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Elena de White: dechado del adventismo

El surge del fundamentalismo dentro de la Iglesia Adventista es desconcertante. Ahora los dos extremos del espectro ideológico están robando del adventismo la capacidad de crecer. Muchos de estos cristianos sinceros, con toda piedad y mucho celo, malentienden aplicar las Escrituras a la vida diaria y no dejan que Dios siga guiándonos hoy con su revelación continua. Generalmente, cuando esto sucede, no se hace a propósito por los a quines llamaríamos “fundamentalistas” pero el rechazo de nuevas revelaciones es, muchas veces, el resultado de esta manera de pensar. Ya que el fundamentalismo adventista trata de “defender la verdad” y no “buscar la verdad”, no es compatible con el surge del adventismo intelectual en América del Norte. En su celo para traer la iglesia a “la fe tradicional de los pioneros”, estos cristianos no se dan cuenta de que están rechazando la orientación que Dios quiere darnos en el día de hoy. Se han atrapado dentro de una forma del adventismo extremista y creen que solamente su tipo de adventismo es “la verdad”. En su libro Servicio cristiano eficaz, Elena de White se dirigió a los que rehusaban seguir la nueva luz de Dios, sean conservadores o liberales. Escribió, “La luz acumulada ha brillado sobre la gente de Dios, pero muchos la han desatendido y por eso se encuentran en un estado de debilidad espiritual muy grave.”

Uno no puede empezar a hablar de Elena de White sin tratar el asunto de que sus escrituras y ministerio han sido malentendidos dentro la Iglesia Adventista. Esto se debe en parte al fundamentalismo dentro del adventismo. Es desconcertante que muchos usan las palabras de Elena de White fuera de su contexto para apoyar sus propias opiniones. Esto es literalismo y cuando hasta la Biblia es tratada de esta manera el resultado es que la gente tiene una comprensión menor que cuando los pasajes se toman dentro de su contexto. Cuando son extraídos muchas veces son interpretados de tal manera que contradicen las intenciones de los autores. Es una forma de la hipocresía intelectual y se encuentra demasiado entre nuestra iglesia.

Es mi convicción que leer cualquier pasaje con una predisposición específica sirve solamente para afirmar la opinión del que lee. Ese individuo no puede concebir ninguna interpretación o aplicación alternativa del texto. Esto lleva a métodos equivocados de estudiar, de practicar la hermenéutica bíblica, de interpretar y de aplicar los pasajes. Los teólogos muchas veces han dicho que la Biblia se puede usar para apoyar o condenar cualquier cosa si alguien está dispuesto a dejar al lado los principios sanos de la hermenéutica, el contexto y la aplicación interpretativa. Lo mismo se puede decir acerca de las escrituras de Elena de White. Desde el principio de nuestra iglesia, hemos sido mayordomos irresponsables de sus escritos. La iglesia ha malentendido nuestro lugar dentro de la historia cristiana.

Una contribución importante de la Iglesia Adventista al pensamiento cristiano es la idea de que la revelación de la verdad es progresiva (“present truth,” en inglés, que sería literalmente, “la verdad presente”). Muchas veces este concepto es desatendido o mal aplicado por nuestros miembros fundamentalistas. La Iglesia Adventista pretende ser una iglesia progresiva o, por lo menos, tener una teología progresiva. Desafortunadamente, los laicos han sido impactados por la influencia fundamentalista como resultado del alineamiento de los líderes adventistas con los evangélicos conservadores. Debido a esta influencia fundamentalista, el adventismo ha quedado restringido teológicamente y cerrado en una interpretación dogmática y muchas veces equivocada de nuestras 28 Creencias Fundamentales. Existe una noción del “Adventismo tradicional” que no es ni adventista ni tradicional. Elena de White no debe ser un obstáculo a nuestro crecimiento más que es John Wesley para los metodistas, Martín Lutero para los luteranos o John Calvin para los calvinistas.

La idea que Elena de White era “conservadora” (o “liberal”) en comparación con sus contemporáneos no se encuentra en la historia adventista. Ella tenía algunas creencias más progresivas y algunas más tradicionales. De manera que su entendimiento aumentaba, también desarrollaban sus creencias. Era progresiva en el sentido de que sus ideas se adaptaban durante su vida. No quiero decir que tenía las mismas creencias que los adventistas “progresivos” de hoy. Guy Fritz escribió, “Elena de White, por ejemplo, siempre usaba las palabras ‘conservador’ y ‘conservatismo’ con una connotación negativa, para referirse a la cautela excesiva, la falta de atrevimiento y el deseo de obtener la aprobación popular, en los contextos teológicos y también prácticos. Ella asociaba con el título ‘conservador’ palabras como ‘comprometer’, ‘conceder’, ‘estrecho’, ‘viejo’, ‘agradar a la gente’, ‘hombres de política’, ‘satisfecho’, ‘egoísta’, y ‘superficial’ ”. Los adventistas progresivos deben rescatar a Elena de White de los fundamentalistas dentro de la iglesia. Ella encarna nuestra identidad adventista, como cristianos progresivos y no debe tener parte en la agenda fundamentalista.

Los adventistas han abusado del ministerio de Elena de White y de sus escrituras para atacar y redefinir el carácter del Adventismo, lo cual ha sido caracterizado por su creencia en la revelación progresiva. Por toda la Biblia se ve un Creador bondadoso y todopoderoso quien busca ser entendido por una gente rebelde y reestablecer su reino en los corazones de todo hombre y mujer. Las Escrituras también relatan la historia de una gente rebelde que busca entender su Creador todopoderoso y reconciliarse a él y aceptar su gobierno. La hermosura de las Escrituras, incluso la misma santidad que las hace la Palabra de Dios, viene precisamente de esta narrativa y no de una noción fundamentalista de “la inspiración verbal”. Dios nos da un testimonio de su amor cuando corre el riesgo de que lo entendamos mal para que en fin lleguemos a entenderlo mejor. Elena de White nos anima a continuar a estudiar las Escrituras y discutirlas. Escribió, “Los hombres descansan satisfechos con la luz que ya han recibido de la Palabra de Dios y ponen freno a la investigación continua de las Escrituras. Se hacen conservadores e intentan evitar la discusión.” Elena de White entendía que Dios quería dialogar con su pueblo. Ella sabía que Dios no busca en su iglesia una fe dogmática sino una disposición de de seguir aprendiendo y conociéndolo mejor.

En su ministerio a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Elena de White trataba de dar testimonio de un Dios quien desea que su pueblo lo entienda mejor. Él está dispuesto a trabajar dentro de nuestras limitaciones humanas. Conoce bien nuestras debilidades pero todavía nos quiere usar para traer salvación al mundo. Sin duda, es un Dios que exhibe una capacidad infinita de amar. Nosotros, los adventistas, debemos entender el rol histórico de los profetas dentro de este esquema del carácter de Dios para poder apreciar el ministerio de Elena de White. Hay tres características primarias de los profetas que debemos reconocer.

1. Los profetas son seres humanos.

Esto sugiere que Elena de White, lejos de ser una fuente de la verdad absoluta, es falible y tenía su propio albedrío libre. Es verdad que los profetas se entregan al servicio de Dios y se comprometen a los propósitos que Dios tiene para sus vidas pero también es verdad que Dios los permite equivocarse. Los permite ser humanos. Por eso podemos decir que es un Dios de amor divino, que es justo y compasivo siempre.

2. Los profetas son contemporáneos.

Esto significa que Elena de White, lejos de ser un punto de referencia para todas las edades, debe ser entendida dentro de la época en que escribía. La mayoría de los asuntos que trataba pertenecen más a los cristianos adventistas del siglo diecinueve que a los cristianos del siglo veintiuno. Esto no quiere decir que sus escrituras no son relevantes para los adventistas de hoy. En cambio, quiere decir que hoy no podemos leer sus obras fuera de su contexto y aplicar palabras escritas en el siglo diecinueve directamente al siglo veintiuno. Hay que estudiar la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y tratar de entender la manera en que nuestra herencia nos afecta hoy. Si llegamos a entender las palabras de Elena de White dentro de su contexto, podremos aplicar mejor sus principios a situaciones que ella no trataba directamente.

3. Los profetas son el medio de comunicación de Dios

Elena de White, lejos de ser una profeta para todo el cristianismo, debe ser entendida por su rol dentro de la Iglesia Adventista. Dios decidió empezar un diálogo con los creyentes de un movimiento que se llamaría la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El Señor del universo nos invita, “Venid ahora, y razonemos—dice el SEÑOR”. Como movimiento, el Adventismo ha tenido una experiencia profunda con Dios, una experiencia que afecta nuestra identidad como cristianos adventistas. Nuestra historia como iglesia ha sido tan integrada con el ministerio de Elena de White que separar el uno del otro sería destruir por completo el Adventismo. Dios usó a Elena de White como mensajera, como profeta para la iglesia joven, para dar dirección al movimiento. Él empezó la conversación con Elena de White pero es imperativo que todos los cristianos adventistas traten de continuar ese diálogo hoy.

Con estas tres características primarias de los profetas, los adventistas pueden llegar a apreciar el ministerio de Elena de White porque entenderán sus limitaciones como profeta, su rol actual dentro del movimiento adventista y el diálogo continuo de Dios con el Adventismo. Los profetas no son infalibles y tampoco son teólogos. Elena de White es falible. Aunque se ha equivocado en cuanto a varios temas, sigue siendo confiable en su aplicación de principios bíblicos. Elena de White no fue teóloga. Ella no define la teología adventista. Si la permitimos definir nuestra teología, la Iglesia Adventista no tiene el derecho de llamarse “cristiana”. En ese caso seríamos una secta. Es interesante notar que aunque Elena de White no fue teóloga, ella trajo nuestra iglesia más cerca de la ortodoxia cristiana. Es otro testimonio de su convicción de servir a Dios y de la manera en que Dios la usó. Ella brindó algunas palabras de inspiración a los adventistas que hoy nos conviene contemplar: “No permitas que nadie sea tu cerebro. No permitas que nadie piense para ti ni haga investigaciones para ti ni ore para ti”. Unos ejemplos de la manera en que Elena de White llevó la iglesia hacia un cristianismo más ortodoxo se pueden ver en sus escritos acerca del Trinitario, el día de expiación, el nuevo nacimiento y la teoría de la puerta cerrada.

En marzo de 1858 recibió una visión sobre “El Gran Conflicto” que llevó a la serie de libros llamada por ese nombre. Esa serie es un ejemplo del concepto adventista de revelación progresiva y de la manera en que Elena de White “cambió” de opinión a medida de que corría el tiempo y crecía su conocimiento. Julios Nam ha escrito, “Puede ser que White haya visto una visión comprensiva del gran conflicto en 1858 pero con el tiempo su entendimiento de esta visión ha crecido y expandido—con la ayuda de su creciente sabiduría espiritual, una mejor comprensión de las Escrituras, los consejos de los que la rodeaban, los escritos de otros autores que leía y tal vez haya incorporado a sus propias obras y probablemente algunas experiencias significativas tal como la del congreso mundial de la iglesia en 1888. Su manera de ver a Dios cambió dramáticamente. Al principio, pensaba que era severo e impasible pero de a poco llegó a reconocer que era un padre de amor y paciencia.”

Tres “cuerdas de la verdad” que encontramos trabadas por toda la tela de las Escrituras son la historia de la redención, el tema del gran conflicto y los principios del amor divino. Las escrituras de Elena de White han servido para iluminar y amplificar estos temas. Sin ella, el entendimiento de nuestra iglesia respecto a estos tres temas sería muy empobrecido. Aunque ella no era teóloga, so “teología” (si así se puede llamar) sirve como complemento a la teología de las Escrituras. Ella nos escribió acerca de la misión adventista, “No deben encerrarse para estar sólo con si mismos. No deben estar contentos simplemente por tener la bendición del conocimiento de la verdad. ¿Quién les trajo la verdad? ¿Quién les mostró la luz de la Palabra de Dios? Dios no les dio su luz para que la pongan bajo una canasta”. Me pregunto, ¿Cómo es que permitimos que algunos de nuestra iglesia pongan la revelación progresiva de Dios bajo una casta?

La vida y misión de Elena de White, sus escrituras y sermones y sus viajes misioneros juntos componen un testimonio inspirante de una mujer que buscaba el corazón de Dios, una mujer que se esforzaba para guiar un movimiento a un mejor entendimiento del Creador amoroso quien desea, sobre todo, una relación de amor con su pueblo. La historia de Elena de White es nuestra historia. Ella es el adventista por excelencia, nuestro dechado. Su vida demuestra un entendimiento de la revelación progresiva. Sus escritos revelan una mujer quien deseaba la conversación y el diálogo, no el debate ni el consenso. Ella escribió acerca de las expectativas de Dios, “Brilla sobre nosotros una luz mayor a la que brillaba sobre nuestros padres. No seremos aceptados ni honrados por Dios si le rendimos el mismo servicio o hacer las mismas obras que nuestros padres. Para ser aceptados y bendecidos por Dios como ellos fueron, debemos imitar su fidelidad y celo—mejorar nuestra luz como ellos mejoraron la luz que tenían y hacer como ellos habrían hecho si hubieran vivido en el día de hoy. Debemos andar en la luz que brilla sobre nosotros porque de lo contrario, esa luz se convertirá en oscuridad”. Ella refleja el genio del Adventismo para el mundo cristiano: la progresión. Su vida y trabajo, irónicamente, no concuerdan con los fundamentalistas que la citan con frecuencia para denigrar el intelectualismo, ofender los pensadores progresivos y llamar “ “¡Herejía!” ante cualquier idea que no haya sido aprobado de manera explícita por su propia versión del “Adventismo tradicional”.

Nuestro Padre Todopoderoso inició una conversación con el movimiento adventista a través de Elena de White. Él no ha detenido esa conversación sino que pide continuar el diálogo con todos nosotros. Debemos entender y apreciar el ministerio de Elena de White y continuar a construir sobre las bases que ella y los demás pioneros pusieron. NOSOTROS debemos reflejar un Adventismo del siglo veintiuno, un Adventismo que sabe que “Dios está hablando todavía”.

Para concluir, en un “blog” sobre Elena de White, sería conveniente permitir que ella hable. En cuanto al entendimiento de los adventistas acerca la Biblia y de las ideas en general, escribió, “No existe ninguna excusa para tomar la posición que no quede más para descubrir o que nuestra exposición de las Escrituras esté sin errores. El hecho de que algunas doctrinas han sido creídas durante muchos años por nuestros miembros no es suficiente para comprobarlas. El tiempo no puede convertir error en verdad y la verdad puede ser probada. No hay ninguna doctrina correcta que se dañe por la investigación”.

  1. Theologically Thinking, por Guy Fritz.
  2. “The God Who Risks Being Misunderstood,” artíulo en Spectrum, por Ray Roennfeldt.
  3. Testimonies for the Church, vol. 4 por Elena de White.
  4. Isaías 1:18, La Biblia de las Américas.
  5. Fundamentals of Christian Education, por Elena de White.
  6. “Change: The Adventist Constant”, por Julius Nam en http://progressiveadventism.com/.
  7. “Ellen White: The Embodiment of Change”, por Julius Nam en http://progressiveadventism.com/.
  8. Artículo en el Review and Herald, 14 de agosto del 1888, por Elena de White.
  9. Testimonies for the Church, vol. 1, por Elena de White.
  10. Counsels to Writers & Editors, por Elena de White.

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