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Para encontrarse en el bosque

Yo nací en un bosque. Todavía vivo en ese bosque. Soy parte de ese bosque y lo amo. Estoy orgullosa de mi bosque. (Es mío porque yo pertenezco a él, no porque él me pertenezca)

Mi bosque fue plantado hace mucho tiempo por el Guardabosques. Y él lo cuida, pasea por sus laderas y conversa con árboles y animales.

Cuando te internas en el bosque te inunda la sabia experiencia del Guardabosques que impregna cada roca y cada árbol. Puedes leer en sus hojas su impresionante y larga historia: largas y fructíferas primaveras, veranos de intenso crecimiento. Y también periodos de sequía e incendios, guerras y terremotos, pero el bosque siempre se recompuso y volvió a brotar con todo su esplendor.

A tus pies te encuentras con un suelo rico, nutrido de hojas marchitas, que una vez fueron verdes y brillantes y que, de alguna manera, sus nutrientes pasan a otros organismos como setas, hongos, líquenes y musgo. Encuentras paz, tranquilidad, el alegre bullicio de los animales que van y vienen y la compañía del Guardabosques que te explica los secretos de cada rincón, lo que hay debajo de cada piedra y en el hueco de cada árbol.

Mi bosque te ofrece multitud de alimentos ricos y sabrosos distintos en cada época del año, jugosas fresas o nutritivas nueces; moras dulces o agrias acederas. Y, si sabes distinguirlas, una buena cantidad de plantas medicinales muy efectivas que curan desde un dolor de cabeza hasta el más amargo dolor de corazón.

De vez en cuando, el Guardabosques trae una planta nueva, un nuevo árbol, una nueva ave que se integra en nuestro bosque dándole una diversidad maravillosa.  Somos pinos y robles, hierbas medicinales y zarzas enmarañadas, fresas, moras y nueces; gorriones y pájaros carpinteros, jabalíes y mofetas, abejas y hormigas; líquenes y setas, lirios y diente de león. Incluso somos muérdago, esas plantas parásitas que crecen a costa de los otros. Al Guardabosques le gustamos todos, incluso le gusta el muérdago, aunque los demás no lo entendamos. Pero él siempre nos dice que nos necesitamos unos a otros, que aquí no sobra nadie.

Así, día a día, mi bosque progresa en tres direcciones: los árboles son cada año más altos, las semillas caídas y enterradas a los pies de los árboles lo hacen más denso, mientras que las semillas llevadas por el viento amplían el bosque haciéndolo más grande.

Muchos son los visitantes que, atraídos por su belleza, su tranquilidad, su alegría, sus alimentos y sus medicinas, deciden quedarse y formar parte de él perfeccionando un bosque de rica diversidad y dinamismo.

Pero también vive el “habitante-conciencia-de-todos”. El habitante-conciencia-de-todossolo ve ramas, hierbas y barro.  El habitante-conciencia-de-todossueña con un bosque ordenado, homogéneo, que pueda ser perfectamente catalogado y económicamente rentable. Cuando pasea por mi bosque solo ve desorden y dificultades y decide que así las cosas no funcionan bien. Como él es muy inteligente, él tiene la solución para hacer un bosque mejor. Pasa horas y horas hablando, planeando y debatiendo. El habitante-conciencia-de-todosmira pero no ve, oye pero no escucha.  Él mismo, consigo mismo, se proclama “voz del bosque” y comienza su reforma:

 

·      En mi bosque hay árboles de muchos años, de troncos robustos y retorcidos. Viejos “dinosaurios” vivos con profundas raíces, bien anclados al suelo. A su sombra crecen jóvenes árboles frescos y arbustos que han nacido y crecido bajo su protección. Sus ramas están repletas de nidos de aves y perforadas por las ardillas. Entre sus raíces viven familias de conejos. El paso del tiempo ha dejado sus huellas: quemaduras de incendio, marcas territoriales de oso o las iniciales de adolescentes enamorados.

 

Para el habitante-conciencia-de-todosresultan molestos porque no son bonitos ni esbeltos, porque enmarañan SU paisaje soñado, porque en la variedad no está el gusto. Así que planta hermosos pinos de troncos rectos y perfectos todos de la misma altura y a la misma distancia para poder controlar su crecimiento. Él decidirá qué árbol puede crecer más que los demás y qué ramas hay que cortar atendiendo siempre a SU diseño. Él decidirá dónde deben crecer los árboles jóvenes.

 

·      En mi bosque hay insectos, gusanos y bacterias que producen materia orgánica, que polinizan las plantas y los árboles, que excavan el suelo aireándolo, y que alimentan a pájaros y mamíferos.

 

Para el habitante-conciencia-de-todosresultan molestos porque pican y zumban en sus delicados oídos. Se reproducen sin SU control y los llama “plagas”. Así que pone trampas y fumiga periódicamente para asfixiarlos en sus propios nidos.

 

·      En mi bosque hay zarzas espinosas llenas de frutos y de pájaros u otros animales que se alimentan de ellos. Dan refugio a los ratones, a los tejones e incluso a alguna cierva recién parida.

 

Para el habitante-conciencia-de-todosresultan molestas porque le impiden el paso y arañan SUS caros pantalones o SUS suaves manos. Así que las arranca, las quema y esparce un potente herbicida para que no vuelvan a crecer.

 

·      En mi bosque hay senderos naturales que los jabalíes o los zorros han ido marcando a lo largo de los años. Son estrechos y difíciles de ver a simple vista porque están bien integrados en el bosque. Cuando los conoces no te puedes perder porque, al final, son los caminos más seguros.

 

Para el habitante-conciencia-de-todosresultan incómodos porque necesita caminos anchos y bien asfaltados para moverse con comodidad con sus tacones, con su moto o con su coche. Así que trae máquinas que construyen aparcamientos, caminos, retretes y merenderos. Y se siente feliz porque el bosque se llena de visitantes-que-no-piensan-quedarse arrancando ramas, dejando desperdicios y llevándose una rama de acebo o de muérdago de recuerdo.

 

Muchos árboles han sido talados, muchos arbustos han sido recluidos a un rincón donde no “molestan”. Muchas semillas no han encontrado un suelo fértil donde arraigarse y se han echado a perder; otras gracias a un viento fresco han encontrado otro bosque donde crecer. De los animales que han nacido y crecido en mi bosque algunos no han encontrado su sitio y han buscado nuevos territorios.

Pero todavía quedan viejos y sabios árboles, hierbas medicinales y zarzas enmarañadas, fresas, moras y nueces; gorriones y pájaros carpinteros, jabalíes y mofetas, abejas y hormigas; líquenes y setas, muérdago, lirios y diente de león. Todavía,  y a pesar del habitante-conciencia-de-todos,el bosque sigue vivo porque el Guardabosques sigue cuidándolo, paseando por sus laderas y conversando con árboles y animales. Todavía es un lugar para encontrarnos y desarrollarnos.

¡Uy! ¡Qué despiste! Yo que iba a escribir un artículo sobre la dinámica de la Iglesia…

 

[Foto de erwias]

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