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¿Es que dos errores hacen un bien? La historia de Rizpa

En el corazón de una historia sobre pactos que se cumplen y se rompen, de venganza y ejecución ritual, está la conmovedora acción de una noble madre desconsolada. El hecho que Rizpa y sus dos hijos sean designados por sus nombres (mientras que los cinco nietos que también fueron sacrificados no lo son) sugiere que lo que ella es y lo que hace es de suma importancia para la historia en su conjunto.

El argumento de la historia es el siguiente: una hambruna hace estragos en todo Israel durante tres años. Por esta razón David consulta al Señor, quien responde que sobre Saúl y su casa recae la culpa de derramar sangre, porque él dio muerte a los gabaonitas. David le pregunta a los gabaonitas cómo podrían ser vengados. Tras un breve debate, piden que siete de los hijos de Saúl sean condenados a muerte ante el Señor. Tratando de salvar a la casa de Jonatán por causa de su pacto, David toma a los dos hijos de Rizpa y a los cinco hijos de Mical y los entrega a los gabaonitas, que los someten a una muerte espantosa. Aquí es donde Rizpa entra activamente en la historia. “Tomó una tela de cilicio, y la extendió para sí sobre una roca” (2 Sam. 21:10). Ella no permitió que las aves del cielo de día, ni los animales salvajes por la noche, descendieran sobre los cuerpos de sus hijos y de los hijos de la hija de Saúl. Comenzando esta acción al principio de la cosecha de cebada, mantuvo su vigilia sin tregua hasta que las lluvias descendieron anunciando el final de la hambruna. Cuando llegó a David la noticia de su comportamiento, el rey hizo reunir los huesos de Saúl y de Jonatán, y los huesos de los recientemente ejecutados, para enterrados en la tumba ancestral de Cis, padre de Saúl. El narrador termina la historia con las palabras: “Después de eso, Dios fue propicio a las súplicas de la tierra” (2 Samuel 21:14 c, NVER).

El texto de 2 Samuel 21, que contiene la historia de Rizpa, es difícil en muchos sentidos:

  • Es textualmente problemático, porque requiere un poco de escoger y seleccionar para darle sentido. Por ejemplo, ¿era Rizpa la segunda esposa legal de Saúl, o era su concubina? [1]. ¿Quién era la madre de los cinco nietos –Mical, la primera esposa de David e hija menor de Saúl, o Merab, la hija mayor de Saúl? [2].
  • La traducción del texto también es dificultosa, aun en las partes textualmente claras. ¿Cómo fueron ejecutados los hijos de Saúl? Fueron empalados, empujados hacia abajo, o crucificados? [3]. Cualquiera que sea la acción que implica el verbo utilizado, el método de ejecución fue horrible.
  • Pero la historia es difícil teológicamente, en una forma mucho más significativa. De acuerdo con Deut. 24:16, un hijo no debía ser castigado por los pecados de su padre, mandamiento judicial que Ezequiel convirtió en una verdad teológica acerca de Dios (Eze. 18:20). Sin embargo, la lectura más obvia de 2 Samuel 21 es que la muerte de los hijos de Saúl (o nietos) por el pecado de Saúl contra los gabaonitas, es expiatoria por lo menos, y algunos hasta sugieren que apaciguó a Dios de alguna manera. ¿Qué vamos a hacer de la ejecución ritual de los descendientes de Saúl? Si, como sugiere David a los gabaonitas, es un acto de kpr (expiación), ¿entonces ellos son en realidad un sacrificio humano? ¿Y cuáles son las implicaciones con respecto a la naturaleza de Dios, que envía un juicio de hambruna por algo que se había hecho cerca de treinta años antes, o más, y cuando el culpable ya había sido muerto por su propia mano? [4].

En cierto modo, la historia se centra en convenios o tratados, uno entre Israel y los gabaonitas en Josué 9, otro entre Jonatán y David en 1 Sam. 20, y otro entre Saúl y David en 1 Samuel 24. La elección de las víctimas por parte de David refleja el pacto que él tenía con Jonatán, y quizás también el existente entre él y Saúl. Tal vez Rizpa conocía el tratado con los gabaonitas, en el que éstos engañaron a los israelitas haciéndoles pensar que eran de una tierra lejana. Seguramente sabía que la violación de un pacto era castigada por Dios. En el antiguo Cercano Oriente, los tratados violados eran castigados con la muerte y la exposición [5]. Sin embargo, probablemente ella lo conocía indirectamente, ya que los tratados eran hechos generalmente por los hombres.

Así Rizpa probablemente aceptó el hecho de que su esposo violó un tratado con los gabaonitas, por lo que sus hijos iban a ser castigados con la muerte. Aceptar es una cosa, pero ser capaz de tratar personalmente con los resultados, es otra. La muerte de sus hijos iba a marcar el final de la sequía, pero ¿cómo lo entendió?

En la Biblia se entendía a veces que el castigo “alejaba” la ira de Yahvé [6]. Por lo tanto, se lo consideraba “expiatorio”. Este es el sentido que le da David cuando les pregunta a los gabaonitas: “¿Qué puedo hacer por vosotros? ¿Cómo puedo hacer expiación, para que bendigáis a la herencia del Señor?” (2 Sam. 21:3, NVER). Para David, el objetivo es librar a la tierra de Israel de la hambruna. Pero en vez de preguntar al Señor qué es lo que Él quiere hacer, pregunta a los gabaonitas qué es lo que quieren.

Los gabaonitas parecen contenidos en su respuesta, como si fueran reacios a tomar represalias contra la casa de Saúl. David los presiona, hasta que piden la vida de siete de los hijos de Saúl [7]. Para David, estas muertes aplacarían la ira de los gabaonitas y así se expiaría el pecado de Saúl. Como lo menciona la Biblia, los gabaonitas eran amorreos, un término que en la Biblia a menudo no tiene especificidad en cuanto al origen étnico [8]. Su solicitud de ejecutar a los hijos de Saúl “ante el Señor en Gabaón, en la montaña del Señor” (v. 6, NVER), sugiere que, como politeístas, habían añadido Yahvé a su panteón de dioses y creían que la hambruna, efectivamente, se derivaba de la violación del tratado que Israel tenía con ellos. La cruel muerte de los hijos de Saúl no sólo se compara favorablemente con el tipo de pena prevista para las violaciones de los tratados, sino que serviría de ejecución ritual para expiar el pecado de Saúl y ganar el favor de Yahvé [9]. Los gabaonitas esperaban que la hambruna terminara, y David también –a pesar de los mandamientos que prohibían el sacrificio de niños y el castigo de los hijos por los pecados de sus padres [10].

¿Tenía Rizpa la esperanza de que estas muertes pusieran fin a la hambruna? Tal vez sí, o tal vez no le importaba. Lo que sí sabe es que los cuerpos de sus preciosos hijos estarán expuestos al sol abrasador, con animales que se alimentarán de sus restos y buitres que recogerán los pedacitos de carne que los animales dejen atrás. Sufrir la exposición (es decir, dejarlos sin enterrar) era el peor de los castigos; iban a ser maldecidos por siempre y nunca “volverían a casa” de nuevo [11]. Rizpa está lista para actuar tan pronto como los cuerpos de sus hijos caigan junto a los de sus sobrinos en la montaña. Sin explicación, esta mujer –que no tiene voz [12], y sin la posibilidad de protestar por la decisión de David y los gabaonitas, trae su propia ofrenda a Yahvé. Armada con cilicio, el símbolo de duelo y arrepentimiento en Israel, extiende la tela “a la Roca”.

La mayoría de los traductores, sabiendo que las dos preposiciones hebreas, “a” y “sobre”, a veces se usan indistintamente, traducen estas palabras tal como lo hace la Nueva Versión Estándar Revisada [NVER]: “lo extendió sobre una roca”. Sin embargo, tomado literalmente, el hebreo dice “lo extendió a la roca” [13]. Los masoretas tomaron nota de esto en un dispositivo de hermenéutica que une este versículo a otros dos en la Biblia hebrea: Isaías 30:29 y 51:1. En ambos textos la “Roca” es claramente una referencia a Yahvé. Stanley D. Walters ha hecho un análisis de estos dos pasajes y ha encontrado varias “resonancias con la historia de Rizpa” [14]. Sus objetivos principales tienen que ver con el juicio y la restauración, los elementos que se encuentran en la historia de 2 Samuel 21.

Si bien no podemos estar seguros de que Rizpa extiende su tela de silicio “ante la Roca” (es decir, ante el Señor), los paralelos con los pasajes de Isaías permiten la posibilidad de un doble significado, ya que “la Roca” como epíteto de Yahvé es bastante antiguo [15]. Si ella está acudiendo a Yahvé, su gesto simboliza tanto su dolor como, posiblemente, su arrepentimiento. Las lluvias no han llegado aún, y Rizpa vela los cuerpos de los ejecutados saulitas día y noche para protegerlos contra los depredadores. Debido a que su vigilia comienza en el inicio de la cosecha de cebada y se extiende hasta las primeras lluvias, debemos concluir que ésta se llevó a cabo durante cierto tiempo, aunque la lluvia que vino fue inesperadamente temprana [16].

La pregunta que la historia plantea es obvia: si la muerte de los hijos y nietos de Saúl era necesaria para la expiación de su culpa, y el Señor estaba a la espera de su muerte para acabar con la sequía, ¿por qué no llegaron las lluvias de inmediato? ¿Por qué Rizpa no extendió su tela de cilicio bajo la lluvia?

¿Se hizo David esta pregunta? Cuando se enteró de la acción Rizpa, inmediatamente fue a Jabes-Galaad para obtener los restos de Saúl y Jonatán y, a continuación, recogió los cuerpos de los hombres recién muertos, para enterrarlos a todos adecuadamente en la tumba de Cis, el padre de Saúl. Es claro que la vigilia Rizpa terminó con este acto, pero la historia sugiere que terminó con el fin de la sequía: “hasta que la lluvia cayó sobre ellos de los cielos” (v. 10b, NVER). ¿Hemos de entender que la lluvia comenzó a caer tan pronto como David llegó a levantar los cuerpos?

El narrador debe tener en mente estas preguntas, porque concluye la historia –después de que David entierra apropiadamente los cuerpos— con estas palabras: “Después de eso, Dios escuchó las súplicas de la tierra” (v. 14c, NVER). En cierto sentido, al enterrar los cuerpos David simbólicamente deshizo de manera limitada su ejecución, ya que dejar los cuerpos expuestos era parte del castigo por violar un tratado.

Como en muchas otras historias de la Biblia hebrea, esta narración tiene punto y contrapunto. El punto, de hecho, parece ser el de la ejecución ritual, lindando con el sacrificio humano, para reparar la violación de un pacto hecho delante de Dios. Pero ¿por qué ofrecer el sacrificio? ¿Es que dos errores hacen algo bueno? ¿Es que esta masacre ritual, de hijos que se ven obligados a sufrir por el pecado de sus padres, hace que las cosas queden bien? Así Rizpa da simbólicamente la respuesta que debe darse. Sea que se da cuenta de lo que está haciendo, o no, sus acciones (como el narrador lo transmite) hablan de un contrapunto: arrepentimiento y no sacrificio. Refleja inquietantemente algo que el mismo David dice, en su famosa oración de arrepentimiento: “Porque no te deleitas en el sacrificio; si yo tuviera que ofrecer un holocausto, no estarías contento. El sacrificio aceptable delante de Dios es el espíritu quebrantado; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo despreciarás” (Salmo 51:16, 17, NVER).

Es Rizpa, no David, quien hace lo que Dios requiere. Su corazón de madre se quebranta, su espíritu es aplastado. Ella extiende su tela de cilicio ante la Roca. Tiene la intención de proteger los cuerpos de sus hijos hasta que . . .

Las lluvias aún no caen. Rizpa sigue esperando y velando los cuerpos. Por último, sus hijos llegan a su hogar ancestral. Y la lluvia cae. No fue el sacrificio, ni la ejecución ritual, ni la expiación, sino el dolor de una madre, su vigilia silenciosa, y el simbólico deshacer de la ejecución, lo que dio lugar a la curación de la tierra.

NOTAS FINALES

(1) En el TM, su condición es la de una pilegesh (véase v. 11); algunos manuscritos, incluida la LXX, tienen las palabras “concubina de Saúl” agregadas en el versículo 8. Véase P. Kyle McCarter, Jr. (II Samuel: Una Nueva Traducción con introducción, notas y comentarios [Garden City, NY: Doubleday & Company, 1984], 439) que legítimamente ve esto como una glosa. J. Cheryl Exum (“Rizpa”, Word and World 17 [1997]: 261) señala que una pilegesh “se refiere a una esposa legal de rango secundario”, aunque a menudo se ha traducido como “concubina”.

(2) El TM lee mykl donde el TMMSS y la LXX tienen mrb. McCarter, II Samuel, 439.

(3) La NVER dice “empalado”. McCarter (II Samuel, 436, 442) favorece la crucifixión. Para obtener una lista de las interpretaciones sugeridas por otros, véase Exum, “Rizpa,” 263.

(4) Esta y otras preguntas sobre ambigüedades son planteadas por Bruce C. Birch, “1 y 2 Samuel,” en La Nueva Biblia de los Intérpretes en doce volúmenes, ed. Bruce C. Birch, et al. (Nashville, Tennessee: Abingdon Press, 1998), 1358.

(5) F. C. Fensham, “El Tratado entre Israel y los gabaonitas,” El arqueólogo bíblico 27 (1964): 96-100. Citado en McCarter, II Samuel, 442.

(6) Véase, por ejemplo, el “empalamiento” de los jefes “al sol ante el Señor”, en Números 25:1-5, NVER.

(7) Como Birch, “1 y 2 Samuel,” 1358, señala: “Los gabaonitas son descriptos como reticentes en todo este asunto. Ellos no piden venganza, sino que son abordados por David”.

(8) Véase George E. Mendenhall, “Amorreos,” en Anchor Bible Dictionary, vol. I, ed. David Noel Freedman (Nueva York, NY: Doubleday, 1992), 201.

(9) El concepto de “ejecución ritual” ha sido propuesto por Birch, “1 y 2 Samuel,” 1358.

(10) Véase Lev. 18:21; 20:2-5; Deut. 18:10; 24:16.

(11) Véase Elizabeth Bloch-Smith, “Entierros”, en The Anchor Bible Dictionary, vol. I, 785.

(12) Exum, “Rizpa,” 264.

(13) El verbo nth se usa en el sentido de levantar una tienda de campaña. Ver Stanley D. Walters, “Ante la Roca [2 Samuel 21:10]”, The Catholic Biblical Quarterly 70 [2008]: 461.

(14) “Ante la Roca”, 455.

(15) Véase Deut. 32:4,15,30,37.

(16) Las lluvias por lo general no caían después del comienzo de la siega de la cebada, hasta noviembre. Los descendientes de Saúl fueron condenados a muerte en el mes de Ziv [abril-mayo], por lo que algunos eruditos, como McCarter, creen que esta lluvia fue probablemente “una lluvia fuera de temporada, de fines de primavera o de verano” (II Samuel, 442).

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