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La Creación en los Libros de los Profetas

En el antiguo Israel hubo profetas oficiales y profetas carismáticos. Los oficiales, como es de esperarse, eran los propagandistas del trono y el templo. Los carismáticos eran los que confrontaban al templo y al trono con acusaciones de idolatría e injusticia. La idolatría se manifestaba en la importación de dioses ajenos y la política de alianzas militares que, según los profetas, en vez de garantizar la seguridad nacional facilitaban su pérdida. Por el otro lado, la adoración de los dioses de la fertilidad en la naturaleza atraía a la mayoría de los israelitas en Canaán. La injusticia se manifestaba en la disparidad de los bienes. Mientras los ricos que tenían una casa para el invierno y otra para el verano (Amos 3: 15) pasaban los días comiendo cordero con abundante vino y cantando (Amos 6: 4-6) y dormían por las noches en camas incrustadas con marfil (Amos 6: 4), los pobres perdían sus vidas en trabajo forzado sin pan para comer ni camas en que dormir. A la avaricia de los ricos se la describe como el actuar de bestias rapaces que desgarran y devoran animales más débiles. En la creación la fuerza es derecho natural, y la moral no existe. En la historia debe reinar la justicia, y Dios se ocupa de que ella exista. “Oid ahora, príncipes de Jacob, y cabezas de la casa de Israel: ¿No pertenecía a vosotros saber el derecho? . . . que les quitan su piel y su carne de sobre los huesos; que comen asimismo la carne de mi pueblo, y les desuellan su piel de sobre ellos, y les quebrantan sus huesos y los rompen, como para el caldero, y comen carnes en ollas. Entonces clamarán a Jehová y no les responderá” (Miq. 3: 1-4). Lo notable es que nadie se interesó en preservar los oráculos de los profetas oficiales.

El mensaje de los profetas carismáticos, según la mayoría de sus lectores, ha quedado encapsulado en otras palabras de Miqueas:

¿Con qué provendré a Jehová

y adoraré al Alto Dios?

¿Vendré ante El con holocaustos,

con becerros de un año?

 

¿Agradaráse Jehová de millares de carneros,

o de diez mil arroyos de aceite?

¿Daré mi primogénito por mi rebelión,

el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?

 

Oh ser humano, El te ha declarado qué es bueno

y qué pide de ti Jehová:

Solamente, hacer justicia,

valorar la lealtad al pacto

y vivir con humildad ante Dios. 6: 6-8

Aquí se especifica lo que hace que un ser humano sea aceptable ante Dios. La vida religiosa no se manifiesta por la participación en el culto, aún cuando ésta consista de actos extraordinarios de devoción ritual. La vida religiosa consiste del quehacer cotidiano, donde nuestro justo trato con el prójimo, la lealtad a nuestro pacto con Dios y nuestro reconocimiento de Su poder y gloria quedan evidenciados por nuestra humildad.

Los profetas se distinguieron por estar comprometidos con la historia. En realidad, desde el primero de ellos, Amós, fueron los que descubrieron que la vida de los seres humanos no adquiere significado al estar atada a ritos ceremoniales que se repiten en círculos anuales, mensuales o semanales. La vida adquiere significado al forjar un futuro y Dios es el que está activamente empujando a Su pueblo hacia el futuro. De esta manera Dios hace historia y los seres humanos la ocupan.

Los profetas de Israel tienen el honor de haber sido los primeros filósofos de la historia, los primeros en romper la circularidad temporal de las sociedades tradicionales que se identifican con el pasado que la generación presente está comprometida a preservar. Amos proclamó el advenimiento del “Día del Señor” (5: 18-20). Ese día futuro es el que determina la calidad de los seres humanos. Es el día del juicio de la nación, el día del veredicto divino sobre la historia de los pueblos. (Eventualmente, Jeremías y Ezequiel enfocaron el juicio más particularmente sobre cada ser humano.) Para los profetas la idea central es el pacto que une al pueblo con Dios. El pacto, obviamente, es una realidad histórica. Fue establecido durante el éxodo, la más clara manifestación de la acción de Dios para formar un pueblo con una misión histórica.

Para los profetas Dios es Dios del futuro. Sus promesas son Su invitación al futuro. En su lucha por establecer que el Alto Dios de Israel no sólo es más fuerte que los otros dioses, sino que en realidad es el único Dios, puesto que los otros dioses son ídolos, y los ídolos son nada (Is. 40: 19-20; 41: 6-7), Isaías considera que la prueba de su argumento es que el Alto Dios de Israel, el Creador que continua creando tanto en el cosmos como en la historia, es el único que tiene al futuro en sus manos y por lo tanto puede predecirlo (Is. 41: 21-24). Siendo leales al pacto es lo que abre el futuro para el pueblo. Dada esta perspectiva, ¿qué importancia le dan los profetas a la creación?

Los profetas ven en la creación dos cosas sumamente importantes. La creación identifica al Alto Dios con el cual ellos están unidos por un pacto, y la creación es parte de la realidad histórica en que viven, no solamente algo que sucedió en un pasado remoto. De la misma manera en que Dios esta ligado a Su pueblo por un pacto, Dios también esta ligado a Su creación. La integridad con que Dios crea cada día es la garantía de Su integridad para con Su pueblo.

Para los profetas la historia y la naturaleza no son, como lo son para los académicos modernos, dos ámbitos distintos con características particulares. El hebreo antiguo no tenía las palabras naturaleza, sociedad, historia, universo. Estas palabras nombran conceptos abstractos que les eran desconocidos. Los profetas no distinguieron la historia y la naturaleza. El ámbito en que Dios actúa es uno. La fidelidad de Dios es una y la misma en toda su actuación. Jeremías lo puso bien claramente. Al anunciar que Dios ha de hacer un nuevo pacto, no como el pacto que una vez hiciera con los padres, un pacto que ellos rompieron y como consecuencia el pueblo está en el exilio babilónico, Jeremías dice: “Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de la estrellas para luz de la noche; que parte la mar y braman sus ondas, . . . Si estas leyes fallaren delante de mi, dice Jehová, también la simiente de Israel faltará para no ser nación delante de mi todos los días” ( Jer. 31: 35-36).

Esta es una declaración digna de nuestra atención. La permanencia de Israel como nación está garantizada por la permanencia del sistema solar. La historia y la naturaleza son el ámbito en el cual la hegemonía y la fidelidad de Dios, Su acción, es evidente. De la manera en que el pueblo de Israel es consolado por Jeremías con la promesa de un nuevo pacto cuando confronta el exilio, Isaías amonesta a Israel contra la idolatría recordándole la acción de Dios en la creación y el éxodo. ¿Acaso no fue el Alto Dios “el que cortó a Rahab y el que hirió al dragón? ¿No eres tu el que secó la mar, las aguas del grande abismo, el que al profundo de la mar tornó en camino para que pasasen los redimidos?” (Is. 51: 9-10).

Este pasaje hace referencia a la creación como la cortadura que parte a Rahab en dos hemisferios o hiere de muerte al dragón. Ambas son referencias a las teogonías de pueblos vecinos. Representan el caos que debía ser vencido para establecer el orden, cosmos La referencia al cruce del mar en el éxodo también toma un tono cósmico al describir al mar Rojo como “las aguas del grande abismo”. Otra vez notamos cómo el acto que trae a la existencia el cosmos cortando a Rahab y el acto que trae a la existencia a Israel partiendo al mar son considerados paralelos por el profeta, puesto que el Mar Rojo es parte del mar del abismo sobre el cual esta la tierra. Ambas actuaciones de Dios sobre el caos primordial proveen los medios para identificar a Dios. Isaías entonces pregunta, ¿Haste ya olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra?” (51: 13). Dios es el Dios de la historia que se identifica como el Hacedor tanto de Su pueblo como de los cielos y la tierra. Para Isaías, la unión del comos y la historia abarca la historia de todos los pueblos (40: 21-23)

Si bien la creación es algo que Dios hizo “en el tiempo antiguo, en los siglos pasados” (Is. 51: 9), la creación no quedó hecha entonces. El que cortó a Rahab e hirió al dragón entonces es el mismo que crea cada instante. Si la noche sigue al día y la madrugada pone fin a la noche es porque el Alto Dios sigue activo creando. Dios es el que crea, forma y hace continuamente (Is. 43: 1-7). La creación no es a fait accompli. Es a creatio continua. Amós pone estos dos temas en primera plana: “Miren al que hace al Arcturo y el Orión, y las tinieblas vuelve en mañana y hace oscurecer el día en noche; el que llama a las aguas de la mar y las derrama sobre la haz de la tierra: Jehová es su nombre” (5: 8, comparar con 4: 13). La sucesión de los días y las noches y la subida y la bajada de las mareas deben ser vistas junto al emplazamiento de Arcturo y Orión.

Para los profetas el cosmos y la historia son una cosa, pero no por ello muestran ellos interés alguno en el “cómo” de la creación. En efecto, como hemos ya notado, cuando se refieren a cómo ocurrió recurren al lenguaje mitológico de las cosmogonías conocidas por ellos. En vez de hacer referencia al relato de Génesis sacan a relucir a Rahab, Leviatan, el dragón del mar y las aguas del abismo.

Para nosotros el lenguaje de las matemáticas se ha convertido en el mejor vehículo para entender la creación, y con las matemáticas estamos creando (o descubriendo?) un universo que se entiende mejor cibernéticamente. Los profetas fueron los precursores en la transposición de la descripción del universo de relatos mitológicos a la realidad histórica del pueblo de Israel. Este fue un cambio discursivo de gran trascendencia. Esta transposición del discurso sobre la creación del discurso mitológico al discurso histórico fue el primer paso en la secularización de la naturaleza, aún cuando lo que ellos consideraron historia no es lo que consideramos historia hoy. Ellos fueron los que le quitaron los dioses a la naturaleza y en efecto comenzaron a secularizarla. Al insistir que los seres humanos tomen responsabilidad por su futuro, los profetas rompieron los lazos que los ataban a la naturaleza y su circularidad temporal. Eso hizo que la creación fuera sólo la garantía de la fidelidad de Dios. La creación está al servicio de la historia.

Los apocaliptisistas, los herederos de los profetas que rehabilitaron el lenguaje mitológico, se sintieron entonces libres a predecir la destrucción de la creación y de la historia. Ellos dieron un gran paso hacia el futuro distanciando a la creación de su Creador. Según ellos Dios está libre para romper su pacto con la creación y revocar el orden del sol, la luna y las estrellas. Los profetas vieron en la creación la cédula de identidad de Dios. Los apocalipticistas la vieron infectada por La Caída. Pablo la oye gimiendo por su redención, pero Juan el teólogo la ve lista par ser desplazada.

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