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La Creación en la Biblia

 Quienes han leído mi serie de columnas sobre la creación saben que fueron motivadas por las reacciones a mi columna del pasado mes de julio. En ella lamentaba que hubiera quines quieren pelear batallas doctrinales acerca de la creación y comentaba que las doctrinas no son negadas o establecidas en batallas. Si bien el cristianismo ha dejado una estela de doctrinas ya muertas ninguna de ellas murió “con las botas puestas”. Tratando de enfocar la conversación desde una perspectiva diferente aclaré que mi fe está fija en Dios como Creador de los cielos y la tierra, pero no comulgo con los creacionistas, puesto que el creacionismo es una ideología manufacturada en el siglo XIX para defender una agenda oculta y engañar a los desapercibidos.

            Dadas las reacciones a esa columna me propuse hacer un repaso de la evidencia acerca de la creación en la Biblia y me siento satisfecho por las reacciones a mi examen de los textos bíblicos. Mi propósito al escribir esta serie de columnas fue dejar a un lado lo que dicen los creacionistas y tratar de entender lo que dice la Biblia. Si mis columnas estimularon a algunos de mis lectores a reflexionar y organizar sus pensamientos basándose en lo que dicen los textos bíblicos mi objetivo habrá sido alcanzado. Un ligero paseo por el camino recorrido en esas columnas revela un rico panorama.

            Comenzando con el apóstol Pablo en Romanosvimos que la creación manifiesta el poder y la divinidad de Dios y tal evidencia es suficiente para que los seres humanos den gloria  y alabanza al Creador (Rom. 1: 19-20). Este poder revelador de la creación no está viciado por que la creación al presente gime bajo corrupción. Aunque está sujeta a vanidad, está “sujeta con esperanza” (Rom. 8:20). Esto nos deja saber que, a pesar de las apariencias, Dios controla Su creación y todo lo creado es bueno. Además, la resurrección de Jesucristo nos da una nueva visión de la realidad, y nos deja ver que el poder del amor de Dios es superior a todos los poderes malignos que tratan de separarnos del amor de Dios. Dios controla no solamente lo que es, sino también lo que no es (Rom. 4: 17). O sea, el ámbito de lo puramente potencial, de la libertad absoluta donde nada está determinado, el ámbito de los milagros también está bajo el control del Creador.

            En sus cartas a los corintios Pablo tiene que defenderse de quienes niegan su apostolado y consideran que su predicación es contraria al evangelio. Estas cartas tienen que enfrentar directamente la maldad que hace estragos en la tierra. Debido a las circunstancias en que se encuentra, Pablo expone la presencia de poderes del mal, dioses y señores del aire responsables por la crucifixión de Cristo y del “aguijón en la carne” que le abofetea. La consideración de la poderosa presencia de agentes malignos (1 Cor. 8: 5; 15: 24-26) en la creación hace que Pablo contraste a la creación de la cual Adán es el representante, creado a la imagen de Dios, con la creación de la que el Cristo Resucitado es el representante, y en la cual todos los que por fe viven en El están siendo recreados en “la imagen de su gloria” (2 Cor. 4: 6). Dada esta visión de la Nueva Creación, la muerte biológica es “ganancia”. El verdadero enemigo que ha de ser vencido es “la más grande muerte” (2 Cor. 1: 10). Su perspectiva escatológica le permite a Pablo ceder a los poderes del maligno la creación “en la carne”. En última instancia la creación “en el Espíritu”, que está ocurriendo diariamente en los que tienen fe en el poder creador del Espíritu que resucitó a Cristo de los muertos, sirve para hacer aún más impresionante el impacto del Dios Creador.

            La Carta a los Colosensesse caracteriza por usar un himno de los primeros cristianos como texto para la exposición de su mensaje. El himno presenta al universo como una persona con alma y cuerpo en la cual la totalidad (Pleroma) de la divinidad se complace en habitar. Cristo es el que originalmente creó todo lo que existe, siendo El la cabeza del cuerpo. Por su muerte y resurrección Cristo es ahora el que ha reconciliado a todas las partes del cuerpo venciendo a los poderes opositores y trayendo la paz (Col. 1: 15 – 20). Junto a la imagen del universo como La Pleroma en la cual ahora reina la paz, el autor apela a la circuncisión como la operación que le ha quitado el prepucio al cuerpo universal cuando Cristo se despojó de su cuerpo humano al salir de la tumba. De esta manera Cristo ha “perfeccionado” el cuerpo de la Pleroma (Col. 2: 11 – 15). Este universo en el cual había fuerzas opositoras fue creado, reconciliado y perfeccionado por Cristo y ahora espera ser glorificado en Su Segunda Venida (Col. 3: 3).

            Hebreoses una larga exhortación a no darse por vencido ante las vicisitudes de la vida cotidiana. La esperanza de la segunda venida de Cristo es el ancla del alma (Heb. 6: 19). Mientras tanto la fe abre ante nuestros ojos la realidad invisible, inmóvil e incorruptible que es el sustento de las realidades fenomenológicas en las cuales actualmente vivimos. La creación trajo a la luz el mundo que está al alcance de nuestros sentidos, pero este mundo es transitorio, bajo continuos cambios. Lo que ahora existe como realidad visible y corruptible, ya existía como realidad hypostáticaen la eternidad. Esa es la realidad que la fe nos deja ver y la esperanza es el camino que nos conduce a ella. Nuestro Dios descansa en esa realidad y desea que “entremos” en Su reposo. Eso  haremos cuando este mundo móvil sea removido y vivamos en el mundo inmóvil, eterno de Dios. En otras palabras, según Hebreosesta creación es una afluencia secundaria de la verdadera realidad material, la hypostática.

            La literatura apocalíptica, como es bien sabido, le dio nueva vida al lenguaje mitológico, y con él también re-introdujo la geografía cósmica de los antiguos mitos. Es por eso que en el Apocalipsisnos encontramos con un universo de tres pisos sobre los cuales Dios tiene absoluto control. Hay, sin embargo, varios lugares mencionados que no podemos localizar con precisión, como el abismo, el infierno, el túnel del abismo, el lago de fuego, el mar de fuego y vidrio, etc. Además, los agentes del mal han causado muchas injusticias en la tierra y ellas ponen en duda la efectividad de la justicia retributiva de Dios. El mensaje de este libro es asegurar a los que sufren injusticias que Dios es el Todopoderoso que está sentado en Su trono y un día ha de hacer justicia vengando las maldades cometidas por Satanás y sus secuaces. Cuando esto suceda el universo de tres pisos ha de ser convertido en un edificio de una sola planta. Dios, sus ángeles y todos los redimidos han de morar en el jardín de Edén. La historia es un ciclo que retorna a su principio.

            La necesidad de que en la tierra more la justicia no fue descubierta por los apocalipticistas. Tuvo sus orígenes en los oráculos de los profetas de Israel. Para ellos la historia era el teatro de la justicia de Dios, y Dios es el que conduce la historia hacia el Día del Señor en cumplimiento de Su justicia. Para los profetas la creación es el comienzo de la historia, pero como tal no fue concluida en el pasado. La creación y la historia son hermanas gemelas. El pacto histórico, hecho primero con Abraham,  luego con el pueblo israelita en el Sinaí y renovado como un Nuevo Pacto en el exilio, está garantizado por el pacto hecho por Dios con la creación (Jer. 31: 35-36). “Creador del cielo y la tierra” y “Creador del Pueblo Escogido” son los títulos que describen la acción de Dios en la historia. El Creador crea continuamente. Esto es lo que establece al Unico Dios de Israel y lo distingue de todos los dioses de los cultos a la fertilidad que eran muy populares entre los israelitas.

            Los sabios de Israel no unieron a la creación con la historia porque, a diferencia de los profetas, no estaban seguros que la historia revelaba la justicia de Dios. Ellos le dieron mayor importancia a la experiencia de los seres humanos y trataron de comprobar experimentalmente lo que era real. Esto hizo que desplegaran una actitud inquisitiva y crítica. Como resultado, aún cuando mantenían firme su fe en el Todopoderoso Creador consideraron demostrar sabiduría admitiendo ignorancia acerca de la creación (Ecl. 3: 11; 11: 5). También rechazaron la perspectiva apocalíptica que posterga la justicia de Dios para después del Día del Señor, y juzga que la existencia actual está bajo poderes malignos. Para ellos la existencia actual es buena, y esta vida es la única con la que se puede contar. La muerte es definitiva, irreversible. La actitud positiva y optimista acerca del mundo en que viven hace que hasta Behemoth, un monstruo que la literatura apocalíptica considera uno de los más imponentes agentes del mal, sea visto por los sabios como “la más excelente de las obras de Dios”, y Su mascota (Job. 40: 15-19).

            En Génesis 2: 4b – 4: 26 tenemos un relato antropocéntico de la naturaleza y las condiciones de la vida humana. Su enfoque es androcéntrico, patriarcal, y su ángulo de visión muy reducido. La presentación de Dios es antropomórfica. Todas las limitaciones típicas de la existencia humana son compartidas por Dios. Como cualquier otro ser humano Dios planta un jardín, moldea barro, corta costillas, abre un tórax que luego cierra cuidadosamente y camina por el jardín buscando lo que se le ha perdido. Característico de este relato es que para poder vivir los seres humanos deben comer del fruto del árbol de la vida y obedecer un mandamiento. Al desobedecer pierden acceso al árbol de la vida y son expulsados al este del Edén. Allí los seres humanos comienzan la historia que inmediatamente se vuelve trágica, donde el orgullo, la envidia y la pujanza por ser el primero quedan ampliamente expuestos. Con todo, este relato representa un importante paso adelante hacia una visión de la creación que ya no la presenta como el resultado del triunfo del Creador sobre las fuerzas del caos y el mal. Aquí el mar, que es para los profetas, los sabios y los apocalipticistas la fuente del mal, no aparece. Es también notable que los seres humanos reciben vida no por medio de sangre sino por un sople divino.

            A diferencia del Dios antropomórfico de Gen. 2: 4b – 4: 26 que con frecuencia tiene que recurrir al plan B, el Dios de Génesis 1: 1 – 2: 4ª es un Dios que es decisivo, efectivo y trascendente. El autor de esta presentación elimina los dioses de los cultos a la fertilidad y pone en relieve la adoración del Creador del universo. Para ello deja a un lado los mitos en que las fuerzas de la naturaleza son divinizadas y usa a la semana de siete días como estructura básica que le permite hacer del sábado un templo en el tiempo. A pesar de su concentrado esfuerzo en el uso de fórmulas para representar la acción divina, el autor no alcanza completamente su objetivo y se pueden ver a flor de tierra restos mitológicos alrededor de las fórmulas que sostienen su estructura arquitectónica. Con todo, su misión didáctica obtiene un marcado triunfo. La creación de los seres humanos a la imagen de Dios y el sábado como la encarnación de Dios en el tiempo son doctrinas centrales en la larga historia del judaísmo y el cristianismo, y la deshabilitación del politeísmo y el emplazamiento del Creador como único Dios del universo es la doctrina central del judaísmo e islam. Gen. 1: 1 – 2: 4ª, indudablemente, siempre ha tenido y tiene indisputable importancia como documento de fe en el Creador Todopoderoso y Único Dios del universo.

            Quien desee presentar la doctrina de la creación que aparece en la Biblia, sin embargo, no puede reducirla a Gen. 1: 1 – 2: 4ª. Debe tomar en cuenta a toda la Biblia. Quien toma la Biblia en serio no puede ejercer autoridad sobre ella y negar el testimonio de la mayor parte de la Biblia para entonces poder presentar como “bíblico” lo que le gusta. Tal procedimiento hace que se pueda presentar casi cualquier cosa como “bíblica”. Si hemos de ser honestos acerca de la creación debemos reconocer que en ella las descripciones de la creación, las condiciones bajo las cuales tiene lugar, el arreglo estructural del universo, la presencia del mal en ella y la caracterización del Creador varían de manera más que notable y hasta contradictoria.

            En la Biblia encontramos la descripción de la creación como la emanación fenomenológica de una realidad material hypostática anterior y descripciones de ella como lo que sale de la mar primordial. Sus circunstancias son tanto la lucha por controlar a Leviathan como la expresión de una voluntad incontrovertible que no tiene quien se oponga. La estructura del universo se describe como la cadena del ser que se eleva de la realidad material inerte a la realidad espiritual y divina y también como un edificio de tres pisos donde, en algunos textos, se duda que el poder de Dios alcanza las regiones subterráneas de Sheol. La naturaleza actual de la creación se presenta como totalmente buena y bajo el completo dominio de Creador, pero también como caída bajo el poder del “dios de este siglo”, y el Creador es caracterizado tanto como un ser antropomórfico que experimenta con la efectividad de sus opciones y como un ser trascendente, invisible que decreta lo que ha de ser. La diversidad de estas concepciones ofrece la mejor evidencia posible de la influencia de las culturas en que los autores inspirados por el Espíritu  dieron plena expresión a su fe en el Creador.

Negar la evidencia bíblica para absolutizar unos pocos versículos y darles valor científico e histórico es estar cegado por agendas de poder que construyen ideologías. En mi recorrido ligero por el texto bíblico, mi propósito no ha sido pelear batallas, sino tener ojos para ver y oídos para oír. Y mi mensaje es: “El que tiene ojos para ver, Vea”

            Según Pablo vivir “en la carne” es la vida en el mundo natural. Pablo reconoce que por más que él preferiría no vivir “en la carne”, por ahora no le queda más remedio. Es posible, sin embargo, vivir no solamente en la carne sino también “en el Espíritu”. Esta manera de ver las cosas puede transcribirse a nuestro tema. No podemos evitar vivir “en la naturaleza”, pero para quienes viven en el Espíritu es posible al mismo tiempo vivir “en la creación”. Vivir en la carne o en la naturaleza no es pecado. Cristo también vivió en la carne y no por eso fue pecador. Pero Cristo vivió para crear el universo del Espíritu que se estableció en Su resurrección. Gracias a esa Nueva Creación nosotros también podemos ser criaturas de la Nueva Creación aún cuando todavía vivimos en la carne. Vivir en el universo de la Nueva Creación y ver al mundo como la “creación”, no es lo mismo que ver al universo como la “naturaleza”. Por supuesto, los que no participan en la vida del Espíritu sólo pueden ver a la naturaleza. La creación sólo puede ser vista por los ojos de la fe. Cerrar los ojos y afirmar que hay que aceptar a la naturaleza como lo único que existe es, como diría Pablo, vivir “según la carne”, y eso si es pecado puesto que no es de fe (Rom. 14: 22).

            De la misma manera que hablar de la esclavitud en términos de la economía no es lo mismo que hablar de la esclavitud en términos de los derechos humanos, hablar de la naturaleza no es lo mismo que hablar de la creación. De la misma manera en que los economistas discuten entre ellos “la evidencia” en términos de cifras, porcentajes y valores monetarios, los científicos que estudian la naturaleza discuten entre ellos lo que consideran ser “la evidencia”. Por otro lado, los que tratan de establecer cuáles son los derechos humanos discutiendo lo que significa ser y las responsabilidades de los seres humanos tienen que ir más allá de las cifras, las estadísticas y los valores monetarios para establecer realidades morales y espirituales. Los que hablan de la creación también tienen que penetrar el ámbito que está más allá de lo que se puede medir, pesar y calcular científicamente.

Un cristiano no puede hablar de la creación sin hablar de la Nueva Creación. Hablar de la “creación” no es hablar de la “naturaleza”. Es afirmar que todo lo que existe está en continua existencia y se mueve, como se dice que Pablo dijo citando a un autor pagano en el Areópago, “en Dios vivimos y nos movemos y somos” (Hechos 17: 28).  Tal afirmación de Pablo no puede limitarse a la creación “en el principio”; también abarca a la Nueva Creación que, como la creación de la realidad física, también está continuamente en proceso. Afirmar la Nueva Creación, como afirmar la creación de Adán, no es solamente afirmar que Dios resucitó a Jesucristo de los muertos hace dos mil años. Más importante aún, es afirmar que cada individuo que se identifica y participa en la muerte y la resurrección de Cristo por el poder creador del Espíritu es una Nueva Creación. O sea que tanto la creación “en el principio” como la Nueva Creación en el Cristo resucitado es una creación que se está llevando a cabo por el poder creador de Dios en cada momento de nuestras vidas. Una doctrina de la creación que no afirma esta verdad central no es cristiana.

            La Nueva Creación también tiene su templo, su cordón umbilical, su puente al universo del Espíritu. Bien lo dice Pablo. La congregación de los creyentes, creada y mantenida por el poder del Espíritu, es el templo que sirve de puente a la fuente de vida (1 Cor. 3: 16-17). Siguiendo el ejemplo del autor de Gen. 1, Pablo entiende que la Nueva Creación no sacraliza al espacio geográficamente. Su templo en el espacio es un templo existencial, la comunidad donde el poder del Espíritu actúa al hacer efectiva la fe de los creyentes.

Es por eso que el creacionismo es una ideología no cristiana y mitológica.

Las ideologías son subterfugios para mantener escondido usos ilegítimos de poder. El creacionismo manipula y abusa la Biblia para transferir la autoridad de la Biblia a sus  supuestos defensores. Alegando ser defensores de la autoridad de la Biblia, los creacionistas usurpan su autoridad para beneficio propio. El temor que los enardece está íntimamente relacionado al reconocimiento que ellos pierden su espuria autoridad el momento en que se permite que la Biblia hable por si misma. La autoridad de la Biblia, indudablemente, es capaz de erguirse por si sola; no necesita ser defendida por seres humanos. El día en que los creacionistas tomen en cuenta a toda la evidencia bíblica estaré dispuesto a escuchar lo que tengan que decir. Mientras tanto los espejismos con que tratan de darle valor científico a Gen. 1 sólo revelan su falta de entendimiento de la Biblia. En su ahínco por negar la obvia influencia de la cultura en los autores bíblicos, no solamente pasan por alto 95% de la evidencia sino que, aún más sorprendentemente, limitan su visión al mundo de la naturaleza y un pasado muerto en el tiempo. No solo eso, también se olvidan que la Nueva Creación es la que da vida en el Espíritu a los muertos. Como prestidigitadores de una ideología confusa los creacionistas no son convincentes. Espero que mis lectores hayan comprendido que, si bien he expuesto mis razones por no comulgar con los creacionistas, mi propósito no ha sido hacer batalla contra el creacionismo. Mi propósito es estimular la lectura de la Biblia.

 

P.D. Me place anunciar que la casa publicadora de mi último libro, Finding My Way in Christiantiy: Recollections of a Journey,Energion Publications, publicará una versión revisada de mis columnas sobre la creación en inglés in la primera mitad del 2012.

Foto: roblisameehan

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