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Nuestra experiencia como siervas del Señor – 2

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¿Qué ha significado para las obreras bíblicas norteamericanas haber sido finalmente nominadas para la ordenación pastoral?

A continuación ofrecemos un breve resumen de cada uno de sus testimonios con el enlace a la versión original en inglés. Recordamos a nuestros lectores que todos los artículos de Sepctrum se pueden traducir instantáneamente al castellano mediante Google, gracias al menú situado bajo la fecha de publicación de cada artículo. Aquí puede leer la primera parte de esta serie.

 

TODO EN SU LUGARMarit Case es pastora asociada en la Iglesia Adventista del Séptimo Día Carmichael en Carmichael, California.

“Cuando llegué a EE.UU. a finales de los 80, trabajé como capellán en Loma Linda. Y fue como capellán cuando me involucré en el movimiento de mujeres por la ordenación pastoral de las mujeres, en busca de la igualdad.”

“El momento más difícil en esta lucha fue Utrecht ’95. Conocí a un par de talentosas jóvenes que querían entrar en el ministerio y decidieron no hacerlo, en el Congreso de la Asociación General (AG). Fue difícil, una lucha desgarradora, con mucho enojo y dolor. Yo ya había aterrizado en la iglesia de Pacific Union College (PUC), en 1991, y estaba haciendo lo que tenía que hacer y quería hacer. Pero lo que realmente sentía era que la iglesia no tenía lugar para las mujeres en el ministerio.

Todavía me aflige ese recuerdo.

En cuanto a mí, mi viaje ha sido maravilloso. Me pidieron ir a Pacific Union College (PUC) en un momento difícil, cuando la iglesia del colegio quería a una mujer con formación en consejería. Con una maestría en Terapia Matrimonial y Familiar, era lo que necesitaban. Pero no fui considerada “pastor” hasta que llegué a la iglesia de Carmichael, probablemente porque nunca he querido ser “pastor.” Nunca lo planeé, simplemente me convertí en “pastor”.”

“Dios me quería en el ministerio, siento firmemente que Él me llevó a ministrar. Nunca sentí una vocación evidente, pero en cuanto a cómo las cosas se fueron poniendo en su sitio, realmente siento que Dios hizo eso, todo lo hizo Él. Y ha sido maravilloso. Me encanta, me sigue encantando, y he tenido la gente más maravillosa conmigo en este viaje. Pero si no fuera por ese primer grupo de personas en PUC, yo no lo habría hecho. Ellos proporcionaron los años buenos que me ayudaron a seguir adelante.”

Lea este testimonio completo.

CONFIRMACIÓNHalcyon Westphal Wilson es pastora de diversos ministerios en la Iglesia de la Universidad de La Sierra (LSU). Como pastora jubilada / a tiempo parcial para la Iglesia LSU, que se ha desempeñado durante 32 años, le gusta ayudar cuando sea necesario. Además de ser parte del equipo pastoral y la asistencia a las reuniones de personal y otras reuniones, como es de gran ayuda, Wilson es el enlace para el equipo pastoral de visitas para los miembros confinados en casa, diaconisas, Escuela Sabática de Adultos, Personas Mayores en Acción y el servicio litúrgico de la iglesia. Se toma su turno en hacer funerales, visitas, asesoramiento y otras funciones si es necesario.

“El 2 de diciembre de 1995, fui ordenada por mi familia de la iglesia, no la conferencia o administradores de la Unión, sino por mis colegas, familias, niños, mi familia, la gente que había aconsejado, bautizado, casado y dedicado, los que se sentaron conmigo en iglesia, que me apoyaron y me ayudaron a aprender cómo hacer el ministerio.”

“El 19 de agosto de 2012, la Unión del Pacífico afirmó mi ordenación. Gracias.”

Lea este testimonio completo.

PLENITUDLinda Farley es la capellán en el Centro Médico Soin, que forma parte de la Red de Salud de Kettering, en Dayton, Ohio. Farley ha sido capellán de hospital durante 19 años y ha ejercido un rol pastoral durante cuatro años, además de los 20 años de ministerio en equipo con su difunto esposo, Steve Farley. Ella va a tomar parte en un servicio de ordenación, aunque no hay fecha todavía para ello.

“Mis padres me enseñaron y me animaron a mí y a otras jovencitas a dar estudios bíblicos pero nunca nos señalaron el camino hacia el pastorado. Nunca cuestioné la prohibición de Dios a las mujeres para ser pastoras hasta que me convertí en adulta y poco a poco sentí el llamado de Dios para el ministerio a tiempo completo. Me convertí en una mujer de pastor con 20 años de experiencia pero sin sueldo, ministrando junto a mi marido contenta y con amor, dando estudios bíblicos, consejería, ayudando en esfuerzos evangelísticos etc. Otros, -miembros de iglesia y mis pacientes- reconocieron mi llamado al ministerio y me lo dijeron. Mi corazón sabía que estaban en lo cierto, pero necesitaba mi sueldo de enfermera para poder invertirlo en ministerios extra para los miembros de nuestra iglesia.

Observé cómo pastores varones de mi Asociación eran incorporados al cuerpo pastoral con menos educación formal y experiencia que la mía y se les daban beneficios educativos, soporte para el ministerio y eran ordenados. Pero cuando una servidora, después de haber desempeñado responsabilidades pastorales, finalmente pedí ser ordenada, recibí negatividad y desaliento. A pesar de haber cumplido con las tareas que se esperaban de mí, por ser mujer, estaba siendo rechazada. Afortunadamente, Dios tenía otros planes y otros medios, y a pesar de lo amargo que fue ser rechazada, el plan de Dios ganó.”

“En mis más de 23 años como pastora/capellán, he bautizado, he dirigido la Santa Cena, he realizado funerales y bodas, he predicado en las iglesias y he ministrado a personas de todas las edades, sexos, religiones y culturas.”

Lea este testimonio completo.

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