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Decisiones salomónicas

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Después de una reunión realizada en el palacio de Gobierno de Chile, en donde los expresidentes fueron convocados para ser informados sobre la estrategia de defensa de Chile frente a la demanda marítima que Perú interpuso ante el Tribunal Internacional de La Haya, los expresidentes realizaron una declaración conjunta en la cual solicitaron al Tribunal de La Haya que no se emitan “fallos salomónicos” y actúe “conforme a derecho”.i

Las referencias al estilo o método “salomónico” del Tribunal Internacional de La Hayaii en cuanto a la solución de problemas limítrofes,iii se realiza a propósito del último fallo del Tribunal en el diferendo entre Nicaragua y Colombia en donde esta última no quedo conforme con los resultados, poniendo en duda su aplicación.

En este contexto se ha aplicado al término salomónico un significado totalmente contrario al original, proyectando la idea de que el Tribunal de La Haya acostumbra a dejar a todos contentos y repartir de manera equitativa, y no necesariamente justa, entre los litigantes.

Entonces surge en nuestra mente una interrogante natural: ¿Por qué algo que podría no ser totalmente justo tendría que ser salomónico? ¿Acaso el rey Salomón no es un referente bíblico de justicia y sabiduría?

El relato bíblico nos presenta a Salomón como un joven gobernante que recibe el trono de su padre el rey David. Si bien Salomón no era el primogénito, y por lo tanto candidato natural al trono, fue el elegido por Dios para gobernar.iv

En la Biblia dice: “El Señor se apareció a Salomón… y le dijo: Pide lo que quisieres que yo te dé. Y Salomón dijo: …Da pues a tu siervo un corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo” (1 Reyes 3:5,9).

Salomón podría haber pedido un largo reinado, riqueza, poder, someter a sus enemigo o cualquier otra cosa. El pedido del joven rey es un reflejo de un claro sentido de misión y una predisposición a ser utilizado por Dios. Por esta razón Salomón llegaría a ser conocido como el hombre más sabio del mundo. La Biblia registra que gobernantes de otras partes del mundo venían buscando conocer la sabiduría de Salomón (1 Reyes 10).

En este contexto encontramos el relato de 1 Reyes 3:16-28 en donde dos mujeres se acercan al rey para pedir que solucione su problema. Una de ellas había accidentalmente asfixiado a su bebé con el pecho mientras dormía.v Al percatarse de lo sucedido procedió a cambiar a su bebé muerto por el de su compañera de dormitorio. Al despertar la otra mujer vio que el bebé muerto junto a ella no correspondía a su hijo sino al de su compañera de habitación y por esta razón recurrió a la sabiduría del Juicio del rey buscando Justicia.

“Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.” (v.22)

Frente a este relato tan contradictorio el rey sorprende a todos con su pedido:

“…Tráiganme una espada. Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo: Partan por la mitad al niño vivo, y den una mitad a cada una.” (v.24, 25)

Al escuchar semejante veredicto, la que era la madre del niño no soportó la idea de ver al fruto de sus entrañas ser despedazado por una espada. Ella, como toda verdadera madre, prefería perder a su hijo, si eso aseguraba su supervivencia. Es por esto que cae a los pies del rey suplicando que se preserve la vida del niño aun cuando esto significara perder su tutela. Sorprendentemente la otra mujer dijo: Ni para ti ni para mí; mejor pártanlo” (v. 26).

Ya no quedaba la menor duda sobre quién era la verdadera madre del infante, por lo que el rey ordenó que a ella le fuera entregado el bebé que aún estaba con vida.

El relato concluye con la siguiente declaración: “Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar” (v. 28).

Eso sí es una decisión “salomónica”, no el dejar a todos contentos o pretender repartir a todos por igual, sino el administrar justicia basándose en la verdad. No se pretende tomar partido por ninguna de las partes. La intención es simplemente mostrar que el uso que se pretende dar al término salomónico está totalmente fuera de sentido y contradice la idea del texto.vi

Creo que los cristianos estamos llamados a presentar el uso correcto de los términos bíblicos, sobre todo cuando su uso popular tergiversa el significado de los relatos bíblicos como así sucede con el término salomónico.

Miguel A. Victoriano G.
Pastoral Universitaria
Universidad Adventista de Chile

Notas:

iii Después del Fallo de la Corte Internacional de la Haya con relación al diferendo marítimo de Colombia y Nicaragua. http://www.lasegunda.com/Noticias/Internacional/2012/11/798505/Corte-de-La-Haya-otorgo-a-Colombia-soberania-de-cayos-de-San-Andres-en-disputa-con-Nicaragua

ivEn la cultura semítica se le atribuye una suerte especial al hijo primogénito, quien tenía ciertos privilegios únicos por el solo hecho de haber sido el primero en nacer, sin embargo en la Biblia encontramos que en ocasiones Dios ha decidido asignar los privilegios y responsabilidades del primogénito a un segundo o tercer hermano como en el caso de Esaú y Jacob.

vEl texto indica que el bebé murió porque la madre se “…acostó sobre él” (v. 19)

viNo es la primera vez que un concepto bíblico es sacado de su contexto y mal interpretado en el uso popular, viene a mi mente la palabra Apocalipsis que en su sentido etimológico significa (Gr. Ἀποκάλυψις) “revelación” mostrar algo oculto, desconocido, es el mismo sentido de abrir una cortina, correr el velo, para poder ver aquellas cosas que abrían de suceder. <http://es.wikipedia.org/wiki/Apocalipsis>. Es claro que el uso de esta palabra en el título del libro es describir el propósito del mensaje; mostrar a sus lectores las cosas que habrían de suceder, aquellas cosas ocultas a la mente humana, ajenas a nuestra comprensión limitada por nuestra temporalidad, con el propósito de que sus siervos pudieran estar apercibidos y enfrentar el futuro con esperanza. Lamentablemente el uso popular que se le da a la palabra se aleja mucho de ese propósito, relacionándola con eventos catastróficos y desgracias naturales más que con su sentido original de esperanza y un futuro mejor.

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