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Secretos paleontológicos en la cabeza de un dinosaurio

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Los paquicefalosaurios constituyen un grupo de dinosaurios de aspecto tan extraño como su propio nombre. La mayor parte de ellos poseen una cabeza dotada de un hueso frontoparietal prominente, con un importante grosor, como si de un casco se tratase, además de otras prominencias menores. Si viésemos al paquicefalosaurio lanzado contra un objetivo, con ese frontoparietal por delante, la imagen sería la de un ariete viviente. ¿Pudo servir así para medir fuerzas a topetazos como hacen las cabras actuales? Aunque no se sabe con seguridad, bien pudo ser utilizado de esa forma.

Desde el punto de vista evolutivo, el grosor de ese frontoparietal ha servido para establecer una línea evolutiva en la cual el grosor habría progresado con el tiempo. Todo muy acorde con el paradigma. Sin embargo, científicos canadienses han publicado en la revista Nature Communications1 los resultados de la investigación de un fósil de paquicefalosaurio que contradicen y alteran significativamente el orden evolutivo propuesto. El fósil estudiado, atribuido a la especie Acrotholus audeti, y con una datación evolutiva de 85 millones de años, está constituido por tan solo un hueso frontoparietal fuertemente engrosado. Aun así, está tan bien conservado que caben pocas dudas en cuanto a cuál fue el animal del que formó parte. Lo realmente sorprendente es el lugar en el que se ha encontrado el fósil, un estrato más profundo y por tanto anterior a aquellos en los que se habían encontrado los paquicefalosaurios más antiguos conocidos hasta ahora. Eso significa que la propuesta evolutiva de progreso del engrosamiento óseo craneal era incorrecta. Este fósil, anterior a todos ellos demuestra que estos animales ya tenían su forma definitiva desde un principio.

Un caso que guarda semejanzas con este y en el que está implicado el mismo grupo de dinosaurios ya se había hecho notar con anterioridad. Durante años se habían clasificado diferentes fósiles, con distintos grosores del frontoparietal y de otros ornamentos óseos, como si se tratase de especies distintas. Pero una explicación mejor ha situado a cada fósil en una etapa del desarrollo de una sola especie. Los diferentes individuos fósiles, atribuidos a distintas especies, corresponderían entonces a diferentes edades de una misma especie. Así, Dracorex hogwartsia y Stygimoloch spinifer no serían especies, tal y como se habían definido, sino etapas de desarrollo de Pachycephalosaurus wyomingensis.2

La cabeza de los paquicefalosaurios vuelve a poner de manifiesto las dificultades de interpretación del registro fósil, aun con un número de ejemplares nada desdeñable. Los fósiles no son siempre lo que parecen, ni su falta significa que el animal no existiese en los tiempos representados por un estrato, ni el orden temporal que sugieren los restos que se conocen fue obligatoriamente el que tuvieron en los tiempos pretéritos. Con estas premisas, establecidas por el propio registro fósil conocido, sigamos hacia delante, y especulemos, pero sin perderlas de vista.

Celedonio García-Pozuelo Ramos. (Presidente de Naturalia)

Pie de foto: Reconstrucción de Acrotholus audeti, un dinosaurio con el craneo engrosado datado en 85 millones de años, junto a la tortuga Neurankylus lithographicus en primer plano. Derechos Julius Csotonyi.

  1. Evans, D. C. y otros. 2013. The oldest North American pachycephalosaurid and the hidden diversity of small-bodied ornitischian dinosaurs. Nature Communications 4, Article number: 1828 doi:10.1038/ncomms2749.

  2. Horner, J. R. Y M. B. Goodwin. 2009. Extreme Cranial Ontogeny in the Upper Cretaceous Dinosaur Pachycephalosaurus. PloS ONE 4: e7626.

 

 

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