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Haciendo frente a la guerra: historias, dilemas y un paso hacia adelante

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[Esta es la segunda entrega de la información sobre el congreso celebrado a mediados de mayo en la universidad adventista de Friedensau sobre el impacto de la Gran Guerra en el adventismo. Usted puede leer la primera crónica pinchando aquí.]

 

Una pared divisoria se resquebrajó el pasado 14 de mayo –o, mejor, se desmoronó. Se podía oír y ver en palabras de bienvenida, en los rostros cálidos que transmitían aprecio; en la conversación que estaba derramando luz en lugar de tensión.

Esa noche dos comunidades adventistas separadas desde la Primera Guerra Mundial conversaron entre ellas. Como parte del congreso organizado por la Universidad Adventista de Friedensau sobre cómo la Primera Guerra Mundial afectó al adventismo, los organizadores invitaron a los líderes de la Iglesia Adventista Reformada. La última vez que estas dos comunidades se hablaron fue en 1920.

El actual presidente y el secretario del movimiento reformado, junto con un expresidente del mismo, contaron su historia y presentaron su caso. Sus antepasados adventistas protestaron cuando los líderes de la iglesia en Alemania insistieron en que los miembros estuvieran dispuestos a tomar las armas en la guerra, incluso en Sábado. Por esta ofensa fueron expulsados sumariamente. Al final, fundaron la Iglesia Adventista Reformada, ahora presente en todo el mundo y con una membresía de 70.000. Todos ellos, dijo el presidente Idel Suárez, son pacifistas. En su presentación, y en otra co-escrita por Woonsan Kang y Antonino Di Franca, el actual secretario de la iglesia y el expresidente, estos líderes explican el por qué de su pacifismo. Su defensa del pacifismo se basa en las escrituras y se centra inequívocamente en las enseñanzas y el espíritu de Jesús mismo.

En la tierra del Kaiser y de los nacionalsocialistas, escuchar lo que estos líderes dijeron ya era un drama por sí mismo. Pero antes de que comenzaran a hablar, el organizador del congreso, Rolf Pölher, leyó una declaración firmada conjuntamente por las dos asociaciones adventistas de Alemania. En ella pedían perdón a la comunidad reformada en el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial.

Para muchos en la sala, la declaración fue una sorpresa. A todos, la lectura de la declaración (traducida al Inglés sólo dos días antes) fue un momento de sorprendente compañerismo cristiano profundamente sentido. El presidente Suárez y sus dos asociados expresaron su gratitud, y hubo sonrisas por todos lados y el sonido feliz de las cámaras haciendo clic.

Este fue el tercer día del congreso. Había comenzado, como el día anterior, con esperanza. Después de una lectura de las Escrituras y un himno matutino, Daniela Gelbrich, erudita bíblica en la Universidad Adventista de Friedensau, se puso de pie para hablar bajo el enorme rosetón de la capilla de la universidad, con su símbolo Cristo-centrismo escrito en griego. Ella comenzó con el testamento de Abraham Joshua Heschel a la “angustia de un mundo torturado” y la determinación divina para sanar, junto con ese mundo, los corazones y las mentes humanas que sufren en ella. Invocando Ezequiel 36, declaró que la desolación del mundo se convertirá, un día, “como el jardín del Edén” o, jugando con la palabra alemana “Friedensau”, como un “jardín de la paz”.

Fortalecidos por estas palabras , los participantes caminaron a una sala de conferencias y reanudaron su estudio oscuro del “Impacto de la Primera Guerra Mundial en los adventistas del Séptimo Día”. Oscuro, sin duda, y a menudo desalentador, pero también inspirador.

Richard Müller, un teólogo de Dinamarca y exmiembro de la facultad, tanto en Newbold College como en la Universidad de Oriente Medio, comenzó la sesión formal con un informe sobre cómo los escandinavos adventistas actuaron en relación con la Primera Guerra Mundial. Estos países eran “neutrales”, si bien muchos jóvenes que residían en la parte de Dinamarca ocupada por Alemania fueron reclutados para luchar en una guerra en la que no creían. Las publicaciones de la Iglesia en estos países expresaron constantemente simpatía por la paz y antagonismo a la guerra y el derramamiento de sangre . Un breve libro sobre la Gran Guerra por el sueco Adventista Ähren Jonsson expresó desdén inequívoco hacia la guerra. Es, dijo el autor citando a un distinguido poeta de su tiempo “el odio y el asesinato … , la angustia y la muerte … la mentira y el fraude. ” El libro se distribuyó ampliamente.

Jeff Crocombe, profesor en la Universidad Adventista del Pacífico en Papúa Nueva Guinea, describió la relación de Sudáfrica con la guerra. A principios del siglo XX era una nación nueva dibujada en la Primera Guerra Mundial como un dominio del Imperio Británico. Cuando en 1912 una nueva ley hizo el servicio en defensa de la nación un requisito, la comunidad adventista del Séptimo Día, entonces pequeña en Sudáfrica hizo un esfuerzo por asegurar la exención de llevar armas a las personas que se oponen a ello por razones de convicción religiosa. Aún así, los miembros tuvieron que hacer frente a un requisito de someterse a un entrenamiento militar ya que los funcionarios locales no siempre tuvieron en cuenta la exención basada en motivos de conciencia. Al menos dos hombres adventistas fueron encarcelados por negarse a practicar ejercicios militares en sábado.

Abordando lo que sucedió en Australia, otro dominio del Imperio británico, Daniel Reynaud, que enseña en Avondale College y es un experto en cine de la Primera Guerra Mundial, dijo que en una cultura profundamente británica, la comunidad adventista, pequeña, milenaria y muy alemana existía como forastera. Pero también en este caso la iglesia trabajó con éxito para proteger a los creyentes que estaban en contra del servicio militar por motivos de consciencia. La posición adventista en Australia estaba más cerca de la “cooperación de conciencia” que de la “objeción de conciencia”, pero los escritores de la iglesia sí dijeron que la guerra era mala. Aún así, algunos jóvenes se ofrecieron como voluntarios para luchar. Dos fueron condecorados por su valentía; otros se sentían incómodos y trataron de evitar los roles que requerirían matar.

El tema de la respuesta a la guerra en determinados países continuó en la tarde, cuando Tiziano Rimoldi, del seminario adventista italiano “Villa Aurora”, leyó breves observaciones sobre la introducción de su país al Adventismo y contó la historia de Alberto Long, un hombre que pertenece, dijo, al círculo de los valientes adventistas que se han opuesto a la guerra. Recluta y perteneciente a una iglesia con menos de 100 miembros en toda Italia, Long fue incapaz de obtener el reconocimiento como un no-combatiente. Cuando las autoridades militares insistieron en que aprendiera a usar un rifle, él se negó, “sabiendo”, como él mismo dijo, “que si cedo en este punto, cederé en todo lo demás.” Como resultado sufrió palizas y encarcelamiento – e incluso la amenaza de muerte por fusilamiento. Pero sobrevivió y entró en el ministerio. Después de la jubilación continuó sirviendo como un anciano local hasta pasados los 90 años de edad.

Antes, una sucesión de tres oradores había desplazado la atención hacia temas pertinentes en cualquier comunidad adventista ante el reto de la guerra. Gilbert Valentine, profesor de la Universidad de La Sierra, describió la frustración que los líderes de la iglesia sentían por la incapacidad de Elena de White de ofrecer consejo para resolver las cuestiones relacionadas con la guerra. Con 86 años de edad al estallar la Primera Guerra Mundial , Elena de White estaba demasiado débil para ser de ayuda, por lo que los adventistas se enfrentaban a la vida sin un profeta. Una cosa que evocaba su silencio era la incertidumbre sobre el tipo de autoridad que tendría después de su muerte . Algunos empezaron a insistir en la “infalibilidad práctica”, de Elena de White , aunque la infalibilidad, a secas, fue negada oficialmente. Pero muchos de los líderes adventistas más conocidos sabían que su trabajo, si bien muy iluminador, no fue perfecto en cuanto a la facticidad de sus escritos, a la exégesis y a las predicciones. Estos líderes, sin embargo, no pudieron hacer que la mayoría lo reconociera así. El auge del fundamentalismo en América fortalecería tendencias hacia la inerrancia de la profetisa de la iglesia, y aunque estas tendencias serían impugnadas por los estudios históricos que comenzaron a aparecer en la década de 1970, la tendencia conservadora a idealizar , o incluso a “canonizar” Elena de White, continuó. Esto asegura, según Valentine, que las tensiones que dividen seguirán afectando al adventismo.

Tras el almuerzo, Stefan Höschele, un teólogo sistemático de Friedensau, examinó las cuestiones que surgen de la “diversificación” en el adventismo. La propagación de la iglesia en todo el mundo ha engendrado vías distintivas de la comprensión y la práctica. Lo que ocurrió en Alemania durante la Primera Guerra Mundial es un ejemplo de este hecho, y la presentación de Höschele describe las diferencias de actitud y perspectiva que trajo la tensión en la relación entre los adventistas alemanes y americanos. Los caminos distintos son un reto para la vida de la iglesia, y se plantean preguntas cruciales sobre la autoridad, la jerarquía y la unidad. ¿Cómo puede coexistir la diversidad con el consenso denominacional? ¿Cómo debe el centro de la iglesia, o tal vez sus diversos centros, relacionarse con su periferia? Teniendo en cuenta la diferenciación, ¿cuál es el significado de la tradición? Preguntas como éstas, puestas en relieve por lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, demandan, Höschele argumentó, la atención teológica sostenida dentro del adventismo.

Johannes Hartlapp, historiador y decano de Friedensau, volvió a mirar cómo las protestas contra los líderes de las iglesias alemanas llevaron al desarrollo del Movimiento de Reforma, cuyos líderes actuales también participaban de este congreso. Cuando las autoridades eclesiásticas alemanas alentaron el acomodamiento a los intereses del Estado, se sentían bajo una gran presión y estaban preocupados por la posibilidad de que los objetores de conciencia pusieran la institución en riesgo de colapso. Los que se opusieron a ellos sentían, por otro lado, que el considerado mal liderazgo puso la iglesia en peligro de infidelidad. Conversando después de la presentación de Harlapp, los líderes del Movimiento de la Reforma mostraron su desacuerdo en algunos puntos, si bien todos ellos estuvieron de acuerdo en la necesidad de seguir investigando de manera colaborativa.

Antes de la cena, Jeff Boyd dio a los participantes una breve introducción a la obra del Adventist Peace Fellowship, una organización de la que es secretario. La organización promueve la paz en el sentido más pleno de la palabra shalom, (bienestar general del ser humano), y alienta a las congregaciones y otras entidades adventistas a unirse a ella. Boyd, de nacionalsocialidad norteamericana y en posesión de una maestría en administración de empresas y ciencias de la paz, hizo una invitación general a visitar

http://www.adventistpeace.org

La esperanza con la que comenzó el día culminaría después de la cena, cuando los cansados pero curiosos participantes se metieron en el aula donde algo especial, al parecer, estaba a punto de suceder.

Y así fue.

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