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Grita!!!

Grita, chilla,
nadie te escucha;
regocíjate en tu propio silencio,
hazlo tuyo,
es lo único que tienes.
Vives, o eso crees, en un abismo
de un paraje oscuro.
La ausencia de luz no te permite ver
que te rodea un bosque
profundamente denso,
repleto de árboles hibernales
que se comen a sí mismos.
Ellos, mientras aúllan repetidamente
el nombre de la muerte.
Sí, la muerte,
la trágica y cruda realidad
que te persigue
por todos los ángulos
del espacio-tiempo
a la velocidad de la luz.
Que, incluso, un día
logra tu amistad,
y te quiere, y os queréis,
es amor vivo.
Ella sí te escucha,
te trata como el agua a la tierra
o como una madre a su hijo;
tú, mientras,
drogado de vida,
necesitas a la muerte
como a un todo;
la necesitas para sobrevivir,
para poder vivir
en la muerte de la vida
sin desear ser la muerte
(porque la muerte es muerte),
pero a la vez
siéndolo en la vida.
Piensas,
marchándose la muerte
quizá venga la vida,
pero no;
la vida no existe sin la muerte
mas la muerte sí vive
ya que somos muerte,
muerte viva.
La vida no se alcanza sin morir,
morir en la oscuridad del bosque,
allí donde nace y muere la muerte.
Sigue gritando,
sigue gritando,…
ella te escucha.

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