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“Pablo y Pedro”

 

(Traducido por Carlos Enrique Espinosa)

Los estudiosos suelen caer en dos campos al fechar el libro de Gálatas.  Aquellos que sostienen la teoría de Galacia del Sur creen que Pablo se estaba dirigiendo a un grupo de iglesias en las regiones del sur de la provincia romana de Galacia.  Este punto de vista parece proponer a Pablo como un visionario solitario, un hombre adelantado a su tiempo (y su iglesia), que finalmente catalizó un proceso que condujo a las decisiones del concilio de Jerusalén.

Los defensores de la teoría de Galacia del Norte hacen notar que Lucas utiliza los nombres localizados en las regiones del sur de la provincia romana, mientras que aplica el nombre Galacia a las áreas de más al norte (ver Hechos 16:06; 18:23).  Dado que estas iglesias fueron establecidas más tarde, los defensores de la teoría de Galacia del Norte creen que Pablo escribió el libro después del concilio de Jerusalén.  Así, Pablo sería visto no como un visionario, un lobo solitario que tratando de reformar una iglesia recalcitrante, sino como un agente que armoniza con el gran cuerpo de la iglesia.  Elena de White parecería estar de acuerdo, implícitamente, con esta segunda teoría porque afirma explícitamente que la controversia de Galacia estalló después del concilio de Jerusalén, y por lo tanto la epístola de Pablo habría sido escrita para responder a los elementos rebeldes que se negaron a reconocer la autoridad de ese concilio (Véase Hechos de los apóstoles, 383-385).  Sin embargo, esta teoría es defendible aún sin consultar a Elena G. de White.  La evidencia proviene del argumento de Pablo en Gálatas 1-2.

Pablo ofrece dos líneas argumentativas principales de que el evangelio judaizante es falso, mientras que su evangelio es verdadero.  Su primera razón es que recibió el evangelio por revelación directa de Cristo (1:11-17).  Este es un argumento fuerte, pero tal afirmación podría abastecer a los judaizantes con municiones para argumentar que, efectivamente, Pablo era el radical lobo solitario que actuaba de manera independiente del cuerpo de la iglesia, negando la herencia bíblica de la circuncisión.  Para combatir tales ideas falsas, Pablo continúa con evidencias adicionales de la veracidad de su evangelio.

Pablo afirma que tres años después de haber recibido el evangelio, fue a visitar a Cefas (Pedro) y pasó 15 días con él (1:18).  Pablo también hace hincapié en que no vio a ninguna otra autoridad de la iglesia, exceptuando a Jacobo, durante esta visita (1:19).  Aunque Pablo no dice explícitamente que aprobaron su mensaje, el hecho de que Pedro y Santiago no le impidieron volver al campo misionero a predicar su evangelio, implica fuertemente que aprobaron su mensaje (1:21-24).  Algunos pueden argumentar que el aislamiento de la obra de Pablo refuerza la idea de que estaba trabajando en forma independiente del cuerpo principal de gobierno de la Iglesia, predicando un punto de vista teológico alternativo al de la corriente principal.  Creo que la evidencia textual de Gál. 2 contradice esta conclusión.  Pablo cita una aprobación implícita de Pedro, y probablemente lo cita porque él era reconocido como el apóstol de los judíos (Gál. 2:8).  De esta manera, Pedro pudo haber sido asociado con el mantenimiento de la tradición judía, en lugar de un aliado en la reforma radical como algunos pueden haber visto a Pablo.  Si Pedro, el apóstol de los judíos, aprueba el evangelio de la no circuncisión predicado por Pablo, podría causar un claro desafío para los judaizantes.  El caso de Pablo, sin embargo, no se ha agotado.

No sólo Pedro y Santiago parecen respaldar el temprano ministerio de Pablo, sino que 14 años más tarde, Pablo trae a Jerusalén a Tito, un gentil convertido (2:1-2).  Ahora Santiago, Pedro y Juan dan su aprobación explícita a Pablo y su evangelio, extendiéndole la mano “en señal de comunión” (2:8-9), y sin obligar a Tito a ser circuncidado (2:3-4).  El punto de es admirablemente claro.  Pedro, Juan, Santiago y Pablo están unidos en su concepto del evangelio.  Pablo no es el radical lobo solitario que trata de contradecir a la iglesia o a la tradición bíblica.  Más bien, él y los líderes de renombre están unidos, están de acuerdo y trabajan juntos en armonía.  Dicho acuerdo, especialmente con Pedro y Santiago, parece más plausible, en el contexto, después del concilio de Jerusalén que antes.

Pablo finalmente presenta su historia del enfrentamiento con Pedro en Antioquía.  Este enfrentamiento parece tener más sentido si el incidente ocurrió después de la aprobación pública de Pedro en el concilio de Jerusalén para no circuncidar a los gentiles.  Pablo reprende a Pedro por no aplicar los principios acordados en el concilio de Jerusalén.  Más críticamente, Pedro parece haber aceptado la corrección de Pablo, afirmando así de una manera nueva que el evangelio predicado por Pablo es el correcto.  El punto que Pablo pretende establecer es muy claro.  Él no actúa solo, de forma independiente.  Él y Pedro se encuentran en la misma página teológica, hasta el punto de ser capaz de corregir a Pedro públicamente sobre el asunto.  En Gal 1-2, entonces, Pablo trata de demostrar a los Gálatas que estaba en armonía con el cuerpo mayor de la iglesia y con su liderazgo, y que él no estaba actuando de forma independiente del cuerpo, como un radical lobo solitario.

En resumen, el libro de Gálatas da pruebas de la existencia de un organismo centralizado de gobierno de la iglesia, que se encuentra en Jerusalén.  Pedro, Santiago y Juan parecen ser figuras muy visibles en esta organización.  En segundo lugar, Pablo no estaba contento con los que se oponían al cuerpo mundial ofreciendo puntos de vista disidentes del evangelio.  Él los rechaza con el argumento de que su mensaje fue recibido por revelación divina y que había sido aprobado por las autoridades de Jerusalén.  Pablo y los líderes de renombre están unidos en cuanto al evangelio.  Por otra parte, Pedro, el apóstol patrono de los judíos, sostenía la misma política.  Tales argumentos parecen dejar en claro que Pablo tenía en alta estima a la autoridad de la iglesia.  Todos estos puntos armonizan bien con la teoría del Norte y su fecha tardía.

Al mismo tiempo, los altos dirigentes pueden errar, como lo hizo Pedro.  Pablo fue lo suficientemente independiente en su pensamiento como para no decir simplemente: “Bueno, Pedro es un líder de Jerusalén, así que no voy a cuestionar lo que está haciendo”.  Pablo usó su juicio independiente para evaluar si Pedro estaba en armonía con las Escrituras y la política de la iglesia, mientras que él se mantenía fiel a ambos.  Es importante tener en cuenta que Pablo no buscaba el cambio sólo por el cambio, ni por mantenerse al día con las modas intelectuales imperantes.  Mientras que su primera preocupación era operar dentro de los límites de la revelación divina, Pablo claramente vio importante seguir la política de la iglesia cuando ésta armoniza con la revelación.  Pablo no la seguía servilmente, él sabía cómo seguirla adecuadamente.  El ejemplo de Pablo se destaca para la iglesia de hoy, y es digno de emular.

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