “satisfechos”. Sólo alguien igual a Dios podría compensarlo adecuadamente y, sin embargo, la indemnización debía ser hecha por un humano. Por lo tanto, el libro de Anselmo, Cur Deus Homo? (¿Por qué Dios se hizo Hombre?), afirma que Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente humano. Sin embargo, uno se queda con la impresión de que para Anselmo la muerte de Jesús fue de mayor beneficio para Dios que para la humanidad.

Junto con Anselmo, los reformadores del siglo XVI, Lutero y Calvino, vieron el pecado como un intruso en el universo. El pecado era considerado como “infracción de la ley” (1 Juan 3:4) y la muerte como su consecuencia (Rom. 6:23). La ira de Dios contra el pecado significa que la pena del pecado tenía que ser pagada, y “parece claro que ellos [los reformistas] creían que la esencia de la obra salvadora de Cristo consistió en tomar el lugar del pecador”.1 Esta teoría “substitutiva” de la muerte de Jesús está basada en pasajes bíblicos tales como Romanos 5:19, que dice: “Por la desobediencia de un solo hombre los muchos se hicieron pecadores, así también a través de la obediencia de un hombre los muchos serán constituidos justos”.

En el último siglo, muchos cristianos han comenzado a cuestionar la idea de la sustitución. ¿Cómo puede el pecado y su pena—y mucho menos el derecho de la vida y la muerte—ser transferido de una persona a otra? ¿Y qué tipo de Dios es aquel que demanda la muerte de su propio Hijo? Sorprendentemente, estos comentaristas modernos se han convertido de nuevo a las ideas de Pedro Abelardo, un cristiano del siglo XI, contemporáneo de Anselmo. Abelardo, que fue profundamente afectado por su trágica historia de amor con la bella y talentosa Eloísa, rechazó cualquier idea de que la muerte de Jesús fue necesaria para satisfacer la ira de Dios. Por el contrario, Dios tomó voluntariamente sobre sí mismo la carga del pecado, y tal disposición “despierta en la gente gratitud y amor por Dios”.2

Parece evidente que las diversas teorías en cuanto al significado de la muerte de Jesucristo se plantearon a raíz de diferentes condiciones sociales y culturales. Pero, ¿favorecen los escritores bíblicos una opinión sobre otra?

Metáforas bíblicas de la salvación

Los escritores del Nuevo Testamento, de hecho, utilizan una amplia variedad de imágenes de palabras para describir lo que significaba para ellos la muerte de Jesús. Expresiones como salvación, justificación, reconciliación, adopción, y perdón pueden llegar a nosotros con una “pesada” carga teológica, pero ese no era el caso en los tiempos del Nuevo Testamento. La salvación, por ejemplo, tenía un sentido “secular” que denotaba la liberación de algún tipo de peligro, o incluso la curación de una enfermedad.

La justificación bíblica es otra metáfora utilizada por algunos de los escritores del Nuevo Testamento para describir por qué Jesús murió en la cruz. Es un término jurídico que significa la absolución y viene del mundo del derecho, de los tribunales, los criminales, y los veredictos. El apóstol Pablo es especialmente apto al señalar que la humanidad está en la barra de sentencia del universo como criminales condenados (por ejemplo, 1 Cor. 6:9–11). En lugar de que Dios aparezca ignorando el pecado, e descripto como alguien que trata adecuada y justamente con el pecado y los pecadores. Nosotros somos “justificados gratuitamente, por su gracia, mediante la redención que vino por Cristo Jesús.…Él [Dios] lo hizo para demostrar su justicia en el momento actual, de manera que Él sea el justo y el que justifica a quienes tienen fe en Jesús” (Rom. 3:24–26). La justificación es la declaración de que a pesar de que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23), son “contados” por Dios como si fueran justos y estuvieran en buena posición delante de Dios, a causa de su unión con Jesús (Rom. 4:3). Hoy en día, el término “justificación” se utiliza muy rara vez, salvo como parte del lenguaje de las computadoras, donde se refiere a que los márgenes de un documento estén rectos. Tal vez eso nos dice algo acerca de los cambios de estatus y las posibilidades que el Tipeador celestial desarrolla en nuestras vidas.

Por supuesto, la Biblia utiliza otros términos aparte de la justificación para explicar cómo la humanidad es rectificada en Jesucristo. Otro modelo es el de la reconciliación, que encuentra sus orígenes en las relaciones humanas. Familia y amigos se han convertido en extraños; una estrecha relación se ha fracturado. Nos hemos convertido en “los enemigos de Dios” (Rom. 5:10). Sin embargo, Dios llega a restablecer la amistad rota. “Nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo” (2 Cor. 5:18).

La adopción es otra imagen que viene del mundo de las relaciones humanas. Somos vistos como extranjeros, extraños, huérfanos y sin esperanza de encontrar un hogar (Efesios 2:12). Si bien estamos todavía en ese estado desamparado, Dios nos adopta en su familia, no como trabajadores pagados, sino como hijos e hijas que le llaman “Padre” y que tienen los mismos derechos que los hijos biológicos (Rom. 8:18 ; Gal. 4:4–7).

Desde el ámbito de las transacciones financieras, deudas y acreedores, viene la metáfora de la salvación que se relaciona con la idea de perdón. En respuesta a la pregunta de Pedro: “Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano cuando él peca contra mí?”, Jesús cuenta la historia de los dos deudores. Un deudor debe una fortuna al rey, mientras que el otro debe una miseria al primer deudor. Lo que ambos tienen en común es que ninguno es capaz de pagar sus deudas. Somos el primer deudor a quien el rey ha tenido lástima y “canceló la deuda” (Mateo 18:21–35). Por supuesto, la tragedia de la historia de Jesús es que con demasiada frecuencia no extendemos a otros (el segundo deudor) el tipo de perdón que recibimos por el hecho de que “Jesús murió por nuestros pecados” (Rom. 15:3).

Poniendo las metáforas juntas

Parece claro que todas las teorías acerca de la muerte expiatoria de Jesús Cristo se derivan del esfuerzo por expresar el sentido de lo que hizo Jesús en la cruz, en términos tales que sean comprendidos en un entorno cultural particular. Por lo tanto, la teoría de la satisfacción, por ejemplo, tiene poco sentido para la gente contemporánea.

También es cierto que los escritores del Nuevo Testamento utilizan palabras que reflejan imágenes tomadas de la familia, la sociedad, los negocios y la sala de audiencias. Estas expresiones pretenden transmitir significado a los oyentes originales del Nuevo Testamento. Sin embargo, ¿son igualmente significativos términos tales como justificación, salvación, adopción, reconciliación y perdón–por no mencionar otros– para nosotros como lo fueron para los primeros cristianos?

De hecho los escritores bíblicos, obviamente, lucharon para presentar la maravillosa buena noticia del amor de Dios revelado en la muerte de Jesús. ¿Por qué utilizaron una amplia variedad de modelos? Porque el lenguaje finito no puede expresar completamente lo infinito. Así como los novios intercambian no una fotografía sino muchas, así también capturamos un esbozo de lo que Jesús hizo en las palabras de Pablo, y otro poco en las parábolas que Mateo nos vuelve a contar.

Nuestra situación cultural hoy es muy diferente de la del primer siglo. Sin embargo, aunque las cosas han cambiado totalmente, ¡en el fondo nada ha cambiado! A pesar de que no puedo identificarme con el modelo feudal de Anselmo, soy capaz de verme en la historia del hijo pródigo y en la del implacable deudor. Acepto por la fe que mientras que yo era culpable, Dios ahora me cuenta como inocente, y que yo era un paria, pero ahora soy un hijo de Dios, y que yo estaba en deuda, y ahora estoy perdonado; porque ¿puedo explicar totalmente lo que Jesús ha hecho en la cruz? No, pero sé que es verdadero.3

Para debate o reflexión

  1. ¿Qué modelo bíblico de la salvación le habla más poderosamente a usted? ¿Por qué razón?
  2. Construya una parábola moderna que ilustre por qué Jesús tuvo que morir.
  3. Los Adventistas del Séptimo día parecen particularmente “alérgicos” a los modelos y metáforas. ¿Por qué?

Notas y referencias

1. León Morris, “Teorías de la Expiación”, en el Diccionario Evangélico de Teología, ed. Walter A. Elwell (Grand Rapids, Michigan: Baker, 1984), 102.

2. RL Linder , “Abelardo, Peter,” en el Diccionario Evangélico de Teología, 1.

3. Este artículo está adaptado ligeramente a partir de Ray Roennfeldt, “¿Por qué Jesús tuvo que morir?” En Robert K. McIver y Ray Roennfeldt, eds., Significados para el Nuevo Milenio: La fe cristiana desde una perspectiva Adventista del Séptimo día (Cooranbong, NSW: Avondale Academic Press, 2000), 65–68.

Ray Roennfeldt enseña en la Facultad de Teología en Avondale College, Cooranbong, NSW, Australia, y es el presidente electo de la universidad.

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