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La agricultura industrial es genocida, va contra las personas

Mientras la población asume con normalidad que los alimentos modificados genéticamente ocupen sin pudor los mercados y que el concepto de deslocalización industrial se aplique de forma masiva a la agricultura, unas cuantas voces discordantes intentan frenar esta inercia y revertir un sistema que consideran antinatural.
Entre ellas, una se ha erigido con especial fuerza en las últimas décadas. Vandana Shiva es la activista india más conocida del mundo. Líder destacada del Foro Internacional sobre la Globalización, actualmente centra su existencia en dos ambiciosas metas: acabar con las patentes biológicas para garantizar el mantenimiento de la biodiversidad y restablecer el orden originario del planeta.
PREGUNTA.- ¿Sería complicado alimentar a más de 6.000 millones de personas sin técnicas de cultivo intensivas?
RESPUESTA.- No tiene por qué. Necesitamos sistemas que produzcan más con menos. Si tenemos más personas que alimentar, no podemos malgastar la tierra ni el agua. No podemos tener sistemas en la agricultura que necesitan 10 veces más ‘inputs’ que ‘outputs’. Se ha demostrado que la agricultura orgánica incrementa en dos o tres veces la producción, sin importar la zona del planeta en la que se practique. No se trata de cuántos somos, sino de quién controla la tierra y para qué. Se puede tener hambre con una producción muy elevada y se puede eliminar el hambre con agricultura orgánica.
P.- ¿Qué papel puede jugar la agricultura ecológica en un mundo donde ya priman los alimentos modificados genéticamente?
R.- Donde se ha extendido más la agricultura transgénica los agricultores están más endeudados, son más pobres y encuentran más problemas para sobrevivir, hasta el punto de que, en la India, se han suicidado 150.000 campesinos en los últimos 10 años por esta razón. Es necesario mantener la agricultura libre de modificaciones genéticas, libre de suicidios. Sabemos que habrá contaminación de una agricultura a otra, que la ecológica siempre tendrá problemas frente a la artificial. Pero la única solución es tener zonas donde no se permitan este tipo de cultivos.
P.- Y lo contrario a esa agricultura orgánica, según ha dicho usted, es una agricultura bélica y genocida. ¿Por qué?
R.- La agricultura industrial, en mi opinión, es genocida, va contra el planeta y sus habitantes. Los instrumentos que se utilizan son antinaturales, como también lo son los fertilizantes químicos. Estos instrumentos matan la vida, son instrumentos bélicos. Eso convierte a la agricultura industrial en genocida. Se basa en ser más productiva que la tradicional, lo que, para ella, justifica que ésta pueda ser destruida porque no es útil.
P.- Usted también acuñó el término de ‘pirata biológico.’ ¿Cuáles son sus rasgos distintivos?
R.- Los ‘biopiratas’ son aquéllos que reclaman haber inventado el conocimiento ambiental y que, básicamente, se lo han robado al Tercer Mundo. Lo que hacen en realidad es usar las patentes para crear monopolios y robar, así, el conocimiento y los derechos. Por ejemplo, cuando se patentan los cultivos de una antigua tribu india, se está robando a esta tribu, o cuando el Gobierno americano patenta un nuevo árbol, está robando un conocimiento. Desafortunadamente, los piratas de la vida y del conocimiento tradicional son, en la mayoría de casos, los gobiernos y la mayor parte de compañías. Resulta asombroso.
P.- ¿Para restablecer el equilibrio ambiental es necesaria una localización económica?
R.- Definitivamente, creo que las empresas han emprendido un camino de irresponsabilidad ecológica que les está llevando a explotar los recursos de otros países para reducir los costes de la destrucción que generan. Actualmente, cuando una compañía europea viene a hacer daño a la India y los ciudadanos se quejan, el Gobierno, en lugar de respaldarlos, deja vía libre a estas corporaciones. Por casos como éste considero que la localización real es una parte sustancial del equilibrio ambiental.
P.- Las fundaciones Bill Gates y Rockefeller quieren empezar una Revolución Verde en África. ¿Por qué no la respalda?
R.- Cuando la Revolución Verde fue introducida en la India, resultó ser de todo menos una Revolución Verde. Introducirla en África supone ahora un doble crimen, porque cuando se introdujo en la India los posibles daños no se conocían y porque han resultado ser fatales. Una Revolución Verde sólo consta de dos elementos: nuevas semillas y abonos químicos. Las semillas patentadas empujarán a los campesinos africanos a los monocultivos y eso es un error. Como tampoco tiene sentido introducir fertilizantes químicos en África cuando, realmente, lo que se necesita es una agricultura orgánica. Lo contrario puede llevar a un auténtico desastre.
P.- Entonces, ¿qué deben hacer los campesinos africanos?
R.- Me he sentado a hablar con muchos agricultores de Nairobi cuando se estaba forjando la respuesta a la Revolución Verde y la mayor parte ya ha decidido oponerse. Creo que es lo correcto, pues no considero que deban cooperar con un sistema que empobrece la tierra, les deja indefensos y destruye la tradición cultural de África basada en la biodiversidad. El sistema tendría que fundamentarse en capacitar a los campesinos africanos para aumentar la productividad y no en hacerlos depender de Bill Gates y Rockefeller. La ruta Rockefeller-Gates sólo les llevará a la muerte.
Vandana Shiva se doctoró en física cuántica, pero la fama le llegó en los 70 con Chipko, una iniciativa femenina que adoptó la curiosa táctica de abrazarse a los árboles para evitar su tala. Su labor ha sido reconocida con el Right Livelihood Award, el Global 500 y el Premio Internacional del Día de la Tierra
Fuente: MONDELO, V. «“La agricultura industrial es genocida, va contra las personas”» El Mundo [Madrid] (12 de abril de 2008) [Consulta: 22 de abril de 2008]

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