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Reclamosaurus Adventistii Hispanicus

Permítanme sus majestades ejercer, aunque sea por una infimidad,[1] del  oficio de bufón que de tanto en tanto me aqueja. Se me antoja que, en los vericuetos de la corte eclesiástica posmoderna, se precisan de chascarrillos, unas veces bobalicones y otros agridulces, para sonreír y, válgame la gracia, construirnos. Ni se me avecina el deseo de acongojar o perturbar los corazones de sus majestades.  Aspiro, desde el verbo del nasón de Bergerac, al objetivo de Molière: Castigat ridendo mores (corrige las costumbres riendo). ¡Ojalá nadie se indigeste con este “tartufo” porque lo que tiene de helado es para deleite!

Érase que se era en un país muy cercano que sus habitantes eran catalogados, entre otras cosas, por sus caderas. Los Saurischia tenían dicha estructura ósea similar a la de los reptiles y, como tales, apenas si despegaban del suelo. Los Ornithischia, sin embargo, se asemejaban a las aves y, cómo no, anhelaban surcar los vientos. En este entorno, una especie traía de cabeza a los taxónomos y clasificadores porque representaba a ambos grupos y generaba notables discusiones entre los eruditos. La Carolus Linnaeus Uppsala Universitet siempre sostuvo que eran aves pero muchos lo dudaban. He de mencionar el nombre, ténganme  consideración sus majestades, porque el relato lo precisa. Respondía a la designación de Reclamosaurus Adventistii. Eran descendientes de los Aguantosaurus Adventistii, un animal de dimensiones extraordinarias, herbívoro y que destacaba por su magna docilidad y sumisión a los machos alfa. Los especialistas han podido constatar que los Aguantosaurus Adventistii se extinguieron, usualmente, por gastritis. Lo que parecía una virtud terminó por exterminarlos.

Los Reclamosaurus Adventistii  son de menor tamaño, en unas ocasiones herbívoros y en otras carnívoros. Eso sí, su dieta se altera notablemente con su estado anímico. Hemos de advertir a los lectores menos interiorizados en estas lides que ser un Reclamosaurus Adventistii no tiene ninguna connotación negativa. El reclamo, característica esencial de estas poblaciones, es en sí inerte, forma parte del proceso comunicativo al mismo nivel que otros recursos lingüísticos.  Se ven, eso sí, muy afectados por dos factores: localización y clima. En cuanto a localización podemos diferenciar a seis grupos:

a. Reclamosaurus Adventistii Germanicus

No son dados a nidificaciones abundantes y mantienen en alta estima al macho alfa. Sus actividades se hallan notablemente regladas por los factores temporales. Los procesos de celo y reproducción se realizan exactamente en las estaciones marcadas.

b. Reclamosaurus Adventistii Eslavicus

Algunos especialistas cuestionan si se encuentran en el estado de Reclamosaurus por su sumisión al macho alfa. Sus nidificaciones son superiores a los Germanicus. Destacan por la depurada construcción de los nidos y su afán por bramar en conjunto.

c. Reclamosaurus Adventistii Yanquinus

Pese a la intensa variedad  de subespecies, destacan por la neutralización de los machos alfa y el emergente desarrollo de hembras alfa. Nidificaciones escasas y precoz independencia de las crías. 

d. Reclamosaurus Adventistii Japonicus

Especie poco estudiada por el exiguo número de la población. Nidificaciones escasas y fuertes vínculos de parentesco. El macho alfa se asocia con estructuras familiares.  Sus nidos se destacan por poseer las ramas más verdes y ligeras.

e. Reclamosaurus Adventistii Australis

Al igual que acontece con el Yanquinus, hay una multitud de subespecies. A diferencia de éstos, el macho alfa tiene un fuerte impacto en la comunidad. Sus nidificaciones son muy abundantes y tienen un fuerte componente de sociabilización.

f. Reclamosaurus Adventistii Mediterranensis

Es una especie sumamente sociable y, por lo tanto, con un alto grado de excitación. Si bien, en la actualidad, no tiene un índice elevado de nidificación, posee fuertes estructuras de parentesco. Tiene una tendencia endogámica a padecer de malinchismo lo que le genera periódicamente estados pasivo-agresivos.

LosReclamosaurus Adventistii son extremadamente sensibles al clima. Podemos detectar cuatro reacciones a dicho factor:

a.     Atmósfera autocrática

Se genera cuando el macho alfa tiende a imponer sus designios sobre todas las actividades a la manada. Es muy eficaz en momentos de catástrofe porque rentabiliza la supervivencia de la población. Por el contrario, en períodos de estabilidad provoca brotes de choque entre el macho alfa y los machos aspirantes. A su vez, desarrolla involuciones en la especie de tal grado que se pueden hallar especímenes con fenotipo de Aguantosaurus Adventistii. Estudios del aparato digestivo de estos especímenes constatan inicios de gastritis en un 78%.  El porcentaje restante fallece por causas múltiples: cirrosis, afecciones cardiovasculares, sobredosis de Prozac, autoflagelación, etc.

b.     Atmósfera transaccional

Surge en las poblaciones en los que el macho alfa genera un tipo de trueque de objetos con sus congéneres. La fidelización de la manada depende de lo que aporte el líder (pastos de calidad, diversidad de caza, variedad y cantidad de crías, etc.). En esta condición, la manada aporta una porción de sus bienes y, con ello, se limita la relación de parentesco. Con este clima, cualquier impacto ambiental, por muy débil que sea, disuelve el grupo.

c.      Atmósfera liberal

Se genera cuando una manada carece de macho alfa debido a una fuerte atmósfera autocrática que ha derivado en una insurrección masiva (y existe un notable rechazo a cualquier macho dominante) o por brecha generacional (fallece el macho alfa y no se ha gestado un núcleo de machos aspirantes). Si las condiciones ambientales son positivas produce un estado placentero en la manada. Cualquier situación adversa termina por extinguir el grupo.

d.     Atmósfera transformacional

Las poblaciones que poseen un macho alfa empático (acepta su responsabilidad en el liderazgo del grupo, contempla las necesidades de todos los especímenes, acepta y contrasta las informaciones del colectivo, asesora a los machos y hembras aspirantes, fomenta las relaciones de parentesco) y una manada activamente interrelacionada (colabora con las directrices del macho alfa, aporta posibilidades en los procesos de regulación y nidificación, posee criterio en el análisis de las situaciones adversas, asume la identidad del grupo proactivamente) crecen y evolucionan positivamente. Tales poblaciones demuestran que ser Reclamosaurus no es intrínsecamente negativo. En los grupos que viven bajo una atmósfera transformacional el reclamo es una vía de regulación social. El macho alfa no la comprende como agresión personal sino como propuesta de mejora y la manada no la emplea como canal de eclosión de frustraciones reprimidas sino como instrumento de coparticipación.

La especie que responde a nuestras investigaciones, recuerden sus majestades los límites cognoscitivos de este bufón, es la denominada Reclamosaurus Adventistii Mediterranensis Hispanicus o, como se menciona comúnmente, “reclamiñol”. Si bien, en estos momentos, convive con Reclamosaurus Adventistii Mediterranensis Rumanicus, con Reclamosaurus Adventistii Australis y con Reclamosaurus Adventistii Caribensis podemos seguir generalizándolos como Hispanicus por la dominancia, si no en cantidad al menos en influencia, de los grupos primigenios.

Una breve anamnesis de dichas poblaciones nos muestra que han derivado de atmósferas autocráticas (al menos en dos ocasiones) a atmósferas transaccionales y liberales (en este último caso por una clara brecha generacional y marcados cuestionamientos de los machos alfa). Los registros hallados en Edeta-Lauro muestran ciertos estratos de atmósferas transformacionales. Parece que hay indicios de situaciones similares en las excavaciones de Égara, Ilici o Ibosim. Una población de reciente instalación en Ficaris manifiesta características propias de un entorno transformacional. Seguramente las poblaciones son mucho más numerosas pero este bufón no tiene los recursos mínimos para un estudio pormenorizado (he perdido en apenas seis meses a dos becarios de juglar y a uno de saltimbanqui). Sus majestades tengan a bien ser misericordiosos con este paupérrimo hacedor de retruécanos.

Tras varias décadas de análisis, se puede afirmar que nos hallamos frente a una coyuntura especialmente relevante. Los especialistas insisten en que estamos ante un salto evolutivo irrefrenable que, por fin, permitirá una clasificación clara de la especie. Todo depende del gen que los caracteriza: el reclamo. Si dicho gen muta en “reproche” nos hallaremos ante una nueva especie de Saurischia; si muta en “aserción” será una nueva especie de Ornithischia.

Los taxónomos más atrevidos se animan a imaginar cómo serán y su denominación. A los primeros, los núcleos británicos los catalogan como Burnoutsaurus Adventistii Mediterranensis Hispanicus (Brûlesaurus los científicos franceses y Tostatosaurus los italianos). La literatura en español le llama con frecuencia Achicharraosaurus. Sea como fuere, se detecta un incremento en la inestabilidad de las manadas, un bramido constante que genera malestar en la población y, especialmente, en las crías que tenderá a la emancipación temprana y a la alienación conductual.  Se supone que serán carnívoros, de nidificaciones escasas y con un alto número de machos alfa. El gen del “reproche” limitará su postura y, progresivamente, los convertirá en reptiles, seres atados al polvo del suelo.

Hay coincidencia en la designación de los segundos (seguramente por el gen que los caracterizará): Asertivosaurus Adventistii Mediterranensis Hispanicus. Según M. Davis, M. McKay y E.R. Eshelman, como aves, tendrán las siguientes características:

a. Poseerán un alto grado de empatía. Respetarán las necesidades de sus congéneres, protegiéndoles y transmitiendo los valores identificativos de la manada.

b. Tendrán una fuerte tendencia a la sociabilización. Acudirán con facilidad a los bramidos de la manada porque disfrutarán de la interrelación del grupo.

c. Superarán las estructuras heterónomas para interiorizar los valores de la manada. Los técnicos opinan que se desarrollará una “autonomía comprometida”. Los individuos elegirán por sí mismos en plataformas de generosidad.

d. Se expresarán con fluidez y en un diálogo de afecto. La comunicación no se considerará como acto de poder o de agresión sino como espacio común. Los etólogos ya han observado dicha tendencia en las danzas de cortejo de algunos reclamiñoles.

e. Los machos alfa serán conscientes de su condición de pares con el resto de la manada y procurarán atmósferas transformacionales. Así como lo ven J.M. Burns y B. Bass, la mejora de la especie dependerá mucho de este factor porque aportará a los grupos equilibrio, madurez y autorrealización.

f. La característica más relevante: ganas de volar. Los Asertivosaurus no se conformarán con el suelo, el cielo será su hábitat. Desarrollarán progresivamente un peso más ligero (ingesta más liviana, nidos menos aparatosos, higiene personal más escrupulosa) y, por tanto, una mayor destreza en el arte de volar. Se prevé que comiencen con pequeños saltos (piedras, matojos, pequeños reptiles), saltos entre árboles (búsqueda de una dieta más frutícola), saltos al vacío (éste será un momento esencial en la evolución de esta especie porque incorporarán definitivamente el gen de la “confianza”) y vuelos prolongados (lo que afectará notablemente su estructura ocular y visión). Se sabe por experiencias de otras especies (v.g.: Cristianosaurus Primitivae) que el “viento” será esencial en cada una de estas etapas.

Dice el astrónomo Daniel Prophet que se acerca una piedra inmensa a la Tierra, tan grande como una montaña, y que, sin lugar a dudas, los Bournoutsaurus se extinguirán. Sólo las especies que sean capaces de volar podrán sobrevivir.

Majestades, mientras cosía los cascabeles de mi ajado gorro de fieltro, pensé en hablarles de un rey que tenía muchas ovejas y le quitó la única que tenía a un pobre pastorcillo. Pero, he de serles sincero, sentí temor y recordé dónde acabó la cabeza del Bufón de los bufones, Juancillo comesaltamontes. Tuve, en mi visión de cuitas de plebeyo, la tentación de cantar las gestas de sus majestades pero me perdió, una vez más, el afecto por mis señores. No soy bufón por despecho, ni por rencores, ni siquiera por el reconocimiento de los colores de mis rombos (¡Qué bellos son!) sino porque, entre sonrisas y risas, la verdad cala más hondo.

Majestades, se acercan tiempos de justas. ¡Ojalá impere lo justo! ¡Ojalá el pichón sobrevuele al halcón! ¡Ojalá que las damas o los caballeros no precisen sangre para ser reconfortados sino los azahares del corazón realmente noble! ¡Ojalá los reyes dancen con los siervos una danza de amistad! ¡Ojalá los heraldos proclamen más que tiempos de bonanza, tiempos de bondad! ¡Ojalá, en esa Asamblea de Príncipes y Sacerdotes, corra un viento tan agradable y fresquito que se escriba en los anales!

¡Ojalá mi cabeza no ruede y pueda verlo con mis ojos!



[1] De ínfimo e intimidad que no de infame e inquisicionalidad.

 

Foto: floresyplantas.net

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