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“Amor se escribe sin H”- Entrevista a Víctor Armenteros

Profesor universitario y hombre de múltiples talentos, gran amante de las letras y sus significados y significantes y autor del libro Amor se escribe sin H, publicado por ACES, en el que, con la creatividad que le caracteriza, logra aclarar y acercar los conceptos bíblicos del amor conyugal a la realidad y actualidad de las parejas de hoy. En esta entrevista nos cuenta sobre su obra, sus inspiraciones y motivaciones.

La mañana se muestra prometedora y soleada. Mientras preparo mi grabador, le espero en la puerta de su despacho con la ilusión del entrevistador novel que consigue un buen personaje y los efectos rimbombantes de un café engullido deprisa sobre mi estómago vacío. A las 9.20 de la mañana, bastante puntual para ser español, me invita dentro con ánimos primaverales. Nos sentamos cara a cara, separados por su escritorio, mientras su secretaria, en el despacho contiguo, atiza el oído (quisiera imaginar) y atiende las pocas llamadas y visitas que en esa hora interrumpen con sus breves tocs y rings nuestra conversación. Con determinación, como si lo hubiéramos ensayado antes y ésta fuese la toma final de la película, se acerca el grabador y me mira fijamente. Comienza el baile.

– Cuéntanos el por qué de Amor se escribe sin H, el nacimiento de la idea…

– Es una larga historia. Hace algunos años, la Unión Española me pidió que perteneciese a la comisión de matrimonios y a la vez, participar de la misma comisión a nivel de la División Europea y, aunque parezca paradójico, me di cuenta en ese tipo de reuniones de que había muchos conceptos con relación al amor que, desde el punto de vista bíblico, no estaban muy claros. Esto es algo que ya había constatado en la iglesia, sobre todo entre la gente joven pero pensaba que en el ámbito institucional, éste tema sería un asunto mejor abordado y entendido. . Entonces me surgió la idea de que en lugar de trabajar tan técnicamente, en el plan de alta teología, se podría hacer algo que se acercase más al joven, sobre todo al joven con criterio y formación, el universitario, con una franja de edad entre los 18 y 30 años aproximadamente, los que bien podrían ser los futuros líderes de la iglesia. Quise transmitirles mi idea de lo que es el amor bíblico, sintetizar todas las posibles alternativas que surgen de la Biblia, no de una manera filosófica o especulativa sino transmitiendo las conclusiones a las que yo mismo he llegado, interpretando los textos santos.

Amor se escribe sin H no es su primer libro pero sí es su primera obra en el ámbito público y de divulgación, “el libro con el que más me expreso”, declara. Para conseguir recursos mientras estudiaba en Barcelona, escribió libros de cuentos clásicos y fábulas para el público infantil, publicados por la editorial Océano.

Después llegó Fragmentos, una recopilación de sus poemas a lo largo de los años, de carácter “más intimista y personal”, como toda poesía, volumen publicado de forma independiente, por pedido y en las librerías de España y Estados Unidos así como online, a nivel internacional.

Y, últimamente, Midrás Tanhuma Buber a Génesis con Verbo Divino, un texto técnico sobre la literatura haggádica (parábolas, fábulas, interpretaciones y ampliaciones de la Torah, proverbios, anécdotas, narraciones, alegorías, etc., considerados como la continuación popular de la literatura profética).

Además, en febrero de este año la Editorial de la Universidad Adventista del Plata publicó otra obra suya titulada El silencio de la mirada: aproximaciones exegéticas a Dt 24: 1-4.

– En cada página de tus libros se puede saborear una intensa aventura con las palabras. ¿Cuándo comienza tu amor por las letras? ¿Cuál es uno de tus primeros recuerdos al respecto y una de las primeras personas en tu vida que hayan alimentado esta pasión?

(Fija la mirada unos instantes, escudriñando el pasado)

– De pequeño estuve muy enfermo y hasta los 10 años no pude salir mucho a la calle a jugar, así que me dedicaba a leer, pintar, escribir y a inventar cosas – todos ellos, elementos creativos que se podían hacer dentro de casa. Mi entorno familiar también ha sido bastante literario, en mi familia los hay para todas las artes: lectores empedernidos, escritores, periodistas, pintores, modistas…

Su primera experiencia con la creación literaria se dio durante los largos veranos andaluces. “Tendríamos 8 o 9 años”, cuenta. Durante las calurosas tardes, escribía obras de teatro y una vez escritas, sus hermanos y amigos de la misma edad se aprendían sus respectivos papeles, se disfrazaban y por la noche, representaban las obras ante los padres, cuando éstos volvían de trabajar. “Algunas todavía las guardo. Era muy divertido y reflejaba las lecturas de la época, de corte medieval”, comenta con nostalgia.

– Háblanos del Renacimiento. En muchas de tus charlas, clases y escritos podemos encontrar referencias e ilustraciones con respecto a esta época de la historia. ¿Por qué te llama la atención precisamente este período?

– Yo creo que hoy en día estamos mutilados. La sociedad no necesita de nosotros una persona sino un producto, por lo que la educación que recibimos nos forma solamente para ser productos, para que trabajemos en áreas muy especializadas y que no nos dé tiempo a pensar demasiado; así que terminamos produciendo para una minoría de grandes potentados que son los que realmente se permiten no trabajar, dedicarse a lo que les apetece y probar diferentes experiencias. Sin darnos cuenta, poco a poco nos convertimos en los esclavos que construyen las pirámides, solo que ahora las pirámides son económicas; de esa economía viven o mueren unos cuantos faraones que ni conocemos siquiera. Me gusta el Renacimiento italiano porque la gente no era así: alguien podía hablar de matemáticas y dos días después estar escribiendo una obra literaria de poesía, podía ser un buen científico y a la vez ser un buen pintor. Hoy día nuestro cerebro es mínimo y únicamente conocedor de un solo área. Me resulta triste.

– Entonces, si pudieses elegir una época para vivir sería…

– Vivir en la Florencia del Renacimiento debe haber sido espectacular. Si hoy día ya es una ciudad increíble, ni me imagino cómo habrá sido con Leonardo de Vinci, Miguel Ángel…

– Escribes, traduces, investigas, das clases, cocinas, pintas, dibujas, diseñas…, te asemejas mucho a un personaje Renacentista con múltiples aspiraciones, actividades y talentos…, ¿algo más de lo que no sepamos?

– En realidad tengo muchísimas motivaciones. Me gusta experimentar todo lo que estimule el conocimiento, todo lo nuevo de lo que pueda aprender; si tengo dos opciones – una que conozco y otra que no – elijo siempre la que no conozco, aunque no sea muy rentable o económicamente estable.

– ¿En qué proyecto artístico te encuentras sumergido en este momento? O proyectos…

(Sonríe con entusiasmo)

– Me gusta mucho la madera últimamente… pero no tanto esculpir en madera, tallar o ser ebanista sino que me gustaría tener tiempo para hacer un sillón al estilo de antes, me atrae mucho el tema de cómo se construían los muebles en épocas anteriores, porque ahora es bastante lamentable (señala su escritorio), todo muy práctico, muy norteamericano.

– Obviamente encuentras tiempo para hacer todas estas cosas porque los resultados son visibles. La pregunta del millón: ¿cómo te organizas para ello? Tu mujer Esther debe ser una gran ayuda…

– En cuanto a la organización creo que es un aspecto muy importante, sobre todo tratándose de la creatividad. Existe el mito de la musa, de que la creatividad llega cuando le place y obviamente hay días más fáciles que otros, pero yo me he acostumbrado a obligar a mi cerebro a crear cuando tengo que crear. Por ejemplo, si tengo que escribir algo, no espero a que me llegue la inspiración sino que me siento con una hoja en blanco, le digo a mi cerebro que produzca y me quedo ahí hasta que escriba algo. Curiosamente, al poco rato (a veces tardo), pero más o menos a los 15 minutos, empiezan a llover ideas. Creo firmemente en la sistematización del tiempo. Me molesta mucho perderlo en cosas insignificantes y de tránsito… la burocracia me mata. Además de que para mí el hobby no es algo improductivo. Por ejemplo, dibujar es un hobby que a su vez genera algo más. Es un poco el espíritu de Ellen White cuando habla acerca de la recreación como un elemento necesario pero una recreación que no sea vana o superflua, sino que tenga algún tipo de resultado. Para hacer ejercicio, en España, trabajaba en mi jardín. Y en cuanto al trabajo compartido, Esther y yo funcionamos conjuntamente, yo no puedo decir que viva aparte, la estructura es compartida siempre. Yo estoy en sus planes y ella está en los míos, quizá por eso la rentabilidad es mayor. Hay ciertos roles marcados, cosas en las que yo soy nulo y Esther es eficiente y viceversa pero en los demás asuntos, como cocinar, por ejemplo, nos turnamos – somos simbióticos.

– Vuestra gran compenetración y compatibilidad ¿tiene mucho que ver con el hecho de que, además de otras cosas, compartís vuestra pasión por las letras?

(El lector tiene que saber que Esther es bibliotecaria y profesora)

– De hecho, cuando nos conocimos Esther escribía poesía… Sí, es importante que haya una manera de pensar similar. No sé si esto ha sido siempre así (porque creo que al principio no éramos tan similares, sino de estructuras mentales distintas) o el resultado de muchos años de diálogo, de vivir juntos. En realidad, la más crítica con mis textos es Esther, es la que los analiza a fondo. Otro aspecto interesante es nuestro gusto por la lectura. A mi no me gusta leer novela, excepto los grandes clásicos, pero conozco muchas novelas porque ella, que es una gran amante de la literatura lúdica, me las relata y la verdad es que me gusta más que me cuente ella las novelas que leerlas yo mismo. Por otro lado, yo me inclino hacia el aspecto académico. Me apasiona el ensayo, necesito datos. Así pues, he escuchado-leído todas las novelas que ella lee y ella, mis ensayos y textos pesados (risas).

– Además sois viajeros por naturaleza. Uno te oye hablar de flotar en el Mar Muerto y se le llena la boca de sal. En tu trabajo y peregrinaciones personales has tenido la oportunidad de moverte bastante. ¿Cuáles son algunos de los lugares más entrañables que has visitado?

– ¿Te cuento un secreto? En realidad a mí no me gusta viajar, soy muy perezoso. A quien le gusta viajar es a Esther. Una vez en marcha, ya me engancho, pero me cuesta salir. Si no fuese por Esther, no sé si hubiese viajado tanto. (Sonríe pensativo y su mirada se transporta hacia lugares aún desconocidos por mis pies). Un bosque de arces en Wisconsin (USA) en otoño colmó uno de los momentos que más me marcaron, nunca he visto otro otoño igual; un amanecer en el Sinaí, compartiendo una manta con dos beduinos; una noche clara en el desierto del Néguev (sur de Israel), sin ningún obstáculo que impidiera las estrellas; pero los mejores recuerdos que tengo no están tan relacionados con las ciudades como con la naturaleza y los niños. Los niños de los países del tercer mundo son los más alegres que he conocido (sobre todo de Marruecos y Egipto).

– Sabemos que para realizar proyectos de las dimensiones que tú has realizado, uno tiene muchas veces que privarse y esforzarse. Pareces encontrarte en la época de tu plenitud, disfrutando de la vista que ofrecen las alturas de tu preparación: intelectual, cultural, de pareja, espiritual… Si bien el camino a seguir ha sido obviamente estrecho, ¿el trayecto ha resultado ser también bastante duro? ¿Qué les dirías a tus jóvenes lectores con respecto a nadar contracorriente?

– Desde pequeño, mi madre me leía un texto, que se leyó siempre en la iglesia pero que no se lleva adelante, los mismos líderes no lo aplican ni permiten que tú lo hagas. Ellen White dice que tenemos que “ser fieles como la brújula al polo”. A veces me he equivocado pero creo que he intentado seguir siempre esa idea. Si yo creía que algo que había interpretado en la Biblia o en mi vida era de una manera, me dijeran lo que me dijeran, intentaba ser coherente con mi creencia, a menos que me diesen argumentos ya sea bíblicos o muy bien elaborados que me hicieran cambiar de opiniónLe pedía a Dios que me diese certezas. Y esta etapa comprende toda una vida, donde uno no responde por alturas, sino con coherencia, donde la actitud es muy importante.

– ¿Crees que el problema de los jóvenes de hoy es el no actuar conforme a sus más profundas convicciones, el vivir una doble vida?

– El problema de los jóvenes de hoy es que quieren ser diferentes y, sin embargo, están repitiendo los roles de toda la historia. A lo largo de las décadas, el gran problema ha sido la forma, en lugar del fondo. Si en el fondo uno de verdad quiere hacer las cosas bien y le pide a Dios la ayuda para hacerlas, le va a costar más horas de trabajo que la mediocridad, pero lo conseguirá. La impresión que uno tiene de la dificultad es a veces mayor que la dificultad en sí. Yo les animaría a ser auténticos y esto no consiste en vestirse diferente o usar un peinado distinto al que usaba la generación anterior, sino en ser coherente con lo que uno piensa. Esto a veces puede romper moldes y otras no. Uno puede pensar que si es coherente y no rompe moldes ha hecho algo mal o que está siendo mediocre.. Pero cada persona es distinta, y mi coherencia no tiene que coincidir necesariamente con la de otro…

– Obviamente Dios ha jugado el papel más importante en tu trayectoria ya que toda tu obra y actividad académica conduce inevitablemente hacia él: parece encontrarse tanto a la salida del maratón como a la llegada, así como en cada paso del camino recorrido, acompañándote. ¿Cómo es Dios?, (si es posible definirlo en una frase…)

– En mi experiencia, lo primero que diría es que Dios es BUENO, con todo lo que esta palabra implica de ternura, de cercanía; no bueno en el sentido de alguien bobalicón que no hace las cosas porque no se atreve, sino bueno porque quiere ser bueno. De hecho, para mí, lo mejor que se puede decir de una persona es que ES UN HOMBRE BUENO. Lo mejor de Dios es su bondad. Y esa bondad implica preocupación por sus criaturas, los quiere de verdad y hace cosas por ellos. Si contemplo mi historia me encuentro con un Dios práctico, preocupado, tierno.

– Volviendo a Amor sin H…, al parecer no es un proyecto de una inspiración momentánea, sino una recolección ambiciosa y brillante de las características del amor conyugal, que no sólo has estudiado durante años sino que también has experimentado. Has empezado hablando de la inspiración, cuéntanos ahora sobre la transpiración del asunto.

(Se rasca la frente, pensativo.)

– Yo he crecido en un entorno de mujeres. Siempre he tenido muy clara mi cuestión de género (risas), pero mi entorno ha sido diferente, alternativo. En Andalucía (España), la visión de la mujer era la visión literaria, poética, creativa en la cocina y en todo lo demás; tenían que saber conseguir las cosas con inteligencia porque la fuerza estaba en manos de los hombres y a veces éstos eran muy toscos. Además de eso, mis mejores amigos en la enseñanza han sido casi siempre mujeres; también tengo la suerte de que mi esposa es la mejor amiga de mi hermana y en una época de nuestra vida, mi hermana con sus niñas se vino a vivir con nosotros, conviviendo en un ambiente totalmente femenino. Gracias a estas experiencias, creo que parte del texto es el intento de un hombre de comprender y describir la visión femenina.

(Mientras habla, un pájaro se posa en la ventana picoteando el aire, ajeno a nuestra conversación. Y Víctor prosigue.)

– Los hombres somos muy de diseccionar las cosas, como el carnicero en una carnicería – partes los trozos y dices: este es el trozo y ya está. Pero la visión con la que contemplemos el amor ha de ser diferente. También han escrito poco las mujeres sobre el amor en forma de ensayo. Suelen escribir desde una perspectiva más poética, novelesca. Asimismo, el planteamiento de mi relación amorosa con Esther y el de ella conmigo (crecimos casi juntos y eso es muy bueno) ha sido equivalente: ella intentando comprender cómo yo pienso y viceversa. Respondemos ante Dios por un carácter que el matrimonio nos ayuda a modificar. Obviamente hay cosas en el libro que son ideales, pero porque siguen el planteamiento bíblico y no necesariamente nuestra propia travesía. Pero también hay muchas experiencias de sensibilidad reflejadas en nuestra relación. Sería absurdo decir que un escritor no incluye partes autobiográficas en su obra. Como ejemplo práctico están el diálogo, el contexto de comunicación y la idea de relativizar las diferencias; hoy en día somos muy dados a magnificarlas.

– Resulta interesante leer a un autor cristiano que no sólo está preocupado por QUÉ dice, sino también por CÓMO lo dice, utilizando el lenguaje como un alfarero el barro, preocupándose en sumas iguales no sólo por el contenido del mensaje sino por la creatividad y originalidad de la forma en que transmite ese mensaje ¿Además del cuadro, tan importante es el marco en el que éste se coloca?

(Juega con sus gafas y responde con energía)

– ¡Por supuesto! Hoy vivimos en una sociedad estética. El problema es que sólo hay estética a veces, en el sentido del aspecto. Pero yo creo que si hoy día se hace algo con intención de llegar a la gente, si bien debe tener un buen contenido ante todo, no le puede faltar la forma. Hay una parábola en la Biblia que me gusta mucho y que intento aplicar. Habla de un padre de familia que sacaba de un baúl cosas nuevas y cosas viejas. Yo interpreto lo viejo como el contenido que siempre hay que darle a las cosas; la sociedad no ha cambiado tanto, los valores son los mismos. En cambio, las cosas nuevas las interpreto como los valores de siempre pero con un aspecto distinto: más atractivo, más cercano. Porque en todas las actividades (escribir un libro, dar una charla, una clase o un sermón), si se emplea el lado creativo, lo que se dice impactará de forma diferente. Vivimos la necesidad de contenido atractivo (siempre dependiendo del receptor que se ha escogido, pero atractivo en función al mismo). En esto, le debo mucho a Roberto Badenas, mi profesor tanto en secundaria como cuando estudiaba Teología. Es la primera persona que conocí que daba contenido a sus alumnos de una manera literariamente exquisita. El problema del siglo XXI es el exceso de información. Existe mucho contenido sin estética así como estética sin contenido. Necesitamos combinar las dos partes.

– Éntonces, la forma de lo que decimos tiene que estar a la altura de lo que decimos…

– Exacto. Y tampoco es tan difícil. Si reflexionamos sobre las herramientas que usamos, no es tan complicado, es habituarse, es como hacer deporte. Al escribir tenemos que preguntarnos siempre: ¿por qué lo digo como lo digo? O, ¿de qué otra manera lo puedo decir que además impacte o enriquezca al lector? Si hay un autor en la Biblia que me ha impresionado en este aspecto es Isaías. Es un poeta. Dos tercios de su libro son poesía. Isaías no habla sólo sobre el contenido sino que hace bello el texto del original. Job es otro. Tenemos la mentalidad de la Escuela Sabática: dar información para mucha gente, muy simple, repetir muchos textos… ¿por qué no hacemos lo mismo, pero más agradable?

– Se podría decir que tenemos una mentalidad Medieval vs. la Renacentista que podríamos tener…

– Y eso se debe a que la mentalidad renacentista asusta porque no se puede controlar. Por eso, todas las estructuras, incluso las instituciones eclesiásticas tienen la tendencia a hacerlo todo normativo para que la gente no piense demasiado. Las actitudes libre-pensadoras y renacentistas molestan porque no dejan que los objetivos fijados se cumplan rápidamente. Si dicen, por ejemplo, que hagamos todos la misma cosa y todo el mundo dice “Amén”, no hay problema; excepto cuando uno levanta la mano y pregunta: “bueno y ¿por qué vamos a hacer tal cosa?” Ahí el proceso se ralentiza; tristemente, la mentalidad renacentista no interesa demasiado en ningún ámbito…

Al hablar sobre sus proyectos futuros, su cara se ilumina con la satisfacción con la que la fiebre de la creatividad modela los rasgos del artista, y su mirada asciende ilusionada hacia un futuro aún no materializado y sólo vislumbrado en algún lugar, detrás de su iris. Como era de esperar, sus próximas realizaciones son, también, múltiples.

A nivel académico, está elaborando un manual de gramática hebrea para gente que no es teóloga, para hacer accesible el idioma a cualquier persona, sin necesidad de estudiar teología. “Me gustaría, durante un año entero, comprobar si funciona en mis clases y si da buenos resultados, el año siguiente lo sacaría para divulgar. Se trata de una gramática hebrea con dibujos e indicaciones ilustrativas, en un estilo parecido a los libros de texto de inglés como idioma extranjero y tiene el propósito de desmitificar un poco la dificultad de este idioma bíblico, para que cualquier miembro de iglesia tenga acceso directo a ello.” Además investiga sobre los textos supuestamente misóginos de Pablo. Espera completar los dos proyectos este año y que puedan ver la luz a principios del 2011. A un nivel más lúdico, está terminando una traducción del Evangelio de Marcos para niños. “Es el proyecto que más ilusión me hace en este momento.”

Nuestra mañana ha volado en las alas del pájaro de la ventana. Recojo mis cosas mientras él se prepara para ir a su próxima clase y seguir haciendo de la senda estrecha una vía más caminable.

Como menciona la reseña bibliográfica de la web de ACES, “Amor se escribe sin H es una obra que, a lo largo de sus páginas y con una mezcla de romanticismo y erudición, nos lleva a reflexionar sobre nuestro modo de amar. Al comparar el ideario humano de amor con el concepto bíblico, se despliega ante nuestros ojos un significado nuevo y profundo de este don divino que debiera impregnar todas nuestras relaciones aquí, y en la eternidad.” En palabras de su autor, “en este momento de la historia, no es tan importante la meticulosidad y precisión de nuestra comprensión profética, el conocimiento exhaustivo del corpus doctrinal en el que nos enmarcamos como aprender a amar y hacerlo de verdad. ¡Ojalá se nos pudiera volver a decir: ‘mira cómo se aman’! Cuando llegue ese día habremos conquistado los oráculos, los dogmas y nos restará mirar a Yhwh cara a cara.”

Hasta la fecha [1/6/10] este libro solo está disponible a través de ACES en Argentina y Chile. ACES no hace envíos internacionales, por lo menos desde su página web.

Safeliz (España) no distribuye Amor se escribe sin H actualmente. Café Hispano ha contactado con Safeliz para saber si piensa distribuirlo en España y todavía no ha recibido ninguna respuesta.

APIA tampoco ofrece Amor se escribe sin H en su catálogo web.

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