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Diario de un médico adventista español en Haití – 2

La primera carta que mandó el doctor en medicina español Pere Llorca, como voluntario de ADRA desde Haití, fue publicada en un medio de información español. Café Hispano se hizo eco de la noticia e incluyó un enlace para poder acceder a ella. Ahora, Café Hispano ofrece la segunda misiva de Pere LLorca.

“Son las cinco de la mañana, las once en España. Nuestros cuerpos aún no se han adaptado a los horarios de aquí y nos despertamos pronto.

Me he despertado sudoroso, bueno…, empapado, y me llama la atención que aún siendo totalmente oscuro, se escuchan las voces de las personas y niños que viven en pequeños grupos, que se refugian todas las noches junto a las paredes externas de nuestro hotel, formando improvisados campamentos de refugiados, cubiertos solo con una lona y algunas sabanas y cartones, que sinceramente me hacen sentir un poco mal, cuando los veo desde la ventanas del baño, aunque pienso que si los voluntarios no descansamos y enfermamos. ¿Quién podrá ayudarles?

Parando un poco de atención, estoy escuchando coros improvisados de niños que, desde un asentamiento cercano, comienzan un nuevo día cantando alegres. ¡Que grandeza de espíritu!

Ya hace tres días y una noche que llegamos aquí, aunque tengo la sensación de que hace semanas. Las impresiones de algunas cosas son tan intensas que quiero escribirlas cuanto antes para que no se me olviden, y además para poder comunicároslas antes de que me acostumbre a ellas como si fuesen “normales” .

El equipo de diez voluntarios de ADRA España que estamos aquí somos gente normal, pero quiero destacar la gran adaptabilidad a los “problemas” habituales que surgen en cada momento, así como el espíritu positivo y optimista de todos ellos, y la ausencia de quejas, aún cuando serían de esperar en muchas de las situaciones que van apareciendo inesperadamente. El ambiente entre nosotros es muy bueno y de total apoyo incondicional.

Todos estamos bien de salud y ánimo. Tenemos comida variada. A veces “raciones militares” que se autocalientan y hacen un humo blanco al añadir un liquido al envoltorio de base. Tenemos agua potable y poco a poco vemos que el país se va “normalizando” al caos que tenía previamente. La cobertura de la telefonía móvil ya funciona bastantes ratos y tenemos internet también a ratos.

Al final del día es un momento entrañable, donde compartimos las experiencias del día, hablamos de los planes del día siguiente así como de los problemas que van surgiendo. Ángel toca la guitarra y cantando juntos nos sentimos muy bien y nos hace sentir que estamos en familia antes de ir a dormir.

Como os dije en un anterior correo, nos han pedido que nos hagamos cargo de la atención medica de las 2500 familias, unos 13.000 refugiados que al perder sus casas han ocupado el campus de la Universidad Adventista en Carrefour. La experiencia es dantesca. La gente vive, duerme y cocina bajo barracas de plásticos y trapos multicolores. Cuando paseo entre ellos no se les ve lo desesperados que cabría esperar, y solo hace falta que saludes un poco para que te sonrían y te saluden con la mano. La verdad es que son muy simpáticos.

Hace dos días murió un bebé lactante de pocos días en el campamento antes de que lo atendiese nadie. Ayer por la mañana nació uno, atendido por un paramédico americano. Son cosas…, que no podemos imaginar en nuestro país. A pesar de todo ello, hay equipos de ADRA Portugal que han instalado potabilizadoras, equipos de voluntarios de otros países que han instalado letrinas, y equipos de recogida de basuras, otros de ayuda psicológica post- trauma, otros de reparto de alimento y agua, etc. ¡ADRA hace un trabajo gigantesco en este campus!!

A pesar de las situaciones que os relato la vida en este campus “ocupado” por familias que lo han perdido todo, está mucho más estructurada que en varias zonas de la ciudad.

Ayer, tras habilitar un edificio de la universidad como consulta médica, ya hemos comenzado a visitar niños, la población más frágil del país . Tanto Miguel como Paco, los pediatras, me decían que todos los niños, sin excepción están anémicos.

En el mismo edifico hay las consultas médicas y la farmacia, que da los medicamentos prescritos previamente. Tenemos en nuestro equipo la suerte de tener unos enfermeros que junto al logista han informatizado el contenido exacto de la farmacia, que por cierto se vacía por momentos.

Ayer, hablamos con ADRA de República Dominicana, quienes nos aseguraron que hoy nos mandaban los 800Kg de fármacos que previamente ADRA había comprado a FARMA MUNDI y que habían sido recibidos a través de AECI (agencia española de cooperación internacional). Como podéis s ver, hay muchos eslabones previos en la cadena solidaria, antes de que se pueda ayudar a un solo paciente.

Ayer, fuimos por la parte central de Puerto Príncipe, la capital, para ver si nuestros cirujanos eran necesarios en los hospitales del centro de la ciudad. Visitamos el Hospital Central Universitario, el de la Paz, y otros. Hay muchas personas con miembros amputados, que te miran con recelo, pero me gusta acercarme a ellos y acariciarles con manos sin guantes, y ellos siempre responden con una mirada cálida, a veces con una sonrisa o un mercy docteur.

Afortunadamente ya casi no hay necesidad de amputaciones, y poco a poco los hospitales van recibiendo pacientes con enfermedades comunes de un país pobre, mientras los enfermos amputados se van curando.

Cuando pasamos por el centro de la ciudad, fue una experiencia dantesca. Caos increíble, conducción temeraria, embotellamientos gigantescos, venta ambulante por doquier. Basura y escombros por doquier. Peste a podrido y a cadáver en descomposición. Casi todos los muros que rodean los edificios están caídos en medio de las calles y aceras, o están resquebrajados y apunto de caer. Creo que es casi imposible de describirlo con palabras.

Me cayeron las lágrimas cuando pasamos frente la escuela de enfermería, que se hundió con cuatrocientas chicas dentro, aquel fatídico día sobre las cinco de la tarde. Según me han dicho, ninguna de ellas quedó con vida. Los edificios del centro parecen plegados como si se hubiesen derretido, otros como retorcidos, otros plegados como un acordeón, y entre los forjados de hormigón se ven colchones, ropas y hasta restos humanos.”

Bueno, seguimos otro rato. Ya es hora de prepararnos para ir al campamento. Podéis reenviar este mensaje. El único responsable de su contenido soy yo. Un abrazo para todos del equipo de ADRA España.

Escrito el 2 de frebrero de 2010

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