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“¿Victoria sobre el pecado?”

“Pero la gracia de Dios está siempre disponible”, protesta el estudiante. “¡Y él está siempre listo y dispuesto a perdonar mis pecados, no importa lo que hago!”

-“Sí”-le respondo.

“Pero espera”, dice otro estudiante, “Dios espera que obedezcamos sus mandamientos y que seamos santos. No se puede hacer lo que uno quiera y esperar que Dios siempre te perdonará”.

El primer estudiante se apresura a responder: “¡Ah, sí puedo!”

Sacudiendo la cabeza, la respuesta del otro estudiante es igual de rápida, “¡No, no puedes!”

Tales son las tribulaciones de los profesores de religión, que tratan de inculcar en sus alumnos una comprensión de la vida nueva en Cristo. El típico estudiante universitario adventista del Séptimo Día se esfuerza por comprender la naturaleza de la vida cristiana. La culpa no recae sobre los estudiantes de nuestras universidades, sino sobre nuestras familias, pastores y maestros, que no hemos enseñado con claridad la visión majestuosa evangélica de cómo se crece “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). [1]

En particular, no existe entre nuestros jóvenes (¡y yo añadiría a nuestros adultos también!) la visión de crecimiento cristiano esbozada en las unidades epistolares paulinas de Romanos 5 a 8, y Gálatas 5 a 6. En este breve ensayo, sólo puedo hablar de la naturaleza de la vida nueva en Cristo, a través de la lente de Romanos 6.

La proclamación de Pablo de que el don gratuito de la justicia [rectitud] de Dios se obtiene “por la fe en Jesucristo, para todos los que creen” (Rom. 3:22) ocasionó la acusación de que la justicia salvadora de Dios en realidad podría incitar a una conducta pecaminosa. En las primeras etapas de la Epístola a los Romanos, el apóstol pregunta retóricamente: “¿Por qué no hacer el mal para que venga el bien?” (Rom. 3:8). Unos pocos capítulos después, declara: “Cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (5:20 b).

Y así, si la gracia sobrepasa el incremento del pecado, algunos se inclinaron a pensar que podrían tener lo mejor de ambos mundos: ¡la salvación, y la licencia para pecar! De ahí la pregunta maliciosa de Pablo: “¿vamos a continuar en pecado para que abunde la gracia?” (6:1). La respuesta del apóstol a esta acusación de que su evangelio incita a una conducta pecaminosa, es rápida: “¡De ninguna manera!” (6:2 a). Una mejor traducción de la frase griega (me genoito) sería: “¡Tienes que estar bromeando!” Así, el apóstol debe presentar su argumento de que los creyentes han sido transferidos a un nuevo dominio, y por lo tanto están en una relación completamente nueva con el pecado. Tal es el tema de Romanos 6.

Una transferencia que cambia la vida

La experiencia cristiana implica una transferencia del dominio del pecado y la muerte (5:21 a) al dominio de la gracia y la justicia (5:21 b). Los cristianos hemos sido liberados del régimen del pecado y la muerte, que estaba dominado por Adán (5:12-19), del poder del pecado y la muerte, y del reinado tiránico del pecado y de la ley (cap. 7).

La teología adventista no tiene debidamente en cuenta los efectos negativos de la Ley Mosaica en la historia de salvación, lo que yo llamo el “lado oscuro de la Ley”. Este lado oscuro de la Ley es inicialmente revelado en Romanos por la afirmación sorprendente de Pablo: “la Ley se introdujo de modo que la transgresión se incrementara” (Rom. 5:20 a). A pesar de que generalmente reconocemos que la Ley condena y no puede redimir (Gálatas 2:21), no subrayamos el hecho de que la Ley es secundaria a la promesa (Gálatas 3-4; Rom. 4); que el tiránico y horrible reino del pecado y la Ley causa estragos a la humanidad (Romanos 7:5, 8-11, 13); que el poder mismo del pecado es la Ley (1 Cor. 15:56); y que sin la Ley, el pecado está sin vida/muerto (Romanos 7:8 b). La colusión del pecado y su apropiación de la Ley lleva a Pablo a la pregunta casi blasfema: “¿Qué diremos? ¿Que la ley es pecado?” (Rom. 7:7). No es de extrañar que después de haber resaltado el uso malévolo que el pecado hace de la Ley, que Pablo se vea obligado a exclamar: “Así que la Ley es santa, y el mandamiento es santo y justo y bueno” (Rom. 7:12). De hecho, es así. Pero utilizada por el pecado, la Ley desempeña un papel nefasto en la historia de salvación. Por lo tanto, ¿será que nuestra iglesia puede captar el verdadero significado de Rom. 7:5-6?: “Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones del pecado que eran a través de la Ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto para aquella que nos tenía así cautivos, para que sirvamos en el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (cf., 2 Cor. 3:6). Repito: los cristianos hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, de la muerte y de la Ley.

Esta liberación ha incorporado a los creyentes en el régimen de la gracia y la justicia, el cual está dominado por Jesucristo (Romanos 5:12-21), por la justicia (cap. 6), el Espíritu Santo (cap. 8), la gracia (6:14 -15) y la vida (5:12-21; 6:4; 8:1-13). [2]

La transferencia de los creyentes a este nuevo ámbito es revelada simbólicamente en la conversión, y en la experiencia de iniciación del bautismo. El rito del bautismo de agua pone de relieve la posesión de la fe auténtica por parte de los creyentes, y su identificación con la muerte y sepultura de Jesús (6:3-4). Los creyentes participan realmente de, y experimentan como propia, la muerte y la sepultura de Jesús: “hemos muerto con Cristo” (6:8): “Porque somos sepultados juntamente con él” (6:4). De esta manera, “es la unión real con estos eventos redentores claves, lo que da al cristiano una nueva relación con el poder del pecado”. [3] Así como Cristo “murió al pecado . . . una vez por todas” (6:10), del mismo modo, nuestra identificación con su muerte significa que también “hemos muerto al pecado” (6:3). [4]

La vida en el dominio de la Gracia y la Justicia

¿Cómo es la vida de los creyentes en el dominio de la gracia y la justicia? ¿En qué medida es el dominio de la gracia una realidad presente? Si los creyentes “han muerto al pecado y están vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rom. 6:11), ¿el poder del pecado ya no representa una amenaza para su existencia cristiana? Ser muertos al pecado ¿significa que los creyentes ya no están sujetos a las tentaciones del pecado? ¡De ninguna manera!

Romanos 6 revela la perspectiva equilibrada de Pablo, cuidadosamente elaborada, de que los creyentes viven dentro de la tensión escatológica entre el ya y el todavía no. La práctica diaria de la nueva vida en Cristo es de tensión; los creyentes viven en un eón [en una era y sus circunstancias] en el que hay una superposición entre dos edades: la era antigua y la nueva era. Por consiguiente, existe una ruda relación y guerra continua entre los poderes demoníacos de la antigua era y los poderes del Reino de Dios, o de la nueva era. Por desgracia, hasta la segunda venida de Cristo, los creyentes estamos atrapados en medio de este “Gran Conflicto”.

Debido a que la persona de fe es una nueva creación (2 Cor 5:17) y es parte de una nueva raza humana (Efe. 2:15-16), después de haber entrado en el dominio de la gracia y la justicia, esa persona:

• “ha muerto al pecado” (6:2)

• “ha sido liberada del pecado, y se ha convertido en sierva de la justicia” (6:18, cf. 6:7, 22)

• “ha participado en la muerte y sepultura de Cristo a través del bautismo” –”¿O no sabéis que los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte mediante el bautismo, . . . fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte” (6:3-4,5a)

• su “viejo hombre crucificado con él” (6:6)

• ha “vuelto de la muerte a la vida” (6:13)

• ha sido librado de estar “bajo la ley” para ser colocado “bajo la gracia” (6:14)

• ha “obedecido de corazón a la forma de doctrina a la cual [fue] entregado” (6:17)

Las realidades redentoras anteriores revelan el nuevo estado de la existencia de los creyentes en el dominio de la gracia y la justicia. Sin embargo, aunque la situación del creyente ha experimentado un cambio significativo, lamentablemente, no ha cambiado por completo. La persona de fe vive en un eón donde hay una guerra entre los antiguos poderes y los de la nueva era, por eso se le exhorta:

• a considerarse a sí mismo como “muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús” (6:11).

• “Por lo tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal, para obedecer a sus pasiones. No presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como armas de justicia [rectitud]” (6:12-13).[5]

• “Así ahora para santificación (hagiasmon) presentad vuestros miembros para servir a la justicia” (6:19).

Estas exhortaciones dejan muy en claro que vivir dentro del dominio de la gracia no significa que los creyentes ya no tienen que luchar contra los poderes del pecado y la muerte. Los creyentes, a veces, desobedecerán, y salvo los que queden hasta la segunda venida, todos morirán.

Entonces, ¿qué significa “estar muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”? (6:11). Básicamente, significa que los creyentes han sido rescatados de la esclavitud del pecado y la muerte –cuando el pecado era su amo y señor, y su vida se caracterizaba por el pecado habitual; este rescate implica la colocación en el régimen de la gracia y la justicia –en el que Cristo es su nuevo Maestro y Señor, y sus vidas se caracterizan por “caminar en novedad de vida” (6:4)— poniendo en efecto su nueva identidad al destronar al pecado de su conducta diaria.[6]

Este caminar en novedad de vida se caracteriza por una lucha constante, apropiadamente capturada en Rom. 8:13: “Porque si vivís según la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.[7] La experiencia que tienen los creyentes de la nueva vida en Cristo dentro del dominio de la gracia, por lo tanto, no está plenamente realizada antes de la segunda venida de Jesús, ya que la vida nueva sólo se experimenta prolépticamente.[8]

¿Qué significa todo esto para nosotros?

Las iglesias y denominaciones, invariablemente, son desafiadas por la presencia de personas que defienden tanto una antinomia [anulación de la Ley] como una ética legalista. No es diferente el caso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A los antinomianistas, Romanos 6 proclama que la incorporación al dominio de la gracia consiste en una unión profunda con la muerte y la sepultura de Cristo (6:3-5); en la muerte al reinado del pecado habitual (6:14a); en servir a la justicia y a Dios (6:18,22); en una firme adhesión a un código de enseñanzas éticas (6:17); [9] y que el objetivo más destacado es el de la santidad, que conduce a la vida eterna (6:22). La retórica de Pablo dirigida a los antinomianistas es muy apropiada: “Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?” (6:2).

Al mismo tiempo, a los legalistas, las exhortaciones de Romanos 6 proclaman que la transferencia al dominio de la gracia consiste en una vida de tensión escatológica entre el ya y el todavía no. Sí, “nuestro viejo hombre fue crucificado”, pero debemos hacer una realidad esta crucifixión del yo; (6:6). Sí, “nuestro viejo hombre fue crucificado”, pero hay que “acabar con el cuerpo del pecado” (6:6). Sí, “nuestro viejo hombre fue crucificado”, pero no tenemos que “[servir] más al pecado” (6:6). Sí, “hemos muerto al pecado” (6:2), pero “no debemos dejar que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales a fin de obedecerlo en sus concupiscencias” (6:12). Sí, “hemos muerto al pecado” (6:2), pero ahora debemos “presentarnos nosotros mismos a Dios… y nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (6:13). Así, el caminar cristiano es de continua lucha contra el poder del pecado, y de ninguna manera es un estado caracterizado por obtener la impecabilidad. Para los inclinados al legalismo, la declaración de Pablo de que los creyentes “no están bajo la Ley sino bajo la gracia” (6:14) es muy pertinente.

El título de la lección de esta semana es “La victoria sobre el pecado.” Este título no sólo es incapaz de captar los contornos generales de Romanos 6, sino que disminuye también la conspicua, cuidadosamente articulada y equilibrada visión escatológica de la vida cristiana. Un título mucho mejor habría sido, “La vida en el Dominio de la Gracia Maravillosa”. O tal vez, “Convertirte en lo que eres”. O, si se quería poner de relieve la permanente labor redentora de Dios en nuestras vidas, el título podría haber sido, “Llega a ser lo que vas a ser”. [10] Sí, mucho mejor.

* * *

NOTAS:

1. Las traducciones de la Escritura son mías.

2. Douglas J. Moo, Romanos, en el Comentario de la Nueva Biblia, ed. G. J. Wenham, et al, edición del siglo XXI (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1994), 1135.

3. Ibíd.

4. Ibíd. Moo acertadamente señala la naturaleza de la muerte de Cristo al pecado: “Aunque sin pecado en sí mismo, Cristo, no obstante, estaba sujeto al poder del pecado en virtud de su encarnación, pero su muerte lo alejó para siempre de ese poder” (Ibíd).

5. La metáfora militarista, “armas de justicia”, oscurecida por tantas traducciones que vierten “instrumentos de justicia”, destaca la lucha de los creyentes y la amenaza permanente del pecado.

6. Moo, 1136.

7. He traducido el tiempo presente del verbo griego, thanatoute, como presente de costumbre, lo que denota una acción habitual en el momento actual. Además, es importante señalar que esta tensión escatológica de la vida cristiana no se revela en Romanos 7. Es inconcebible que Pablo representara la vida nueva en Cristo como aquella en que el creyente “ha muerto al pecado y vive para Dios, … habiendo sido hecho siervo de Dios” (6:11, 22) y, al mismo tiempo, dijera que el creyente es “carnal, al haber sido vendido como esclavo al pecado … y que ha sido capturado por la ley del pecado que está en sus miembros” (7:14, 23). Por mucho que esa lucha contra el pecado mora en nosotros parezca resonar con las luchas de nuestro caminar cristiano, Romanos 7 es mejor entendido como una mirada retrospectiva al problema de Israel desde el punto de vista de la fe en Cristo: “Pablo parece estar hablando en primera persona como «Israel», y en un apasionado y poderoso lenguaje pone de relieve la difícil situación de los judíos bajo la Ley, la lucha contra el pecado que enfrentaban debido a la Ley, y su incapacidad para encontrar la salvación en la Ley”(Michael F. Bird, Introducción a Pablo: El hombre, su misión, y su mensaje [Downers Grove, IL: InterVarsity, 2008], 142).

8. Merriam Webster define la prolepsis como “anticipación: como la representación o la presunción de un acto o desarrollo futuro como si actualmente fuera existente o estuviera cumplido”: Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary, décima edición (Springfield, MA: Merriam-Webster Inc., 1993, 1932).

9. Si bien es difícil determinar el contorno general de este “código de enseñanzas éticas”, es muy posible que para Pablo, involucró a cuatro áreas: 1) el ejemplo de Jesús, 2) la enseñanza de Jesús, especialmente la “ley de Cristo”, 3) la vida en el Espíritu, y 4) la ley del amor (Bird, 143-148).

10. Douglas J. Moo, La Epístola a los Romanos, NICNT (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1996), 391.

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