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Cieling: en busca de una identidad

“Fue Su encuentro, las puertas del cielo se abrieron”, me escribió vía Facebook Samuel Gil, estudiante de Publicidad y de Teología en el Seminario Adventista de España pocos días después de que Zaragoza (España) albergara del 1 al 4 del pasado mes de abril un congreso nacional de jóvenes que reunió a más de 800 personas. “De una cosa estoy seguro: Dios nos ha bendecido de una forma muy especial, única. […] Gracias Señor por visitarnos en Zaragoza”, escribía el director de jóvenes de España, Óscar López en el apartado dedicado a los testimonios de la web del evento. En la misma sección, Elaise Lima da Silva de las Palmas de Gran Canaria (España) tecleó: “Cieling fue mi primer congreso, y agradesco a Dios por haberme dado esta oportunidad de disfrutar cuatro días maravillosos que pasamos EN su compañía […] Agradesco mucho a DIOS por estar en su pueblo escogido y ver k somos muchoss. que el SEÑOR LOS BENDIGA” (sic). Desde Madrid, Susan Manrique también dejó su testimonio: “Cieling ha sido una pasada…!! […] Ojlá que sta experiencia se repita y mientras podams hacer de nuestra vida un verdadero CIELING…XD!Que Dios los guarde y bendiga chicos!!” (sic).
[Debido a la extensión de este artículo y a que su lectura se recomienda sobre el papel y reclinado en el sofá, hemos adjuntado el artículo completo en pdf para que el lector interesado se lo descargue y lo lea con más comodidad.]
Cieling. Creer para ver es el nombre del primer congreso nacional organizado por el Departamento de Jóvenes de la Unión Española en muchos años. Su lema: Creer para ver. Tanto el título como el subtítulo del congreso son una clara declaración de intenciones. Cieling es el resultado de la fusión de la palabra española “cielo” y la terminación “ing” de la lengua inglesa que se usa para formar los gerundios en dicho idioma. Tal conjunción, da un vocablo que en España en seguida relacionamos con una compañía aérea española de bajo coste creada hace pocos años: Vueling. Es decir, “vuelo” más “ing”. Desde su fundación, esta línea aérea se ha publicitado en spanglish consiguiendo así transmitir modernidad, dinamismo y algo que en España llamamos “guay” y cuyo equivalente en inglés sería “cool”. Cieling, por analogía, transmite lo mismo. Se trata de una renovación de imagen que los jóvenes adventistas de España piden desde hace tiempo. Así, “Cieling”, que en realidad no tiene significado alguno, cobra un sentido amplio y que se puede interpretar de muchas maneras, entre ellas, esta: “jóvenes, vuestra iglesia se ha puesto al día. Venid, contamos con vosotros”.
“Creer para ver” es una alteración en el orden natural del dicho español “ver para creer”, empleado para subrayar la espectacularidad y excepcionalidad de una situación, evento o acontecimiento. Se podría decir que la inversión de los vocablos responde a que por fin la iglesia española deja de lado el paradigma de pensamiento moderno “ver para creer” y adopta el posmoderno “creer para ver”, es decir, tu punto de vista, tus creencias y prejuicios, condicionan lo que ves. Sin embargo, teniendo en cuenta el contexto cristiano-adventista, este lema parece una nueva forma de invitarnos a abrir los ojos de la fe. Sea como fuere, tanto “Cieling” como “Creer para ver” surgen de Álvaro Doladé, un estudiante adventista de Publicidad y Relaciones Públicas que ha estado trabajando en una de las mejores agencias de marketing del Estado español.
Aprovechando este cúmulo de significados explícitos e implícitos, públicos y privados, sociales y eclesiásticos, Cieling se ha presentado como un viaje en avión cuyo piloto es Jesús y el destino del cual no puede ser otro que el Cielo. “La vida, como ya sabes, es un viaje en el que Jesús ha estado, está y seguirá estando a tu lado.”, se podía leer en el pasaporte creado para la ocasión que nos entregaron nada más llegar al congreso. Y continuaba afirmando que “El Departamento JAE [el Departamento de Jóvenes de la Unión Adventista Española] ha estado trabajando con mucha ilusión y cariño para que tú puedas vivir una experiencia cerca de Jesús.”.
Y así es. Cieling es el resultado de dos años de trabajo por parte de un grupo de más de 30 personas, la gran mayoría voluntarios. Impagable. Además, Cieling también es el fruto de dos viajes a Estados Unidos realizados por el Director de la Juventud Adventista Española (JAE), Óscar López, con la intención de aprender todo lo posible y volver a España para, según sus palabras, “crear algo nuevo, con el deseo de marcar un punto de inflexión en nuestras vidas y para que nuestro cristianismo no se reduzca a calentar un banco los sábados y a criticar a la iglesia”. En otras palabras, un reavivamiento.
¿Hacía falta o hace falta un reavivamiento en la juventud adventista española? Responder a esta pregunta no es sencillo. Quizá, habría que hacer un poco de historia.
“Cuando llego a JAE, me encuentro con un departamento con muchos frentes abiertos, con muchas actividades pero pocos objetivos claros.”, me confiesa Óscar López. Es verdad que antes de su toma de posesión del cargo, una de las críticas más recurrentes era que ese montón de actividades solo entretenía a los jóvenes y que la “espiritualidad” quedaba muy diluida. Pero también es verdad que otra parte importante de la juventud JAE afirmaba que las actividades estaban muy bien organizadas y que se lo pasaban muy bien. Más allá de gusto y opiniones, el hecho es que durante la administración anterior a López, no se promocionó ningún tipo de actividad de evangelismo juvenil, por lo que tampoco hacía falta urgir a los jóvenes con la misión adventista. Dicho de otra forma, el estereotipo del chico “JAE” hasta la entrada de Óscar lo conformaba una persona deportista, amante de la naturaleza, con una espiritualidad más bien reservada y alérgico a evangelizar. Pero no todos respondían a dicho estereotipo.
Gracias a la movilización de ciertos jóvenes y con el apoyo sin reservas del Seminario Adventista de España y de ASI-España y con la colaboración imprescindible del seminario de Teología de Austria (Seminar Schloss Bogenhofen) y el apoyo que recibió de las uniones austriaca y alemana, en 2004 vio la luz en la ciudad mediterránea de Valencia (España), el primer proyecto evangelístico de jóvenes para jóvenes. Ese fue el punto de arranque que propició campañas misioneras dirigidas por jóvenes en toda España y que acabó consolidándose, ya con el nuevo director JAE, Óscar López, en una escuela de evangelismo en el Seminario Adventista de España (SAE). “Al tomar las riendas de JAE, decidimos hacer una serie de cambios que comportó un relevo de gente. Buscamos a personas relacionadas con los jóvenes y nos sentamos a definir objetivos.”, explica López. ¿Qué objetivos definisteis? “Hicimos una declaración de misión: que la juventud adventista conociera a Jesús, que leyera la Biblia y que tuviera el sentido de misión propio de nuestra iglesia. […] Acordamos que se harían menos actividades, que se centrarían en el contenido y que tocarían estas cuatro áreas: social, espiritual, física y formativa-mental”.
Así pues, entre la iniciativa laica primero y la adhesión administrativa posterior, se empezó a satisfacer una existente demanda de más espiritualidad y a entusiasmar a los jóvenes con el evangelismo. Se había llenado un hueco y ahora quedaba el empujón final. Y este empujón no podía ser cualquier cosa.“La juventud adventista necesitaba algo que fuera grande. Sentíamos esa necesidad por parte de los jóvenes, de juntarse en algo que fuera bien grande, más de lo habitual.”, reconoce el director de JAE.
Abro el pasaporte Cieling y leo: “Es posible que la experiencia Cieling sea uno de los eventos más importantes de tu vida. […] El objetivo de Cieling está claro: hacer de Zaragoza una Terminal, un link, un nexo entre el Cielo y la Tierra. Durante 4 días”. Le pregunto a Óscar por qué es necesario un punto de inflexión en la juventud adventista española. “El joven adventista, según las encuestas, no lee la Biblia y desconoce las bases doctrinales y bíblicas que nos identifican como iglesia remanente. En este sentido, queríamos aportar a través de un congreso el sentido de formar parte de algo que está en movimiento.”, responde.
Cierro el pasaporte y entro a la sala de actos del Colegio Jesús María- El Salvador donde se dan las charlas generales. La decoración es maravillosa. Estoy en un avión con nubes a ambos lados, dos salidas de emergencia y al fondo, en el escenario, una guapa azafata y un azafato nos dan la bienvenida. “Cieling son talleres dirigidos por jóvenes y ponentes expertos. Habrá música, espiritualidad, formación y evangelismo y solidaridad”, nos dicen. Todos en la sala estamos extasiados. Esto, definitivamente, no es lo de siempre. La sala es inmensa y está repleta de jóvenes. Las expectativas de JAE, no sin cierta dificultad, se han cumplido. Más de 800 jóvenes (950 el sábado) que han respondido al llamamiento de JAE: “Haz lo que sea pero ven. Porque sabes que lo que hay no es únicamente lo que ves. Porque entiendes que hay algo más y no te conformas con lo superfluo”. Si el éxito se mide en términos cuantitativos, bienvenidos al mayor éxito de JAE que se recuerde. Señores pasajeros, bienvenidos a bordo.
Un vistazo rápido a Cieling te lleva a pensar que estás ante algo que ya has visto pero mejor, más bonito, más “currado”, más atractivo, más interesante, más espiritual y cómo no, más grande. Ocho talleres, ocho ponentes diferentes venidos de Europa y Estados Unidos, siete agrupaciones musicales por lo menos (entre ellos el Coro y la Orquesta de la escuela adventista de música J.S. Bach y el famoso grupo Forgiven), media docena de stands y cinco sponsors (ASI entre ellos). En definitiva, números de convención internacional.
“Creo que este congreso es un encuentro de amigos con Jesús. Es una preparación para un viaje. Espero ver a Jesús más de cerca” dice Néstor Petruk, argentino de 30 años licenciado en Teología y Administración y Dirección de Empresas y que actualmente combina estudios de doctorado en Religiones con su trabajo en la administración de ADRA-España. “Cieling es algo nuevo aquí en España. Diferente de lo habitual. Es un formato norteamericano, formato GYC”, prosigue Petruk para acabar diciendo que este formato de congreso le parece “poco práctico para España”.
Antes General Youth Conference y ahora Generation of Youth for Christ (GYC), Generación de Jóvenes para Cristo es un movimiento adventista norteamericano de base que realizó su primer congreso en 2002. Ellos mismos se definen en su página web como un movimiento organizado y dirigido por jóvenes adultos con la misión de ayudar a los jóvenes a experimentar un reavivamiento y una reforma para trabajar conjuntamente con la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la predicación del Mensaje de los Tres Ángeles. Estas palabras están adornadas en su web con una fotografía de varios jóvenes orando fervientemente.
Óscar López, juntamente con varios pastores de España y con Isaac Chía, actual adjunto de JAE, asistieron a dos eventos de GYC para conocerlo de primera mano. Este movimiento consiguió reunir a un gran número de jóvenes en poco tiempo y ahora, ya consolidado, están preparando la tercera edición de “GYC en español”. En el vídeo promocional de la edición anterior, celebrada en 2009, se puede ver a Chía afirmando que lo que más le ha impresionado es observar a tanta gente joven “que está involucrada en el evangelismo” y añade que “es tiempo de dejar de ser la iglesia de Laodicea y ser un pueblo que arde de ganas de ver a Jesús”. López aparece a continuación para declarar que se ha dado cuenta de que “el tiempo es corto, que Cristo está a punto de volver y que no hay más remedio que estar al 100% con Jesús”. Decididamente inspirados, López y Chía volvieron de su viaje con una visión para la juventud española.
“Cieling me parece interesante. Me gusta que venga gente diferente a contar cosas diferentes” cuenta la primera mañana de Cieling Margarita Ramallo, original de Gran Canaria y trabajadora social en Madrid. La “gente” y las “cosas” a las que se refiere Ramallo son los ocho ponentes que han llegado para dar ocho talleres. “Los que más me atraen son ‘Diseño Inteligente’ [de Roberto Biaggi, responsable del Instituto de Investigaciones de Geociencia] e ‘Identidad del joven adventista’ [a cargo de Jay Rosario, pastor y evangelista]. El segundo me interesa porque explicará qué es ser cristiano y es que ¿qué identidad tenemos como cristianos?” acaba preguntándose Ramallo y en seguida ella misma propone una respuesta: “Algo que nos una a todos”.
Una de las pocas críticas que se oían durante el congreso era la excesiva actividad programada. Apenas había tiempo para socializar, se quejaban algunos. Y, desde ese punto de vista, razón no les faltaba. Según el horario oficial, las actividades comenzaban a las nueva de la mañana para terminar pasadas las 11 de la noche con un descanso programado de media hora además de las dos horas y media dedicadas al almuerzo y la cena. El resto del tiempo se ocupó principalmente con los talleres y las ponencias generales.
Además de los talleres de Biaggi y Rosario, los asistentes podían elegir entre los siguientes: “Vivir de forma creativa”, por Daniel Chirileanu, Director de Jóvenes de Rumanía; “Evangelismo e Internet”, de Mateo Vincent, pastor norteamericano que actualmente trabaja para la División Transeuropea; “¿Música adventista?”, por Álvaro Calvo, profesor y músico de la escuela adventista de música española J.S. Bach, quien ya dijo desde un principio que ofrecería el mismo contenido que impartió en el último congreso de AEGUAE; “La revolución apocalíptica en el mensaje de los tres ángeles”, a cargo de Nathan Renner, evangelista; “El matrimonio, único plan original” por Víctor Mirón, orientador familiar evangélico y cuya calidad ya había sido previamente contrastada en diferentes encuentros adventistas; y finalmente “La última generación de cristianos” dirigido por Gustavo Squarzón, pastor originario de Argentina y actualmente en EE.UU., quien, además de los talleres, asistía a Cieling como orador principal ya que a su cargo estuvieron las ponencias generales.
A todo esto, hay que añadir actividades solidarias a cargo de ADRA-España, media tarde de bookcrossing como actividad evangelística y dos grandes conciertos programados para el viernes y el sábado noche. Sencillamente abrumador.
“Nos gusta el programa de Cieling pero el hecho de poner todos los talleres a la vez nos obliga a perdernos alguno y eso da pena. No nos gusta no poder ir a todos”, comentan Ema Delia Montorga, rumana de 17 años residente en Madrid y Oana Andrea Bordea, rumana de 18 años también en Madrid. “No obstante, esto tendría que hacerse cada año”, añaden.
Los talleres de Biaggi, “Diseño Inteligente”, y Mirón, “El matrimonio…” tuvieron mucho éxito por razones obvias. Sus temáticas atraen de por sí a los jóvenes y sus presentaciones fueron, según explicaban sus asistentes, amenas y llenas de buen contenido. “El taller de Víctor ha sido muy importante, muy didáctico, muy interesante y de muy buenos consejos para el matrimonio y la vida en pareja”, decía el último día del congreso Luis Quijano, oriundo de Perú ahora en el norte de España y estudiante de Publicidad. El único “pero” se lo pusieron algunos a Biaggi. Se comentaba que teniendo en España a gente preparada como Antonio Cremades, profesor de Ciencia y Religión en el SAE, no hubiera hecho falta pagarle el billete desde Argentina. En otro contexto, pero en el mismo sentido, Margarita Ramallo decía que “está bien que traigan ponentes de fuera, pero aquí en España hay gente buena que podría haber participado. Pero si hubieran venido todos de aquí, quizá no hubiera sido igual de atrayente”. Abundando en lo mismo, Mateo Vincent, pastor contratado por la División Transeuropea, me comentaba que la elección del origen de los ponentes es algo que deciden los jóvenes. “Creo que ningún país tiene que importar nada. Lo que hay aquí [España] es tan bueno como lo que hay fuera. Lo que pasa es que cuando vemos ‘USA’ nos encanta. En Inglaterra, por lo menos, los jóvenes quieren ver a gente de su propio país, quieren a gente local.”
Pero no siempre es posible traer a gente de casa. Óscar López, director de JAE, reconoce que la primera intención era traer a Antonio Cremades y que por causas que nada tienen que ver con JAE ni con la idoneidad de Cremades, se tuvo que optar por Biaggi.
Uno de los talleres más innovadores fue el que dio Mateo Vincent sobre cómo aprovechar las nuevas tecnologías para evangelizar. Explicó un nuevo proyecto de evangelismo para jóvenes en Internet llamado lifeconnect.info. “Los chicos han quedado entusiasmados y tienen ganas de usar Facebook para evangelizar” me dijo al finalizar su taller.
Nathan Renner generó buenas expectativas con su taller sobre el Apocalipsis. “Me parece interesante. Nathan dijo que daría un nuevo enfoque y debido a que nuestras interpretaciones son muy del s.XIX, estaría muy bien obtener una nueva explicación.”, decía Petruk el primer día del congreso. “Venimos escuchando de las profecías lo que venimos escuchando hace 30 años. Espero aire fresco de Nathan”. ¿Lo obtuvo? Solo pude estar en una de sus charlas, al igual que Daniel Bosqued, pastor de jóvenes en Madrid. Ambos estuvimos de acuerdo en que la intervención de Nathan había estado más bien floja. No obstante, la mayoría de las personas con las que hablé sobre el taller de Apocalipsis se mostraron muy contentas y satisfechas. ¿Y Petruk? Después de Cieling me escribía para decirme que “lo de Nathan…, fue interesante…, pero nada del otro mundo. En definitiva, lo de siempre”.
Es difícil obtener aire fresco de una persona cuya única formación conocida la obtuvo en Mission College, EE.UU., una institución adventista no oficial, es decir, un ministerio independiente, en la que te ofrecen “una preparación rápida para hacer el trabajo esencial de este tiempo” y cuyo programa estrella dura tres meses y medio y en el que, según Mission College, aprenderás la teoría básica de la Biblia y cómo evangelizar de manera efectiva. Mission College se vende como la respuesta a aquellos cuyo corazón arde por Jesús y están deseosos de empezar a trabajar en la obra lo antes posible.
Si bien Petruk no encontró en el taller de Renner aire fresco, lo que sí que encontró Daniel Forcada, periodista español y autor del artículo sobre Cieling que se publica en la Revista Adventista de España, fue algo que le sorprendió. Forcada y quien escribe coincidimos en la primera sesión del taller de Jay Rosario sobre la identidad adventista para después él marcharse al taller de Renner y yo continuar en el mismo. Unas horas después, nos encontramos y sostuvimos un diálogo parecido al que sigue.
Forcada: Rubén, ¿sabes qué me ha pasado?
R: No, dime.
F: Pues que he ido al taller de Nathan y ha contado la misma historia que Jay Rosario.
R: ¿Qué historia?
F: Esa historia del amigo de Jay que se subió a un avión y le tocó al lado de un ateo y empezaron a hablar de la Biblia…
R: Ah sí, por cierto, muy buena esa historia. Pienso aplicar su enseñanza.
F: Sí, a mí también me lo ha parecido. Pues resulta que voy al taller de Nathan y ¿adivina cómo ha empezado su charla?
R: …
F: “Tengo un amigo que se subió a un avión y se sentó al lado de un ateo…” ¡La misma historia! ¿Qué pasa, que aquí se conocen todos?
Lo que pasa es que tanto Renner como Rosario aprendieron lo que saben en la ya nombrada institución educativa Mission College. Parece ser, pues, que cuando estudias en este centro, además de aprender muchas cosas, haces un nuevo amigo, un amigo que se subió a un avión… Una historia realmente brillante, ideal para compartir una parte importante del mensaje adventista.
Mission College no ofrece aire fresco pero sí que te equipa con lo que podríamos llamar “evangelismo enlatado”. Te cargan el zurrón con pizzas congeladas y te explican cómo calentarlas, cortarlas y servirlas. Son las pizzas de siempre servidas y presentadas como nunca. Como a Petruk, te hacen creer que la receta es nueva y si, a diferencia de Petruk o de Bosqued, te dejas llevar solo por las formas o no conoces el mensaje adventista, la ves como nueva.
En tres meses y medio hay poco tiempo para reflexionar, debatir e investigar. Pero sí que hay tiempo para memorizar y aprender a comunicar. Y en esto, tanto Renner como Jay Rosario, encargado del taller de “Identidad adventista” son unos maestros. Las capacidades comunicativas que desplegaron a la hora de dirigirse a los jóvenes todavía no se conocen en España. “Viven lo que predican”, comentaba un grupo de amigos menores de edad, “los pastores en España lo dan sin vivirlo y por eso no llegan a los jóvenes. En la iglesia nos pasa que salimos de los cultos igual que hemos entrado”, apostillan.
Tanto Jay como Nathan explican que tuvieron un encuentro con Dios y que sintieron la necesidad de ponerse en las manos del Señor. Mission College, como hemos visto, era el lugar perfecto para satisfacer su deseo.
El mismo deseo que tuvo Mateo Vincent. “Cuando terminé la educación secundaria, quería meterme en un programa de estos de seis meses y pastorear ya. Sentía una necesidad imperiosa.”, afirma Vincent. “No obstante, reconozco que si no fuera por la formación que me costó cinco años de mi vida, no tendría la misma profundidad bíblica”. Un mismo deseo satisfecho de dos maneras diferentes que refleja dos formas opuestas de entender nuestra misión en la tierra. “Reflexionando un poco en mi experiencia en la universidad donde he tenido unas clases muy aburridas, reconozco que esas clases me han dado el material que me llevo hoy en día. Material que me ha marcado”.
¿Cuál es la filosofía que hay detrás de una persona como Jay Rosario? En una entrevista publicada en la Adventist Review que realizaron a su hermano, Jeffrey Rosario, cuya trayectoria vital es muy parecida y que también es bien conocido y muy apreciado entre la juventud adventista española, Jeffrey habla de ella. Titulada “El viaje de Jeffrey Rosario. De urbanita a evangelista”, el periodista Alexis A. Goring lo entrevista a propósito de su participación en un congreso del ya nombrado GYC. En ella, Jeffrey explica su conversión y los efectos que ha tenido en su vida. A continuación reproducimos una parte de ella.
Goring: ¿Cómo era tu vida antes de convertirte?
Jeffrey: Era el típico urbanita amante del mundo. La música tenía una gran influencia en mi vida y estaba muy metido en el Hip Hop. La mayoría del tiempo lo dedicaba a estar con amigos que pensaban como yo.
Goring: ¿Cómo ha cambiado tu vida desde que te has hecho cristiano?
Jeffrey: Mi vida ha cambiado drásticamente. Ahora mi vida tiene sentido. […] Hay muchos jóvenes ahí fuera que viven vidas falsas, tratando de ser lo que no son. Yo estaba embarrancado en la confusión tratando de encontrarme a mí mismo. […] Ahora, tengo un sentido de la responsabilidad que afecta a mis actitudes y decisiones.
Goring: ¿Cómo te preparaste para el ministerio?
Jeffrey: Fui a Mission College y después de nueve meses de estudio empecé a trabajar como obrero bíblico. […]
Goring: ¿Y que te motivó a dedicarte al ministerio a jornada completa?
Jeffrey: […] Le pregunté a un evangelista “¿Cómo se sabe si uno está llamado a predicar?” Y el evangelista me respondió: “Cuando uno no puede hacer nada más”.
Goring: ¿Qué te apasiona del ministerio?
Jeffrey: Mi pasión es permitir a Dios que use mi vida como un ejemplo de lo que Él puede hacer con lo que el mundo llamaría “una persona sin estudios”. […] Encontré mi lugar en el ministerio por la virtud de la necesidad ya que sentí una abrumadora necesidad en la iglesia. Sentía la carga de dejarme usar por Dios en las áreas de evangelismo público y ministerio juvenil.
[…]
Si tomamos cierta distancia, veremos que esta es la historia de un adolescente con perspectivas ordinarias que se encuentra con la posibilidad de ser extraordinario con solo estudiar nueve meses. Mientras la mayoría de los adolescentes hispanos que hay en Norteamérica tiene que luchar para llegar a la universidad, estudiar varios años y luego encontrar un trabajo, Jeffrey encuentra un atajo bendecido por Dios. Después de nueve meses ya es alguien, y muy importante ya que trabaja para el Rey de Reyes. ¿No se trata de un plan de vida seductor? ¿No resulta atractivo para un joven de poco más de veinte años, el hecho de hablar ante cientos y/o miles de personas sobre Dios, lo más importante del universo, y que el público ría y llore contigo, en definitiva, se te entregue totalmente? ¿No es bonito terminar y que la gente se te acerque y te diga “me ha encantado”?
La primera vez que leí esta entrevista me llamó la atención lo que Jeffrey describe como su pasión: “permitir a Dios que use mi vida como un ejemplo de lo que Él puede hacer con lo que el mundo llamaría ‘una persona sin estudios’”. ¿Solo el mundo lo llamaría así? ¿Realmente el adventismo considera que una persona que ha estudiado solo nueve meses un curso que no tiene reconocimiento universitario, es una persona que en realidad sí tiene estudios? Si miramos la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en todo el mundo, veremos tres cosas: muchas iglesias, muchísimas, muchos hospitales, algunos de referencia en el mismo mundo que considera a Jeffrey “una persona sin estudios” y muchas, muchísimas escuelas y universidades, algunas también, por cierto, de referencia mundial.
He aquí un mismo deseo y dos pasiones diferentes. La de Vincent, por el conocimiento y la educación como paso previo para transmitir el mensaje de Dios. La de Jeffrey, ser un ejemplo de lo que Dios hace con una persona sin estudios. El lector que conozca la vida de Jesús y los escritos de Ellen G.White se dará cuenta en seguida de que la pasión de Jeffrey, si bien extendida hoy en día en nuestra iglesia mundial, es contraria a lo que el adventismo entendió como voluntad de Dios.
No obstante, también se puede argumentar que cada maestrillo tiene su librillo y que lo que importan son los resultados. En Cieling, Jay Rosario, no Jeffrey, fue un testimonio vivo de lo que una persona “sin estudios” puede hacer en las manos de Dios.
Con traje y corbata, ante un nutrido grupo de jóvenes, Jay Rosario presentó un taller sobre la identidad adventista con el objetivo de señalar los valores que nos deben unir como adventistas y diferenciar del mundo. Ayudado de unas magníficas presentaciones en Power Point o similar, mantuvo a su audiencia cautivada en todo momento. No solo con historias como la de su amigo que se subió a un avión, sino también con frases cortas y razonamientos bien sencillos. Habló de cómo testificar ante un ateo, dio su versión de la posmodernidad, repasó la historia europea, comparó el adventismo con diferentes religiones para terminar hablando de las bondades del adventismo. En definitiva, concentró una campaña de evangelismo en pocas horas.
Ema y Oana, las dos chicas rumanas que reclamaban que Cieling se hiciera cada año, se mostraban satisfechas a medio taller. “Este taller de Jay es interesante. Nos ha hablado de filósofos, lo que estamos estudiando en los institutos.”, y añaden “Jay presenta situaciones con las que un estudiante se encuentra a diario. Está bien que se traten estos temas para estar preparado”. Es verdad que en España nos cuesta dar testimonio de nuestra fe. Y aquí es donde Rosario ha sabido ofrecer ciertas soluciones muy válidas, como la de la historia de su amigo, el avión y el ateo y otras que, en cambio, habría que evaluar con calma.
Algunas de los argumentos que Ema y Oana escucharon en el taller de Jay fueron tan descabellados como que “si los hombres se comportan como animales es porque enseñamos en las escuelas que venimos de los animales…”. Presentó el existencialismo como algo malo que enseña que “si las emociones te piden algo, hazlo” y puso a la altura del Código Da Vinci la obra cinematográfica “La última tentación de Cristo”. La definió como una mezcla entre telenovela y evangelios, poniendo así al descubierto su falta de sensibilidad estética y su ignorancia respecto a la diferencia que hay entre el arte y el mero entretenimiento. Y, sin querer ser exhaustivo en esta lista de declaraciones desafortunadas, terminaré explicando que Jay no tuvo reparos en afirmar que la Biblia “es el libro más científico que existe”. “Lo voy a demostrar”, afirmó.
Escuchando a Jay estaba Isaac Llopis, doctor en Física y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. “La Biblia no es un libro científico. Lo que Jay ha hecho es coger los dos primeros versículos del Génesis y mostrarnos que él ha visto que en ellos aparecían cinco elementos esenciales de la constitución del universo. Pero no dice cómo se mezclan, cómo fue creado…”, me explicó Llopis al término de la charla. ¿Y un libro científico puede contemplar a Dios? “La ciencia no puede llegar a Dios todavía”, respondió.
Pero la mayoría de la audiencia quedó entusiasmada. Jay sabe hablar y si sigues sus razonamientos fáciles, como que “Darwin más Nietzsche es igual a Hitler”, y no te paras un momento a pensar lo que te está contando, pensarías que este hombre lo sabe todo. No obstante, cuando ya tienes un cierto bagaje cultural, es decir, cuando según el mundo eres “una persona CON estudios”, las cosas que escuchas, por muy bien que te las digan y por muy amigo que seas de Jay, te acaban incomodando. Es el caso de un chico adventista de 28 años que por conocer personalmente a Jay, prefiere darme su opinión desde el anonimato. Reconoce que no estuvo en todas las charlas de Jay y que Rosario es una persona con un gran corazón y una mejor intención. “Jay no es el problema, son sus charlas. No me gustó cómo fueron enfocadas ni el contenido de las mismas. […] Presentó conclusiones sacadas a la ligera y se nota que le falta un conocimiento profundo de la materia. Se ha menospreciado una obra tan importante como El Capital, de Karl Marx. Dado que se presentaba a un público con una cierta edad y unos ciertos estudios en general, hubiera sido más provechoso que hubieran hablado en detalle y no meros sensacionalismos”.
¿Realmente crees que se despreció a los filósofos y a los científicos? Con pena, este chico me dice que sí. “Sin duda. Hubo, más o menos, una cierta burla a filósofos y científicos y no creo que sea una actitud muy adecuada. Es más bien la actitud de un cristiano radical que desecha todos los logros de la ciencia y del conocimiento humano cuando no debería ser así”. Y termina diciendo que “es muy buen orador pero el contenido falló. […] Se abusó de las formas para dar algo que el contenido no tenía”.
¿Qué pasará cuando Ema y Oana, a medida que vayan adquiriendo conocimientos en la escuela y en la universidad, descubran lo que Llopis y este amigo de Jay han señalado? ¿Es pan para hoy y hambre para mañana?
En una de sus charlas, Jay intentó explicar qué era la posmodernidad y cómo afecta al cristiano. Dio a entender que ésta es mala para el cristianismo. No hablé con Jay sobre el tema, pero intuyo que detrás de esta idea hay una realidad incontrovertible: el movimiento adventista nació en la modernidad y está sufriendo mucho para ser relevante en la posmodernidad. Así pues, si la negamos o la condenamos, volvemos a estar allí donde nos sentimos seguros, en la modernidad. En todo caso, dar a entender que la posmodernidad es una ideología contraria al cristianismo, es decir, poner ambos conceptos al mismo nivel, dotarlos de la misma naturaleza, es indicio de falta de conocimiento y comprensión. Evidentemente, en un curso de 3, 6 o 9 meses, uno no tiene tiempo de muchas cosas que en el mundo occidental del s.XXI, donde cada vez hay más gente que va a la universidad, parecen necesarias. Pero sí que da tiempo para perfeccionar la técnica de hablar en público.
“Me gustaría mucho ver a profesores con doctorados presentando aquí, en Cieling, pero no vendrán si los jóvenes no lo desean. […] Desgraciadamente, podríamos añadir que las personas más académicas no suelen ser buenos predicadores porque se pasan el tiempo estudiando. Sus dones son la investigación y el desarrollo”, explica Mateo Vincent. ¿Sería posible que gente con tanto talento para hablar en público como los hermanos Rosario tuvieran un contacto más estrecho con los doctores de nuestra iglesia? ¿Serían los hermanos Rosario y tantos otros graduados de Mission College las personas adecuadas para divulgar, para hacer ameno, el pensamiento más farragoso propio de los académicos adventistas? Y en definitiva, ¿es posible que un académico también sepa predicar? He aquí varios interrogantes con difícil respuesta. Gustavo Squarzón, el orador estrella de Cieling, podría ser un vivo ejemplo de que el don del estudio no está reñido con el don del habla.
Según puedo leer en el pasaporte Cieling, Squarzón tiene un profesorado en Teología, una maestría en Divinidad y un doctorado en Ministerios. Y, “a pesar” de todos sus estudios, te encanta cuando lo escuchas. “Squarzón me ha parecido un hombre admirable. Muy buen orador. Sabe llegar a los jóvenes. Tiene una oratoria muy sencilla, a todos nos ha gustado.”, opina Luis Quijano. “El taller de Gustavo estuvo muy bien. A Gustavo ya lo conocía de una semana de oración que dio en el Colegio Adventista de Sagunto (España). Deja las cosas muy claras y llega a mucha gente.”, comentaba un entusiasmado Cristian Rodríguez, de 17 años. Y cuando le pregunté a Samuel Fernández, ingeniero técnico de Bilbao de 26 años, qué le había gustado más de Cieling, fue muy claro: “Lo que más me ha gustado ha sido escuchar a Squarzón y la música”. Rogelio Fernández de la Calle, abogado de 27 años y que actualmente busca un futuro laboral fuera de España, también se deshizo en elogios hacia Squarzón. “Es muy buen orador, una persona bendecida por Dios. Todos hemos sentido el espíritu de Dios tocando nuestros corazones”. ¿Qué te llevas de él, qué te ha dejado, Rogelio? “Me llevo que es una persona humilde. Lo hemos visto en su forma de hablar y su humildad refleja el carácter de Cristo. A pesar del éxito rotundo que tuvo desde el primer día, de quedarse sin clavos el viernes, que por cierto, fue un momento muy emocionante, Squarzón ha transmitido con bastante exactitud el mensaje de Dios”.
¿Es pues, Squarzón, la encarnación de la cuadratura del círculo? Después de escuchar estos testimonios que representan el sentir de la inmensa mayoría de los más de 800 asistentes que congregó Cieling, uno podría mover la cabeza afirmativamente sin temor a equivocarse. Squarzón superó nuestras expectativas. El entusiasmo que desató en cada una de sus charlas fue general y se podía ver en los ojos de los participantes. “Nos hacía falta un ‘subidón’ como este”, se oía repetidamente. “Mis jóvenes están súper motivados con la Biblia después de escuchar a Squarzón”, me comentaba Daniel Bosqued, pastor de jóvenes. ¿”Subidón” (euforia) o motivación? El único test válido para dirimir esta cuestión es el tiempo. De lo que no hay duda es que pocos escatimaron elogios a Squarzón y difícil era encontrar alguien que no lo pusiera por las nubes.
¿Cómo lo consiguió? ¿Cuál es la fórmula mágica? Quizá sea “la oratoria sencilla” que señalaba Quijano, o que “te deje las cosas claras” como explicaba Rodríguez, o sencillamente que es “una persona bendecida por Dios” tal y como demostró el viernes “al quedarse sin clavos”, según contaba Rogelio Fernández. ¿Sin clavos?
Hablemos de los clavos. Viernes dos de abril de 2010. Estamos en el salón de actos de Cieling. Squarzón aparece y nos dice que “tenemos que ver la vida desde los ojos de Dios”. El sermón ha comenzado. El silencio es sepulcral y solo se rompe cada cierto tiempo cuando la audiencia ríe y aplaude gracias al buen sentido del humor que derrocha Squarzón. Y gracias también a sus dotes expresivas. Squarzón, como decían ese grupito de menores de edad, vive lo que predica y para ello no tiene reparos en impostar la voz, en gritar y en mover los brazos con total libertad. “Squarzón tiene una cualidad y es que es una persona muy sincera, se desnuda sentimentalmente y hay que reconocer que es un fuera de serie”, concedía Antonio López, profesor de Teología en el SAE. Y añade: “Él estuvo dando unas charlas en el SAE y ciertas ideas de las que dio me gustaron. Estuvo hablando de desmitificar algunas cosas. Por ejemplo, habló sobre el hieratismo en el púlpito. Vino a decir que el pastor se puede mover y eso está muy bien”.
Gustavo llena el escenario con solo su presencia. Tampoco tiene ningún reparo en bajarse de la tarima y acercarse al público. Se le nota relajado y eso la audiencia lo agradece. Hay muchísimo que aprender en este sentido. Si Gustavo tiene algo, es que en dos frases ya se ha metido el público en el bolsillo.
El sermón continua y al rato nos habla de David y de su enfrentamiento con Goliat. Recrea la historia con pasión y nos hace revivirla. Y poco a poco, hace que nos identifiquemos con David, que veamos en Goliat nuestros retos, nuestros miedos… Y que como David, nos movamos por fe y confiemos en Dios. Que no tengamos miedo, que aceptemos los desafíos imposibles, que Dios estará con nosotros. ¿Yes, we can?
¿Han oído hablar alguna vez del storytelling? Por si acaso, dejemos que Christian Salmon, escritor y miembro del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje (CNRS), nos lo explique a través de su reciente libro publicado en España por la editorial Península titulado Storytelling, la máquina de fabricar historias y formatear las mentes.
“Los grandes relatos que jalonan la historia humana, desde Homero hasta Tolstoi […], contaban mitos universales y transmitían las lecciones de las generaciones pasadas, lecciones de sabiduría, fruto de la experiencia acumulada. El storytelling recorre el camino en sentido inverso: pega sobre la realidad unos relatos artificiales, bloquea los intercambios, satura el espacio simbólico con series y stories. No cuenta la experiencia pasada, traza conductas, orienta el flujo de emociones, sincroniza su circulación. […] …el storytelling establece engranajes narrativos según los cuales los individuos son conducidos a identificarse con unos modelos y conformarse con unos protocolos”. (pág. 38)
Hablando sobre los cultos de Squarzón con Antonio López, me dice que “es una persona muy creativa, que se toma licencias literarias que yo considero legítimas. Lo que hace es puntualizar determinadas cosas que Squarzón imagina que pudieron ser así. No afirma que fueran así.”. La realidad es que tampoco lo niega. Y López continua: “Espero que nuestros chicos no se tomen al pie de la letras las cosas tal y como las expuso Squarzón porque no fueron así. Nuestros chicos deberían dar ese salto.”
“Cada vez que tu vida cae en las manos de Dios, tu vida puede ser extraordinaria”, declaraba Squarzón en el culto del viernes. “Ya sea usted viejo o joven, parado o trabajador, con buena salud o enfermo de cáncer, ‘usted es la historia’, es usted un héroe” (pág. 63) escribe Salmon para explicar la técnica narrativa del marketing actual.
Squarzón te hace sentir el rey del mundo. Con Dios, te puedes comer el mundo. ¿Por qué nos gusta esta forma de hacer cultos? ¿Por qué la usan las empresas para vendernos una colonia, unas zapatillas deportivas o un congreso?
“… cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen”, escribe en el prólogo de Storytelling Miguel Roig, Director Creativo y Ejecutivo de Saatchi &Saatchi. Y más adelante, añade: “mediante el storytelling, se intenta suplir nuestras pérdidas cotidianas con buenas historias”. ¿Puede que no nos guste tanto nuestra vida real y busquemos algo que nos falta en la ficción? Miguel Roig prosigue: “incapaces de elaborar nuestra propia historia, delegamos esa potestad y construimos sentido con una experiencia dada; acumulando vivencias de un surtido empírico ajeno a nuestra realidad”, para concluir que “construir un sentido propio” no es sencillo…
La oratoria sencilla de la que hablaba Luis Quijano, o el hecho de que te deje las cosas claras, como reconocía Cristian Rodríguez, es por el hecho de que “la mayoría de historias no están dirigidas al intelecto, sino al niño que aún conservamos dentro” (Salmon, pág. 23). Sara Guntín, de 32 años, originaria de A Coruña (España), involucrada en el evangelismo juvenil desde siempre y que ahora coordina el proyecto evangelístico juvenil de JAE y ASI, Cónectate, me dijo el último día de Cieling que le habían gustado las predicaciones. “Valoro lo que se ha dicho y me gusta pero como joven de 32 años creo que si bien han sido emotivos, no cubren la necesidad de un joven que ya tiene una relación profunda con Dios desde hace un tiempo. De todo se puede sacar “chicha” pero con varios compañeros hemos comentado la falta de profundidad”. ¿Son las charlas de Squarzón puro sensacionalismo? “No”, responde Guntín, “no digo que lo sea, pero sí que ha tocado mucho las emociones. […] Hay gente que necesita relacionar a Dios con algo divertido, con una aventura. Pero para la gente que ya tiene una relación [con Dios], ha faltado profundidad”.
Seguimos conversando y Guntín abunda en el tema. “La palabra de Dios nunca deja de ser emocional. […] Hay una diferencia muy grande entre cuando tu te emocionas por entender, por descubrir una verdad divina que cambia tu vida, y emocionarte porque tocan música de fondo.”, como ha sido el caso de las charlas de Squarzón. “Yo he visto a predicadores que te emocionan con las verdades que te presentan, verdades escondidas que solo se descubren con el Espíritu Santo y a la vez te emocionas, porque es imposible no emocionarse”, concluye Guntín.
“Storytelling constituye una respuesta a la crisis de sentido en las organizaciones y una herramienta de propaganda, un mecanismo de inmersión y el instrumento para hacer perfiles de individuos, una técnica de visualización de la información y una arma terrible de desinformación.” (Salmon, pág. 34) Aunque las historias que se cuenten mediante el storytelling vayan a los niños que todos llevamos dentro, no es un juego de niños. Dejemos en suspenso el sermón del viernes y vayamos al culto que dio Squarzón el sábado.
Mediante el storytelling, Squarzón nos explica la historia de cuando Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac. Nosotros, la audiencia, somos Abraham, un héroe de la fe que confía ciegamente en Dios hasta el punto de sacrificar a su propio hijo. Gustavo recrea la escena en cielo y en la tierra. En el cielo, el ángel Gabriel está sufriendo por si realmente Dios permitirá que Abraham mate a su hijo. En la tierra, Isaac, antes de morir, le dice a su padre que si han venido a adorar, como Abraham dijo, tendrían que antes, cantar un corito. Todo esto con gritos, con voces impostadas, con chistes y con voz suave que te cautiva. Todo un espectáculo. Y en medio de todo esto, Gustavo explica que Gabriel dice “pero Señor, que lo matará!”. Gustavo cambia la cara, el tono, la expresión, la compostura y prosigue: “Tranquilo Gabriel, necesito que el viejo haga algo”. Y Dios, según Gustavo, mira hacia a Abraham que está con el cuchillo levantado y cantando un corito, y le dice “Abraham, canta un poquito más, adórame cuando no te doy garantías, adórame aunque tenga que matar a tu hijo, adórame, adórame, adórame en momentos de silencio”. Y entonces sigue aplicando la técnica del storytelling, aquello de pegar “sobre la realidad”, en este caso, una historia bíblica, “relatos artificiales”. “Cualquiera viene a la iglesia, cualquiera predica” dice Squarzón, “pero solamente los amigos de Dios adoran en los momentos de crisis. […] solamente aquellos que han tenido una comunión tan profunda con el Señor y, aunque no entiendan, levantan el cuchillo y en le medio del silencio, en el medio de la muerte de sus sueños, siguen alabando al Señor”.
Sí, lo han leído bien. Los amigos de Dios, aunque no comprendan, están dispuestos a matar a su hijo si lo manda Dios. Porque “Dios te pide que lo adores aunque tengas que matar a tu propio hijo.” Esto, dicho así crudamente, nadie se lo traga. Mediante el storytelling, entra como un dulce. Dicho sin una historia, es la descripción que nace de una concepción integrista y fundamentalista de la religión en la que, muchas veces sin darnos cuenta, pintamos a un Dios sádico. Sin embargo, esto mismo insertado en una historia…
Charlando con Antonio López sobre los cultos de Squarzón le pregunto si los adventistas creemos en un Dios que te pide que mates a tu hijo y que para más INRI, le cantes unos coritos. “Yo, personalmente, no. Creo que lo que hay detrás de la historia de Abraham es el paso de un politeísmo a una monolatría y finalmente a un monoteísmo. […] YHWH es un Dios que no pide nada a cambio, tampoco es caprichoso. YHWH inserta a Abraham y a su hijo en un plan de salvación. Eso es algo nuevo si se compara con los dioses paganos del momento”.
– Y en general, ¿qué te pareció el culto sobre Abraham, Antonio?
– Me pareció heterodoxo, heterodoxo en el sentido que no se ha ajustado a una hermenéutica clara en algunas cosas. Lo que buscaba el predicador era hacer asequible la imagen de Abraham y su hijo al público, quizá demasiado asequible.
– ¿Crees que este culto fue un sermón sobre la Biblia o una charla motivacional?
– Pues puede ser que sea la segunda opción, sí. Una charla motivacional en la que se utiliza como vehículo la imagen de la Biblia. Lo que se pretende es motivar más que estudiar, propiamente dicho, el texto.
– Y el resto de sus cultos, ¿cómo los viste?
– Creo que estaban diseñadas para el público que ha venido, que es un público que no tiene contacto directo con la Biblia, no tiene una reflexión con la Biblia. Las charlas han sido sencillas, en algunos casos muy heterodoxas. […] La forma de exponer es una que impacta a los jóvenes, causa un efecto y los contenidos se tendrían que ir haciendo cada vez más profundos.
– ¿Crees que el mensaje fue más emocional que espiritual?
Creo que es algo difuso. Depende de lo que entendamos por espiritualidad. Pienso que para muchas personas hubo un momento espiritual. Quizá porque el vehículo emocional a veces salta esa frontera en la que uno no anhela la profundidad. Pero no servirá de nada si no hay carga profunda. Si solo ha sido un impacto emocional, no servirá para nada. Será un momento álgido en la vida de una persona en la que recordará un sentimiento y no un pensamiento. Cuando recordamos pensamientos es una cosa totalmente diferente, ¿no?, compartimos una reflexión… Creo que esto [las charlas de Squarzón] es un comienzo para que luego nosotros pongamos mucho más.
– ¿Cómo crees que podría colaborar el SAE en congresos como Cieling para elegir todavía mejores predicadores, si cabe?
Ahora en septiembre hacemos un simposio sobre hermenéutica bíblica. Tener premisas hermenéuticas precisas te permite analizar un culto y ver si tiene base hermenéutica o si sencillamente es algo impresionista. Ver si solo quiere impactar o hay un mensaje detrás. Eso lo vemos en la moda, en la publicidad. No queremos hacer publicidad, queremos dar herramientas, dar criterio para elegir a una persona no solo por su popularidad, que es un factor importante a tener en cuenta, sino también por su base hermenéutica ya que algunas hermenéuticas son menos fiables de lo que a veces pensamos.
Pero seamos honestos. Cuando nuestra vida se reduce a las rutinas de lunes a viernes y a los cultos de los sábados que nos dejan indiferentes, ¿quién puede rechazar la generosa oferta de convertirse, aunque sea por unos instantes, en Abraham, David o tantos otros héroes bíblicos? ¿De transformarse en alguien socialmente admirado? Quizá pueda resistirse a ello el lector, pero quien escribe estas líneas, no. Reconozco que es tremendamente seductor.
La técnica del storytelling funciona muy bien con los personajes del Antiguo Testamento. En cambio, cuando se aplica a Jesús y a los personajes del Nuevo Testamento, ya no es tan sencillo. ¿Quién quiere ser Juan el Bautista, un marginado en el desierto? ¿Quién, como Juan el Bautista, quiere denunciar los excesos y las inmoralidades del poder político? Y ¿quién como Jesús, quiere alzar la voz contra el poder religioso establecido y granjearse así el desprecio de la comunidad eclesiástica? ¿Por qué tengo que ser yo un pacificador hablando desde una montaña cuando puedo ser Sansón y cargarme a 300 filisteos? Se puede aplicar el storytelling pero no es seductor. Y en el caso de Jesús, cuando está clavado en la cruz, resulta imposible.
Volvemos al culto de viernes por la noche. Aquel en el que Squarzón se quedó sin clavos. Acabamos de escuchar la historia de David, y Gustavo nos acaba de decir que cada vez que “ponemos nuestro tiempo y nuestros talentos en las manos de Jesús, se transforman en cosas extraordinarias”. ¿Tu vida es ordinaria? Ponla en manos de Jesús y ya verás. Si eres un pastor de ovejas, serás un mata gigantes. Siguiendo esta lógica, Gustavo coge uno de los muchos clavos que tenía preparados y nos dice “¿cuánto vale este clavo en mis manos? Nada.” Empieza una música de fondo y Squarzón recrea sucintamente la crucifixión de Jesús y nos dice que esa noche, en la que Jesús fue crucificado, “esos clavos cambiaron de valor”. De pronto, Squarzón interrumpe su narración e introduce la siguiente historia que sintetizo a continuación para que el lector vea el recurso que usa el predicador para reforzar el storytelling.
Cuenta Squarzón que en una escuela había alguien que robaba el almuerzo reiteradamente. El maestro se cuadra y avisa de que hay que encontrar al culpable. Nadie abre la boca. José, el más fuerte de la clase, propone que si se encuentra al culpable, se le peguen 10 “reglazos”. Y aquí Gustavo detiene la historia para explicar que las reglas que se usaban antaño en las escuelas hacían verdadero daño al pegar. Un día, le roban la comida a José. El maestro, que ya no tolera la situación, empieza a revisar mochila tras mochila y la encuentra en la de Juanito.
– Bueno Juanito, te tengo que dar 10 “reglazos”. Sácate el sweter porque la ley dice 10 “reglazos”.
Juanito se quita el sweter y mira al maestro sollozando. Juanito, a diferencia de José, está debilucho. El maestro lo mira y le dice: “Juanito, es la ley. Yo no puedo hacer nada”.
El auditorio de Cieling contiene la respiración.
– Juanito, ¿qué pasó?, ¿no lo sabías? –le preguntó el maestro.
– Maestro, es que en casa paso hambre, no pude más, tuve que robar para comer.
Pero la ley decía 10 “reglazos”. El maestro levanta la regla y golpea una vez, y otra vez. El cuerpo de Juanito comienza a temblar y la sangre empieza a correr. Sus carnes empiezan a desgarrarse. Entonces José, se levanta y dice: “¡Espera!”. José se quita el sweter, se pone encima de Juanito y se dirige al maestro.
– Las ocho que quedan, pégamelas a mí.
“Eso fue lo que Jesús hizo por mí”, concluyó Squarzón, “la corona de espinas era para mí pero la llevó Jesús”. Y acto seguido, con la música de fondo todavía sonando, procede a realizar un llamamiento que terminó así: “Si todavía no has entregado tu vida a Jesús y quieres hacerlo, quiero que pases y te lleves un clavo porque esta noche es la más importante de tu vida”.
Había muchos clavos pero se agotaron porque se levantaron muchos jóvenes. En esos momentos, con tus emociones revolucionadas, viendo a tanta gente que se levanta, es difícil mantener la cabeza fría. Gustavo dijo que les faltó fe, que no pensaban entregar tantos clavos.
Ahora rebobinemos la escena. Imaginemos de nuevo que, como dice Squarzón, somos Juanito. Que sin poder evitarlo, hemos pecado y que la ley, la que el Maestro tiene que aplicar, es clara: el castigo son 10 “reglazos”. No obstante, si nos entregamos a Jesús, el se interpondrá entre nosotros y los 10 “reglazos” y podremos evitar la dura pena.
“El chantaje emocional es una forma de manipulación según la cual personas cercanas a ti amenazan con castigarte si no sigues su voluntad”, leo en la contraportada del libro Chantaje emocional. Claves para superar el acoso moral de Susan Forward, terapeuta, conferenciante y escritora traducida a más de quince idiomas. “Los chantajistas suben el volumen y nos ensordecen hasta que nos sentimos tan incómodos que estamos dispuestos a hacer prácticamente cualquier cosa. […] Apenas pensamos, simplemente reaccionamos, y ahí está la clave del chantaje emocional eficaz”. (Forward, pág. 68)
¿Qué sentimientos y emociones podrían haber movido a Juanito para aceptar el llamamiento de Squarzón? Uno podría ser el miedo. “Los chantajistas organizan estrategias conscientes e inconscientes a partir de la información que les proporcionamos sobre nuestros temores”. (Forward, pág. 68) Cuando empleamos el miedo para promover un cambio o una respuesta deseada, estamos frente a una estrategia de manipulación.
¿Y si Juanito, en lugar de pensar solo en el miedo, también piensa que si se entrega a Jesús, su vida será extraordinaria, que pasará de pastor a mata gigantes y que finalmente heredará la vida eterna? “Los atormentadores son los chantajistas más sutiles. Nos alientan, prometen amor, dinero o un ascenso –la proverbial zanahoria al final del palo- y dejan claro que no conseguiremos el premio a menos que nos comportemos como quieren”. (Forward, pág. 60)
Jesús se puso la corona de espinas que era para Juanito. Soportó los azotes que, según la ley, estaban reservados para el trasgresor. Y finalmente, el clavo que traspasó su carne adquirió un valor que trasciende al monetario porque está bañado en la sangre de Jesús. Después de todo lo que Jesús ha hecho por Juanito, de todo el sufrimiento que ha soportado, ¿cómo dejará Juanito de entregar su corazón a Jesús?
“Un clavo, jóvenes, que no vale más que céntimos, pero que en la mano de Jesús vale tu vida eterna”, grita Squarzón, “en la mano de Jesús, el clavo trasciende todo valor monetario porque su sangre está derramada en él”. Hace una breve pausa y dice: “y tu salvación [está] pegada a ese clavo”. Y Squarzón añade que “si hay alguien que todavía no ha entregado su vida a Jesús, […] quisiera que pases acá para hablar contigo, yo quisiera darte un clavo para que te lo lleves a casa y recuerdes que esta noche fue la más importante de tu vida porque le dijiste a Jesús que querías entregarle tu corazón”. Juanito se levanta y se hace con un clavo. Y la audiencia, la real, la que está en Cieling escuchando a Gustavo, aplaude.
“La necesidad exacerbada de aprobación; el profundo miedo a la cólera; la necesidad de que haya paz al precio que sea; la tendencia a asumir un exceso de responsabilidad con relación a la vida de los otros; y un alto nivel de dudas sobre ti mismo” son cualidades “que nos vuelven vulnerables al chantaje emocional […] Ninguna de estas características es negativa…, moderadamente.” escribe Forward, “De hecho, algunas se consideran positivas e incluso se recompensan siempre y cuando no se extremen. Cuando nos controlan y entran en conflicto con nuestra parte inteligente, segura, asertiva y reflexiva nos estamos preparando para la gran manipulación”. (Forward, pág.142)
Juanito se llevó el clavo a casa. Y lo que pasó después no lo sabemos. Quizá lo tiró a la basura pero, ¿quién tira a la basura el recuerdo de la noche más importante de su vida? Quizá lo guardó en una caja o lo clavó en la pared. Ese clavo es, desde entonces, un seguro contra el miedo al peso de la ley, una zanahoria que nos promete lo que no tenemos (una vida extraordinaria) y un recuerdo del clavo al que, suponemos que metafóricamente hablando, estaba pegada su salvación. De ahora en adelante, cuando Juanito tenga problemas, tendrá un clavo al que aferrarse.
El que se quedó sin clavo tuvo una segunda oportunidad. No se repartieron más clavos pero sí que hubo la ocasión de vivir el calvario previo a la crucifixión en la que Jesús sintió cómo el clavo de Juanito traspasaba sus carnes. Una de las sesiones del taller que impartió Squarzón, titulado “La última generación de cristianos”, intentó recrear las penurias por las que pasó Jesús. Quien escribe no estuvo en ese taller y se enteró de su realización demasiado tarde. Interesado en saber qué fue lo que se hizo, de una manera más o menos aproximada, pero sobre todo, motivado por conocer cómo se vivió y se percibió algo tan nuevo en España, contacté, casi un mes después, con dos personas menores de edad para que respondieran a mis preguntas al respecto. Escogí a dos adolescentes porque a esta edad es cuando más sensibles somos, cuando todavía nos falta mucho por vivir y por comprender y por tanto, podemos ser más vulnerables. Como no estoy seguro de que publicar sus nombres reales pueda ser beneficioso para ellas a medio o a largo plazo, prefiero bautizarlas como Elena y María. Para que el lector tenga la máximo información de contexto, le diré que Elena no es adventista pero va a un colegio adventista. María tiene algún pastor en la familia. Ambas son amigas, van a la misma iglesia y proceden de continentes diferentes.
1-¿Quién y cómo se presentó el taller?
Elena: La actividad tuvo lugar en el taller de Gustavo Squarzón ”última generación de cristianos” (sic)
María: La dinámica estuvo incluida dentro del taller de Gustavo Squarzón, de nombre “La última generación de cristianos”.
2- ¿Qué objetivo tenía el taller?
E: Creo que el objetivo era ambientar un poco la muerte de Jesús con los símbolos que la caracterizaron y acercarnos a lo que significó para él.
M: Comprender (o intentar comprender) los sufrimientos que padeció Jesús al morir por nosotros y ser conscientes de por qué murió.
3- ¿En qué consistía el taller?
E: Por pequeños grupos de unas 6 personas se salía al pasillo y se leía un versículo y la correspondiente actividad. Habrían unas 6 actividades.
M: En una serie de estaciones (no recuerdo el número) con ejercicios a realizar que correspondían a cada desagradable situación a la que se enfrentó el Hijo de Dios.
4- ¿Qué cosas había? (Solo sé de espinas y vinagre…)
E: Una corona de espinas (no sé si era una corona o solo espinas) que teníamos que coger y apretar con la mano; una esponja y un vaso con vinagre que teníamos que ”probar”, un tronco de árbol en el que clavar un clavo pensando en un pecado en concreto a la hora de clavarlo; unos dados: consistía en hacer una lista con el número que saliese en los dados de pecados cometidos; unas telas que teníamos que rasgar, simbolizaban cómo el velo del templo se rasgó al morir Jesús; y una tarjeta donde debíamos escribir nuestro nombre. Igualmente, creo que me dejo algo…
M: Vinagre, una corona de espinas, una trozo de tela que rasgar, Un leño donde debías quitar y clavar un clavo, unos dados (cuyo número, al ser lanzados, indicaban los pecados cometidos) y un papel donde escribir tu nombre y un pecado por el que pedías perdón.
5- ¿Qué os pareció?
M: Un poco morboso… En general una idea buena pero que si no era llevada a cabo con la suficiente seriedad, corría peligro de perder el sentido verdadero.
6- ¿Qué aprendisteis, qué sentisteis?
E: [Responde a las preguntas 5 y 6 a la vez] La idea de recordarnos cómo sufrió Jesús siempre me parece buena, pero en esta ocasión, a pesar de la originalidad de la actividad, no sentí que me acercase a Dios de alguna forma especial…, quizá influyó que éramos muchos para una actividad así. No obstante, sí ayudó a pararme a pensar más en mis pecados. Más que la actividad en sí, lo que me gustó fue el tiempo de espera en la sala antes de hacerla, en silencio y oración.
M: Me impresionó, sobre todo, la estación del leño y la del papel… Supongo que, por un lado, porque sentí como si yo misma hubiera hundido esos clavos en las manos de Jesús (me sentí culpable..) y, por el otro, porque fue un momento muy íntimo entre yo y Dios. Sé que la intención no era hacernos sentir culpable de nuestros pecados. Pero es por eso mismo que si no se comprende bien el objetivo del taller (yo no llegué entenderlo del todo) se puede llegar a deformar la idea del sacrificio Divino.
Querido lector, estarás de acuerdo conmigo en que aquí hay material suficiente como para reflexionar unos minutos. Y para que nos ayuden a reflexionar, he recabado las opiniones de Ester Fernández, psicóloga y miembro de la iglesia adventista de Barcelona-Urgell (España) y del ya citado Antonio López, profesor de Teología en el SAE. El lector tiene que saber que ninguno de los dos estuvo presente en este taller ni ha leído las impresiones de Elena y María.
“A veces, para solucionar un problema hay que recrear un sufrimiento.”, explica Fernández, “para superar un miedo, por ejemplo, se recrea la situación del miedo que causa sufrimiento para que la persona se habitúe al miedo y de esta manera pueda bajar sus niveles de ansiedad. […] Una vez solucionado el problema, ya no tiene sentido volver a la recreación del sufrimiento, sencillamente porque el miedo ha dejado de existir.”
Y, ¿qué pasa cuando nos recreamos en el sufrimiento de Jesús? “En el caso de Jesús, es positivo ponerse en los zapatos del otro para ver lo que sufrió por nosotros.”, responde Ester. Y matiza: “pero el sufrimiento de Jesús fue más allá de eso. Su sufrimiento fue existencial, del alma. Desde el punto de vista de la empatía es bueno porque nos acerca más a Él. Pero una cosa es ver a Jesús como una persona abnegada y sacrificada y otra es que me recree en mis pecados, algo que no es recomendable. Recrearse solo en el sufrimiento no tiene sentido. Dios no quiere que nosotros suframos. Lo que debiéramos hacer es recrearnos en la resurrección y en la vida de Cristo. Recrearse en el sufrimiento es inútil si en nuestra expectativa no está recibir el regalo, como la solución a nuestro problema, o la dicha del perdón. De cualquier manera creo que la palabra “recrearse” resulta un término peyorativo en este contexto si lo que se pretende es únicamente evidenciar el sufrimiento de Cristo.”
Cuando le explico a Antonio López lo que me han contado acerca del taller de Squarzón me dice que “esto no es del mundo adventista. Es un acercamiento 3D a momentos determinados de la Biblia.” ¿Ves bien recrearse en el dolor de Cristo? “Pues no veo yo que sea sano desde el punto de vista mental. Cierto es que Jesús sufrió y padeció. Pero cierto es también que resucitó. Pablo dice que soportó lo que soportó por el gozo que tenía delante. Cristo trató de tranquilizar a la gente. Fue un momento duro para Cristo. Ver solamente el sufrimiento de Cristo no es sano, ni doctrinalmente ni anímicamente. Porque el gozo tiene que ser superior. […] La muerte me habla de una vida anterior y esa muerte sin esa vida no tendría ningún sentido. Yo reflexiono sobre el calvario cada día pero reflexiono sobre los aspectos que me hacen comprender mejor el amor de Dios por mí. El sufrimiento no es lo que .me ayuda a entender el amor de Dios por mí.” Antonio, ¿existe el riesgo de caer en el chantaje emocional? “Claro. ¿Cómo tú no vas a sufrir por Él? Incluso Pablo parece a veces, que está hablando en ese sentido. Pablo y Pedro no se recrean en el sufrimiento, sino en la acción, en el seguimiento”.
Al hablar con Óscar López, director de JAE, de dicho taller, me advierte de que, al igual que Ester y Antonio, tampoco estuvo presente. “Recrearme en el sufrimiento no me produce un chantaje emocional”, declara Óscar, “me produce mucha admiración cuando leo sobre su sacrificio. E.G.White se recrea mucho en él. El caso de este taller en particular podría compararse a cuando en nuestra iglesia hacemos un video forum sobre La Pasión de Mel Gibson. Se producen diferentes tipos de reacción. Creo que lo que quería Gustavo era hacernos entender que cristianismo sin Jesús no puede ser cristianismo.” Y concluye: “estoy seguro de que no se ha buscado un chantaje emocional en este sentido”.
Cambiando de tercio, una de las ideas que me llamó la atención, la escuché en la única sesión a la que asistí de Nathan Renner. Hablaba del Apocalipsis y reflexionando sobre el libro y la Biblia en general, nos dijo que “de la Biblia se desprende un claro patrón: si obedecemos a Dios, seremos bendecidos y si no lo obedecemos, seremos malditos.” Al día siguiente, la volví a oír cuando se organizó una mesa redonda a modo de escuela sabática. En ella estuvieron presentes varios jóvenes, los hermanos Bosqued, pastores de jóvenes en Zaragoza y Madrid (España), Gustavo Squarzón y Jay Rosario. Este último adoptó un rol parecido al de moderador ya que recitó en voz alta las preguntas que previamente habían seleccionado entre las que recibieron el día anterior por parte de la audiencia. Durante el desarrollo de la misma, su intervención contrastó con sus exposiciones en su taller de identidad cristiana. Si en ellos, Jay se mostró seguro y elocuente, en la mesa redonda apenas intervino y varias veces respondió a las preguntas solo con un versículo de memoria.
Una de las cuestiones que Jay leyó, trataba de lo complicada que puede llegar a ser la vida. Squarzón respondió con la siguiente declaración de principios: “Buenas decisiones, buena vida, malas decisiones, mala vida”. Así de simple. Squarzón no intervino en otras preguntas que quizá pudieran parece más comprometidas o complicadas, pero sí que lo hizo cuando se interrogó por la presencia de adventistas en el ejército. Empezó su intervención diciendo que es bueno tener adventistas en todas partes, afirmación que sugirió en la persona que tenía sentada a mi izquierda el siguiente razonamiento: con esta regla de tres, también podríamos tener prostitutas adventistas. Squarzón continuó su intervención para acabar diciendo que el ejército tiene servicios médicos y sanitarios en los que un adventista puede servir. A mi entender, su posición fue un tanto ambigua pero no hay que olvidar que en EE.UU. donde pastorea Squarzón, la opinión de la membresía y el pastorado acerca del adventismo y la guerra no es unánime. Si bien la posición oficial de la Iglesia adventista está a favor de la no-violencia, también es cierto que una parte, no reducida, del adventismo norteamericano lo ve con otros ojos.
“’Buenas decisiones, buena vida, malas decisiones, mala vida…’, no es así”, me decía Antonio López entre pasillos en Cieling. Mateo Vincent, mientras me contaba lo contento que estaba de haber estudiado 5 años Teología en lugar de conformarse con un curso de 6 meses para ponerse a predicar lo antes posible, me aseguró lo mismo que López. ““’Buenas decisiones, buena vida, malas decisiones, mala vida…’ no es así. Cuando ves los ejemplos, ves que hay gente que intenta hacerlo lo mejor posible y le pasa lo peor. Es uno de los problemas más gordos que hay en este mundo. ¿Por qué lo bueno pasa a los malos? ¿Por qué vemos gente forrada de dinero que son los peores del mundo? Yo no he perdido mi fe porque he visto ejemplos de eso en la Biblia. Yo sé que Dios quiere bendecirnos pero reconozco que a veces nuestra vida no tiene nada que ver con lo que yo estoy haciendo. Son cosas que vienen aparte. La extrema derecha de nuestra iglesia tiene este enfoque. Por ejemplo, estoy orando por mi tía que está enferma y luego no se cura. Entonces te dirían que no has orado lo suficiente. […] Este es el énfasis que existe en la derecha. No sé qué han dicho Nathan y Jay, pero sé que Mission College y Arise Institute [institución muy parecida a Mission College cofundada por Nathan Renner] ponen este énfasis. Y no es una formación adecuada”.
¿Por qué crees que se ha traído a oradores cuyo discurso se parece tanto a la derecha religiosa norteamericana?, le pregunto a Antonio López el último día de Cieling. “Quizá porque son personas que gozan ahora de popularidad. Hay un grupo de juventud grande que gusta de sus formas a la hora de exponer. […] Estoy seguro de que las personas que los han buscado, han buscado gente que tuviera un pensamiento en Dios y sigan principios de vida cristianos. Creo que son personas que dentro de la tendencia ideológica que sea, están viviendo un cristianismo”. Sara Guntín, que conoce a Jay personalmente, también lo cree. “Su intención es buena, no va de sabiondo ni de teólogo. Transmite lo que está viviendo.”
Le pregunto a Óscar por los criterios a la hora de seleccionar a los oradores y me explicó el método que siguieron: “primero, definimos las áreas de necesidad y vimos que eran cuatro: Adoración (Música), Familia y sexualidad, Profecía e Identidad Cristiana. A partir de aquí intentamos buscar al mejor ponente para cada área. De Nathan nos gustó su frescura a la hora de presentar las profecías. Jay nos pareció muy bueno hablando de la identidad adventista y además, sabemos que gusta a los jóvenes. Y en el caso de Víctor Mirón, si bien alguien podría objetar que no es adventista, fue recomendado por varios miembros del consejo JAE que ya habían colaborado con él en otras ocasiones y para asegurar el tiro, hablamos con Antonio Martínez, pastor, psicólogo y director del Departamento de Familia de la Unión y nos dio su visto bueno.”
Todos ellos solo dieron talleres muy especializados. No obstante, cuando se trata de escoger a un orador que pueda enfrentarse con garantías a un auditorio de más de 800 jóvenes, con sensibilidades tan diferentes, con gustos distintos, con expectativas dispares, con necesidades particulares y en etapas de la vida que pueden ir desde los 16 a los 35 años, el trabajo es muy complicado. Óscar, ¿qué criterio seguisteis para escoger a Squarzón? “Su predicación, que llega a los jóvenes. La capacidad que tiene de impactar a una audiencia grande a través de mensajes sencillos. Gustavo consigue llegar al auditorio haciendo que se identifique con el mensaje que expone”.
“Sí pero, no ¿crees que tiene un discurso propio de la derecha norteamericana?” interrogo a Óscar y me responde: “No definiría a Gustavo como la derecha americana. Si derecha es conservadurismo y fundamentalismo, Gustavo está más en la otra línea.” Aún así, en nuestra conversación, Óscar concede que si solo conocemos al Squarzón de Cieling, podrían haber motivos para pensarlo. “Pero si lo conocieras más, no lo pensarías así”, concluye el director de JAE.
“Lo mejor de Cieling han sido las predicaciones de Gustavo”, me comentaba entusiasmada Clara Nicolae, de 16 años y alumna del CAS. “Me he sentido identificada con sus temas y sus talleres. Dice que no quiere que seamos la última generación de cristianos que haya. Que somos una generación muy guay y que tenemos que seguir luchando para que el cristianismo no se acabe”. Y del culto que hizo sobre Abraham, ¿qué te llevas? “Pues que no tenemos que ayudar a Dios y que Él sabe muy bien los planes que tiene para nosotros. Me encantó el mensaje. No tenemos que ayudar a Dios sino esperar a que Él actúe”, responde.
Y tú, Luis Quijano, ¿qué mensaje te llevas del culto de Squarzón? “Este culto nos transmite algo tan sencillo que conocemos todos: la comunión del hombre con Dios, cómo la podemos vivir hoy. La entrega de uno a Dios, la confianza y la fe en Dios. Fue muy profundo, muy bonito”.
Sigo recogiendo opiniones y charlo con Mía Zoé, una chica de 21 años originaria de Ecuador. ¿Qué te llevas de Squarzón? Vacila, se lo piensa y responde. “Que si en algunos momentos estoy sola, triste y siento que Dios me ha olvidado, pues que no piense que Él se ha olvidado de mí, que Él sabe, que ve más allá de lo que yo quiero y de lo que pienso que es mejor para mí y que simplemente debo ponerme en sus manos.” Y del culto de Abraham, ¿qué recuerdas, Mía? “Que si Dios me pone a prueba, tengo que alabarlo. A pesar de que Dios nos ponga a prueba, nosotros tenemos que alabarle. Y eso es lo más grande que [Dios] puede recibir, por eso en el cielo fue todo un evento el que Abraham haya hecho eso, alabarle en el momento más difícil. Justo en ese momento, quitándole [Dios a Abraham] lo que más quería y alabarle a pesar de todo”.
En la conversación que tuve con Mateo Vincent el sábado por la tarde también hablamos de las presentaciones de Squarzón. Le comenté que me había llamado la atención que en ninguna de sus ponencias habló de perdón, amor o gracia. Por lo menos, esa fue mi impresión. “Pues sí. Hay que decir que tiene un estilo muy interesante en sus predicaciones. El humor que usa es un indicio de que está conectando con la gente y puede ser que el asuma que la audiencia ya entiende esas partes [amor, perdón y gracia]. Ha hecho un llamamiento a los jóvenes y han respondido. Han conectado con la idea de la cruz. Quizás luego [a esas alturas, a Squarzón solo le quedaba una ponencia de cuatro por exponer] quizás luego tendrá un enfoque en eso [perdón, amor y gracia], no lo sé”.
El sentido del humor al que se refiere Mateo es un don de Gustavo. Si el lector escucha cualquiera de las charlas que dio en Cieling, oirá que la audiencia se ríe de principio a fin. En un momento en el que estaba comentando con dos pastores de jóvenes el estilo de Squarzón a la hora de predicar, Gustavo pasó por ahí y le pedí que nos acompañara. Le dije que tengo entendido que los guionistas de la conocidísima serie de humor Friends saben que para mantener enganchada a la audiencia hay que hacer un chiste cada pocos segundos. Viendo que en sus sermones la audiencia se ríe con cierta frecuencia, le pregunto si él también lo tiene estudiado. Nos explica que no, que él no se prepara los chistes y nos deja entender que Dios se los inspira.
Volviendo a los retos a los que se enfrentaba la organización de Cieling, hay que destacar el siguiente: congregar, bajo un mismo techo, a jóvenes que, si bien todos viven en España, son de nacionalidades diferentes y que, en el caso de los rumanos, no tienen como lengua materna el español. Viendo una sala llena de jóvenes de todos los colores, hablando español de mil maneras y cantando el himno lema del congreso, es probablemente, la mejor prueba de que JAE lo ha superado con nota.
De todas las nacionalidades que coexisten en la Iglesia adventista española, la que resulta más difícil de incluir en las actividades nacionales, por motivos culturales e idiomáticos principalmente, es la comunidad rumana. “Seguimos dos criterios para invitar a Daniel Chirileanu, Director de jóvenes de Rumanía,” dice su homólogo español, “primero, quisimos ser sensibles a la importante comunidad rumana que hay en nuestra iglesia de España invitando a un orador rumano y segundo, fue recomendando por varias vías”.
Nacido en 1965, Chirileanu se licenció en Teología en 1998 por la Universidad de Bucarest. Ha publicado 3 volúmenes de poemas y ha escrito varios artículos en las revistas ‘Semmele Timpului’ y ‘Curierul Adventist’. Por lo menos, así consta en el pasaporte Cieling.
Asisto a una de sus sesiones y al finalizar, le pido una entrevista. Quiero hablar con él de por qué está aquí, qué le parece Cieling, qué pasa con los rumanos en España… La conversación me revela un hombre sabio que sabe dónde pisa.
– Parece que al final solo ha venido un 10% de los rumanos jóvenes que viven en España y que tenían medios económicos para poder venir. ¿A qué lo achaca?
Algunos han aprovechado estas fechas [Semana Santa] para trabajar y otros para o bien descansar o ir de vacaciones a Rumanía ya que la Pascua es todo un evento en mi país de origen.
– ¿Desde Rumanía, cómo se ve la juventud rumana que hay en España?)
Creo que es una ventaja para ellos vivir en una cultura distinta. […] Su visión es más amplia. Es una influencia positiva.
– En España está costando integrar a los rumanos en la Iglesia española. A veces los rumanos acusan a los españoles de ser demasiado liberales. ¿Qué piensa sobre esto?
Hablando del liberalismo, creo que hay opiniones distintas entre los jóvenes rumanos. Por ejemplo, desde alguna iglesia con una visión más legalista, sí que se percibe a los españoles como muy liberales. Sin embargo, los jóvenes que recientemente han conocido al Señor, ven a los españoles como jóvenes normales y se adaptan muy rápido.
– ¿Qué mensaje tiene para los legalistas rumanos que perciben a los españoles como demasiado liberales?
El mensaje es que Jesús nunca juzgó a la gente por la cultura ni por la manera en que entendían algunas cosas. Y el apóstol Pablo dijo lo siguiente: con el griego me hice griego y con el judío me hice judío. Les digo que hagan como Pablo, que sean españoles con los españoles. Invito a los jóvenes españoles a que sean rumanos con los jóvenes rumanos. Y si no hacemos de nuestro punto de vista un guía absoluto con autoridad para imponerse a las demás personas, seremos comprensibles.
– ¿Nos puede ayudar a los jóvenes españoles para entender y comprender a los jóvenes rumanos?
El mensajes sería que recuerden nuestra historia reciente. Durante mucho tiempo estuvimos bajo el comunismo. Y en segundo lugar, sería el deseo de no repetir el mismo error que muchas veces nosotros cometemos: creer que nosotros estamos llamados a juzgar a las personas. El único que puede hacerlo es Jesús.
Uno de los temas que despierta más controversia entre rumanos y españoles es la música de adoración, de alabanza. Escoger por tanto, una banda sonora adecuada para Cieling tampoco fue tarea sencilla. Cuando al principio de este artículo, Néstor Petruk decía que Cieling era un formato muy parecido al de GYC, no iba desencaminado. “El formato es muy parecido”, reconoce Óscar López. Y cuando le pregunto que es eso que no es tan parecido, me responde que “entre otras cosas, Cieling nace de la administración de la Iglesia adventista española y no comparte con GYC el entendimiento limitado de la adoración a través de la música”. JAE encomendó al también ponente de Cieling, Álvaro Calvo, cuyo taller se titulaba, recordemos, ‘¿Música adventista?’, la dirección de la banda sonora que nos acompañaría durante todo el congreso. La música tuvo un lugar muy destacado en el mismo, con variedades tan lejanas en el tiempo y el estilo como Haydin y el worship actual e interpretada por grupos amateurs de diferentes iglesias y profesionales como el famoso grupo Forgiven. “Gracias por aceptar la diversidad musical”, declaró Álvaro Calvo en la ceremonia de clausura de Cieling. Una constatación de que JAE está haciendo una buena pedagogía en este sentido.
Y aquí llega el final del viaje. La guapa azafata y su compañero de tripulación nos informan de que el vuelo (“¿vueling?”) ha terminado. Un vuelo cuyo piloto ha sido Jesús, el mejor de los habidos y por haber. Poder realizar este viaje ha sido costoso. Ha necesitado de muchas horas, mucho esfuerzo, mucha ilusión, mucho talento y de mucha fe en Dios.
Desde estas líneas quiero agradecer el esfuerzo a todas las personas que han trabajado para que Cieling fuera real. Desde Óscar hasta el último voluntario. El lector tiene que saber que el trabajo se ha notado y que, a pesar de todo, ha valido la pena. Así lo creo yo y lo cree el 95% de los 228 jóvenes que a día de hoy (6/5/2010) han respondido a la encuesta de satisfacción de JAE.
Cieling, como toda obra humana, ha estado llena de luces y sombras, y según me cuenta Óscar, han recibido muchas cartas en las que se puede ver que muchos quedaron deslumbrados. Este artículo no es más que un ensayo, una aproximación a Cieling para entenderlo mejor. Quien escribe, sabedor de lo que se avecinaba, asistió a Cieling con gafas de sol para no deslumbrarse y así, poder escribir este texto que solo pretende arrojar luz a las sombras que un servidor percibió en dicho congreso.
Llego a la última página del pasaporte Cieling y me sorprendo al ver que el final de la historia ya estaba escrito incluso antes de tener lugar. “Gracias a JAE por haber tenido la iniciativa de montar un evento con los mejores ponentes, los mejores grupos musicales y los mejores medios, todo con el fin de alabar al que un día nos hizo.” (El énfasis es mío) Si desde el principio te has dejado arrebatar y te has sumergido como un niño en la historia de un viaje en avión cuyo piloto es Jesús y de la que tú eres el protagonista, solo puede haber un final, el mismo para todos, el que Cieling ha diseñado para ti. Si antes de escuchar la primera charla del congreso y sin conocer todavía a los ponentes, hubieras mirado el final de la historia, te habrías enterado de que acaba bien y de que estabas a punto de escuchar a los mejores. No es “autobombo”. Es storytelling. ¿Puede ser que a veces, nosotros mismos, seamos víctimas de nuestras propias historias?
Una vez detectado esto, desactivo la magia de la historia y me propongo reescribir mi final particular. Un final que quiero dedicar a Mía Zoé, aquella chica que nos decía que de Squarzón había aprendido que a Dios hay que alabarle aunque nos ponga pruebas, aunque nos quite lo que más queremos.
Mía, cuéntame el final de tu viaje, el tuyo, el personal, el íntimo. “Cieling me ha gustado porque te engancha como joven adventista, porque te dice que estamos aquí por algo y que tenemos que esforzarnos por mostrar a los demás que somos especiales, que Jesús murió por nosotros y que hay otro plan, que no todo acaba aquí”. Miro a Mía y veo en sus ojos la ilusión inocente de un niño con zapatos nuevos. Y con esos ojos escribe la última línea de su historia: “A pesar de que Dios te ponga a prueba aquí, lo que realmente a Él le importa es que tú seas feliz en la eternidad, no aquí”.
No me gusta este final, Mía. Si esto es lo que te llevas de Cieling, debes saber que este mensaje no es adventista. Nuestra iglesia promueve un estilo de vida sano y saludable para sentirnos lo mejor posible aquí, en la tierra. Nuestra iglesia se reúne los sábados porque cree en un Dios que nos creo para ser felices siempre. Y si bien nuestra iglesia, la Iglesia adventista, sabe que la única solución a este mundo llegará con la segunda venida de Dios, también sabe que la revelación que Él nos ha dado es para que empecemos ya, aquí en la tierra, a vivir como lo haremos en el cielo. Mía Zoé, sé feliz ahora, tanto como este mundo de maldad te lo permita. Olvida tu final y déjalo en Cieling. Hubo un malentendido. Dios no te pone pruebas, dejémoslo en que te las pone la vida. Coge el salmo 23 y con sus versos escribe tu nuevo final. Dios quiere que seas feliz aquí y ahora, tanto como sea posible. No lo olvides. Y si no nos volvemos a ver en esta tierra, te propongo que nos abrazaremos en el Cielo, terminado en “o”.
Agradecimientos:
A SPECTRUM, por el espacio para la reflexión que nos ofrece a través de Café Hispano.
A Óscar López, director de JAE por apoyarme en la escritura de este artículo desde un primer momento. Gracias Óscar porque, aún sabiendo por dónde iban los tiros, me alentaste a seguir escribiendo con mirada crítica y constructiva. Deseo que el Señor siga bendiciendo todavía más vuestros nobles deseos y arduos trabajos.
A todos aquellos que han accedido a entrevistarse conmigo para confeccionar este escrito y en especial a Sara Guntín, Mateo Vincent y Antonio López. Vuestros análisis y testimonios nos son de gran ayuda.
A las dos personas que me han leído y criticado el texto en una semana frenética.
Granollers, España 7 de mayo de 2010

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