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La Creación en Génesis 2: 4b – 4: 26

Es sabido que tradicionalmente se ha dicho que estos versículos de Génesis dan detalles que quedaron desatendidos en la presentación de la creación esbozada en el primer capítulo. Tal lectura también asume que todo el Pentateuco fue escrito por Moisés en el siglo XV a. C. Esta manera de ver las cosas que es todavía defendida por los fundamentalistas no puede ser mantenida ante las evidencias provistas por el mismo texto. Por más de dos siglos eruditos bíblicos están de acuerdo en identificar a grandes rasgos varias tradiciones cuyos textos fueron editados para formar el Pentateuco. El trabajo editorial que nos legó el texto actual fue llevado a cabo por sacerdotes del segundo templo entre los años 450-400 a. C. Las fuentes literarias usadas por los editores consistían de versiones de los mismos acontecimientos, así también como de narraciones peculiares a una tradición oral. En Génesis, Exodo y Númeroslos editores usaron principalmente dos fuentes, con una tercera que puede ser identificada en varias secciones del texto bíblico. Para la identificación de las fuentes los eruditos estudian el vocabulario empleado, el nombre dado a Dios y a lugares importantes, el estilo literario, la identidad de los actores, el punto de vista teológico e histórico, las metáforas usadas para entender la relación de Dios con Israel,  etc.

Los editores del Pentateuco usaron las fuentes preponderantemente de dos maneras. En algunos casos pusieron a una detrás de la otra resultando en la repetición del mismo evento desde dos o más puntos de vista, como en el caso de la creación. En otros casos, dos o tres fuentes fueron entretejidas para así narrar el evento sólo una vez, como en el caso del diluvio. Uno de los ejemplos más escuetos y claros de la presencia de tres versiones del mismo evento se encuentra en las tres subidas de Moisés al monte Sinaí en Ex. 24: 9-17. En los vv. 9-11, Moisés, Aarón, Nadab, Abiú y setenta ancianos de Israel suben al monte Sinaí, ven a Dios y se sientan a comer y beber. En el monte Dios y seres humanos celebraron un banquete. En los vv. 12-13, Moisés y Josué se levantaron y subieron al monte. Aarón y Hur fueron dejados encargados de los negocios del pueblo. En los vv. 14-17, Moisés sube al monte solo y está seis días cubierto en una nube sin poder ver nada. El séptimo día la gloria de Dios que se había reposado en el monte llamó a Moisés sin que él pudiera verla. Al pie del monte el pueblo vio un fuego abrasador en la cumbre del monte. No se necesita mucha perspicacia para entender que los vv. 9-11 pertenecen a la misma fuente que nos dio Gen. 2: 4b – 4: 26, y que los vv. 14-17 vienen de la fuente que también nos dio Gen. l: 1 – 2: 4ª, y continua en el capítulo 5.

En mi columna del mes pasado, sobre la creación en los libros sapienciales, indiqué que Gen. 2: 5 usa una formula usada también por el autor de la Enuma Elishy el autor de Prov. 8: 22-31. Esta formula por sí sola nos anuncia que lo que sigue es un relato independiente de la creación. En realidad, decir que se trata de un relato de la creación es exagerar un poco. El texto enfoca un área muy pequeña de la superficie terrestre. La tierra en su totalidad y el universo sideral no son tomados en cuenta. El ángulo visual es mínimo, parroquial.

La atención se concentra en la creación del varón y cómo Dios se ocupa de suplir todas sus necesidades. Aquí la creación del varón humano es lo que se relata primero. Los árboles del huerto ya existen para beneficio del varón. Los animales son creados para beneficio del varón, hasta se podría decir que él ayuda a su creación dándoles sus características al nombrarlos. La hembra es creada para suplir una necesidad del varón. En otras palabras el relato refleja una sociedad patriarcal, androcéntrica.

En este relato Dios es distinguido por su nombre propio, YHVH (Jehová, Yahve). Su actuar es muy familiar; se siente cómodo caminando por la tierra y haciendo cosas que los hombres hacen normalmente. Amasa barro para darle forma humana. No solo hace con barro al hombre sino que también hace con barro “toda bestia del campo y toda ave de los cielos”. Luego abre con sus manos la cavidad torácica del varón para sacar una costilla y la cierra cuidadosamente. Antes de la creación del varón Dios había plantado un huerto “en Edén, al oriente”. Este es un Dios inmanente que no necesita la sabiduría, la palabra o un ángel, agentes intermediarios, como artífices de la creación. Este Dios hace lo que hay que hacer personalmente. Moldea barro, corta costillas, planta árboles y recorre el jardín buscando a sus criaturas desobedientes.

En el Edén había un río que regaba el huerto y tenía cuatro ramales. Por las descripciones dadas a los ramales dos pueden identificarse como el Tigris y el Nilo. Otro es nombrado Eufrates. El cuarto, llamado Pisón, pudiera ser el Orontes. Los dos nombrados primero desembocan en el Mediterráneo y los dos últimos en el Golfo Persa. O sea, aquí la creación se limita a lo que conocemos como “la medialuna fértil” del Medio (Cercano) Oriente.

YHVH que planta un huerto y lo riega con un río con ramales que se extienden a territorios circunvecinos se caracteriza no sólo por ensuciarse las manos con barro y sangre. También se distingue por tener que buscar la solución a problemas que se le presentan experimentando con diferentes opciones. Aparentemente, no es omnisapiente. Cuando descubre que no es bueno para el varón estar solo, trata de solucionar el problema creando animales que le hagan compañía. Cuando descubre que ninguno de los animales es la compañía que el varón necesita, decide crear una hembra para que le sea la contraparte correspondiente. Ahora el varón y la varona (2: 23) pueden, allegándose, ser “una sola carne”. De esta manera se ha de perpetuar la raza  de seres humanos mortales. El Dios representado aquí es totalmente antropomórfico.

En términos de la creación, en este relato hay que notar que en el huerto de Edén, entre los muchos árboles plantados por Dios que eran “deliciosos a la vista y buenos para comer”, Dios también plantó dos árboles especiales: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Mientras que todos los demás árboles, como proveedores de belleza y fruta, satisfacían las necesidades para el sustento del hombre y la mujer, el árbol de la  vida y el del conocimiento del bien y del mal cumplían funciones específicas. Su presencia en el huerto, por supuesto, es sólo para beneficio de los seres humanos; no de los animales. Ellos eran la fuente de vida y el asesor de obediencia, los eslabones que mantenían a los seres humanos sujetos a su Creador. Es notable que antes de la creación de los animales y de la mujer, Dios trae el varón al huerto para que lo trabaje y le informa que puede comer libremente del fruto de todos los árboles menos el del árbol del conocimiento. O sea, cuando lo único que existía eran el huerto con sus árboles, el río que lo regaba con sus cuatro ramales y el varón, Dios introdujo un mandamiento que demuestra para qué fue que Dios creó al varón. Lo creó para obedecer su mandamiento. El día que el hombre comiera del fruto del árbol del conocimiento, Dios le dice a Adán, “morirás”.

Si leo correctamente este relato, me dice claramente que el varón creado por Dios, por naturaleza, era mortal. Comiendo del árbol de la vida viviría indefinidamente, pero la duración de su vida estaba condicionada a su obediencia. Si comía del fruto del árbol del conocimiento, irremediablemente, debido a su naturaleza mortal, moriría. Esta lectura del texto queda corroborada al final del relato. El castigo por haber comido del fruto prohibido no es la muerte. Es la pérdida de acceso al árbol de la vida. Al no poder comer del fruto de ese árbol, su vida siguió su curso normal y eventualmente murió.

En este relato el árbol de la vida y el del conocimiento cumplen la función del templo en todos los demás relatos de la creación. Por algo se dice que estos árboles estaban “en el centro del huerto” (2: 9). Estos árboles eran el cordón umbilical del Edén. Por medio de ellos Adán y Eva podían mantener contacto con la fuente de vida mientras cumplieran con el propósito para el cual habían sido creados. Su obediencia al mandamiento divino los mantendría vivos y “vestidos de inocencia”. Por supuesto, tal condición sólo puede ser reconocida por quienes la han perdido y se sienten culpables.

En realidad, el relato de Gen. 2: 4b – 4: 26 no tiene que ver con la creación como realidad física o funcional. Su interés es considerar la naturaleza y la condición de los seres humanos. Su perspectiva es antropocéntrica. Su contenido enfatiza un cambio en la relación de los seres humanos con su Creador. En el proceso otra vez queda claro que Dios ha creado a los seres humanos con la libertad para desobedecer y ha tenido que poner en vigencia el plan B.

Como ya dije, según este relato los seres humanos dependían del fruto del árbol de la vida para vivir. Esto quiere decir que en si mismos eran mortales. El tener la posibilidad  para algo, en este caso la muerte, no lo hace necesario. Una pregunta hipotética, pero digna de consideración, es: Si Adán y Eva hubieran sido creados seres inmortales hubiera habido la necesidad de plantar el árbol de la vida al centro del huerto? Creo que la respuesta es NO. Al desobedecer ellos no perdieron la inmortalidad. Perdieron acceso al fruto del árbol de la vida que les permitía seguir viviendo. Esto también es demostrado por la tentación ofrecida por la serpiente. Los dioses, es sobreentendido, son inmortales. Al ofrecerles venir a ser como dioses conociendo el bien y el mal, la serpiente les está ofreciendo transformarlos a la condición de seres inmortales. En otras palabras, la tentación consiste en querer ser más de lo que habían sido creados para ser. La tentación es escapar de la condición mortal en que fueron creados. Al decir esto no estoy considerando ni la ciencia ni la historia de las doctrinas cristianas. Solamente estoy leyendo el texto bíblico. Siglos después se decidió que La Caída consistió en la pérdida de la inmortalidad y que la creación fue ex nihiloy ab initio temporis.Según el relato lo que se perdió fue el árbol de la vida (no la inmortalidad), antes de la creación ya existía un desierto con muy poca humedad y tanto el hombre como las plantas y los animales salieron de la tierra (no “de la nada”).

Esto hace que los seres humanos lleven consigo un sentido de culpabilidad por haber desobedecido y perdido algo valioso. El reconocimiento de innata culpabilidad también aparece en otros relatos de la creación. Por ejemplo, en Enuma Elishlos seres humanos reciben vida de la sangre de Kingu, el dios que fue sacrificado por haber sido el líder de la rebelión contra Tiamat y Apsu. Kingu es el culpable y los seres humanos reciben la vida de su sangre. De esta manera se explica el sentido de culpa que todos los seres humanos llevan en si mismos. La noción de que la vida está en la sangre también se encuentra en la Biblia, así también como la que uno tiene que morir y vertir sangre para darle vida a otros.

Este relato tomó un monumental paso teológico hacia delante cuando dejó atrás la noción de que la vida o la materia de los seres humanos fue extraída de dioses que fueron vencidos y muertos. Ese es el paso dado por los autores de la creación en el Pentateuco. Adán es barro formado en forma de un cuerpo, y recibe la vida del aliento (espíritu) de Dios. La materialidad del aliento de Dios no alcanza a la de la sangre. Aquí Behemoth, Leviatán, el dragón o el océano primordial no aparecen. Esta superioridad de los relatos de la creación comparados con los relatos de otras culturas fue lo que los padres de la iglesia de los primeros siglos afirmaban cuando declaraban que la creación fue ex nihiloy ab initio temporis(no tuvo lugar en el tiempo en que las mitologías contaban de las batallas contra los poderes del caos que hicieron posible la creación).

El árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal al centro del huerto son el templo del Edén, lo que hacía posible y mantenía la vida hermosa y apacible de seres humanos que cumplían el propósito para el cual habían sido creados. Es sin duda muy apropiado que árboles sean el templo de un cosmos que es sólo un huerto con tierras circundantes. Mientras que en otros relatos los seres humanos son creados para facilitar el ocio de los dioses sirviéndoles, ofreciendo sacrificios de sangre que los alimentan, en este relato los humanos fueron creados para obedecer a YHVH. En el Edén YHVH promulgó su primer mandamiento: “No trates de ser más de lo que te he creado para que seas. Si pretendes ser más, dejarás de ser’.

Es de notar que entre los humanos la primera muerte no fue la muerte que viene normalmente a seres mortales sin acceso al árbol de la vida. Fue la muerte causada por el asesinato de Abel. Aquí nos encontramos otra vez ante un evento inesperado. Este relato nos alerta a voz en cuello que hay algo en el ser humano que trae consecuencias trágicas y hace que la vida “al este del Edén”, con acceso vedado al árbol de la vida, no sea buena. El capítulo 4 nos da la genealogía de Caín hasta los que introducen la música, la metalurgia y las ciudades. Esta genealogía termina con Lamech, el segundo asesino. Otra vez, Dios tiene que implementar plan B, y como resultado Adán y Eva tienen un hijo que toma el lugar de Abel, Seth.

Como seres mortales los seres humanos tenemos dentro una paradoja, tanto el aliento divino que nos da vida y el deseo de ser más de lo que nuestra vocación nos permite. Como consecuencia nos hemos vuelto asesinos que toman la vida de otros. Al considerar la naturaleza y la condición del ser humano los autores de este relato ponen ante nosotros un espejo en el cual nos vemos a nosotros mismos y nos sentimos inspirados a reflexionar. Como teología, este relato tiene relevancia para todos los seres humanos en todos los tiempos. Aunque estamos concienzados de que compartimos nuestro mundo con otros seres vivientes y tenemos que vivir en paz con nuestro prójimo, todavía vivimos en un universo simbólico antropocéntrico y envidioso. Como consecuencia, no faltan los momentos en la vida cuando necesitamos un Dios antropomórfico siempre predispuesto no sólo a castigar nuestra desobediencia sino también a buscar otra manera (plan B) de llevar a cabo sus propósitos.

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